Emma Barrandéguy: una novela tabú sobre amores lesbianos
Abrir un libro como se abre una puerta hacia el deseo. Es la invitación que nos hace Emma Barrandéguy en Habitaciones, ficción lesbiana en clave epistolar reeditada por La Parte Maldita.
Abrir un libro como se abre una puerta hacia el deseo. Es la invitación que nos hace Emma Barrandéguy en Habitaciones, ficción lesbiana en clave epistolar reeditada por La Parte Maldita.
Además de recuperar sus empleos, buscan impulsar políticas públicas laborales para la población trans.
Victoria (Entre Ríos) aprobó cupo laboral travesti-trans y ordenanza de inclusión a vivienda, salud, educación, cultura y deporte.
A partir del travesticidio de La Loba, la activista travesti Keili González escribe sobre las responsabilidades del Estado. “Cuando la militancia y el activismo son selectivos”
Un mapa actualizado de los crímenes de odio contra personas LGBT+ y travesticidios sociales durante el 2019.
Jésica Benavídez era trans, tenía 33 años y vivía en Paraná. Su cuerpo estaba sentado, sin vida, en el interior de su casa. Los resultados de la autopsia revelarán la causa de la muerte.
En una sociedad que históricamente nos negó su amor, en un contexto difícil para la comunidad trava y trans donde la militancia y el activismo erosiona les cuerpes, frente a la enorme carga y las consecuencias de la visibiliación, al dolor que parece ser la única realidad posible, pensar los vínculos afectivos puede ser una caricia.
Un grupo de estudiantes de nivel secundario del Instituto Cristiano Evangélico Bautista de Paraná (Entre Ríos) denunció públicamente que las autoridades prepararon material escolar con contenido homofóbico.
Luego de los dichos discriminatorios del legislador entrerriano Daniel Koch, del Frente Renovador, quien la criticó por haber encabezado la Marcha del Orgullo local cuando “el Estado le había pagado los pechos”. Además de la denuncia en el INADI, el miércoles 22 será repudiado en la cámara por un proyecto de declaración presentado por la diputada Emilce Pross (FJV).
Agustina Brunetto y Valeria Tavecchio, viven en Santa Elena, Entre Ríos. Querían ser madres, consiguieron un donante de esperma y se inseminaron. Agustina quedó embarazada y el 27 de junio nació Ciro. Cuando fueron a anotarlo en el registro civil con los apellidos de ambas, no pudieron. Les exigían estar casadas o un documento que pruebe la reproducción asistida. “Queremos anotar a nuestro hijo como corresponde para poder darle su identidad”, dijo una de las madres. Desde Abosex, sostienen que la comaternidad “es ley en Argentina”.