Ferni de Gyldenfeldt: «La música folklórica debe acompañar los cambios sociales»

Entrevistamos a Ferni de Gyldentedt, la primera cantante solista no binaria en el Festival de Folklore más importante de Argentina. "Ya no estamos dispuestes a esconder nuestro lugar en esos escenarios"

23 de mayo de 2023
Maby Sosa
Edición: María Eugenia Ludueña

BUENOS AIRES, Argentina. Ferni de Gyldenfeldt fue la primera cantante solista no binaria en pisar el escenario Atahualpa Yupanqui del Festival Nacional de Folklore, en Cosquín, Córdoba. El más importante de la Argentina. Su llegada no fue fácil. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, ganó el concurso con el puntaje más alto rumbo a esos escenarios, pero desde la Comisión del festival no la autorizaban: el estatuto sólo contemplaba una diferenciación binaria: masculino o femenino.

Ese encuentro de frente con el folklore fue para Ferni la firme convicción de que su lugar estaba ahí. Su llegada a Cosquín en el verano de 2022, luego de haber logrado cambiar el estatuto de 1965, fue una patada a la tradición, al binarismo. Y a la vieja noción de que el folklore es un género quieto.

“Fernie sos la persona que me hubiera gustado ser en mi vida”, le dijo un señor de 70 años en plena peatonal de la ciudad cordobesa de Cosquín. Llegar a ese escenario implicó para su carrera una consolidación como cantante solista de música folklore. También una gira por diversos escenarios, distintas provincias y compañías musicales. Así fue como nació el espectáculo Las Chinas, junto a Patricia Malanca.

“Las Chinas” por Ferni y Malanca

Es la primera vez que Ferni y Patricia Malanca estarán juntas en un espectáculo. Hace dos años, cuando le habían coartado la posibilidad de participar en el PreCosquín, Malanca la llamó para contarle que ella había compuesto hacía un tiempo la canción, “La China Iron”, basada en el texto Las aventuras de la China Iron, de Gabriela Cabezón Cámara. “Sos vos, es tu historia”, le dijo Patricia. Ese es uno de los motivos por los que el espectáculo se llama Las Chinas.

El otro es menos anecdótico, más profundo: reconfigurar la figura de “china” en el relato popular. En Argentina, como en muchos países de América Latina, la palabra “china” suele referir a mujeres de campo, mestizas, de clase popular. Es la mujer sumisa de trenzas que en el imaginario folklórico acompaña incondicionalmente al hombre.

«Nos corremos del CIStema»

“Este espectáculo es la resignificación de ese nombre. Queremos mostrar que no hay una sola forma de ser chinas, que hay diversas. Nos corremos de esa construcción de lo femenino como sumiso o frágil. Nos corremos del sistema y del CIStema para mostrar que hay otras músicas y que hay chinas y chines que somos cantoras populares de nuestro acervo”, explica Ferni a Agencia Presentes. “Es una propuesta contrahegemónica al histórico 25 de Mayo donde mujeres y disidencias somos las voces cantorasm y somos las voces comunicadoras de obras del colectivo de mujeres y disidencias silenciadas”, agrega.

Salir de lo quieto

-¿Cuál es el recorrido que hoy confluye en el espectáculo?

-La música popular de folklore me tuvo mucho tiempo como público y también como melómano, luego de estudiar e indagar en muchos años en el Conservatorio y en la Universidad. Alimenté mi cariño al repertorio popular hasta que lo comencé a abordar desde distintos proyectos. Uno de ellos es Alpa Munay donde indagamos sobre la obra menos difundida e inédita de Atahualpa Yupanqui y de su compañera Nené. Ahora trabajamos con Nahuel Quipildor. Pasó un tiempo hasta concretar esta idea de pararme y mostrarme como una cantante de música popular. Luego del concurso de Cosquín, la visibilidad que eso generó me permitió posicionarme desde ese lugar. Hoy puedo pararme en aquellos escenarios que nos fueron relegados históricamente. Ya no estamos dispuestes a esconder nuestro lugar en esos escenarios. Tenemos público, podemos presentar algo con mucha calidad y con mucho corazón. Podemos conmover a la gente.

– ¿Dónde están las resistencias a la diversidad en el mundo del folklore?

– La resistencia viene de los organizadores de los festivales. Todavía están las viejas ideas de “esto no podemos mostrarlo”, “estoy hay que ocultarlo”. Una idea de que sigamos debajo del sótano de los teatros, en los burdeles. Pero nosotras, nosotros, nosotres en este momento nos paramos frente al mundo y decimos que somos identidades legítimas. Nos construimos y nos constituimos desde mucho dolor, pero también de mucha alegría, de mucho empoderamiento. Gracias a nuestras históricas, hay puertas que se han abierto con leyes de vanguardia que nos dan un suelo importantísimo para empezar a construir otra Matria, otra Patria a la que hoy le estamos cantando.

Tradición es el presente

– Si tuvieras que definir lo tradicional ¿qué sería?

