Paraguay: condenaron al gestor cultural de La Chispa, bastión del arte y la diversidad
La justicia paraguaya condenó a Sebastián Coronel, gestor del Centro Cultural La Chispa, a nueve meses de cárcel con suspensión de pena. Para el sector cultural, la sentencia busca castigar un espacio que incomoda al poder.

Compartir
El viento despeina algunos pelos de colores en la terraza del segundo piso del Palacio de Justicia, en Asunción. Es 13 de agosto, el último día de juicio oral al gestor cultural Sebastián Coronel, imputado por “contaminación de aire y ruidos dañinos”. El Cuaji, como le dice su gente querida, no está solo. Lo rodean diez amigues, y compañeres de La Chispa. Se abrazan y toman mate para contener el frío y los nervios. Desde arriba, miran los lapachos rosa mientras que el Tribunal de Sentencia delibera en una sala sobre el futuro de Cuaji.
Para Fátima Fernández Centurión, gestora cultural de Nhi Mu y la residencia Kaos, lo que ocurre con La Chispa va mucho más allá de un juicio por decibeles. “Me parece que sienta un precedente a nivel persecución del trabajo de las personas que vienen remando la gestión cultural de este país y de esta ciudad”, dice y expresa que La Chispa representa algo más que un espacio cultural: “es un modelo alternativo de gestión comunitaria”.
Ese centro histórico que, por décadas, estuvo marcado por el abandono estatal es el mismo centro donde, a pesar de las adversidades, colectivos y artistas levantaron proyectos artísticos y centros culturales, muchas veces sin apoyo y con trabas burocráticas. “Esto no hubiese pasado si estábamos en Villa Morra. Así de sencillo es”, afirma Fátima.
La calle como derecho
Las horas pasan lento en los pasillos del Tribunal. A las 11:50 los jueces aún no definen, pero cada vez va llegando más gente a apoyar a La Chispa.
-Qué bueno que estés acá
-Es mi trabajo, soy artesana
A comienzos de los años 2000, Asunción vivía bajo un edicto municipal que prohibía a les jóvenes juntarse de noche. La Ordenanza N.º 114/03 buscaba controlar la vida nocturna de la ciudad imponiendo horarios de cierre para bares y boliches. La norma, impulsada por el entonces intendente Enrique Riera, había sofocado la vida nocturna de la ciudad. Las plazas, las calles y los bares cerraban temprano. Poco y nada quedaba para quienes querían encontrarse, charlar o simplemente existir fuera de la mirada de la policía.
Una casa en la calle Estrella entre Colón y Montevideo se convirtió en refugio. Allí vivían Malena Bareiro y Pachín Centurión, una pareja que abrió las puertas a jóvenes artistas y disidentes. “Ellos ya eran una familia que nos recibía a los jóvenes que no teníamos dónde estar”, recuerda Rocío Robledo, cantautora y gestora cultural. “Después de la facultad nos juntábamos ahí y era un lugar cálido, donde podíamos ser”.
Ese mismo espíritu fue el que más tarde encendió La Chispa: un centro cultural que no nació de un plan institucional sino del deseo de sostener un espacio abierto, donde el arte sea accesible para toda la comunidad. Con el tiempo, La Chispa se volvió un espacio de enseñanza no formal para toda una generación. Desde cómo producir un festival hasta cómo sostener la logística de un evento con voluntariado.
“Fue y es una escuela de formación para muches de nosotres”, dice Rocío. “Aprendimos el oficio de la gestión cultural, de generar un espacio seguro para la gente. Y eso no es poca cosa”. Allí donde la ciudad imponía rejas y desalojos, la cuadra se transformaba en escenario, en mural colectivo, en pista de baile, les colaboradores de La Chispa construyeron un lugar seguro en la calle.


Para Paty Latorre, cantante de Passiflorx y gestora cultural, La Chispa es, ante todo, un lugar para encontrarse con una sensación rara y poderosa: la de pertenecer. “Era un lugar donde podía conocer proyectos, personas que me hicieran sentir que tenía un lugar en el mundo, donde podía expresar quién era”, recuerda. “Las ideas eran mucho más importantes. Eso es lo que nos deja La Chispa: que la comunidad es lo más valioso que podemos generar”.
