Tortazo: hacer y compartir comunidad lésbica
Al Tortazo no se viene a buscar certezas, sino a poner las experiencias individuales en el debate colectivo y construir algunos horizontes en común.
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CÓRDOBA, Argentina Más de 500 identidades lésbicas se dieron encuentro en Anisacate, Córdoba, en el 2do campamento lésbico.
Alerta Torta es la organización local que ideó y lleva adelante este encuentro. Desde el viernes 17 este lado de las sierras cordobesas comenzó a recibir a lxs participantes de distintos puntos del país.
El cronograma de actividades se dividió en tres días, alternando momentos de reflexión y debate, con espacios para el ocio y goce. El autocuidado y la complicidad serán los pilares de las jornadas rodeadas de árboles, río y montaña.
Entre el año pasado y este se corrió la bola y la participación se duplicó. El espacio está ocupado por referentes de luchas que marcaron la agenda lésbica en los últimos años, cómo así también de identidades lésbicas que se sienten convocadxs a pasar un fin de semana idílico en esta fantasía que en algún momento llamamos Lesbos.
La isla prometida que cantaban las Kumbia Queers se hace realidad.
«Nunca vi a tantas lesbianas juntas», dice Lourdes de 44 años. Es la primera vez que viene al Tortazo. Aunque también quiere ir a descansar le llaman la atención algunos talleres. «Quiero transmitirle a nuestros alumnos», ella junto a su compañera fueron una de las primeras parejas en casarse en Tucumán cuando se aprobó el matrimonio igualitario. Tienen un instituto donde preparan a alumnos que ingresan a la carrera de medicina. Por eso les parece tan importante conocer otras experiencias. «Voy a qué me sorprenda».
La alegría de compartir colectivamente en un espacio en el que nos sentimos pares y cuidadxs se aguó cuando vecinos «denunciaron» con defensa civil la presencia de tetas y torsos libres que alteraban la moral ciudadana. La llegada de las guardias y el juzgado de faltas no pasó a mayores instancias, más que recordarnos permanentemente que la forma en la que queremos expresar nuestras identidades siguen mediadas por la moral cis y heterosexual. Espacios como el tortazo nos sirven para pensar en las resistencias.
El almuerzo comunitario se esperó en la pileta del camping transmitaxi, mientras se preparaban los espacios para las rondas temáticas.
Agendas lesbianas
Por la tarde se abrió el diálogo en distintas rondas para hacer girar la palabra y experiencias.
La ronda sobre Memoria Tortx dejo reflexiones y el deseo de seguir poniendo en palabras a una historia que parece oculta o silenciada. «La memoria lésbica no es parte del mainstream por fuera del activismo, por eso a veces cuesta entender qué pasó entre la necesidad de ocultar tu orientación para sobrevivir y poder caminar de la mano con tu novia tranquila por la calle», decía Brenda, de Paraná.
El espacio sobre goce, deseo y prácticas sexo afectivas fue uno de los más asistidos. La grilla de temas era larga, pero la palabra circuló entre experiencias propias y opiniones en torno al bdsm, a los fetiches, y a la posibilidad de explorar el deseo por fuera de los moralismos. El espacio invitaba a pensar e intercambiar sobre las propias prácticas sexuales y afectivas.
A algunos de los debates que se abordaron en las rondas de conversación les falta tiempo para seguir madurando y tomando forma. Si bien hay lecturas similares sobre problemáticas estructurales que nos afectan, se percibió cierta dificultad de llegar a conclusiones o propuestas.
En el taller de violencia se presentó el protocolo de violencia entre identidades lésbicas que realizó Alerta Torta como parte del recorrido que iniciaron para poder reflexionar sobre los deseos y modos en que se construyen vínculos en lo político y lo afectivo entre identidades lésbicxs.
El documento se plantea desde una perspectiva antipunitivsta, donde el escrache y la expulsión no son la primera respuesta.
«Necesitamos un protocolo pero no existen recetas», señalaron en la ronda. El documento que se compartió fue el resultado de una investigación que realizó aAsamblea Torta durante 6 meses, financiada por el Fondo Mujeres del Sur.
Lo cierto es que al Tortazo no se viene a buscar certezas, sino a poner las experiencias individuales en el debate colectivo y construir algunos horizontes en común.
Pensar la violencia entre identidades lésbicas, imaginar futuros posibles y vivibles para las vejeces lésbicas, qué calidad de atención sanitaria recibimos, cómo habitamos el goce y el placer, cómo son nuestras prácticas políticas, qué respuesta damos ante los avances de las derechas y las violencias, cómo la economía nos afecta de manera específica y transversal en el presente, en lo cotidiano, al elegir una identidad en fuga. Todos estos son debates posibles en este espacio.
El último día del tortazo sucedió alternando entre el río y la pileta. Hasta se escribió una canción que promete ser el himno hasta el próximo encuentro. Después de la lectura de las conclusiones de las rondas, comenzó la poolparty para cerrar tres días de puro lesbianismo.
Es difícil de explicar la mística que se vive. Las conversaciones suceden entre festejar el encuentro y lamentar que esté concluyendo. La organización a cargo de Alerta Torta, que fue impecable, tuvo que surfear las denuncias machistas y lesbofóbicas que traían a cada rato las autoridades de la moral a pedir que tapen los pezones y que bajen la música. Torsos y tetas terminaron libres alrededor de la pileta. Nos fugamos.
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