Otra comunidad: cuando bailan los cuerpos y las temporalidades disidentes

Otra Comunidad es una obra del performer, coreógrafo y director Iván Haidar. Vincula la danza con las disidencias para interpelar las ideas de tiempo y lenguaje, desde expresiones corporales no binarias.

4 de abril de 2025
Lucas Gutiérrez
Edición: María Eugenia Ludueña

Los cuerpos entran a escena desnudos con una marcha lenta y coreográfica. Van adelante de una pantalla blanca que proyecta esa misma procesión. Otra Comunidad es una obra del performer, coreógrafo y director Iván Haidar. Les intérpretes construyen un relato sin palabras ni música, todo lo narran con sus cuerpos y movimientos. Lo cuentan por duplicado en la pantalla creando imágenes espectrales de gran belleza pero también invitando a que el público complete la obra con su propia mirada. 

Cómo decir sin explicar

Otra Comunidad, obra del performer, coreógrafo y director Iván Haidar. Foto: Gentileza Otra Comunidad – Ph. @alecarmonafoto

“En un contexto actual no se trata solamente del tecnicismo que propone el dispositivo y el bellisismo de una propuesta audiovisual en vivo. Se trata también de lo que pasa con esos cuerpos, lo que pasa con la temporalidad, lo que pasa con esas imágenes que sugieren cosas”, explica Iván a Presentes. Quien nunca haya ido a ver obras de danza o performance no queda expulsado de apreciar lo que acá sucede, porque como dice su director, la propuesta invita a que todxs nos preguntemos cosas a partir de lo que los cuadros nos traen.

Una puesta sin palabras no significa que sea en silencio. Así como los cuerpos están mediados por la tecnología visual para habitar el espacio, las voces debían encontrar su lugar de esa forma. “El dispositivo sonoro respetando esta lógica también es cuerpo. La voz de les performers también aparece mediada por la tecnología para crear esta multiplicidad loopeada de sonidos”. Y sobre no ponerle ni una música o un texto el director lo atribuye a esta búsqueda de “la capacidad de poder decir sin explicar, por lo tanto de sugerir un sentido entre otros posibles”. Son sonidos, ruidos guturales, atravesados por la caja que permite mixarlos hasta contarnos, esta, otra, muchas historias. 

Invitación a otras temporalidades

Iván Haidar, coreógrafo, director y performer.

Es una invitación a otro tiempo que siento que es uno que no nos estamos dando o nos damos cada vez menos, a un tiempo que está desapareciendo: el de la contemplación”, explica. En un momento de bombardeo de estímulos “el celu, la tele, Internet, las redes sociales, la calle, la falta de plata, las violencias, las guerras, los maltratos, los presidentes” la obra abre una ventana a otra mirada, “a perder el tiempo, que es ganar el tiempo”. En un momento de aceleracionismo hay una desobediencia en proponer la no productividad, “que es lo más necesario del mundo”. Este desafío es tomado por intérpretes y público, por un tiempo de contemplación y propuestas que genera muchas preguntas, lecturas y saberes propios. 

Hay otros cuerpos que pueden bailar

¿Cómo se vinculan la danza y la expresión corporal con las disidencias sexuales? “Para hablar de disidencia sexual en relación a la danza o a las expresiones corporales hay que traer el debate más cerca, a cuando se empezó a ver en la danza contemporánea la posibilidad de otros cuerpos”, responde. Hasta ese momento todo había sido binario y biologicista, varones (con pene) y mujeres (con vulva) con aptitudes físicas excepcionales. Recién a partir de principios del siglo pasado hubo un periodo que “obviamente liderado por mujeres” empezó a proponer: hay otros cuerpos que pueden bailar. De pronto en escena estaban los no elegidos, los no “virtuosos”. Y se permitió empezar a entender el virtuosismo desde otros lugares, por ejemplo, desde la emoción.

“Creo que la danza es muy activista en ese sentido” -dice Iván-. “Porque viene proponiendo, en todas las coyunturas y diferentes momentos de la historia, cosas que están invisibilizadas. Tal vez la danza sea una de las disciplinas más relegadas de todas”, explica. No es un dato pequeño el que trae el director e intérprete. Y suma: “El mayor porcentaje de integrantes de la comunidad dancística está compuesto por mujeres, ahí tenés una de las primeras minorías. Los varones que entran en las danzas por lo general son gays. Ahí tenés otra de las minorías”. Escuchando a Haidar se puede comprender mejor ese relegar a las voces que buscan nuevas preguntas, otros matices, diferentes narrativas frente a las hegemonías institucionalizadas.

Foto: Gentileza Otra Comunidad – Ph. @alecarmonafoto



Otra Comunidad invoca a diez cuerpos en escena que se multiplican en la pantalla. ¿Son hombres o mujeres? La propuesta de Haidar junto al grupo de intérpretes trasciende ese binarismo. Ni siquiera con la genitalidad expuesta se cae en asignarle una identidad a quién está performando. Esa pequeña/inmensa revolución queer es una bienvenida a quienes puedan salir de ese prejuicio y se sumerjan en el juego mucho más amplio de interpretaciones y apreciaciones que se les ofrece.

“La danza es algo ancestral, popular y primitivo. Es un ejercicio que hace el cuerpo para estar en comunidad, estar en relación a las demás personas desde siempre. Hoy nos juntamos a bailar para estar juntxs y lo hacemos a través del movimiento”, dice. Cita como referencia los bailes que disipan por un instante las diferencias, como el carnaval que por un rato trasciende diferencias sociales y políticas. La danza en el ejercicio político de las disidencias de la escena ballroom. Movernos para reclamar, exigir, visibilizar, bailar “como algo social. Es una gran disciplina artística y activista”.

Otra escena, otra comunidad

En la propuesta no hay certezas o bajadas de línea, sino una invitación a experimentar lo que pasa en el propio cuerpo viendo a les demás. Los cuerpos en escena y sus avatares en pantalla se convierten en las palabras no explícitas y cada persona en la platea decodifica ese lenguaje con sus recursos. Haidar explora este dispositivo de danza, interpretación e imagen duplicada desde 2017. Comenzando en algunas partes en su unipersonal Otra Línea y luego en 2019 con la primera versión de Otra Comunidad. 

Después de varias maneras de exponerla, luego de una pandemia y un año de aislamiento, tras un tiempo de “estacionamiento”, la obra vuelve a escena. La premisa de ‘otra’ comunidad, no una mejor o peor, ni nueva, ni vieja, sino construida entre escena y público, permite un viaje sensorial y reflexivo lleno de talento, precisión y sobre todo, una amorosidad por el hacer colectivo siempre necesario en momentos de individualismo y caos. 

Otra Comunidad se puede ver los jueves en El Galpón de Guevara a las 21hs. Las entradas se consiguen en Alternativa Teatral

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