La lucha de madres lesbianas en Argentina para que se reconozca la comaternidad

A pesar de las leyes, siguen las desigualdades a la hora de la inscripción y reconocimiento legal de filiación de les hijes para las familias lesbomaternales.

22 de junio de 2021
Gilda Palmieri
Archivo Agencia Presentes

Hace diez años, al inscribir el nacimiento y filiación legal de mi hija, comenzaríamos con su otra madre una nueva batalla: lograr su concreción en el registro civil. En principio lo iniciamos como cualquier familia con otre niñe pero al ser una recién nacida con dos mamás no sería nada sencillo. A meses de aprobada la ley de matrimonio igualitario (26.618) y de habernos casado con su otra mamá, interceptadas por el aguijón de la desigualdad nos vimos obligadas a actuar. Era eso o el borramiento de la subjetividad.

En aquel momento fuimos a tres registros civiles de la ciudad para lograrlo a pesar de la legislación vigente en ese momento. Cada vez que íbamos a obtener su DNI algo ocurría, un teléfono que sonaba, unas voces susurrando, unos movimientos confusos de les empleades,  y en todos los casos, absolutamente en todos, los rostros absortos de aquelles que trabajan a diario realizando este trámite.  

Esa realidad que me tocó vivir diez años atrás terminó en una resolución (038/12) sin precedentes. Sin embargo hoy se repite para quienes en el anonimato de la disidencia no consiguen ser escuchades.

Luciana Bustamante de Xadres familias sin moldes expresa, “recibimos muchas consultas de familias no hegemónicas con conflictividad de registros, ya sea comaternidad, reconocimiento de vinculo filiar no respetando identidad de género y disputas por visitas luego de separaciones. Existe una gran desinformación por parte de abogades, profesionales de la salud y en el ámbito educativo para el cumplimiento de derechos, y un gran porcentaje que judicializa la situación siendo peor el maltrato por parte de funcionaries publiques”.

Desigualdad encubierta

Existen actos de desigualdad “encubiertos” que se revelan a partir de determinadas situaciones específicas.

Registrar la identidad de nuestra hija con los apellidos de ambas madres y como, además, la ley de matrimonio igualitario lo dispone, art. 37, hizo que ese acto discriminatorio, el no reconocimiento de nuestra familia lesbomaternal, quedara en evidencia. Y así nos vimos forzadas a presentar un recurso de amparo.

La furia ante semejante injusticia nos dio al mismo tiempo el valor, al mismo tiempo el hartazgo y nos obligó a resolver el asunto a través de la vía judicial. En esa ocasión, hace nueve años atrás, fue muy importante la resolución conseguida para las parejas del mismo género no solo en cuanto al reconocimiento de nuestras familias e hijes como el resto, sino porque no nos obliga más al casamiento para hacerlo (Art. 2 y 4), un logro a nivel histórico.

“Se viola la identidad de le niñe”

A pesar de todo esto hoy frente al asombro de aquello que no cesa de repetirse, siguen las desigualdades de familias que atraviesen por las mismas dificultades actualmente. Como la de Ana Clara Jandet y Noelia Escarate de la provincia de Mendoza que a los veinte días de nacida su hija al inscribirla en el registro civil de Godoy Cruz les impidieron hacerlo por “no estar casada con Noelia” (madre gestante), así se vieron obligadas a buscar una abogada privada yendo previamente al juzgado de familia en donde no obtuvieron respuesta. “Tener que pagar une abogade por un derecho resulta inexplicable” refiere Ana además de exigirles protocolorizar todos los papeles frente a un escribano.

Según Andre Rivas presidenta de AFDA Familias Diversas Que hoy se siga obstaculizando realizar las inscripciones como corresponde no solo vulnera el derecho filiativo de las personas sino que también se viola la identidad de le niñe. Desde el punto de vista normativo es una denegación del acceso a los derechos. Esto es impensable que le pase a una pareja heterosexual. En las consultas que recibimos la mayoría requieren de alguna intervención, por ejemplo de un abogado que tenga que explicar a les funcionaries las normas para que se cumplan”.

El sistema binario y heteronormativo va mutando y creando nuevas formas de dominio. También ocurre con frecuencia que nuestras voces disidentes son tomadas por quienes dicen solidarizarse con nuestros padecimientos. Así siguen desplazándonos, ahora con la máscara de la bondad empática. Nos “incluyen” pero al alzar nuestras voces usurpadas, nos arrojan afuera de les uniques que pueden y que han podido siempre, para callarnos de nuevo. Esto lo vemos permanentemente en la academia, por ejemplo con psicoanalistas “terrestres” que describen sexualidades disidentes con metáforas de animales u otras comparaciones nefastas.

En lo cotidiano en los hechos que nos hacen ciudadanes seguimos notando una indolencia disimulada, que resulta muchas veces indiferente y renegatorio hacia aquellos actos que ocurren permanentemente y de los que nadie se entera, pero que refuerzan otra vez la experiencia intransferible del borramiento de una identidad.  

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