“En el cine hay una falta enorme de historias de personas trans y ternura”

Ana Gutiérrez es una documentalista mexicana. En esta entrevista habla sobre su camino y las representaciones de la personas cuir en el cine.

13 de marzo de 2025
Geo González
Cortesía Ana Salgado
Edición: Ana Fornaro

Ana Gutiérrez, mejor conocida como Ana chinos, es una documentalista, guionista y editora mexicana. También juega tenis de mesa y toca la armónica. Pero si tenemos que hablar de su trabajo como documentalista Ana lleva más de una década dirigiendo y produciendo varios cortos documentales que han sido presentados en festivales como DocsMx, MicGénero, Festival Mix y Doc Buenos Aires. 

Ana nunca imaginó que su camino en el cine iniciaría con la fascinación por la radio. Su intención inicial era dedicarse a los medios sonoros, inspirada por un proyecto de radio para niñes que realizó en la preparatoria. Sin embargo, durante sus estudios universitarios en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM viendo documentales mexicanos descubrió que la realidad misma era una fuente “para generar nuevas representaciones”. 

“El cine tiene la capacidad de transformarnos como sociedad, de generar debates, de generar reflexión. Pero para lograrlo también creo que es importante hacerlo desde los cuidados y para eso la empatía es fundamental. La mirada del cine tiene que ser un acto de empatía. Solo entonces podremos construir una sociedad más justa y diversa», reflexiona.

Con esa inquietud, viajó a Buenos Aires para estudiar cine documental creativo, convencida de que el documental podía ir más allá de las entrevistas encuadradas y convertirse en una propuesta artística, cuidadosa y transformadora. Más tarde esas reflexiones la llevaron a explorar su primer trabajo de ficción, Lolo (2024) que cuenta la historia de una persona transmasculina joven que comienza a explorar su identidad en un contexto periférico en la Ciudad de México. 

Hablamos con Ana sobre Lolo, la representación, el cine cuir, el valor de la amistad y la visibilidad, y el cine como espejo. 

Lolo

La importancia de la representación en el cine cuir 

El tema de la representación en el cine es algo que Ana ha reflexionado mucho. «Nunca había estado en una sala de cine donde un beso homosexual fuera recibido con aplausos. Pero en un festival en Vancouver, cuando en pantalla dos chicos se besaron, todo el auditorio gritó y aplaudió. Me di cuenta de que yo nunca había tenido esa experiencia, no así en una sala de cine. Y pensé que es justo eso lo que merecemos en cuanto a la representación”. 

Esa ausencia de referencias, inclusive hoy día en la vida adulta de Ana, refuerza su convicción de que la representación es necesaria. «La primera película en la que vi un beso homosexual fue Brokeback Mountain, con actores heterosexuales cis. Lo celebré así como algo personal pero no colectivo y justo por eso la representación importa, porque nos permite vernos, identificarnos entre nosotres”. 

-Cuando pensamos en cine cuir es muy común que los primeros referentes sean películas gays o sobre mujeres trans. En ese sentido, Lolo habla de una persona joven, en un contexto periférico y además con una identidad transmasculina. Cuando imaginaste y escribiste esta historia ¿te lo planteaste así desde un inicio? 

– El cine cuir, para mí, es el cine que está buscando realmente un cuestionamiento de las estructuras dominantes, de los modelos heteronormativos, y entonces, en ese sentido, el cine cuir tiene una capacidad crítica, política, de apertura, de posibilidad. Y creo que eso tiene mucho que ver también con la representación de las identidades, de las personas, y de los cuerpos, los territorios.

Lolo, es sin duda, un ejemplo de eso. Este cortometraje cuenta la historia de una persona transmasculina jóven que trabaja la chinampa que era de su abuelo y en esa cotidianidad periférica dentro de la Ciudad de México se abre espacio para descubrir y vivir su identidad de género acompañado de sus amigues.  

En México, las chinampas son un sistema de cultivo prehispánico que aún se conserva,  trabaja y resiste en la zona lacustre del pueblo de Xochimilco, ubicado al sur de la Ciudad de México. 

«Al imaginar y escribir el guión de Lolo tenía claro solo una cosa, quería hablar de una persona no binaria. Lo ubiqué en un contexto de resistencia, igual que las chinampas en las que trabaja. Me interesaba la comparación entre una identidad no binaria en un mundo que se dice binario, y el cultivo en un entorno que resiste a un modelo capitalista. Pero fue al conocer a Ro, quien interpreta a Lolo, cuando la historia tomó una nueva profundidad. Decidimos que la historia tuviera elementos de su propia experiencia como una persona transmasculina, de otra forma no podía contarse”.

– Lolo pone al centro no solo a una identidad no binarie y transmasculina, también habla a las juventudes trans ¿qué valor tiene para tí eso en una coyuntura global que busca negar su existencia?

