Poni Alta, la fanzinera trans que impulsa contranarrativas y comunidad desde Cdmx

“Hacer un fanzine es una forma muy bonita y muy directa de tomar control de tu narrativa”, dice Poni Alta, gestora cultural y fundadora de aluZine, un espacio de intercambio y difusión para y por personas trans.

11 de diciembre de 2025
Geo González
Edición: María Eugenia Ludueña

CIUDAD DE MÉXICO. A Poni Alta la escena fanzinera de Ciudad de México le parecía machista y misógina. Eso la impulsó a pensar en la necesidad de fundar espacios seguros y representativos para personas disidentes. La urgencia culminó en la creación de la feria de fanzines trans: aluZine, que este año contó con su segunda edición. Este festival se centra en difundir las obras de personas trans de México y otras regiones de habla hispana.

En 2025, el festival se centró en hablar del genocidio contra el pueblo palestino. Transexuales por Gaza o T4Gaza reunió a dieciséis autorxs, incluído un mini fanzine. Lo recaudado se envía a familias, organizaciones y activistas en Palestina por medio de un fondo local organizado entre amigues.  

Poni resalta que el fanzine, gracias a su formato accesible, es un medio crucial para la construcción de narrativas contrahegemónicas y de una «manada» de apoyo mutuo y conexión genuina. La potencia del fanzine, dice, radica en que al ser un objeto autogestionado, permite a las personas “tomar control total de tu narrativa  y dejar una huella de quien eres”.

Poni es una fanzinera trans que está redefiniendo el panorama de la autoedición, al utilizar el fanzine como una apuesta contranarrativa.

Poni Alta, fanzinera trans y gestora cultural. Foto: Habita el Vacío
Para poner en contexto, ¿qué es un fanzine, cómo lo defines tú?

Para mí el fanzine es como una especie de extensión del cuerpo de la persona que lo hace. En el proceso hay mucho cuerpo involucrado. Desde una idea que te vino una tarde que te sentaste después de tu jornada laboral a dibujarlo o escribirlo, el fanzine eres tú editandolo, tú yendo a imprimirlo, doblándolo, engrapándolo, yendo a la feria, truequeando. O sea, toda esa parte del proceso eres tú. Y da como resultado un cuerpecito que está hecho de papel, que se distribuye y forma parte de la casa de alguien, permitiendo a la persona compartir su ser con el mundo.

Hacer un fanzine es una forma muy bonita y muy directa de tomar control de tu narrativa y de dejar una pequeña huella de quién eres en este mundo. Es una forma de permanencia, lejos del algoritmo y lo digital. El fanzine regala esa materialidad, tiene un cuerpo, que tú haces con tus manos.

«Hacer un fanzine es una forma muy bonita y muy directa de tomar control de tu narrativa y de dejar una pequeña huella de quién eres en este mundo». Foto: Habita el Vacío
¿Quién es Poni en el mundo fanzinero y cómo comenzó tu interés por este formato de autopublicación?

Empecé a hacer fanzines por 2017. Estaba terminando de estudiar Arquitectura y un amigo me había enseñado unos cómics que había hecho utilizando AutoCAD (el programa de planos), me pareció una locura. El clic ocurrió durante un año de intercambio en Berlín. Estando allá, entré a una librería de fanzines queer y me dije: yo podría estar haciendo esto, si ya lo estoy haciendo. Mi primer proyecto, que fue como mi bebé fanzinero, era sobre pintarse las uñas de color rosita, tener una conversación con la gente, grabarla y luego bajar eso a un fanzine, eran perfiles de las personas con las que conversaba. Así empezó todo.

Mi nombre fanzinero es floresrosa. Me gustaba esta idea de pensar las flores como algo suave, femenino y con un aroma rico, pero al mismo tiempo que fuera intenso en color, en sentidos y a veces en su tacto. Regresando a México, apliqué a varias ferias. Aunque tengo mi timidez, me reventó la tacha, y me di cuenta de que la gestión, el poner todo lo necesario para que las cosas ocurran, me gusta mucho, entonces también nació en mi la gestión de ferias de fanzines para personas trans.

«El fanzine es como una especie de extensión del cuerpo de la persona que lo hace», Poni Alta. Foto: Habita el vacío.
¿Cómo fue ese despertar de tu identidad trans y el inicio del festival de fanzines trans aluZine?

