Marcha por el transfemicidio de Romina Vargas: "No estamos todas, faltan 59"
Activistas trans, trabajadoras sexuales y feministas se concentraron hoy ante la sede de la Fiscalía paraguaya para exigir justicia tras el asesinato de Romina Vargas, una mujer trans de 28 años que fue apuñalada el domingo en San Lorenzo (Gran Asunción).
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Por María Sanz, desde Asunción
Fotos: Jess Infrán Activistas trans, trabajadoras sexuales y feministas se concentraron hoy ante la sede de la Fiscalía paraguaya para exigir justicia tras el asesinato de Romina Vargas, una mujer trans de 28 años que fue apuñalada el domingo en San Lorenzo (Gran Asunción).Romina fue asesinada este domingo en San Lorenzo (Gran Asunción). Había salido con una amiga a buscar algo para comer, cuando fue atacada por un hombre que la apuñaló en el pecho, e hirió después a su amiga. La joven fue trasladada a un hospital, donde los médicos constataron que había fallecido.
El presunto asesino de Romina, un hombre de 21 años, fue detenido poco después del ataque. Llevaba un cuchillo ensangrentado escondido en los pantalones. Tenía antecedentes por haber atacado a otras dos mujeres trans en la misma zona, a comienzos de octubre. En declaraciones a los medios de comunicación, confesó sonriente y sin pudor que había acuchillado a Romina, y que siente odio hacia las personas trans. Fue imputado por homicidio doloso, y trasladado al penal de Emboscada, a unos 40 kilómetros de Asunción, en régimen de prisión preventiva.
“Nos matan y nadie va preso”
Las activistas llevaban carteles pidiendo el final de los transfeminicidios y de los discursos de odio. Ante la puerta del Ministerio Público, desplegaron la pancarta con el lema de la campaña contra la impunidad de los asesinatos trans: “Nos matan y nadie va preso”.
Con cánticos como “Señor, señora, no sea indiferente; se mata a las travestis en la cara de la gente”, “Ni una menos, vivas nos queremos”, o “No estamos todas, 59 faltan”, las activistas recordaron a sus compañeras víctimas de feminicidio. En un momento de la concentración, leyeron los nombres de las últimas víctimas de estos crímenes, a modo de homenaje.
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Las activistas trans exigieron que el presunto asesino de Romina permanezca en prisión, ya que amenazó con seguir matando a personas trans si tenía la posibilidad. Sin embargo, Rotela advirtió de que las mujeres trans internas en la prisión de Emboscada pueden verse en peligro si el imputado entra en su misma cárcel. Por eso, reclamaron medidas especiales de seguridad para ellas.
En Paraguay, las mujeres trans privadas de su libertad guardan reclusión en pabellones masculinos o en prisiones para varones, a pesar de que hayan asumido una identidad de género femenina. Algunas de ellas enfrentan “distintas formas de violencia y discriminación que irían desde agresiones físicas y verbales, hasta violaciones sexuales múltiples”, denunció en 2014 el relator por los derechos de las personas privadas de libertad de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), James Cavallaro.
«El estado tiene la posibilidad de hacer una reparación a las personas trans»
“Pedimos que el caso de Romina sea elevado a juicio oral, y que al autor se le dé la pena máxima, de 30 años de cárcel, más 10 años de medidas de seguridad. El Estado, a través de la Justicia, tiene la posibilidad de hacer, por fin, una reparación a las personas trans. Si no, toda la vida nos seguirán matando, y quedarán impunes”, declaró a Presentes Yren Rotela, activista por los derechos de las personas trans.
Con la muerte de Romina, suman 59 las mujeres trans asesinadas desde el final de la dictadura paraguaya en 1989. Aunque la mayoría de estos casos no han sido esclarecidos, las activistas trans consideran que el asesinato de Romina podría convertirse en el primer transfeminicidio en Paraguay en el que se dicta una condena y se hace efectiva, dado que ya hay un autor confeso del crimen.
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En reclamo de justicia por este crimen, activistas de organizaciones de personas trans, como Panambí o Transitar, y también de organizaciones de lesbianas (Aireana), de trabajadoras sexuales (Unidas en la Esperanza) y feministas autoconvocadas se concentraron hoy ante la Fiscalía paraguaya.
Clima de odio
Las activistas trans coincidieron en que el asesinato de Romina, y los dos ataques anteriores contra mujeres trans están influidos por el “clima del odio” que están impulsando los grupos fundamentalistas religiosos en las últimas semanas.
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Las últimas movilizaciones de estos grupos ultraconservadores llevaron a que el ministro de Educación, Enrique Riera, prohibiera la enseñanza de contenidos sobre igualdad de género en las escuelas. Riera también se ofreció a quemar los libros que contengan información acerca de este tema.
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“Este asesinato a sangre fría, estos crímenes de odio, son gracias a la manipulación de los que hablan de que existe una “ideología de género”. Y gracias a eso perdimos a una compañera de 28 años, que tenía mucha vida por vivir. Es un golpe muy bajo para la población”, dijo a Presentes Alicia Muñoz, integrante de Panambí.
Por su parte, Rotela recordó que hace casi un año que las mujeres trans de Paraguay quedaron excluidas de la ley de protección integral contra la violencia hacia las mujeres. Fue justo después de que los obispos y los mismos grupos fundamentalistas presionaran para eliminar la palabra “género” de todo el contenido de la ley.
“Un año después tenemos que seguir llorando la violencia, el asesinato.p enfatizó la activista.
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