Dani Umpi: 20 años de arte queer y pop rioplatense

Dani Umpi -escritor, artista plástico y cantante- revisita Perfecto, su primer disco. A 20 años de su salto musical, celebra entre las dos orillas y mira, como siempre, al futuro.

19 de noviembre de 2025
Lucas Gutiérrez
Edición: María Eugenia Ludueña

“No hay nostalgia en tu discurso. Hablas solo del futuro que vendrá”, canta Dani Umpi en su tema No hay cómplices. Es uno de los diez de Perfecto, su disco iniciático que este 2025 cumple 20 años. Escritor, artista plástico y cantante, Dani no habla del futuro, él siempre fue, es y será ese horizonte. 

“Al principio sentía que tenía que definirme por una disciplina. Ya no. Tengo cierta rutina en la que voy avanzando y retrocediendo con proyectos. He aprendido a delegar, a trabajar en equipo, a reiniciar. Cosas típicas de un señor”, dice este escorpiano que acaba de cumplir 51 años. “Tengo algo muy típico de la edad y del artista Middle Career: la evaluación”, dice. Está preparando una muestra a la que llamará Obra reunida. “No quiero decir que es una retrospectiva porque me suena muy a muertito”. Corrige una novela “larguísima” y ha comenzando a trabajar en un nuevo disco.

El salto perfecto

Es 2005 y Umpi pivotea entre Argentina y Uruguay, con el disco que acaba de estrenar: Perfecto. Se presenta en peluquerías y antros donde las juventudes lo bailan, celebran y admiran. Es parte de los años fundacionales del regreso del pop glamouroso rioplatense. La escena vivía el shock pop de Es Mentira (2002) de Miranda y coqueteaba con los sonidos ‘darks’ de Adicta (2003). La llegada del milagro charrúa fue el corolario de la rebeldía, la desfachatez y el falsete que faltaba.

Dos décadas después, el artista reflexiona sobre ese lugar de ícono. “No lo puedo creer porque no me veo así. Y por otro lado pienso, sí es cierto. Hay re pocos putos en la música, capaz sea eso. Me tengo que subir a mi propio carro y subir a todas”. Su manera de crear siempre tuvo un gran sello personal, donde lo colectivo está presente. En ese “Umpimóvil”  las colaboraciones son fundamentales. A Dani siempre se lo podrá ver acompañando y celebrando a las juventudes. Por eso hay un acto de justicia, “hay un rescate del tipo curatorial, también muy emotivo. Entonces, mi obra que antes estaba tan desenmarcada, empieza a encontrar su marco natural”. 

La faceta de cantante fue sorpresiva en su vida. Él se veía más centrado en escribir y en la actividad plástica. En un momento, encaró una reversión en inglés de un disco del artista uruguayo Jaime Roos y comenzó a crear su música. Lo recuerda como “algo muy impulsivo”. Pero esta etapa no era ni para Dani ni para Umpi: “Tenía que ser Dani Umpi en tercera persona, como una drag, una entidad. Así que me largué a hacer un disco pop en mi registro”.

La aventura comenzó junto al productor Daniel Anselmi, y el sello contrapedal de Gabriel Turielle, su manager durante varios años. En este camino de revisitar sonidos, estaba todo muy fresco. Al volver a las pistas originales quedó fascinado: “En la primera tirada yo me acordaba de todo, sin errores, me salió muy espontáneo”. Y si bien esta temporada de Escorpio celebra a Umpi y su disco, la fiesta es compartida: desde octubre de costa a costa se hacen fechas para revisitarlo. A Buenos Aires llega con dos fechas el 19 de noviembre en La Tangente

Viva la nueva generación

El público de Umpi es variadísimo gracias a su multiplicidad de talentos. Sus libros cosechan groupies apasionadxs por su tono novelesco.  ‘Aún soltera’, ‘Solo te quiero como amigo’, ‘Un poquito tarada’ y la llevada al cine ‘Miss Tacuarembó’ exudan televisor de tubo, tardes noventosas mariconas y el sueño de “superestar” de toda chica de pueblo. Como artista plástico, en el Museo Moderno de Buenos Aires dijeron que posee una “exuberancia acumulativa y lujuria cromática”. En la música, al primogénito le siguieron más discos solistas que pueden describirse como el camino bailable del antihéroe. 

Cuando se le pregunta qué consejo le daría a quienes se quieren dedicar al arte es directo: “largarse y hacer lo que lo primero que les salga, eso es importante”. Dani propone pegar ese salto que trae alivio. En ese proceso se conoce nueva gente, se arman colaboraciones, se obtienen referencias, se aprende y se enseña, dice. “El otro consejo es mostrar. Aprender a que te critiquen”, agrega.

La pandemia marcó un giro en su pasión citadina y se acercó a las costas de su novio, el artista Goro Gorocher, “él es un beach boy”. De vuelta a Maldonado (Uruguay), Umpi pasa sus días entre nomadismo, producción de obra y clases online en una escuela rural.  “​​Planeo discos, podcasts, colaboraciones, paso música en fiestas. Me vinculo más con los artistas, con los músicos, me tienen más en cuenta y estoy más relajado yo también. Estoy muy agradecido y más conectado al panorama musical, sobre todo el uruguayo, del que siempre fui muy quejoso”. 

Así es Umpi. Siempre en movimiento, con las tenazas en algo pero el aguijón mirando al más allá. De ese torbellino “errante e intuitivo” con rastas y vestidos, cree que fue cierta metodología lo que lo ayudó a mantener la obra contenida. “Lo principal es guardar todo en bolsas, ponerles una etiqueta con nombre y fecha, y no hacer obras que no entren en un taxi”.

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