¿Quién es feliz en La Feliz? La patrulla heterosexual no descansa en Mar del Plata

Por Alma Fernández Todo era fiesta y jolgorio en La Feliz y sus alrededores. En comparación a los años anteriores, Mar del Plata está con más del 70% de la capacidad hotelera ocupada. El despilfarro, los excesos, el derroche están a la orden del día. Como de costumbre, a muchas nos toca mirar desde afuera…

Por Alma Fernández

Todo era fiesta y jolgorio en La Feliz y sus alrededores. En comparación a los años anteriores, Mar del Plata está con más del 70% de la capacidad hotelera ocupada. El despilfarro, los excesos, el derroche están a la orden del día. Como de costumbre, a muchas nos toca mirar desde afuera y lo agradezco. Sino no estaría escribiendo esto. Los amores de verano se funden entre tragos  y amigues, la sal, la basura, las olas y el chico del momento están aquí. Me siento diosa trava, raba y Miss Cornalera. Pero los controles policiales – aunque menores que los años anteriores- y heterosexuales están a la orden del día en los espacios de veraneo.

Todo iba bien, incluso llegaron los días de sol. Hasta que los festejos se vieron empañados por una serie de hechos discriminatorios en el balneario Playa Grande. El 4 enero Gustavo Posati y su pareja Mariano Domínguez habían sido invitados por un amigo al «Ocean Club» para seguir relajando y enseñandole a brillar al sol y a la gente que se encontraba ahí.

Fueron expulsados al otro día, impidiendoles el ingreso, con el argumento homofóbico: «Este es un lugar para la familia”. La familia. Después, el viento del mar – y el periodismo- hizo lo suyo y con el correr de las olas la noticia llegó a todos lados. Por eso, este sábado 18 a las 14HS habrá marcha y escenario en el paseo de la playa grande bajo la consigna «playas libres de discriminación”.

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Mucho teatro de revista, poca travesti en discoteca

Para la referente travesti Agustina Ponce, Mardel es ambigua y contradictoria. En los boliches de moda las travestis directamente no pueden entrar, y cuando las aceptan les cobran el doble y hasta el triple la entrada. Una entrada en un boliche cuesta 400 pesos para las personas heteros y cis. Pero travestis y  trans pagan 800. El doble. Desde la organización de la diversidad sexual A.M.I muchas veces fueron a reclamar y pedir explicaciones a los dueños de los boliches pero no obtuvieron respuestas. “Nadie habla de esto. No se visibiliza. Si tenés poder y acceso y te discriminan igual el caso cobra relevancia nacional pero si sos pobre a nadie le importa. No vende”, me cuenta Ponce.

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No sólo en Mar del Plata

Otro caso de violencia y transodio se dio en Necochea cuando una chica cis y su pareja trans, cuando fueron al boliche Ufa/don Ramón». Allí los patovicas les golpearon en el baño y les echaron del lugar. Si no fuera porque les pibes activan en las luchas, estas cosas pasarían invisibles. Pero automáticamente armaron las redes nescesarias para visibilizar y denunciar.

Este tipo de hechos se amontonan y engrosan la vieja lista de ataques violentos contra la comunidad lgbtttiq+ en Mar del Plata y los lugares de veraneo. Desde los ataques neonazis a dos pibes gays en Plaza España en 2013 hasta los cuchillazos a mujeres trans y travestis. El beso de lengua LGBT sigue causando rechazo y se vuelve repudio y escrache. El poema el beso de Susy shock se vuelve ley y bandera de lucha. Pero medios de comunicación eligen contar algunas de estas agresiones y no todas. El problema es que nunca esa cuenta es equitativa, nacional, trava y popular. 

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