Guión: Lucas Fauno
Dibujo: Jon Amarillo
La primera vez que me atendió una infectóloga me quiso coimear. Me dijo que mis estudios estaban bien, pero que mejor me los hiciera en un laboratorio de su confianza, que diciendo su nombre me harían descuento. Yo tenía todo los papeles pero no sabía nada, ni que era un CD4, una carga viral, nada.
Salí llorando y llamé a una amiga bioquímica. Le pedí que me ayudara. Desde ahí comenzaron a aparecer profesionales a los cuáles ir preguntándoles. Hoy cuando conozco a alguien con un diagnóstico reciente ni lo dudo, mi primer consejo: “encontrá un infecto al que le puedas preguntar TODO”.
El consultorio debe ser un espacio para disentir, compartir, aprender, evolucionar. No somos pacientes. No tengo paciencia. Exijo la cura. Pero mientras tanto, mi vida se debe convertir en calidad de vida.
Y a esa primera infectóloga que quiso lucrar con mi desorientación no la pude denunciar. Primero porque estaba tan en shock que no pude hacer nada, luego porque cuando la busqué había fallecido. Ahora mi infectólogo dejó de atender. Con él compartí muchas charlas, desacuerdos y avances compartidos. De nuevo tengo que salir a buscar profesional, pero claramente no soy el de antes.
Si tenés alguna situación o duda con respecto de los profesionales que te atienden, podés llamar al 08003333444. Esta es la línea de VIH y sida del Ministerio de Salud de la Nación.