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Travesticidio en Tucumán: «Hoy todxs somos Ayelén Gómez»
Alma Fernández, activista travesti, despide a su amiga Ayelén Gómez, asesinada en San Miguel de Tucumán. Allí vivieron los primeros capítulos de la pobreza estructural que atraviesa al colectivo trans, y la exclusión que persiste aún después de la muerte violenta. "Ayelén tampoco pudo votar en las PASO, y a nadie le importó ni le llamó la atención".
Alma Fernández, activista travesti, despide a su amiga Ayelén Gómez, asesinada en San Miguel de Tucumán. Allí vivieron los primeros capítulos de la pobreza estructural que atraviesa al colectivo trans, y la exclusión que persiste aún después de la muerte violenta. «Ayelén tampoco pudo votar en las PASO, y a nadie le importó ni le llamó la atención«.
Por Alma FernándezFotos: Ariel Gutraich
Este domingo Ayelén Gómez tampoco pudo votar en las PASO, y a nadie le importó ni le llamó la atención. Tampoco había podido acceder a la educación pública y gratuita hasta terminar sus estudios para resignificar su apellido y dejar de abrazar esa pobreza estructural que tanto persigue a nuestro querido colectivo travesti y trans. Resignadas a caer y engrosar la enorme lista interminable que sigue sumando más nombres. Nombres que, a pesar de los ocasos tan dolorosos de nuestras vidas, todavía despilfarran purpurina resistiéndose a quedar olvidas en un rincón, como nos pasó en vida. Ayelén Gómez tampoco tuvo la posibilidad de tener por lo menos una vez en su vida una entrevista laboral. Ni mucho menos acceder a un puesto de trabajo, ni en lo público y ni en lo privado. Otra más que no superó la expectativa de vida que cada día se hace más corta. Conocí a Ayelén cuando ella tenía trece años. Hermosa criatura, de niña fue expulsada a prostituirse, como muchas de nuestras infancias arrojadas a la calle. En su momento, sus familiares no pudieron sostener esa realidad, ni mucho menos cuidar esa nueva flor que estaba naciendo. La llevamos con nosotras. Vivíamos en el barrio Samore de Tucumán, en una casita machimbrada. La instalamos en la vereda gracias a la decisión de los y las vecinas del barrio. Todas siempre lo supimos: la unión hace la fuerza y juntas somos imparables. Le enseñamos a vestirse, maquillarse, a aprender a transitar el arte del travestismo. Sin saber el peso político y la lucha que se construía de la mano de las más grandes referentes, las que sabían que somos ciudadanas y que necesitábamos ganar esos derechos para vivir dignamente. Sin tener en cuenta lo que pasaba en el exterior del colectivo, ni mucho menos lo que significaba sobrevivir todas las noches. Aquellos días éramos niñas, hermanas y madres. Y no nos importaba la diferencia de edad, que no era tan larga.
El sábado 12 de agosto a la noche, me estaba preparando para las elecciones PASO 2017. Por primera vez para mí y para mi colectivo, estábamos en las listas para ser las primeras candidatas travestis y trans de la historia electoral en nuestro país. Apenas me llegó la noticia de que Ayelén había sido asesinada en Tucumán, lo primero que me llegó fue esa foto.
Las mismas fotos que nadie repudia, las venimos viendo últimamente de cada una de las compañeras asesinadas. Las imágenes de los cuerpos violentados y arrojados a un vacío donde se siguen violentando.
Las mismas fotos: Ayelén Gómez en Tucumán, Pamela Tabares en Rosario (hace casi tres semanas), de Evelyn Rojas en Misiones, y de tantas más. Esas fotos naturalizadas y que no reclamamos nosotras ni nadie del colectivo ni del feminismo, ni hacia adentro ni hacia afuera.
Qué crueles y oscuros los escenarios donde aparecen arrojados los cuerpos travestis y trans. Cuánto miedo me dan los descampados, las tribunas de los clubes o las fábricas abandonadas donde matan a mis hermanas.
Los recuerdos de las compañeras entran todos en una sola canción, mientras en mi cabeza de a poquito voy armando ese cementerio de nombres del que tanto habla la tía Marlene Wayar. Repudio al siniestro medio de comunicación que sigue mostrando esos cuerpos mutilados de mis hermanas. El consuelo y el dolor no alcanzan, ni mucho menos terminan.
En estos días, en la soledad de mi cuarto de a poco fui recogiendo y levantando los pedacitos de mi querida amiga Ayelén Gómez. En este mismo cuarto que a veces no me alcanza la plata para pagar. Aquí es donde me empieza a partir en dos el travesticidio social.
Seguramente el mismo medio de comunicación que antes mostró a mis hermanas mutiladas, ahora pretenderá hablar de adicción. Intentando desviar la atención y el abandono histórico del Estado de todas las Ayelén Gómez del país. Mientras amontono mis hojarascas en medio de tanta depresión, no queremos ser más ésta sociedad, tal como grita Susy Shock.
*Alma Fernández nació en Tucumán y vive en Buenos Aires. Es activista, egresada e integrante del equipo del Bachillerato Popular Trans Mocha Celis. Fue precandidata a diputada nacional en las PASO por la Lista Ahora Buenos Aires, una de las listas que participó del Frente Unidad Porteña.
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Estamos en tiempos difíciles no hay que dejar de luchar adelante siempre besos y saludos María desde mdp