Camila Sosa Villada: “Ser trans ya es de por sí una forma de militancia”

Actriz, escritora, dramaturga, cantante, Camila Sosa Villada se hizo conocida con el protagónico en la película de Javier Van De Couter “Mía”. Pero después vino mucho más: su propio documental, televisión y mucho teatro.

Camila Sosa Villada

Por Paula Bistagnino. Fotos: Guillermo Albrieu Llinás. Artista travesti militante. Qué fue lo primero en la vida de una persona no es siempre fácil de resolver. Pero Camila Sosa Villada lo tiene claro: “Antes de travestirme, yo escribía y cantaba y actuaba en los actos escolares. Esa era mi vida de siempre. Digamos: la vida por fuera de mi identidad sexual, para decirlo de alguna manera. Aunque no hubiera ejercido mi derecho a ser trans, hubiera seguido escribiendo, actuando. Esto que hago es anterior y es mucho más fuerte que cualquier identidad”, dice la actriz, dramaturga, escritora, performer, travesti, militante, cordobesa. Estudió Comunicación y Teatro en la Universidad de Córdoba, pero que encontró la síntesis de esa identidad-vocación-compromiso cuando puso todo eso en textos y en escena. Desde que en 2009 –tenía 27 años- estrenó su unipersonal Carnes tolendas, retrato escénico de un travesti, su nombre empezó a correr. Los textos de su blog La Novia de Sandro -que después serían libro- ya circulaban pero aun no tenían cara, cuerpo y voz. Ahí la vio el director de cine Javier Van de Couter y decidió que ella ya no sería un personaje secundario de su película sino la protagonista -junto a Rodrigo de la Serna y Maite Lanata- de la premiada Mía. En estos años se convirtió en una de las figuras de la escena cordobesa y desde ahí llegó a Buenos Aires, donde actúa periódicamente. Tiene su propio documental, Camila, desde el alma. Hizo televisión, mucho teatro y recibió varios premios. El año pasado hizo El cabaret de la Difunta Correa –figura milagrosa y mítica de la cultura popular, una mujer que amamantó a un bebé después de muerta-. Un personaje que eligió por una historia muy personal: hace diez años, cuando estaba en la calle, sus padres hicieron una promesa pidiéndole trabajo para ella y a los tres meses estaba haciendo Carnes Tolendas. Y para este año ya tiene doble estreno, teatral y editorial: hará En la soledad de los campos de algodón, con la dirección de Luciano Del Prato. Además, publicará su segundo libro –el primero fue el de los textos del blog La novia de Sandro-: El Viaje Inútil, con Ediciones Documenta. Y como si todo fuera poco, después de estudiar cuatro años de la Licenciatura de Comunicación y otros cuatro de la Licenciatura en Teatro, las dos en la Universidad de Córdoba, este año va a empezar Psicología.

