Gabriel Sepúlveda: cómo transicionar en tiempos de redes sociales
Después de documentar su transición en las redes, Gabriel Sepúlveda –Youtuber, tiktoker y streamer–, publica su primer libro y desafía algunas ideas sobre el dead name: "De Gabriela a Gabriel”.
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SANTIAGO DE CHILE, Chile. Gabriel Sepúlveda Arcay lo dice sin dudar: “Nada más poderoso que las historias”. Sumergirse en ellas, aprender, contarlas e inspirar a otres es algo que ha hecho una y otra vez. Conocer historias de personas trans, en particular de Skylar (un activista trans estadounidense) y de miembros de la Asociación Organizando Trans Diversidades (OTD) de Chile, le hicieron darse cuenta de que no estaba solo. Y lo inspiraron a contar su propia trayectoria.
Eso ha hecho desde 2015. Como Youtuber, tiktoker y streamer, ha utilizado sus distintas redes sociales (@planettas) para registrar su proceso de transición en Chile. Con el correr del tiempo, sus cientos de videos y publicaciones han adoptado la forma de un diario de vida y una bitácora de cada uno de los cambios que ha experimentado su cuerpo, su voz y su relación consigo mismo y el mundo. Así, sin quererlo, se convirtió en activista por los derechos y la visibilización de las comunidades y personas trans.
La aventura más desafiante de mi vida
Hace poco fue un paso más allá y decidió publicar su primer libro, “De Gabriela a Gabriel” (Alfaguara, 2022). “Reconocerme y que otros me reconozcan como Gabriel ha sido la aventura más desafiante de mi vida”, dice en las primeras páginas. En conversación con Presentes, sentado al otro lado de la pantalla, desde Los Angeles (sur de Chile), afirma que su historia le ha demostrado que es luchador, resiliente y, sobre todo, valiente.
Ser extranjero en un cuerpo trans
Nacido en Ponce, Puerto Rico, Gabriel llegó a Chile a los siete años. Desde entonces, ha tenido que vivir con su propia interseccionalidad: ser extranjero y ser trans. “Sentirse extranjero es sentirse cuestionado todo el tiempo por tu diferencia y por ser quien eres desde el origen. Ser trans es sentirse extranjero en su propio cuerpo”, dice en uno de los capítulos del libro.
-¿Qué reflexiones haces de tus interseccionalidades?
–Veo muchas similitudes. Por ejemplo: en mi caso, el cis passing, o el “pasar piola” como un hombre cis, socialmente hace con que a veces se te olvide que eres parte de las disidencia. Lo mismo me pasa con el ser extranjero. El haber estado desde tan chiquitito en Chile hace que se te olviden un poco tus raíces, porque uno intenta mimetizarse con la gente, con la cultura. Pero a la larga, soy una persona trans y, aunque me encanta Chile, tengo la residencia chilena, etc., y también recojo muchas cosas de Puerto Rico.
Gabriel también menciona varias dificultades que convergen en los dos grupos: la burocracia, las trabas, la segregación, el trato discriminatorio, los estereotipos. “Ser trans y migrante en Chile es complicado. Tienes que hacer muchas cosas para que el Estado, los gobiernos, la gente, la sociedad te acepte como quien eres”, dice.
Ser quien soy y quien fui
–En el libro comentas que no te gusta usar el término “persona muerta” para referirte a tu identidad de género anterior. Tampoco usas la expresión dead name para hablar del nombre que te pusieron al nacer…
–Sí, me gusta hablar de “identidad anterior”. No hablo de persona muerta, ni de dead name porque también fui yo. Durante mucho tiempo intenté reprimir esa parte y odiarme, pero no me hace sentido doblarme en dos y ser dos personas distintas. No me gusta, porque las cosas por las que pasó Gabriela también fueron cosas por las que tuve que pasar yo para ser quien soy. Gabriela me sostuvo e hizo con que yo, Gabriel, creciera. No existo sin ella y su recuerdo siempre vivirá en mí.
-Además, eso te permitió hacer a tu mamá partícipe de tu proceso de transición…
-Sí, yo quería que ella fuera parte desde la base. Nunca dudé que mi nombre fuera Gabriel. Jamás fantaseé con otro.
–Pese a eso y a todos los registros que hay en línea sobre tu transición, en el libro cuentas que no sueles revisar fotos, videos, ni nada del pasado. ¿Cómo fue reencontrarte con eso en el proceso de escritura?
