Violencia en boliches: Advierten sobre el aumento de ataques homoodiantes

En los últimos meses se conocieron varias denuncias de agresiones. Todas suceden ante la mirada del personal de seguridad y la policía, quienes, en todos los casos, avalan esos ataques. La preocupación de las organizaciones LGBTI.

21 de febrero de 2022
Agustina Ramos, Victoria Rodríguez, Soledad Mizerniuk

BUENOS AIRES, Argentina. Daniel, Simón, Brian y Manu tienen algo en común: son personas del colectivo LGBT+ que vivieron o tienen une allegade que vivió una situación clara de violencia en un boliche bailable, un lugar de distención y dispersión junto a amigues.

“La discriminación y violencias de este tipo son sistemáticas”, apuntan activistas LGBT+ que conversaron con Presentes sobre las agresiones vividas en boliches o a la salida de ellos.

Agredides y desprotegides

Calchaquí es una pequeña ciudad en el norte de la provincia de Santa Fe, de las que crecieron con La Forestal y donde aún todes se conocen.

Uno de los boliches más conocidos del lugar es El Gigante y es un conocido escenario de agresiones. En diciembre, a la salida de ese local asesinaron a golpes a dos hombres.

El viernes 11 de febrero, Brian Blanco fue con su amigo Juan a bailar. En un momento deciden ir al baño. “Había un tipo en los mingitorios y Juan se puso al lado. Yo me quedé esperando y, cuando se desocupó un cubículo con inodoro, entré”, reconstruye Brian en diálogo con Presentes. Y continúa: “En ese momento mi amigo sale del baño y este hombre se me mete adentro del cubículo. Abre la puerta, conmigo adentro de espaldas. Yo lo miro y él se me queda mirando fijo a los ojos y cierra la puerta. Ahí yo pensé: ‘Este tipo me viola’”.

Brian forcejeó con él, lo empujó, abrió la puerta y logró salir el baño. Pero ahí no terminó la situación. En el boliche había cinco policías prestando servicio. “Les conté la situación y se rieron. Me dijeron que como me había defendido no pasaba nada. No fueron capaces de fijarse si el tipo seguía en el baño, si había agarrado a otra persona”, recuerda. Tampoco le ofrecieron acompañarlo a hacer la denuncia a la comisaría. Cuando se iba, mientras se reían, le recomendaron: “Sopapealo”.

Ante esa respuesta, Brian decidió no denunciar. “Esto es un pueblo chico. ¿Qué voy a denunciar al tipo o a los agentes? Después lo tengo que ver en todos lados”, lamentó, al tiempo que sostuvo que lo que vivió fue un ataque directamente hacia su integridad.

Después de haber vivido esas situaciones, los jóvenes –todavía en shock– decidieron irse. Estaban subiéndose a la moto cuando un hombre que también salía del boliche se les acercó, le pegó una piña en la cara a Juan y le gritó: “¡Por puto!”. “Mi amigo voló de la moto como dos metros y comenzó a hinchársele la cara”, contó Brian.

La urgencia de un cambio cultural

Mariano Espinosa, director de Promoción de Derechos para la Igualdad de la provincia de Santa Fe, fue consultado por este caso. “En todos los espacios se necesita romper esas barreras que dificultan la restitución de derechos desde, por ejemplo, un trámite administrativo o una denuncia. Se necesita desterrar prejuicios y seguir capacitando. Hay leyes que nos han permitido avanzar en pos de la igualdad, pero seguimos pensando políticas públicas para que no ocurran más estos hechos”.

Además, explicó que al conocer este caso se activó “el protocolo”. Eso implica que desde su área se contacten con las autoridades locales y desde ahí se articule una intervención “comunicándose primero con la persona que sufrió violencia por su orientación sexual o identidad de género” y definiendo estrategias para acompañarla.

Más allá de las acciones y plazos puntuales en cada caso por parte de distintos niveles estatales, se repite en todo el país el hecho de que las situaciones de violencia repercuten siempre primero en las organizaciones vinculadas al colectivo –mucho antes de llegar al ámbito institucional.

Ese caso no fue la excepción. “Frente a estos hechos, desde el Espacio Nacional de Diversidad del PS queremos expresar nuestra profunda preocupación por lo acontecido y exigimos a las autoridades municipales, provinciales y judiciales que tomen las medidas necesarias para que estos hechos no vuelvan a ocurrir (…) Instamos a la sociedad a solidarizarse y no naturalizar esta violencia odiante”, expresaron desde la organización en un comunicado.

Un episodio que se repite

Los actos violentos en boliches a personas de la diversidad sexual quedaron en evidencia en el último tiempo. Fue a partir de la agresión homoodiante que recibió el joven queer de 28 años, Daniel Callejas, en un boliche de la Costanera Norte de la ciudad de Buenos Aires.

Daniel Callejas es odontólogo, paramédico, modelo y llegó al país desde Venezuela en el 2016. También es sobreviviente de un ataque homoodiante que sufrió en la madrugada del lunes 31 de enero a la salida de la fiesta Río Electronic Music, en Punta Carrasco, al norte de la ciudad de Buenos Aires.

Ese día hizo pública su situación en un video que compartió en su cuenta de Instagram y rápidamente se volvió viral. “Esto que me pasó a mí es lo más horrible que me ha pasado en la vida”, dijo a Presentes.

En un principio, el joven fue expulsado del boliche por guardias de seguridad porque algunos clientes se habían quejado de la forma en la que bailaba. Una vez afuera del lugar, dos hombres se acercaron y comenzaron a golpearlo, mientras le decían insultos homoodiantes.

“Me empezaron a decir ‘puto de mierda, te vamos a matar’. Yo pensé que iban a matarme, porque me empezaron a pegar tan fuerte en la cara que quedé inconsciente”, dijo.

