Imágenes y reclamos del 8M en América Latina

En distintos puntos de la región se realizó la marcha por el Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras.

9 de marzo de 2022
Agustina RamosJuliana QuintanaPaula RosalesMilena PafundiMaría Eugenia Ludueña
Jessie InsfránGeo González

En Buenos Aires miles de mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries marcharon por las calles para llegar hasta el Congreso de la Nación. «¡La deuda es con nosotras, con nosotres, con nosotros! y ¡exigimos que la paguen quienes la fugaron!», fue la principal consigna impulsada desde las organizaciones convocantes.

Por todas partes se repetía fuerte la misma pregunta: ¿Dónde está Tehuel?, multiplicada en carteles y pintadas. También el reclamo por la absolución de Higui de Jesús, que a partir del 15 de marzo será juzgada por defenderse de una violación grupal que quería «corregir» su lesbianismo. Higui estuvo presente en la marcha y el activismo la recibió con su canto de lucha y resistencia. 

Las mujeres indígenas llegaron al Congreso al atardecer, tocando los sikus y bailando. Sus reclamos: visibilizar las violencias y el racismo que sufren las mujeres y disidencias en sus comunidades. 

La marcha multitudinaria en México

Este 8M en la Ciudad de México madres y padres de víctimas de feminicidio y desaparición, contingentes de marea verde, estudiantes, científicas, músicas, mujeres indígenas, cannábicas, vagoneras, migrantes, bordadoras, niñas, adolescentes, adultas mayores, mujeres trans, lesbianas y personas no binarias y más salieron a las calles para exigir justicia, seguridad, memoria y derechos en un país donde 10 mujeres son asesinadas diariamente. 

La marcha salió del Ángel de la Independencia y el Monumento a la Revolución con dirección a El Zócalo. Durante el recorrido sobresalió la cantidad de carteles contra la violencia machista y patriarcal y consignas como: “Señor, señora, no sea indiferente se mata a las mujeres en la cara de la gente”; “Ni cis ni trans, ni una muerta más”; «Aborto legal, seguro y gratuito”; “La policía no me cuida, me cuidan mis amigas”; “No tenemos miedo” que se mezclaron con tambores de batucada y jaranas. 

Frente al avance en México de feminismos que buscan excluir a las personas trans y sus derechos, esta marcha destacó por la diversidad de mujeres que se sintieron convocadas. Hubo grupos que expresaron explícitamente no ser transodiantes y otros más que replicaban consignas de la resistencia trans. Al final, la exigencia generalizada durante la marcha fue por políticas públicas que garanticen derechos y una vida libre de violencias para las mujeres y personas trans.

La marcha parecía no tener fin y conforme los distintos contingentes llegaban a El Zócalo hacían diferentes actividades, desde encender fogatas y gritar consignas, realizar performances artísticos hasta intentar derribar las vallas metálicas que días antes el gobierno federal y de la Ciudad de México colocaron para proteger el Palacio Nacional (casa presidencial) y la catedral.

En comparación con la marcha del año pasado que fue atravesada por el primer año de pandemia, esta vez se apreció una gran cantidad de manifestantes. El gobierno capitalino calculó una asistencia de 75 mil personas. 

Además, por primera vez un presidente decide movilizar a elementos de la Secretaría de Marina (institución militar nacional) para resguardar el edificio presidencial y acompañar a la policía capitalina durante el operativo de seguridad por las manifestaciones del 8M. Todo luego que el presidente Andrés Manuel López Obrador anticipara que tenía información (sin mencionar la fuente) de que se trataría de una marcha “muy violenta” porque dentro de su lógica “el conservadurismo de derecha” se “infiltra” en la protestas.

A diferencia de manifestaciones anteriores, en ésta no se suscitaron incidentes extremadamente violentos con la policía durante el recorrido. Según datos del gobierno local 25 personas necesitaron atención médica, entre ellas solo una policía. Tras la muralla del Palacio Nacional grupos antimotines de La Marina y la policía capitalina respondieron con gas lacrimógeno y polvo de extintor ante los intentos de las personas manifestantes por derribar las vallas metálicas. 

El 8M en Paraguay

Como todos los años, la articulación feminista Paro Internacional de Mujeres – Paraguay convocó a una movilización el martes a las 17 en la Plaza Uruguaya, en el microcentro de Asunción donde participaron 3000 personas.

Bajo la consigna de “Unidas y movilizadas”, miles de mujeres diversas marcharon hasta la Plaza de la Democracia, donde se llevó a cabo la lectura del manifiesto y un festival artístico organizado por Kuña Sorora. Encabezaron la marcha bomberas voluntarias, trabajadoras sexuales de Unidas en la Esperanza, mujeres campesinas de Conamuri y mujeres políticas del Partido Paraguay Pyahurã, brazo político de un sector de la Federación Nacional Campesina.

Les siguieron, montadas en motos, las mujeres deliveries, uno de los rubros más precarizados. A pesar de haber jugado un rol esencial en la pandemia, aún no es considerado un trabajo formal. Entre las denuncias y exigencias del manifiesto destacaron la derogación de la ley Zavala-Riera, que intenta legalizar las tierras mal-habidas y criminalizar la lucha por la tierra; el fin de la narcopolítica; la falta de trabajo digno; el incremento de los despidos y la rectificación de los nombres de las personas trans en sus cédulas de identidad.

Desde la articulación feminista también exigieron el respeto por los recursos naturales y el reconocimiento de todos los derechos de las mujeres. En uno de los actos finales, las mujeres trans se subieron al escenario y cada una de las miembras de las distintas organizaciones -como Casa Diversa, Panambi y Escalando- sostuvo una letra gigante para dejar un mensaje claro: «Soy real, mi nombre debe ser legal».

El Salvador reclamó por sus derechos

El domingo 6 de marzo unas 1.200 mujeres salieron a las calles de San Salvador para denunciar desde la universidad pública de El Salvador hasta el parque Cuscatlán.

Mujeres trans, lesbianas, jóvenes, adultas reclamaron al gobierno la búsqueda de sus desaparecidos, los asesinatos, la violencia simbólica del Estado al negar el aborto legal y la negativa del Congreso de aprobar una ley de identidad de género.

Las demandas fueron colectivas y acompañadas por cada una de las mujeres.

 

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