-Naciste en La Falda, ¿cómo fue crecer ahí y romper el clóset en un pueblo?
-Nací en La Falda, pero recién a los diez años nos fuimos a Mina Clavero, donde viví hasta los 18 años y donde hice mi transición. La infancia fue una infancia como, supongo, fueron las infancias de les demás. Sólo que yo era evidentemente afeminado. Era un chico que amaba saltar la soga y jugar al elástico. Que conectaba mejor con las chicas que con los varones, al que no gustaba del fútbol ni del básquet ni del vóley. Mis compañeros lo notaban. En la escuela, en folclore, era el maricón del grupo. Eso ponía las cosas más difíciles que de costumbre. A los problemas, los familiares -mi papá era alcohólico, mi mamá depresiva-, tenía que sumarle el tema de sobrevivir al bullying, a los ataques por ser afeminado. Por suerte era buen alumno, entonces muchas veces buscaba protección en los más grandotes y brutos de la clase a cambio de hacerles sus tareas o sumarlos a mis trabajos.
-A los 15 en La Falda empezaste a vestirte de mujer. ¿Fue algo espontáneo o fue una decisión de enfrentar así a todes?
-Fue un proceso muy natural, vino con el paso del tiempo. Nunca tuve que ponerme a pensar sobre mi identidad, estaba ahí y fue poco a poco. Primero asumí que me gustaban los chicos, luego apareció Cris Miró en la tele, entonces las cosas cambiaron. Porque todas esas cosas que yo hacía en secreto -vestirme con la ropa de mi mamá, pensarme como mujer-  cobró una dimensión social. Yo podía ser como Cris, había alguien que lo había hecho posible. Se veían en la tele todo el tiempo travestis que aparecían en lo de Mauro Viale, mujeres decididas a todo, empoderadas. De repente no me sentí sola, estaba inmersa en un movimiento. Fue muy fácil ese proceso íntimo. El social fue más complicado: primero escribí una novela donde yo era la protagonista, y estaba enamorada de mi profesor de gimnasia. Todo eso era cierto, salvo porque en la novela yo ya había hecho mi transición. Era una chica hecha y derecha que seducía al profesor de gimnasia. Una amiga de ese momento le dio a leer mi novela a todo el mundo y les contó quién era en verdad esa chica, y así fue como en el colegio se enteraron. Yo no opuse resistencia ni negué nada. Al contrario, comencé a salir vestida de mujer, la primera vez a los 14 años, aproveché que era verano y el pueblo, al ser turístico se llenaba de gente y yo pasaba un  poco más desapercibida. A los 15 ya salía a bailar por la noche y luego ya nadie me pudo detener. Pasaron cosas muy tristes entonces. Mis viejos no podían aceptarlo, me vi excluida y agredida, incomprendida. La sensación de desamparo me duró hasta hace unos pocos años, cuando dejé de lamentarme y comencé a pensar en otras cosas. Esto de haber sido travesti en los 90 y en un pueblito tan chico como Mina Clavero, que tiñe con un velo de amargura esos recuerdos, también tiene una tremenda oposición: no había nada más alucinante y placentero que vestirme de mujer e irme a dar vueltas por el centro. Es de las mejores cosas que me pasaron en la vida. Había descubierto mi propia vida y la estaba viviendo, no importaba el horror o el miedo que pudieron tenerme en el pueblo. Ser feliz era más importante.
-Contabas en una entrevista que un docente te dijo: “Mirá: la culpa de que vos no hayas podido desarrollarte en esta clase fue mía. Yo nunca había tenido una alumna trans. Y creo que te va a tocar sufrir mucho, pero vas a tener que trabajar sola. Porque la gente cuando te vea actuar, no va a ver a una chica, van a estar viendo a una persona trans. Y se van a encargar de juzgarte, hacerte sufrir, hacértela pasar mal. Pero si vos trabajás sola, te haces respetar y la gente quiere trabajar con vos porque sos talentosa, te va a ir muy bien”. ¿Qué significó eso en tu vida y en esa trayectoria artística que vendría después?
-Ohhh, esa anécdota es con el gran Paco Giménez, al que considero mi maestro, el único al que puedo llamar de ese modo. Porque es ese vínculo uno de los más hermosos de mi vida. Fue así desde el comienzo. Él daba formación actoral y producción teatral en tercer año de la Licenciatura de teatro. Yo creo que él intentó abrirme los ojos, pero ya sabemos lo ciegues que podemos ser les discípules a veces. Yo había estado actuando a ciegas. Mi travestismo no contaba en ese momento, porque era muy natural para mí. Pero sí era un tema para los demás… Eso que él me dijo fue un arma para mí. Dije: ¡Esto es! Yo soy particular, por no decir única. Al menos acá en Córdoba, en ese momento, yo tenía la posibilidad de hacer algo siendo única. Una actriz dramática trans. Me fue bien. Fue un gran regalo el que me dio. Y un acto de muchísima humildad de su parte. Decir eso, fue un acto de amor de él.
-Basta con escucharte, leerte, seguirte un poco en las redes para ver que estás siempre con la guardia alta detectando y exponiendo, a veces denunciando, los gestos  o palabras que atacan y discriminan. ¿Es una batalla cotidiana? ¿Falta mucho todavía? 
-¡Sí! es una batalla contra la ignorancia que libro desde un lugar muy pequeño e insignificante. No soy una actriz famosa, no soy el tipo de actriz o escritora que goza de una popularidad enorme. Por eso es mucho más agotador, porque se diría que es una resistencia artesanal, de boca en boca, de uno en uno. He sufrido mucho la agresión desmesurada de un sistema por ser trans, sólo por eso… Me ha dejado marcas muy concretas que influyen día a día en mis vínculos, en mi autoestima, sobre la percepción de mi cuerpa. Cada día tengo que trabajar sobre esas cosas tan sólo por el daño cometido sobre mí por ser trans. Un sufrimiento innecesario del que se dice que se aprende mucho. Por lo general, la gente que dice eso, no lo ha vivido en carne propia. No creo que ese sufrimiento sea necesario para aprender nada. Es un sufrimiento inútil que te llena de rencor, al menos en mi caso. Para no ser una jodida, lucho contra esos malos recuerdos y trato de poner en evidencia la inutilidad de ese daño. No sirve ni a los que lo ejecutan ni a quienes lo reciben. Faltan muchos años para que esta condición cambie. De todos modos, va a cambiar. Por este trabajo y por el trabajo de manada que hace la comunidad LGTTTBIQ, el recuento de experiencias, la visibilización, la exigencia de cumplimiento de nuestros derechos. Vamos a ver a este mundo distinto. Soy optimista sobre esto: veremos un mundo mejor. Ahora hay una chica trans participando en los Globos de Oro, ¿quién te hubiera dicho?
-¿Cómo es tu vínculo con el colectivo travesti-trans, con sus causas, sus batallas?
-Bueno, un poco en relación con la pregunta anterior, siempre me ha costado mucho estar en grupo. En mi casa sólo tengo cuatro sillas porque es el número de personas que soporto sin entrar en un ataque de nervios. Vivo sola hace 17 años, es decir, soy una persona solitaria. Soy parte de un colectivo y acato cada lucha, porque las comparto plenamente. Tengo más vibra con determinados grupos que con otros. Amo el Archivo de la Memoria Trans, ese es un trabajo amorosísimo sobre nuestra historia. Ese registro es de una dulzura y de una humanidad como pocas. Está incluso más allá de la política. Es algo profundamente cultural. Muy conmovedor. También creo que ser trans ya es de por sí una forma de militancia, una militancia muy solitaria como dice Naty Menstrual. Nos agrupamos lentamente, recuperamos nuestra voz, nos unimos, nos reencontramos, nos exponemos, es una forma ejemplar de militancia la que venimos librando las trans.
Mirá el tráiler de Camila, desde el alma: 
https://www.youtube.com/watch?v=1zImtfDiBzQ  ]]>

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