–Fue un proceso bien bonito y duro. De alguna forma estaba empezando a borrar esos recuerdos, como en la película “Intensamente”, cuando Raily empieza a botar las islas. Yo me sentí un poco así botando mis recuerdos de Gabriela. En el proceso del libro verme a mí mismo con el pelo largo o vestido de otra forma, acompañado por gente que no veo hoy día, ir hacia atrás fue un proceso bien sanador. Me hubiese gustado incluso no haber borrado la cantidad de fotos que borré siendo Gabriela. Me arrepiento un poquito, pero no tanto, porque en ese momento estaba viviendo al 100% mi transición.
Escuchar a otres
En su repaso personal, Gabriel recuerda -aunque opta por no centrar el libro en eso- el bullying y el abuso que sufrió. En ese proceso, comenta sobre las similitudes con otras personas trans.
De acuerdo con la Encuesta T, el primer estudio que se hizo en Chile sobre la población trans, publicado en 2017 por OTD, el 41% de las personas trans en el país dijo que se identificó y comenzó a manifestar su condición antes de los cinco años. Asimismo,76% dijo haber sufrido discriminación. Al interior de las familias, 97% sufrió cuestionamientos a su identidad, 42% fueron ignoradas y 36% sufrieron agresión verbal.
-Cuando iniciaste tu transición, en 2015, todavía no se había realizado esa encuesta. ¿Cómo fue para ti ver esos resultados?
-Fue como hacer check, check, check mental con los resultados. Es triste, por un lado, pero por el otro es muy bueno saber que hoy están esos y otros datos disponibles.
-Algo similar, entonces, a lo que te pasó cuando llegaste a OTD…
-Saber que había personas que estaban en una organización, que había fundaciones, que había más gente trans en Chile en ese momento cuando estaba recién llegando a Santiago a estudiar, fue una luz. Se me abrió el mundo ahí y creo que lo más bonito es hacer comunidad, porque las historias ayudan a otras historias, ayudan a otras personas.
–En tus redes sociales y tras la publicación de tu libro han hecho comentarios sobre eso.
–Con el libro me han escrito muchas personas buscando datos, pidiendo consejos, diciendo que les ha gustado la historia. Pero hay algo que me ha sorprendido y es que me han escrito muchas madres, tíos, papás, abuelos y muchos otros familiares de personas que tienen trans cercanes y ha sido muy lindo verlos buscando ayuda, tratando de informarse. Eso es muy valorable.
–En el libro ahondas en la importancia de construir el cambio en comunidad, enseñando a las personas sobre cuáles son los pronombres correctos, y facilitas una guía con términos y explicaciones, como “identidad de género”, “intersexual”, “no binarie”.
-Mira, durante la pandemia, hicimos con mi polola (Daniela Ortiz, psicóloga), un cuadernillo que se llamaba “Mi trans-vida”, porque sabíamos que en cuarentena había mucha gente ansiosa, mucho niñe trans y quizás su casa no era un lugar seguro. Creo que es importante ser didáctico y por eso hice esa guía en mi libro. Cada uno puede aportar. Tenemos la obligación moral, ética y como persona humana de entender e informarnos para no dañar al otro, siento y quiero creer que hay bondad en todos. Cuando las personas me gritan cosas feas, trato de verlo de esa forma. Esto me ha ayudado a entender que tenemos un rol como personas trans de ayudar al resto a informarse.
Que no nos conformemos
–En un momento del libro, comentas que cuando eras niño te quedabas hasta tarde con tu hermano y, cuando te preguntaban “¿Qué te gustaría ser cuando grande?”, tu respuesta era “ser un hombre”. Ahora que realizaste ese sueño al menos socialmente, ¿qué queda pendiente?
–Jamás pensé que podría ser lo que estaba soñando, tener esta barba, esta voz, el pelo. A veces aún me siento con disforia. Me falta un poquito, pero estoy muy contento de todo lo que he logrado y también de lo que aún quiero lograr.
-¿Qué sería eso?
-Más allá de mí, quiero que en Los Angeles se abra un policlínico trans. Quiero que en Chile no nos conformemos solamente con el cambio de nombre en el carnet (permitido gracias a la Ley de Identidad de Género). Quiero mejor acceso a la salud física y mental, a la educación por sobre todas las cosas. Quiero que nos dejen de matar, que haya seguridad para ser trans aquí. Yo no me conformo. Me siento feliz y orgullosísimo de ser una persona trans, por supuesto, pero también sé que falta demasiado todavía. No pierdo la esperanza. Recién estamos saliendo del capullo, socialmente hablando. Recién se está hablando de nosotros… Falta, pero ya estamos saliendo a volar.
Volar, como la mariposa que Gabriel lleva tatuada en el cuello.
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