– Yo creo que la música, el arte, es nuestra herramienta para cambiar el mundo y que las tradiciones van modificándose y van cambiando. Hay algo muy pintoresco que podemos resaltar de las tradiciones, que podemos tomar con simpatía, pero contextualizándolo como parte de esta historia. Abrazar también eso que fuimos. Pero que eso que fuimos no nos congele este presente, que no nos impida proyectarnos a futuro en materia de igualdad, de respeto, de visibilidad, de diversidad. Abrazar la diversidad. En los festivales estamos hablando sólo de una cuestión de género, pero ojalá pudiésemos ver a personas con diversidad motriz también bailando porque no abundan los cuerpos diversos en las danzas populares.

Es interesante animarnos a mostrar algo nuevo. Al fin y al cabo, esa es la complejísima composición social de los argentinos en el siglo XXI, no hay únicamente cuerpos hegemónicos de varones y mujeres. Hay travestis, habemos chicos trans, personas no binarias, cuerpos gordes, cuerpos disidentes, personas negras, neurodiversidades, neuro motricidades. Lo importante es dejar de representar de una única forma.

Los cambios sociales llevan mucho más tiempo. Pero lo importante es que acá estamos dispuestes a mostrarnos como legítimes intérpretes de música popular. Utilizando el arte, la música, las metáforas, la poesía como un arma, que es nuestra herramienta y que es nuestra catapulta hacia una humanidad mejor. Que estés escuchando cantar una zamba y que te conmueva sin que te importe la identidad de la persona que está cantando. O si tiene las uñas pintadas de rojo o ese día me las voy a pintar de azul. En ese sentido, la tradición para mí también es el presente que vamos construyendo. Hoy yo te puedo decir felizmente la tradición de la Argentina son los derechos humanos.

Porque nuestra tradición también puede ser esa que nos da estos 40 años de democracia y la lucha de nuestras Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Ese pañuelo blanco mutando a pañuelo verde, a pañuelo violeta. Yo quiero que esa sea mi tradición. Quizás sea el sueño sobre el cual construir una Argentina mejor.

-¿Qué encontraste en el folklore?

-Encuentro que es la música y es la poesía con la que voy a interpelar a mi pueblo. Que le habla a mi gente y a toda la gente, no solamente a mi comunidad disidente. Encuentro muchísima metáfora, muchísima posibilidad de imaginarnos otros paisajes, muchos mundos, pero encuentro algo muy directo también. Incluso las nuevas obras que vamos haciendo desde la copla que cantamos con Lore Carpanchay: “Ya vienen las maricas cantando las tonadas, ya vienen las mariposas derribando las miradas”, hasta las canciones que revisitamos. Siento que hay un mensaje al corazón de la gente. Por eso elijo el folklore.

El folklore transfeminista

– ¿Cómo es el vínculo con el público?

-Hermoso. El público está preparado, los que no quieren entender los cambios son los programadores de los festivales. Es el mismo establishment de siempre, el mismo mainstream de siempre que quiere sostener esos productos culturales que le sostienen a ellos la economía y que están lejos de leer la realidad y el entramado social de esta Argentina del siglo XXI. He viajado a muchas provincias y la gente se acerca llorando muchos te dicen “tengo una una hija, una nieta, una sobrina que es trans”. Me mandan mensajitos todo el tiempo es emocionante. Hay mucha recepción y es muy hermoso. Los que no quieren cambiar son aquellas personas que programan porque tienen miedo a jugársela. Eso no lo entendemos. En este momento que estamos viviendo, no hay un lugar para adquirir tibieza. Si queremos que ocurran los cambios tenemos que jugárnosla por esto que creemos.

-¿Sentís que se está escribiendo un nuevo capítulo en la música popular argentina?

Fe- Sí, y es un capítulo muy interesante. “Brotecitos”, este cancionero trans que lleva el nombre de una canción compuesta por Valen, es una muestra. Pienso que, así como fue importante y relevante el Nuevo Cancionero que firmara Tejada Gómez, Oscar Matus, Mercedes Sosa en 1963, en este siglo XXI es el momento de mujeres y disidencias sexogenéricas. Estamos forjando el Nuevo Cancionero de este siglo. Con una lectura transfeminista sumamos a lo que ya decía ese cancionero: que la música folklórica popular debe acompañar los complejos cambios sociales.

Nosotras, nosotros y nosotres estamos dándole a esa lectura una perspectiva de género, dejando hablar únicamente del hombre y el paisaje. No da sólo decir el hombre y su paisaje, tampoco el hombre, la mujer y el paisaje. Es la persona y el paisaje. Tenemos canciones escritas por el propio colectivo que hablan de nosotres, también sucede en la danza. Tenemos trincheras, tenemos espacios y tenemos muches representantes proponiendo desde lo popular una perspectiva transfeminista.

Fernie y Patricia Malanca presentan Las Chinas el jueves 25 de mayo a las 20 en Café Berlín, avenida San Martín 6656.

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