Yren Rotela, la portavoz de las personas trans que convoca al #8M

En Paraguay, Yren Rotela se asumió portavoz del colectivo trans para convocar al Paro Internacional de Mujeres del 8 de marzo. Quién es la activista que cuestionó a la ONU por su informe sobre Mujeres, llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos y quiere ser diputada en 2018.

En Paraguay, Yren Rotela se asumió portavoz del colectivo trans para convocar al Paro Internacional de Mujeres del 8 de marzo. Quién es la activista que cuestionó a la ONU por su informe sobre violencia contra mujeres, llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos y quiere ser diputada en 2018. Por María Domínguez, desde Asunción Fotos: Mariluz Martín.  Yren Rotela tiene 36 años y hace 17 que es activista por los derechos de las personas trans. Hasta hace un mes presidió la asociación Panambí, que representa a personas transgénero, transexuales y travestis en el país. En estos días, Yren llama a participar del #8M: el paro internacional de mujeres previsto para el 8 de marzo. Su voz se convoca desde los medios, junto a la de estudiantes, periodistas, investigadoras y representantes de movimientos campesinos. Hasta ahora, es la única trans de Paraguay que se ha asumido como portavoz de esta protesta. Ganadora en 2015 del Premio Peter Benenson (otorgado por Amnistía Internacional a la defensa de los derechos), Yren ha llegado hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Allí informó sobre los más de 50 asesinatos sin esclarecer de personas trans registrados en Paraguay desde la caída de la dictadura, en 1989. La política es su próximo escenario de batalla. Este año, Yren anunció que quiere ser candidata a diputada para las elecciones generales de 2018. Buscará presionar para que la educación, el trabajo, la salud y la justicia dejen de ser campos vedados a las personas trans, una población invisible y discriminada, desde las calles al Parlamento.

“¿Por qué en vez de Zona Roja no me ofreces otro trabajo?”

En 1998, era trabajadora sexual debajo del viaducto de Calle Última, la zona que separa Asunción de la localidad limítrofe de Fernando de la Mora, donde comienza el Gran Asunción. Allí esperaba a sus clientes. Allí sufría violencia de la policía. “Al principio, la única función de mi activismo era no permitir el abuso policial. Empecé a hacer fuerte incidencia en la zona donde yo ejercía. El intendente de entonces, Martín Burt (del Partido Liberal) quería implementar una “zona roja” para el trabajo sexual. Le dije: “¿por qué me propones una zona? ¿por qué no me ofreces otro trabajo?”. Entonces yo no conocía que podíamos tener acceso a otros derechos”, cuenta. En Paraguay, el trabajo sexual ocupa a cerca del 98% de las personas trans, según datos de Panambí. Muchas de ellas no pudieron terminar los estudios, explica Yren, porque al asumir su identidad de género, fueron discriminadas y tuvieron que abandonar. Ella dejó la escuela, en el barrio San Pablo de Asunción, siendo aún adolescente. Yren Rotela, activista trans, convoca al #8M

“Asumimos una identidad que no se puede ocultar”

“Cuando era chiquita, mi maestro decía que la homosexualidad era algo feo, que Dios iba a castigar a esa persona. Si uno crece así, ¿quién se va a animar a hablar? Nosotras asumimos una identidad que es indiscutible, no se puede ocultar”, dice. De niña, Yren soñaba con tomar la primera comunión. No pudo. “Me negaron que fuera con mi vestidito, con mi coronita de florcitas. Nunca entendí que eso pudiera ser por mi identidad. Pero ése fue mi primer quiebre”. Yren abandonó los estudios, rompió con su familia. Había asumido su identidad. El único trabajo que encontró entonces fue como empleada doméstica, en condiciones rayanas en la esclavitud. “En el servicio doméstico me pagaban una suma miserable o me explotaban, sufrí mucha violencia. Después, conocí lo que era el trabajo sexual. Tenía 15 años. Nunca supe dónde estaban el Estado, los programas, la Secretaría de la Niñez y la Adolescencia en ese momento”, dice. Yren comenzó a trabajar en la calle en los años posteriores al fin de la dictadura. A inicios de los noventa, en las vía pública había fuerte presencia de policías y militares. Muchas de estas autoridades también pedían sus servicios, a pesar de que ella era menor de edad. “Yo quiero que las trans tengan un abanico de oportunidades, y ellas decidan la opción que quieren. No me aferro a que me den otra vez sólo algunos modos de trabajo: peluquería, confección, manicurista… Si es algo que me gusta lo hago, pero que no sea la única opción. Yo tengo derecho a optar a todo lo que quiera, por el simple hecho de ser persona”. La lucha para acceder a opciones laborales variadas tiene varios frentes. Primero, el terreno educativo. “La educación no está preparada para el abordaje de las personas trans. No queremos privilegios o un nuevo programa de estudios. No necesitamos una silla con brillos. Solo necesitamos que el maestro tenga herramientas para abordar a diferentes personas. Si tenemos su respeto, el resto lo aprendemos”, opina Yren, que está terminando el secundario y quiere estudiar Derecho. Propone crear un sistema de cupos, como ya existe en países como Uruguay, donde la intendencia de Montevideo abre determinadas plazas para que concursen exclusivamente personas trans. Con diferentes oportunidades, las trans podrán abandonar el espacio en el que están confinadas cuando deciden asumir su identidad: la noche. “Hoy ya hay un avance: ves a algunas chicas trans de día. Antes, la vida de las trans era solo de noche. Si te ibas de día al Mercado 4 (el mercado municipal más grande de Asunción), te tiraban huevos, tomates, mandioca… lo que sea para que no fueras. Yo me despertaba a la tarde y me preparaba para salir a trabajar. Y me cansé, porque ésa no es vida para nadie. Pero todavía me cuesta irme a una plaza. No puedo estar tranquila: me ven como un objeto sexual, piensan que estoy ejerciendo el trabajo sexual, y me violentan”, reconoce.