En el mismo espíritu, Manu Alviso, artivista TLGBI+ y gestor cultural de Sala Piloto, expresa que La Chispa aglomera a todas esas comunidades que no tienen espacio en otros sectores de la ciudad, que son mal vistos o que tienen la entrada prohibida. En el centro histórico de Asunción, marcado por el abandono y la desconfianza, pesa todavía una herencia de la dictadura estronista: la idea de que el peligro está “afuera”. “El centro tiene un estigma de que es peligroso, de que se te va a robar. Todo eso cae cuando la misma gente es la que se empodera con el espacio”, señala.
Más que un debate técnico
A las 13:30 horas, los jueces toman una decisión. La fiscal Elvia Chávez ingresa junto con las abogadas defensoras, Emilia Yugovich y Florencia Tornadu, y Sebastián Coronel. El Cuaji tararea bajito Desapego, de Purahéi Soul mientras el público y la prensa van entrando en silencio. El día anterior le tocó sentarse en el asiento del acusado y explicar frente a los tres magistrados por qué la discusión sobre qué es considerado arte no puede ser motivo de un proceso judicial.
“Pareciera que estamos hablando del rock de los 60 cuando Elvis Presley o Los Beatles irrumpieron en la escena musical mundial y los trataron de satánicos. Hoy son grandes referentes, no hay música que no haya sido influenciado por cualquiera de ellos. Pareciera que las quejas de los vecinos son por criterios estéticos. Lo que se puede entender es que éramos gente turbia, rara, y parece que es un debate sobre qué entendemos por arte o cultura”, dijo Cuaji al testificar.
Parte de su argumento se retoma en el largo preámbulo del presidente del tribunal, Héctor Capurro, sobre la importancia de los aportes de La Chispa en la cultura local. Pero rápidamente se apaga cuando comunica que encuentran a Sebastián culpable y lo condenan a nueve meses de prisión con suspensión de la ejecución de la pena, por “contaminación de aire y ruidos dañinos”,
El fallo llegó con voto dividido y deja al descubierto la criminalización de los espacios independientes que sostienen expresiones artísticas y comunitarias en una ciudad cada vez más hostil para la diversidad. Con base en una norma penal en blanco y ordenanzas municipales ya derogadas, los jueces de Sentencia, Héctor Capurro y Juan Carlos Zárate, consideraron que en dos de las seis actividades de La Chispa se superaron los decibeles máximos permitidos por ordenanza municipal.
Capurro y Zárate votaron por rechazar el pedido de incidencia que solicitó la defensa al inicio del juicio oral, porque consideraron que la Ordenanza 183/2004, estaba vigente al momento de los hechos. Sin embargo, la magistrada Yolanda Portillo votó en disidencia: sostuvo que la ordenanza utilizada para acusar ya no estaba vigente y que, en consecuencia, no existía delito y que correspondía la absolución de Sebastián.
Vacío legal
Aunque la fiscala Elvia Chávez solicitó una pena de 4 años de cárcel, la mayoría del tribunal aplicó la ley “más favorable” al acusado, confirmando la condena pero con una reducción de la pena, como solicitó la defensa técnica al inicio del juicio. La representante legal de Sebastián, Emilia Yugovich, explicó que el caso se construyó sobre disposiciones municipales derogadas y un vacío legal.
Yugovich señaló que en Asunción no existe una normativa vigente clara sobre cómo medir los decibeles, lo que quedó en evidencia durante el juicio oral, cuando los propios técnicos de la Municipalidad demostraron que no sabían cómo debían realizar el muestreo. En su opinión, la ausencia de reglas precisas no solo afecta el caso de La Chispa, sino a toda la ciudadanía.
“Yo entiendo la posición de los magistrados que fallaron a favor de la condena y de la conducta típica y rechazaron el incidente de nulidad de la acusación como una cuestión corporativa del poder judicial junto con el del Ministerio Público, porque realmente se le van a caer todas las causas que tienen por emisión de ruidos dañinos porque las municipalidades vienen utilizando esta ordenanza”, afirmó.
“Con esta condena se produce un quiebre en el estado de derecho porque se quebró el principio de legalidad y, en todo el procedimiento, desde la intervención que se probó con esa animosidad que hay contra La Chispa, se quebró el principio de igualdad ante la Ley”, expresó. La abogada defensora también explicó que la condena impuesta a Sebastián Coronel no implica prisión efectiva. No se va a ejecutar la pena privativa de libertad y por dos años va a tener que cumplir las medidas que dicte el tribunal.
