12 de julio de 2018

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Por Fernando Reyes, desde Comayagua

El cuerpo de Roxana Hernández fue velado y sepultado en la ciudad de Comayagua, Honduras, el domingo 8 de julio. Roxana era una mujer transgénero de origen hondureño que acompañó la caravana de personas migrantes de Centroamérica rumbo a Estados Unidos a inicios del 2018 en búsqueda de asilo. Como muchas hondureñas trans, su sueño era salir adelante en un lugar donde no la discriminaran y poder ayudar a su familia y sus hermanas.

Roxana murió en mayo en Nuevo México por complicaciones de salud como resultado de los tratos degradantes y la negación de medicamentos que necesitaba por parte del Centro de Detención de Cíbola, luego de entregarse para solicitar asilo al servicio de Control de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos (ICE por sus siglas en inglés).

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Diversas organizaciones LGTBI a nivel internacional exigieron a la Cancillería de Honduras que el cuerpo pudiera ser entregado a la familia, denunciando además ante estas autoridades la grave situación que enfrentan las personas LGTBI en el trayecto migratorio entre México y Estados Unidos.

Este esfuerzo logró recaudar fondos para facilitar el proceso de repatriación, apoyar a la familia, asegurar una autopsia independiente y registrar información para detener la criminalización de personas migrantes, especialmente contra las mujeres transgénero que se encuentran actualmente detenidas en los centros del ICE.

Roxana Hernández. Crédito: José Gutiérrez

Compañeras detenidas hace semanas

Rihanna Ferrera Sánchez, activista transgénero y candidata en las ultimas elecciones generales de Honduras, denuncia que compañeras de organizaciones del país se encuentran detenidas desde hace semanas: “Su situación es preocupante, por ejemplo Chantal tiene tres semanas confinada, lo que están haciendo es causar el asesinato de nuestras compañeras luego de su detención, sumado a la negación de tratamientos para las enfermedades de algunas personas, prácticamente es imposible ser migrante y continuar con un tratamiento”, dijo a Presentes.

El caso de Roxana dista de ser el único. El activismo ha intentado visibilizar estas realidades, como la de Victoria Arellano, migrante trans y mexicana quien murió por la negación de medicamentos de VIH mientras se encontraba detenida por migración en 2007.

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Suyapa Portillo, académica y activista lesbiana, hondureña y migrante, estudia la migración de personas LGTBI  para la organización Centro de Leyes Transgénero, quienes litigan a favor de personas que huyen de sus países de origen debido a la violencia, la discriminación y la falta de oportunidades.

“Repatriar el cuerpo de Roxana ha sido una tarea muy dura, afortunadamente hemos contado con el apoyo de personas que en Estados Unidos y Honduras han colaborado para lograr retornar el cuerpo a la familia, a las hermanas de Roxana, quienes han enfrentado la dificultad burocrática y la política de lo que significa ser familiar de un migrante, de alguien que muere a manos del ICE y brindar una sepultura digna a una persona en su país de origen, muchos no lo hacen, estas personas solo desaparecen, mueren en búsqueda de mejores oportunidades, de una vida mejor”, dijo a Presentes.

La lucha del activismo: la ausencia del periodismo

La Cancillería hondureña colaboró únicamente con el traslado del cuerpo. Activistas de organizaciones como Asociación Cozumel Trans, Asociación para una Vida Mejor en Honduras (APUVIMEH), Asociación Feminista Trans y el Colectivo Unidad Color Rosa de San Pedro Sula buscan realizar trabajo para ayudar a otras mujeres trans hondureñas que actualmente se encuentran detenidas y que enfrentan experiencias similares a la de Roxana exponiendo ante autoridades como la Ministra de la Secretaría de Derechos Humanos y la Directora de Medicina Forense la realidad de estas hondureñas.

El caso de Roxana prácticamente no fue cubierto por los medios y pasó inadvertido en el país. A la semana, los medios nacionales no pudieron negar las imágenes de los tratos que enfrentan los niños y niñas centroamericanos separados de sus padres o madres por el ICE en Estados Unidos.

“Es importante que se entienda que en la actualidad se implementa una política de criminalización del asilo, incluido para las personas LGTBI. No es como antes, sin duda no es como en los 80s cuando se migraba y si…te detenían, se pasaba hambre pero luego podías salir a hacer una vida…tener una vida”, agregó Suyapa Portillo.

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En el velorio de Roxana, se encontraba David Chinchill, uno de los coordinadores de las caravanas de Pueblos sin fronteras. Hondureño y migrante, dedica su vida al apoyo de personas durante el trayecto y tuvo la oportunidad de conocer a Roxana en Tapachula: “No es la primera vez que acudo al velorio de un o una hondureña que conocí en el trayecto y que muere, yo conocía el sueño de Roxana, era como el mío, como el de muchos/as de nosotras/as, quieren criminalizar la migración, y con presión negativa como atacando las instalaciones de Caritas en Tijuana y de otros albergues mexicanos”.

Originaria de Comayagua, ciudad ubicada a una hora de Tegucigalpa, Roxana trabajaba en actividades de peluquería y decoración. Sus familiares le recuerdan como alguien muy generosa y dispuesta ayudar, con sus hermanas tenían un puesto de tortillas con el que han sobrevivido los últimos años.

Durante la vela, sus familiares portaban camisetas en con la imagen de Roxana y su madre. Las hermanas reconocen que el caso atrajo la atención sobre la migración de mujeres trans, aunque no fuera una activista. En la actualidad, activistas reconocidas tuvieron que huir por la persecución a las personas LGBTI en Honduras.