– Creo que la representación transmasculina, y en general de las personas no binarias y las infancias trans es algo que se construye desde la invisibilidad. No están representadas de una manera amplia o compleja, sino que nos ponen en una caja y a partir de ahí nos imaginan, casi siempre, como decía: desde el dolor y la violencia, o el binario. Y merecemos otras historias, merecemos espacios de experimentación, de libertad, de explorar quiénes somos, cómo nos queremos ver en entornos amables, libres de odio (…) Para mí, la visibilidad de las juventudes e infancias trans es crucial porque lo que está sucediendo hoy es que se está buscando que no tengan un espacio de acompañamiento. Parece que el mundo se está encargando de dejarles un futuro de rechazo, de señalamiento y discriminación. Y también desde el cine de ficción y documental, tenemos una responsabilidad de crear posibilidades donde ser quienes son es posible. 

– En el caso de Lolo, ¿cómo decidiste cuidar esa representación?

– Muchas veces, cuando vemos personajes cuir en cine, están interpretados por personas cis y eso cambia la forma en que se perciben. Con Lolo, cuidamos cada detalle: desde que fuera interpretado por una persona transmasculina, hasta el vestuario, la forma en que se mueve, lo que dice. Nada está idealizado. Lo que vemos es una vida cotidiana, no una historia que esté construida desde la tragedia o el drama innecesario».

Esa es una de las mayores convicciones de Ana: que el cine cuir amplíe sus narrativas y no se limite solo a historias de sufrimiento. «Es importante hablar de la violencia, pero también necesitamos narrativas que nos den otras posibilidades. Muchas historias trans se cuentan desde la tragedia, la discriminación, el sufrimiento. Pero hay otras experiencias. Lolo no está centrado en la violencia, sino en la amistad. En la vida cotidiana, en las pequeñas alegrías y luchas diarias. Eso también es parte de nuestra realidad y merece ser contado. Creo que seguir alimentando la narrativa de la violencia es complejo, y deja poco margen para la esperanza, para imaginar otras posibilidades”.

Lolo como un espejo: el impacto personal de contar esta historia

El proceso de creación de Lolo no solo le permitió a Ana construir una historia auténtica sobre la identidad no binarie y transmasculina, sino que también se convirtió en un espacio de reflexión personal sobre su propia identidad de género. 

«Creo que, a medida que iba haciendo Lolo, fui entendiendo cosas de mi propia identidad. Fue un proceso de autodescubrimiento porque antes no me había permitido pensar en mi identidad de una manera tan abierta y fluida. Cuando empecé a trabajar con Ro, quien interpreta a Lolo, empecé a entenderme mejor a mí misma, sobre todo con la idea de las posibilidades que me daba el cine para explorar mi identidad desde otro lugar. Fue algo muy liberador, como si hubiera disparado un láser hacia un espejo y me hubiera regresado directo a los ojos”.

Ana cuenta que, aunque su expresión de género siempre había sido neutra, nunca antes había puesto en palabras esa parte de su identidad. «Más que una decisión consciente de explorar mi identidad a través del cine, creo que fue el cine el que me llevó a explorarme a mí misma”. 

Ver la historia materializada en pantalla la llevó a cuestionarse y a permitirse nuevas formas de nombrarse. Este proceso la hizo pensar en lo importante que es que existan historias sobre personas no binarias y transmasculinas en el cine. 

“Si cuando tenía 20 años hubiera visto una película como Lolo, quizá muchas cosas sobre mí las hubiera entendido antes. Creo que es fundamental que las nuevas generaciones tengan acceso a estos relatos, que se vean reflejadas y que no tengan que esperar hasta la adultez para poner en palabras lo que son y lo que sienten”.

El valor de la amistad en Lolo y en la vida de Ana

Uno de los elementos centrales en Lolo es la amistad, y no es casualidad. «Para mí, la amistad ha sido un pilar fundamental en mi vida, y quise reflejarlo en la historia. Muchas veces, dentro de la comunidad LGBT+, las amistades se convierten en nuestra verdadera familia. Gente que te cuida, que te acompaña y que te valida cuando el mundo parece querer negarte».

En la historia de Lolo, la amistad es el refugio y la fuerza que permite al protagonista seguir adelante. «No quería que la historia girara en torno al rechazo familiar, que es una narrativa muy recurrente. Quería mostrar que hay otras formas de apoyo, que los vínculos de amistad pueden ser igual o más poderosos que los lazos de sangre”.

Ana también destaca que, en su propia vida, sus amistades han sido clave en su camino como cineasta y en su proceso de autodescubrimiento. «Mis amigues han sido un espejo y un sostén. Gente que me ha impulsado a contar estas historias y que ha estado ahí en cada paso del camino. El cine también es un trabajo colectivo, y cuando se construye con amor y confianza, los resultados se sienten en la pantalla”. 

-¿Qué te gustaría que sucediera con Lolo?

– Me gustaría que Lolo pudiera llegar a muchas personas, sobre todo a aquellas que no han visto representaciones como ésta en el cine. Creo que hay una falta enorme de historias trans, sobre juventudes e infancias trans, y la ternura en sus caminos. Si la película puede abrir una conversación, generar empatía o hacer que alguien se sienta visto, creo que ya habrá cumplido un propósito importante.

Siguiendo el ejercicio de imaginación que te llevó a escribir y dirigir Lolo, ¿Cómo te imaginas que crece?

– Me gusta imaginarlo creciendo en un mundo más amable, con menos miedo y con más amor a su alrededor. Ojalá podamos construir ese mundo para que las juventudes y las infancias trans puedan vivir sin tantos obstáculos.

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