“Movernos es resistir e imaginar”: diversidad y cuidados para cambiar la política migratoria en México
México afronta la oportunidad de transformar la política migratoria y abrazar la diversidad. Existen prácticas de cuidado comunitario donde las disidencias han demostrado que la migración no es un problema de seguridad sino un polo de desarrollo humano, escribe Raúl Caporal desde Casa Frida, un refugio para personas LGBT+.

Compartir
En un país donde la migración y el desplazamiento se han vuelto espejo de nuestras fracturas y de nuestras esperanzas, las disidencias sexo-genéricas hemos estado siempre en movimiento, incluso antes de ser nombradas migrantes. Hemos huido de violencias diversas, pero también hemos construido refugios, rutas de dignidad y comunidades de acogida fortalecidas que sostienen la vida. Desde ahí, desde los márgenes que transformamos en trinchera, queremos repensar la política migratoria mexicana con una mirada crítica, antipunitiva y profundamente humana.
Hoy, México vive un fenómeno migratorio sin precedentes. En 2024 se registraron más de 266 ,700 solicitudes de asilo, con alrededor de 150800 personas reconocidas bajo esta protección internacional, según datos recientes del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados. Esto posiciona a México como uno de los países con mayor número de peticiones de protección en el mundo.
Durante años, la gestión migratoria en México se sostuvo sobre la lógica del control y la contención. Las fronteras se volvieron dispositivos del temor: centros de detención disfrazados de albergues, burocracias desbordadas, políticas fragmentadas sin rostro ni escucha. En ese contexto, las personas LGBT+ —en su mayoría, sujetas de protección internacional que enfrentan desplazamiento forzado— fueron invisibilizadas entre las estadísticas y las categorías organizacionales e institucionales. La diversidad fue vista como excepción, y no como una clave para entender la complejidad humana en las dinámicas de la migración y el desplazamiento forzado.
A esto se sumó que, por largo tiempo, las respuestas desde la atención humanitaria fueron lideradas por enfoques confesionales, generalmente impulsados desde las iglesias con visiones más conservadoras. Ese acompañamiento, aunque salvó vidas y ofreció contención en medio del vacío estatal, también consolidó una mirada hegemónica y paternalista de la movilidad humana, muchas veces condicionada a la fe y la conversión.


De la narrativa unívoca del migrante al abrazo diverso
Se construyó una narrativa donde el “migrante” era mayormente representado por un hombre joven, trabajador, heterosexual y devoto, desplazando otras experiencias e identidades. Apenas en los últimos años se ha comenzado a reconocer la interseccionalidad de la migración, y a las diversas configuraciones familiares que se suman en los flujos migratorios, desde distintas determinantes sociales.
Hoy sabemos que no hay una sola identidad en la migración. Las caravanas, los refugios, las calles y las fronteras están habitadas por multiplicidades: personas TRANS y No Binarias, mujeres y hombres diversos en identidad y orientación, familias homo y lesbomaternales, juventudes desplazadas y sobrevivientes a la persecución y acoso estatal. Por otro lado, se comenzó a reconocer a las comunidades LGBTI+ que acogen y abrazan a quienes encuentran en México un país de oportunidad para proteger su vida e integridad, con la confianza para reconstruir su futuro, son ejemplo de que la política migratoria puede transformarse desde la práctica, desde la solidaridad y desde el cuidado comunitario.


Qué propone la reforma a la Ley de Refugio
En este contexto, y como producto de años de incidencia política desde experiencias de justicia transicional y demandas de organizaciones como Casa Frida, Refugio LGBT, se ha impulsado una iniciativa de reforma a la Ley sobre Refugiados, Protección Complementaria y Asilo Político. Esta iniciativa tuvo la aprobación de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso con respaldo de la Comisión de Diversidad, dejando el proyecto en la antesala de su discusión en pleno.
La reforma propone ampliar el marco de protección internacional en México, reconociendo expresamente las violencias motivadas por orientación sexual, identidad y expresión de género, y características sexuales como causales directas para el otorgamiento de la condición de refugiado. Esta ampliación representa un cambio sustantivo respecto del criterio tradicional, que limitaba el reconocimiento de refugio a persecuciones políticas o por violencia generalizada, sin contemplar plenamente las experiencias de violencia estructural y de odio basadas en diversidad sexual y de género. De aprobarse por el pleno, la ley podría transformar la interpretación jurídica y administrativa del refugio en México, alineándose con estándares de derechos humanos y con las realidades de las personas LGBTIQ+ en movilidad.
La migración, polo de desarrollo humano
Desde las casas de acogida, los refugios y las colectivas, las disidencias hemos demostrado que la migración no es un problema a contener, sino un polo de desarrollo humano que puede ser sostenible en el tiempo, un campo donde se entrecruzan las luchas por el reconocimiento, la justicia social y el derecho a la vida sin temor. Apostar por una política migratoria con perspectiva de diversidad sexual y de identidad de género es apostar por una nación que se atreve a pensarse desde la empatía, la inclusión y la pluralidad.


México tiene hoy la oportunidad, una vez más, de romper con los errores del pasado: la criminalización de la pobreza, la xenofobia institucional, la violencia estructural. Avanzar hacia un nuevo paradigma basado en la protección integral y la participación comunitaria implica reconocer a las personas migrantes y desplazadas no solo como “beneficiarias” del sistema, sino como sujetos de derecho y contribuyentes de nuestra historia nación.
Porque no hay política migratoria justa sin memoria.
No hay refugio posible si no se nombra la dignidad de quienes lo habitan.
Y no habrá desarrollo si la movilidad humana sigue tratándose como un asunto de seguridad y no de humanidad.Las disidencias hemos aprendido que movernos es resistir, pero también imaginar. Y en ese movimiento —constante, diverso, que transita— hay una nación posible, una política posible y un futuro que puede ser más justo, más libre, más nuestro. Pero el desafío continúa. Nos toca seguir haciendo un llamado a la autocrítica, a la solidaridad y a la construcción colectiva de utopías que abracen, sin exclusión, a quienes confían en México para vivir en Orgullo y dignidad.
*Raúl Caporal es un activista por los Derechos Humanos de la Comunidad LGBTIQ+, presidente y fundador de Casa Frida, Refugio LGBTI+, una organización dedicada a la protección, acompañamiento e integración social de personas LGBTIQ+ víctimas y sobrevivientes de violencias extremas, delitos y crímenes de odio en México.
Somos Presentes
Apostamos a un periodismo capaz de adentrarse en los territorios y la investigación exhaustiva, aliado a nuevas tecnologías y formatos narrativos. Queremos que lxs protagonistas, sus historias y sus luchas, estén presentes.
APOYANOS
SEGUINOS
Notas relacionadas
Estamos Presentes
Esta y otras historias no suelen estar en la agenda mediática. Entre todes podemos hacerlas presentes.


