Detrás del Mundial: En Rusia la perseguían por lesbiana y se refugió en Argentina
Por Quimey Ramos* Ivve tiene 42 años, es psicóloga y vivió casi toda su vida en Chelyabinsk, una ciudad industrial en el sur de Rusia. El año pasado debió exiliarse debido a la persecusión a personas LGTBi+ a partir de antipropaganda homosexual adoptada en 2013 y la virulencia mediática contra el colectivo que empezó en…
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Por Quimey Ramos*
Ivve tiene 42 años, es psicóloga y vivió casi toda su vida en Chelyabinsk, una ciudad industrial en el sur de Rusia. El año pasado debió exiliarse debido a la persecusión a personas LGTBi+ a partir de antipropaganda homosexual adoptada en 2013 y la virulencia mediática contra el colectivo que empezó en 2008. Ivve llegó a Argentina en noviembre de 2017 después de que la Policía le “sugiriera” que abandonara el país, tras interrogarla y acusarla de “extremista”. Su testimonio da cuenta de cómo operan las políticas estatales de odio, y de cómo un Mundial puede ser una cortina de humo internacional para una región que está viviendo una persecución sistemática a las disidencias sexuales.
El Gobierno ruso aseguró total garantía de libertad a lxs extranjerxs que manifestaran su identidad LGTB con banderas durante los partidos. Pero ¿qué está sucediendo con la población rusa LGTB en este momento?
¿Cómo fue crecer en Chelyabinsk?
– No fue fácil. Cuando yo era adolescente, me atemorizaba pensar en tan sólo decirle a alguien que soy lesbiana. Creía que me mandarían a un hospital psiquiátrico.
– ¿Era sólo un miedo tuyo?
– No. Era un gran problema en aquel entonces. Si eras gay y eras descubierto, se te privaba de tu libertad. Pero a la cárcel en su mayoría llegaban hombres gays1*. Las mujeres éramos llevadas al hospital psiquiátrico. Imagínate. Vives en un país así, escuchas a las personas hablar y piensas «estoy enferma, no estoy bien, no le puedo decir a nadie». Yo pensaba «quizás estoy enferma, quizás necesite dormir con un hombre y listo». Y lo intenté. No quiero recordar mucho, pero créeme, lo intenté.
– Luego, estudiaste psicología. ¿Se hablaba de homosexualidad en la carrera?
– No. Corría el ´93 cuando yo comenzaba a estudiar. Hacía dos años que la URSS se había roto, nadie pensaba en estos temas como tópico. Era un momento muy difícil para el país, nadie pensaba siquiera en la gente gay 2*. Había una hambruna terrible. Recuerdo a mi padre diciendo que el alimento más calórico que teníamos en la heladera era el vodka.
– Desde la caída de la URSS, hasta la ley antipropaganda del 2013, hubo algún tipo de legislación que criminalizara a las personas LGTB?
– No, no hubo. Al romperse la URSS, cayó también la Ley Soviética. Había que cortar con todo lo que tuviera rastros de ese pasado, para construir un nuevo país libre, por lo que durante ese tiempo, no hubo leyes que nos criminalizaran.
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– ¿Y cómo te sentías en ese momento?¿Alguna vez te consideraste libre para manifestarte como lesbiana?
– Yo creo que nos sentíamos, más o menos, bastante libres. Hasta 2008, al menos. Incluso teníamos diferentes discos y pubs de encuentro. Al menos mis amigos, mis ex novias, y yo, nos sentíamos libres. No manifestábamos nuestros vínculos en público: jamás íbamos de la mano, mucho menos se me iba a ocurrir llegar un día a mi trabajo y decirle a mi jefe «soy lesbiana». Pero no teníamos mayores problemas. Me dedicaba a hacer bien mi trabajo, pagar mis cuentas, y a estar tranquila. Supongo que todo el mundo sabía de mí, pero esperaba que entendieran que era parte de mi vida personal y ya. Siempre estuvo el murmullo a mis espaldas, sí. Pero no pasaba a mayores; no había persecusión policial ni del gobierno. Bueno, igual no quiero hablar por toda la gente gay en Rusia, porque yo vivía mi vida bastante en silencio, oculta.
– Nombrás un cambio a partir de 2008. ¿Recordás cómo se manifestó?
– En los periódicos, y en la televisión comenzó a haber cada vez más información acerca de los homosexuales diciendo que somos antinaturales y cosas por el estilo. Se empezaron a visibilizar en los medios cada vez más casos de violencia. A su vez, aumentaron mucho las cadenas de Putin, y los medios volvieron a parecerse bastante a como eran antes, durante la URSS. La Iglesia Ortodoxa también comenzó a hablar mucho en contra nuestro.
