Crean el primer archivo de la memoria transmasculina en México

El gestor del archivo, que por ahora es virtual, cuenta cómo nació esta idea. "La memoria no solo es recuerdo, es también el presente", afirma.

14 de diciembre de 2023
Geo González
Edición: Maby Sosa

CIUDAD DE MÉXICO, México. “Hay una ausencia de conocimientos sobre nuestras historias”, dice Aldri Covarrubias, gestor del Archivo de la Memoria Transmasculina MX. Presentes conversó con Aldri sobre la construcción de un archivo enfocado en personas transmasculinas en México, la importancia de la recopilación cuidadosa de sus narrativas y cómo eso a su vez propone una forma de cuidado y encuentros entre personas que “se viven de forma elegida, transitoria o permanente en la masculinidad no hegemónica”, como menciona Covarrubias.

El Archivo de la Memoria Transmasculina MX, alojado por ahora en el espacio digital y con algunas actividades presenciales en la Ciudad de México, está inspirado en el Archivo de la Memoria Trans Argentina. También en el proyecto Trans y Fugas, un archivo mexicano a cargo de Laura Glover quien escribe crónicas para recuperar las historias de mujeres trans y su supervivencia, la calle y la delincuencia.

“El Archivo de la Memoria Transmasculina es un espacio dirigido a producir formas de conocimiento propias a partir de la experiencia de las transmasculinidades en México. Es decir, de todas estas masculinidades no hegemónicas desde el género. Incluyendo las personas no binarias, la racialidad e incluso otros aspectos que se han construido en el pasado, y aún en el presente, como las traileras, machorras y travestis masculinos”, explica Aldri.

El archivo de la memoria transmasculina mexicana no sólo busca rastrear el pasado a través de esfuerzos de búsqueda y verificación de información histórica a partir de distintas fuentes de como el periodismo, los archivos históricos y el cine, sino también construir memoria a partir de experiencias encarnadas contadas en vida por personas transmasculinas, los encuentros y la recuperación de arte sobre transmasculinidad producido por personas transmasculinas.

Desde un lugar en la periferia oriente de la Ciudad de México, Aldri Covarrubias responde cinco preguntas a Presentes.

¿Cómo se construye este archivo de la memoria? 

-Se trata principalmente de intentar rastrear en vida experiencias de personas transmasculinas. No sólo de hacer recopilación informativa a partir de esfuerzos periodísticos o puramente historiográficos del pasado. Esta es una decisión metodológica porque hay baches sobre nuestras experiencias pues no hay un registro, una base de datos. No hay algo en donde nuestras experiencias estén sistematizadas. Hay una ausencia de conocimientos sobre nuestras historias y decidir no tomar en cuenta una narrativa estrictamente cronológica o histórica es una coordenada a partir de la cuál podemos situar conocimientos en vida. 

Este archivo no se trata de un catálogo de transmasculinidades. La apuesta es ver cómo la transmasculinidad incide y ha incidido en la vida pública porque nosotros, nosotres pensamos la transmasculinidad no como solo una identidad de género sino también como una forma a partir de la cual vemos el mundo. A mí no se me quita lo trans cuando me quito la ropa. Yo soy trans todo el tiempo y mi transición de género no es la única que me atraviesa, hay muchas coordenadas a partir de las cuales podemos enunciarnos.

¿Qué detonó la necesidad de construir una memoria transmasculina? 

-Un hartazgo muy marcado en mi vida personal porque yo mismo me decía no puedo ser el único. Y la urgencia de poder mirar atrás y al presente para decir que aquí estamos, que podemos sacar del olvido esas historias que nos competen. 

También, por supuesto tiene que ver con mi edad. Estoy en mis 30, entonces yo al final atravesé una especie de duelo por saber que no era a través de la reproducción biológica, al ser una persona gestante, el cómo yo iba a buscar esa trascendencia que me parece que es una cosa muy humana de desear. Nuestra propia mortalidad nos pone de frente esa cuestión y al final no lo veo como una cuestión de legado sino de ancestralidad. 

Si tenemos a todos estos imaginarios que nombramos mamá como Madonna o figuras en el ballroom, que al final lo LGBT ha torcido sobre la familia tradicional, cis, patriarcal, pues yo he sentido la urgencia de decir ¿dónde están los abuelos? ¿dónde están estos otros, otres que nos pueden impulsar? Principalmente para saber que no partimos de cero, para recordarnos que no nos iremos en silencio. Sobre todo, en esta afrenta fascista que estamos viviendo en el mundo, ésta, la memoria también es una propuesta y contraataque a eso.