Al ir conociendo la comunidad fanzinera, también fui conociéndome más. Empecé a entenderme como una persona trans. Encontré mucha libertad creativa, de formatos y de medios en la escena, pero también empecé a encontrar su ranciedad. Me di cuenta de que la tradición fanzinera de la ciudad venía muy de la mano de los movimientos punk, que traían actitudes machistas, misóginas y LGBTfóbicas. Me molestaba que no se me dieran ciertos espacios o que la gente no conectara con lo que yo estaba haciendo.

Yo ya no quería ningún tipo de representación hegemónica. Entonces gesté con otras personas otro festival, pero lo terminé cuando sentí infiltraciones terf. De esa necesidad surgió Borrón y Cuenta Nueva, una feria de fanzine y gráfica trans. Más tarde, junto a Oso del Archivo Transmasculino, surgió la idea del aluZine. Hoy creo que ese es mi lugar: sí soy fanzinera, pero me gusta la gestión de espacios donde podamos juntarnos personas trans a hacer, leer e intercambiar fanzines.

«Aunque en las escenas contraculturales siempre ha habido disidencias y mujeres, históricamente solo han sido toleradas, sin darles el espacio para realmente trascender«.
Foto: Habita el vacío
¿Por qué importa crear estos espacios específicos para y por personas trans, además de que se centren en el fanzine?

Tiene que ver con la construcción de imaginarios contrahegemónicos. El fanzine siempre ha sido una respuesta a eso que no cabe en los medios. Aunque en las escenas contraculturales siempre ha habido disidencias y mujeres, históricamente solo han sido toleradas, sin darles el espacio para realmente trascender. El fanzine es un medio muy accesible, no necesita grandes riquezas ni bagaje académico, y es una forma de expresión muy rica. Al final, estar ahí tiene el valor de saber que estamos enriqueciendo y movilizando discursos con nuestra mera presencia. La gente que se autopublica está intentando encontrar su manada en el mundo.

El aluZine es también un festival que reúne zines de personas trans de otros lados del mundo. En las dos ediciones de esta feria fanzinera ¿que te has encontrado? ¿de qué están hablando las personas trans en los fanzines que crean? 

Se habla de varias cosas. Los temas se dividen en dos: por un lado, las vivencias y sensibilidades, y por otro, quemémoslo todo. Por ejemplo, en las convocatorias hemos recopilado títulos de toda Latinoamérica. Había un poemario de hombres transgays de Argentina que hablaban sobre ser hombres transgays, y también hubo varios fanzines de poesía transfemenina y transmasc, y nb —creo que a las personas trans se nos da la poesía—.

Un fanzín que me marcó fue un poemario de una artista peruana llamada Gretel Warmicha. Su escritura es bella, confrontativa y muy simbólica. Recuerdo que ella estaba muy emocionada con la impresión de las cosas por acá y me generó una sensación muy bonita de conexión a distancia. De la primera edición de el aluZine, imprimimos uno de una chica trans lesbiana, muy dark, que era un juego de brujería a la luna llena. Y de la edición más reciente, enfocada en Transexuales por Gaza, me pareció muy bello un fanzine que era una recopilación de imágenes de paisajes de flores en lo que hoy es Palestina y Gaza, intercalados con pintas pro Palestina. Se me hace muy potente porque es bonito de ver, pero tiene su espinita.

«El fanzine es una forma de construir subjetividades y de pensarnos fuera de los sistemas hegemónicos«. Foto: Habita el vacío.
¿Qué te ha regalado la autopublicación, además de estos encuentros?

Me ha dado un espacio para encontrarme creativa y narrativamente. Al final, me gusta decir que el fanzine es como una especie de extensión del cuerpo de la persona que lo hace. Es todo el proceso: la idea, el dibujarlo, el editarlo, irlo a imprimir, doblarlo, engrampándolo, ir a la feria y truequearlo. Ese cuerpecito hecho de papel se distribuye y forma parte de la casa de alguien, lo cual me da la oportunidad de compartirme y sentirme recibida por la gente. Es un alcance que me parece muy sano y bonito, pues no es masivo o viral, sino muy uno a uno.

¿Qué le dirías a la banda para animarse a hacer un fanzine?

Un fanzine te va a sorprender; es como un vómito que te explota un poco en la cara, pero que te encanta y quieres más de esa realidad cruda y pura. Siéntate y hazlo. Solo tienes que tener ganas de decirle algo al mundo —lo que sea, no tiene que ser algo importante—. Siéntate, engrapa algo y regálaselo a alguien o véndeselo a alguien o truquéalo, y ya… no hace falta mucho más. Es una forma de construir subjetividades y de pensarnos fuera de los sistemas hegemónicos.

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