Cuando se despertó, se acercó, “lleno de sangre”, al personal de seguridad. “Les pedí ayuda porque se supone que en el lugar tenía que haber un médico. No me dieron asistencia médica ni llamaron a la ambulancia, me ignoraron y me trataron de loco”, señaló Callejas y subrayó: “Ellos no hicieron nada”.

Ante este hecho, Daniel presentó una denuncia en la Comisaría Vecinal 14 C, ubicada en República Árabe Siria 2961, en el barrio porteño de Palermo, y desde el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) se pusieron a disposición. 

A partir del caso de Callejas, la legisladora por la ciudad de Buenos Aires del Frente de Todxs, Claudia Neira, presentó un pedido de Informes ante la Legislatura para exigir “información al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires sobre los prestadores del servicio de seguridad privada, la capacitación recibida y la existencia o no de sanciones previas”.

“Nos parece importante contar con toda esta información porque vemos hechos de discriminación y violencia como algo sistemático en la seguridad privada, sobre todo de los boliches”, explicó Neira a Presentes. Y advirtió que “el Ministerio de Seguridad no está cumpliendo en enviar los informes que debería estar remitiendo periódicamente sobre la seguridad privada en la Ciudad”.

También insistió en la necesidad de una puesta en funcionamiento del Consejo de Seguridad Pública porteño, “un órgano creado por la Constitución, que tiene una ley que lo regula y que sin embargo no ha sido conformado”, detalló la legisladora y consideró que ese “debería ser el ámbito donde se podrían estar discutiendo estas cuestiones”.

Las denuncias

En el 2021, hubo 2.567 denuncias realizadas ante el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), de las cuales tres fueron efectuadas por personas LGBT+ en el ámbito de locales bailables.

“Estos dos últimos años bajó la cantidad de denuncias no porque hayan dejado de existir, sino porque por la pandemia los boliches cerraron”, informó a Presentes Demian Zeyat, director de Asistencia a la Víctima del INADI.

Desde el 2015 hasta la actualidad, el año que más denuncias hubo, en relación con el total, fue el 2017 con 24 denuncias sobre 2.495, lo que equivale a un 0,96% del total. El resto de los años -con excepción de los pandémicos-, el porcentaje osciló entre 0,60% y 0,65%.

“En general las temáticas vinculadas con las personas LGBT+ está entre el 3% de las denuncias que recibimos y las agresiones en boliches superan el 0,6 por lo que es bastante relevante”, agregó Zeyat.

Sobre el tipo de denuncias, explicó las que más reciben “no son agresiones físicas en boliches, sino sobre todo de personas trans a las que no se les respeta su identidad de género”.

Quiénes y dónde se denuncia

Sin embargo, muchos casos no son denunciados ni a través de mecanismos judiciales, ni ante el INADI.

“Realizar una denuncia de este carácter, sobre todo cuando es algo tan movilizador como un caso de violencia implica un desgaste que está puesto en sobrellevar la situación de agresión que se recibió”, manifestó Manuel Ferreiro, activista y coordinador de la Red Argentina de Jóvenes y Adolescentes Positivos (RAJAP) en la ciudad de Buenos Aires.

Desde la RAJAP denunciaron a través de sus redes sociales un “hecho de violencia, discriminación y violación de la confidencialidad de diagnóstico” efectuado por parte del personal de seguridad del salón de eventos Palacio Alsina de la ciudad de Buenos Aires. El hecho ocurrió el 5 de febrero de este año, en el marco de la Fiesta Dorothy.

“Cuando estaba por ingresar al salón de Palacio Alsina, el personal de seguridad encontró las pastillas de la medicación antirretroviral entre las pertenencias de la persona violentada, y lo acusaron de que eran drogas ilícitas. En ese marco, lo amenazaron con que si no las descartaban iban a mojarlas y disolverlas en agua para garantizar su eliminación”, contó Manuel, que fue quien habló con la persona afectada.

Y continuó: “para conservar la medicación, la persona tuvo que exponer su diagnóstico, no solamente a la persona de seguridad, sino que también lo escucharon las personas que estaban a su alrededor. Finalmente, la persona resolvió decir que las iba a descartar y logró esconderlas en la calle para luego recuperarlas”.

“Son las estrategias que tiene que desplegar una persona que vive con VIH si tan solo quiere salir a un lugar a bailar”, sostuvo.

Agresiones permanentes

La violencia no solo se vive puertas para adentro. El 11 de febrero de este año, Simón Facio salió de la fiesta Plop, ubicada al límite entre los barrios Chacarita y Colegiales de la ciudad de Buenos Aires, junto a sus amigos. Se despidió de ellos para tomar el colectivo que lo llevaría a su casa.

Una vez en la parada que se encontraba en la esquina del lugar, Simón fue atacado por dos personas hasta dejarlo inconsciente. Cuando despertó, no tenía ninguna de sus pertenencias.

“Me dejaron la nariz, la boca y el ojo todo hinchado, con moretones, me partieron un diente, pero no tuve ninguna secuela tremenda”, contó a Presentes.

Simón no sabe si catalogarlo como un ataque homoodiante porque durante la agresión “no hubo diálogo”. Sin embargo, aclaró que “pasa todo el tiempo”. “Cuando lo puse en Twitter mucha gente me contó que al menos a la salida de la Plop es algo que pasa todos los fines de semana”, dijo.

Desde Santa Fe, Brian, en nombre de muches, concluyó: “Yo quiero que esto se conozca para que de forma urgente se instauren políticas públicas LGBT concretas que nos cuiden, que nos protejan y que garanticen nuestra salud, el acceso a la vivienda y, sobre todo, seguridad”.

Simón Facio fue brutalmente agredido a la salida de un boliche, en Palermo.

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