Es común que la memoria trans se vincule con una narrativa de muerte ¿cómo este archivo construye y hace memoria?

-No queremos construir memoria a partir de experiencias que la misma persona ya no pueda desmentir sobre lo que fue su vida. Este archivo, en ese sentido, retoma lo que el activismo disca y el orgullo loco dicen sobre las experiencias en primera persona. Nada sobre nosotros sin nosotros, nosotres. Y eso rompe la lógica del director de cine, del psiquiatra que nos diagnostica, del médico que nos da las hormonas.

Para mí este cambio de perspectiva parte de echar un vistazo al pasado de toda esta recopilación memorial que fue relevante. Sobre todo, con la respuesta ante la epidemia del VIH como una lógica de manejo de duelo y trazado de significado que me parece muy importante que recuperemos. Porque estos movimientos también dieron la posibilidad de replantear la muerte sobre todo en una afrenta fascista que no sólo busca nuestra muerte sino la eliminación de nuestra trascendencia. 

Este archivo recupera eso, en ese sentido, que la muerte no es destino. Entonces la apuesta es por la vida. Porque nosotros, nosotres también somos las vidas ocurriendo, y lo que decidimos contar de nosotros, nosotres es una potencia muy grande frente al extractivismo y las lógicas de muerte que están muy presentes hoy contra las personas trans. 

-¿Por qué apostar por una construcción de memoria en vida y desde el presente? 

-Dejarlo sólo como una búsqueda en el pasado es un arma de doble filo. Si lo que queremos es etiquetar, clasificar y sistematizar lo transmasculino tendríamos únicamente apenas unos 60 años de historias en dónde podríamos encontrar algún dato. Pero seguramente siendo representados como objetos de la medicina, el amarillismo de la prensa o desde los estudios de género. 

El otro lado es que aún hay un territorio no explorado que retomar. Cuando hablamos de las transmasculinidades nos topamos con otros grandes temas de lo humano como la migración, la concepción salud-enfermedad, la paternidad, etc. Experiencias en las que podemos problematizar y es ahí donde quizá también encontremos esas historias. 

Esta formación de conocimiento, entre el pasado y las historias encarnadas, contada por ellos y elles, no podría suceder sin aclarar que tradicionalmente lo trans está atravesado por un extractivismo, sobre todo por una mirada del escrutinio cis, en donde nos ven como objetos de estudio, objetos documentales, objetos de espectáculo. Pero jamás desde otro lugar como productores, periodistas, historiadores. 

Para mí es importante retomar las historias en vida porque la memoria no sólo es pa’ tras, la memoria no solo es recuerdo, es también el presente. Creo que hacer memoria desde el presente implica también vernos como actores para ya no seguir en esta franca complacencia de “hice lo que pude y ya le tocará a los, les jóvenes seguir moviendo la rueda”. ¿Por qué? Hacer memoria en vida es también un poco hacer frente a todo aquello que busca eliminarnos, entonces mientras sigamos vivos y vives son nuestros tiempos. 

Club Social Memorial.
Foto: Geo González

-¿Qué valor tiene la creación de espacios físicos de encuentro como el Club Social Memorial que surge a partir de este archivo? 

-Principalmente es una respuesta a la falta de referentes, de representación y encuentros entre personas transmasculinas. El primer planteamiento de crear el Club Social Memorial es una respuesta a que hay personas que apenas están explorando su masculinidad no hegemónica y hay una necesidad de tener un espacio para hacerlo sin juicio, o sin prejuicios. Porque la masculinidad ahora con el ascenso de lo identitario se simplifica y se equipara a hombre=opresor, varón=violento.

Club Social Memorial.
Foto: Geo González

Entonces, más allá de pedir aceptación en otros espacios LGBT para mí era importante tratar de ensayar cómo sería uno que pusiera a las transmasculinidades en el centro. No porque queramos ser un club de toby pero sí para construir comunidad. Y los juegos de mesa fueron la opción perfecta porque al momento de reconocer mi propia torpeza social y la de algunos compañeros pensé que los juegos de mesa permiten esta especie de socialización forzada. Fue un ejercicio que nos permitió escucharnos, convivir, hablar entre nosotros, nosotres durante más de 20 horas en tres sesiones distintas. 

***

Si quieres participar en el archivo con tu historia puedes escribir por mensaje al instagram de Archivo de la Memoria Transmasculina MX. 

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