Discursos del odio desde la política

Avanzar en el reconocimiento de derechos de las personas trans en Paraguay no es una tarea fácil. El escenario político paraguayo está sembrado de legisladores y portavoces con fuertes discursos de odio hacia las trans, y lo habitual es que queden impunes. En mayo de 2014, el senador Carlos Núñez, del gobernante Partido Colorado, pidió la palabra en una sesión parlamentaria sobre un proyecto de ley de protección a la familia. “Cuando veo por la calle a un hombre vestido de mujer saco mi cabeza por la ventanilla del auto y le grito “lacra de la sociedad”, dijo. En noviembre de 2014, una ley contra toda forma de discriminación -que poseen todos los países de la región a excepción de Paraguay- fue rechazada en el Congreso, ante el temor de que habilitara el reconocimiento de los derechos de las personas LGTB. En 2016, los legisladores eliminaron la palabra “género” del texto de la ley de protección integral contra la violencia hacia las mujeres. No querían que esta ley pudiera aplicarse a personas trans.

“Los conservadores nunca se pueden olvidar de mí”

Yren está dispuesta a presentar batalla. Desde Panambí, ha participado en diversos encuentros regionales sobre derechos LGBTI. También se ha reunido con ministros, fiscales y legisladores de Paraguay. “Yo provoco un efecto en los conservadores: nunca se pueden olvidar de mí”, escribía hace unas semanas en su Facebook. En 2015, durante una actividad por el 4 de julio a la que fue invitada por la Embajada de Estados Unidos en Paraguay, Yren se saltó el protocolo y encaró al presidente de Paraguay, Horacio Cartes. Le reclamó la falta de investigación de los 54 asesinatos de personas trans. “No le pedí un favor, le pedí garantías de nuestros derechos de manera urgente”, declaró entonces a los medios. Poco después, Yren se reunió con el entonces ministro del Interior, Francisco de Vargas, y con el fiscal especializado en derechos humanos del Ministerio Público, Santiago González Bibolini.
Hoy la cifra de asesinatos contra personas trans es de 57. Yren se encargó de recordarlo a mediados de enero, en la sede de Naciones Unidas en Paraguay, durante la presentación de un informe sobre violencia contra las mujeres en el país. Una vez abierto el turno de preguntas, Yren pidió la palabra. “Estoy aquí como representante de travestis, transgénero y transexuales”, dijo, ante un auditorio repleto de feministas y representantes de ONGs e instituciones -la mayor parte de ellas, mujeres cisgénero-. “Me alegra que hayan incluido los asesinatos contra personas trans enel informe. Pero son 57 asesinatos, no 36 como dice acá”, señaló. En el documento, elaborado por ONU Mujeres, de un total de 119 páginas, la violencia contra las trans ocupa dos párrafos.
  Escuchando a Yren estaban la ministra de la Mujer de Paraguay, Ana María Baiardi, y la presidenta de la Corte Suprema de Justicia, Alicia Pucheta. Yren siguió hablando. Les recriminó que la ley contra el feminicidio no protege a las trans, les preguntó cuándo iban a atender los reclamos específicos de las personas LGBTI víctimas de violencia. Unos días después, el 31 de enero, el Ministerio de la Mujer publicaba en su Facebook una foto de la ministra conversando con Yren en un despacho. Ella escribió que hubo “apertura” por parte del Ministerio.

Los avances de Yren y sus compañerxs

A fuerza de reuniones en despachos y manifestaciones en la calle, Yren y sus compañerxs de Panambí avanzan. Desde octubre de 2016, la resolución ministerial 695 habilita a las personas trans a utilizar su nombre social en las consultas médicas. No es una conquista menor, teniendo en cuenta que en Paraguay, la atención a personas trans en hospitales y centros de salud es crítica. “Acá una se aplica hormonas sin ningún control médico, no hay endocrinólogo especializado en personas trans en Paraguay. Personas con implantes de siliconas industriales, pueden tener un efecto colateral y el médico no está preparado”, dice Yren. El uso del nombre social también es otro logro. Pese a que las leyes paraguayas contemplan el cambio de nombre en adultos, para las personas trans no existe esa opción. “No quieren darnos ningún derecho. Es mentira que el Estado está ausente. El Estado siempre estuvo presente para negarnos derechos. Somos nosotras las que tenemos que hacer política y fortalecer desde ahí a las compañeras”, dice Yren.
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Objetivos políticos de la candidata trans

“Me interesa la política para poder cuestionar. Tal vez el camino sea formar un movimiento político LGTB, y construir una figura de candidata para un cargo. Me planteo postularme candidata a diputada para el departamento Central (donde se encuentra Asunción)”. Quiere que Paraguay cuente no sólo con una ley que sancione la discriminación, sino también con una legislación sobre identidad de género que reconozca el derecho, explicitado en la Constitución paraguaya, a la identidad y la libre expresión de la personalidad. Quiere que las autoridades reconozcan que los asesinatos a personas trans son crímenes de odio, y que se investiguen y se esclarezcan. Y quiere que estos objetivos entren en la agenda de los candidatos políticos. Quiere ser ella misma una candidata política. Meterse allí donde se toman las decisiones. Demostrar que las trans son capaces, pero también lograr que sean reconocidas como parte activa de la sociedad. Paso a paso, Yren empuja. No se cansa de decir: “vamos por más”.
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