Voces de la cultura apoyan a La Chispa
Luego de la condena, la Secretaría Nacional de Cultura expresó su apoyo a La Chispa a través de un comunicado oficial que publicaron en sus redes sociales. La ministra de Cultura Adriana Ortiz subrayó la importancia del espacio cultural y cuestionó la pertinencia de la acusación.
El día que testificó, dijo que la laguna legal existente en torno a la regulación de los centros culturales genera confusión e incertidumbre tanto para los gestores culturales como para los vecinos. Explicó que junto con la Red Escucha se elaboró un borrador de ordenanza municipal para dar un marco claro a este tipo de espacios. Además, contó que el centro histórico de Asunción concentra la mayor cantidad de centros culturales del país y que los considera “héroes de la patria” por haber resistido cuando la actividad cultural se trasladó a otros barrios.
“La sociedad necesita espacios abiertos para poder ser libres en sus expresiones y generar convivencia activa”, afirmó, y sostuvo que la acusación contra La Chispa representa una injusticia en un contexto donde el Estado debería garantizar, y no perseguir, el derecho a la cultura.
Los días siguientes a la finalización del juicio, figuras públicas de distintos sectores se pronunciaron contra la condena de Cuaji y pidieron la absolución del centro cultural. La actriz paraguaya Ana Brun, conocida por su papel en Las herederas (2018), Matar a la bestia (2021) y VI Premios Platino del Cine Iberoamericano (2019), opinó, en diálogo con Presentes, que La Chispa es una cuadra recuperada por los amantes de la cultura. “Ese lugar se convirtió, sin saberlo, en un espacio de resistencia, donde todos podemos ir a manifestar nuestras alegrías, sueños y esperanzas. Debemos proteger ese lugar, uno de los pocos que tenemos”, refirió.
Chirola, vocalista y líder de la banda paraguaya Kchiporros y también de La de Roberto reflexionó sobre la ciudad. “Asunción ya es una ciudad bastante golpeada, potencialmente verde, potencialmente hermosa, potencialmente culta. Una de las cosas que duele es la falta de opciones o de propuestas. Todo muy políticamente correcto, todo muy servicial, es súper importante tener espacio de resistencia”, dijo.
Recordó una oportunidad en La Chispa, cuando tocó con La de Roberto y sostuvo: “Necesitamos espacio como La Chispa para seguir desarrollando un arte callejero, un arte resistente y una propuesta underground que le dé vida y alma a la ciudad. Duele ver que se castigue a los gestores culturales”.
Apoyar al arte
Sabb Montes, cantante de Milkshake y panelista del programa “Noche de furia” considera que La Chispa es fundamental. “Para los artistas es un espacio donde podemos crear, encontrarnos y que nuestras voces sean escuchadas. Preservarlo es muy importante porque significa que la cultura independiente puede seguir viva y que nuestros nuevos proyectos pueden nacer y surgir. Apoyar a La Chispa es apoyar al arte y a la creatividad de todes”, sostuvo.
Para Jenny Hicks, de Purahéi Soul, La Chispa es un símbolo y formó parte de toda la historia de su proyecto musical. “Realmente consideramos uno de los espacios vitales para trabajar la cultura de forma inclusiva en nuestro país. Es uno de los pocos lugares donde podemos ver formas de trabajo cooperativas, comunitarias, espacios inclusivos de arte, de música. Me cuesta un poco hablar, son días sensibles para la cultura de nuestro país”, dice.
Esa sensación acompaña a varios exponentes del sector cultural que se solidarizaron con La Chispa. Rocío Robledo recordó los murales que funcionarios de la municipalidad taparon con pintura gris. En su voz hay tristeza. “Es simbólico y tiene que ver con lo que las instituciones que deberían apoyar espacios como La Chispa, como la municipalidad de Asunción, o la Fiscalía, que debería velar por la seguridad de la ciudadanía, se ocupen de perseguir a un espacio como La Chispa donde lo único que hacíamos era ser felices en la calle”.
Somos Presentes
Apostamos a un periodismo capaz de adentrarse en los territorios y la investigación exhaustiva, aliado a nuevas tecnologías y formatos narrativos. Queremos que lxs protagonistas, sus historias y sus luchas, estén presentes.
APOYANOS
SEGUINOS
Notas relacionadas
Estamos Presentes
Esta y otras historias no suelen estar en la agenda mediática. Entre todes podemos hacerlas presentes.