– ¿Por qué creés que sucedió la ley?
– Nunca voy a entender por qué paso del todo. Pero creo que fue una cuestión de Estado. Si tú fueras un país, y tuvieras un gran problema de fondos, de salud, y necesitarás encontrar un enemigo: Estados Unidos, Europa, o los gays, son los mejores enemigos que podés crear.
– Los «otros”.
– Exactamente. Los rusos seríamos «los buenos chicos»: hijos de un país con tradición, versus Estados Unidos y Europa, gente de afuera que desearía dañarnos. En verdad, la responsabilidad es compartida, ninguno de los países la posee absolutamente. Pero Rusia no tiene sólo problemas con las personas LGBTI. También tiene un racismo muy elevado. Creo que es porque es más fácil luchar contra otro que contra uno mismo.
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– Sin embargo, te volviste una enemiga social dentro de Rusia.
– Sí, así es. Pero fijate, a las personas gays, al insultarnos, nos decían «vete a Gayropa» (combinación de las palabras gay y Europa) ¿Lo ves? Aunque yo fuera rusa, me volvían ajena: para el gobierno y la gente homofóbica, ser gay es algo de occidente, es ser extranjera dentro de mi propio país. A veces, me lleno de odio…Ee que todavía no puedo entenderlo, cómo mi patria, a la que nunca le hubiera hecho daño, simplemente ya no me necesita.
¿Quisieras contarme cómo sucedió desde la persecusión hasta el momento de irte?
– Teníamos la intención junto a un grupo de amigxs de hacer un meeting callejero en una Avenida pequeña para realizar una encuesta de opinión sobre el matrimonio LGTB. En Rusia sólo puedes hacer una manifestación o concentración en la calle con permiso de la administración de la ciudad. Llevamos una aplicación formal el día 3 de octubre. El Estado tenía 10 días para responder. Al día siguiente respondieron negativamente. El 5 de octubre, 2 días después de haber presentado la solicitud, la Policía llamó a mi casa diciendo que me presente de inmediato en la comisaría. Una vez allí, me condujeron hasta el Departamento de Asuntos Internos, donde me recibieron tres oficiales. Se identificaron como parte de la unidad creada para la lucha contra el extremismo. Me interrogaron durante una hora. Me preguntaron si yo era parte de una organización, qué capacidad de acción teníamos, si estábamos en contra del gobierno, si colaborábamos con la oposición, y qué pretendíamos con el matrimonio igualitario. Les respondí todo el tiempo que a mí la política en general no me importaba. Me hicieron firmar un documento donde yo me responsabilizaba por mi accionar extremista. Uno de los oficiales me acompañó hasta la puerta de la comisaría. Allí me aconsejó que me fuera del país, porque a partir de ahora estaba bajo supervisión. Sabiendo de personas presas tan sólo por compartir un posteo en las redes, me asusté mucho. El día 10 del mismo mes me citaron en la fiscalía a firmar la sumatoria de los artículos penales que «potencialmente podría violar». Vendí todo, incluso mi auto, y el 20 de noviembre crucé hacia Bielorrusia, porque allí la frontera está menos vigilada y una vez en Minsk, tomé un vuelo a Inglaterra, luego otro a Barcelona, y por último, luego de 30 horas, llegué Argentina. Elegí Argentina porque de toda América Latina no tenía que tener visa y tenía buena legislación.
– ¿Cómo fue la llegada aquí? ¿Sabés de otros refugiadxs rusxs LGBT en América Latina?
– No, no lo sé. No estoy en contacto con ningún refugiado más. Con Argentina estoy muy agradecida. Al llegar fui amparada por la ADRA (Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales, que me proporcionó un dinero por tres meses, una cuenta en banco, y clases de español gratuitas. Estoy preocupada por el trabajo, pero espero quedarme: seré muy mayor cuando esto acabe en Rusia, y ¿quién me va a estar esperando allá? Deseo poder empezar de nuevo aquí.
1* – Cuando Ivve habla de hombres gays en prisión y mujeres lesbianas en psiquiátricos, también quiere dar a entender que lo mismo les pasaba a personas trans según su género asignado al nacer.
2* – Ivve se refiere a “gente gay” para hacer referencia a todo el colectivo LGTB-disidente.
*Quimey Ramos es activista trans y profesora de inglés
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