Luisa Almaguer, cantante trans: “La música me enseñó a confiar”

Luisa Almaguer es una artista trans chilanga y polifacética. En esta entrevista habla sobre los mágicos camino de la música, la cuota trans en los escenarios, cómo es trabajar con una equipa de puras morras, y la complejidad y contradicciones de los vínculos con varones, tema que explora Weyes, su nuevo disco.

4 de octubre de 2024
Geo González
Edición: María Eugenia Ludueña

CDMX (México). Luisa Almaguer es una cantante trans originaria de Azcapotzalco, una delegación al norte de la Ciudad de México. Es también compositora, actriz, comunicadora. Ha hecho trabajo en cine, tuvo un podcast llamado La Hora Trans y este año lanzó su segundo álbum como solista. Su nuevo disco se llama Weyes. En México la expresión wey es una forma que usamos para referirnos a otra persona sin importar el género. El plural, weyes, sí marca el género y la usamos para referirnos a hombres.  

Weyes habla del amor, de su infancia, de la identidad, también de los hombres.“De los hombres que me han enseñado de ternura. De quienes he estado enamorada pero también de aquellos que no me han sabido cuidar”, dice.

Cuando Luisa se presenta se nombra como “una cantante trans”. Para ella decirlo es un gesto político, porque ser una mujer trans en México, un país riesgoso y violento para ellas, lo es. “Me enorgullece decir cantante trans. Nunca he escuchado que alguien más lo diga. Somos pocas o históricamente nunca lo he escuchado de nadie. Nombrarlo es importante aunque hay banda (personas) que me dice ‘ya no digas eso, tú eres cantante y se te valora por eso y no por lo otro’. Y sí, pero eso otro es lo que soy también y me enorgullece. Implica mucho porque nada más esa palabra puede retumbarle a mucha gente”.

Luisa Almaguer: «Soy una cantante trans». Foto: Ignacio Ponce

Presentes platicó con Luisa sobre su arte, y también sobre ser trans en la industria de la música. Sobre lo que implica tener a mujeres a su alrededor como parte de su equipo. Cuenta que este año la música le ha enseñado de intuición y a confiar, y está abierta a esa mística. 

Parte de ese confiar, dice, viene por no hacer un camino sola. Hoy la acompaña un equipo conformado por otras mujeres que la ayudan a sostener esta apuesta: que la música sea cada vez más una opción para vivir de eso. Trabajan para lograr ese sueño y sostener la vida, con goces y preocupaciones, como ahora la salud de su perrito. 

Cómo impactan clase y género en los festivales de música

En América Latina no existe un solo festival conformado cien por ciento de feminidades músicas, dice Luisa. Pero sí hay festivales donde arriba del escenario son todos hombres y no hay una sola mujer. Para ella, el principal problema de esto no es sólo el género, sino la clase.

“No es porque (ellos) se lo propongan. Así son las cosas. Eso habla de lo difícil que es abrirse camino en la música. Creo tiene más que ver con la clase y ser blanco que con el género. En general, para hacer arte la clase pesa mucho más y eso es el problema número uno al respecto de que la banda (personas) podamos o no vivir de nuestros proyectos”.

La cuota trans

Luisa también es crítica respecto a cómo algunos festivales de música crean escenarios para la inclusión y la diversidad. Sabe que a veces es una especie de “cuota” o token que disfraza una falsa inclusión a grupos históricamente vulnerados, por parte de empresas u organizaciones. Pero no ignora que ser parte de eso también impulsa que su música sea conocida e incluso permitirse incomodar, decir lo que piensa.

“Muchas veces yo he sido el token en el conversatorio, en el festival, en el especial de mujeres. Soy consciente de ello pero también intento aprovecharlo y ser honesta conmigo misma. Siempre ser genuina aunque sepa que estoy ahí para cubrir cierta cuota o cierta paz mental de los organizadores”, dice. Sabe que “la música es un lugar que las personas trans nos hemos ganado por nuestro trabajo y talento. Aunque también en la música y estos espacios hay odio e ignorancia. De repente veo una especie de fascinación, como si fuéramos criaturas celestiales. Eso me saca de onda”.

Ternura y deseo, cuidados y riesgos

Luisa hizo tres discos. El primero, un ep, Miljillo (2016). Luego Mataronomatar (2019) y su reciente producción Weyes (2024). Desde 2020, cuando empezó a armarlo, quería que lo produjera Santiago Mijares. “Con él la música se elevó y creció mucho. Fue un ejercicio muy chido que hace que el sonido tenga cierta evolución, intimidad, profundidad”. 

En todos sus discos lo trans es parte desde lo lírico, el amor y el desamor, el ser deseada, el disfrute, sus inquietudes, lo cotidiano. Pero en Weyes también coexiste la dualidad de hablar sobre los hombres desde la ternura y los cuidados, el deseo y el peligro, como en la canción Tío Hugo

—¿Qué querías explorar al hablar de los hombres desde estas dualidades?

Tenía ganas de hablar sobre los hombres y lo que siento. Amor, deseo, atracción y ternura pero a la vez del miedo, el rechazo y el peligro que podemos sentir quienes nos relacionamos con hombres. Eso involucra más matices de los que a veces pintamos respecto del discurso que tenemos sobre los hombres y cómo nos relacionamos. Creo que en la música sí hace falta hablar de la ternura, de las figuras masculinas que sí fueron constructivas, que supieron entendernos, que supieron intuir mejor lo que necesitábamos en nuestra infancia, por ejemplo”. 

“La música nunca te va a dejar en visto”

Foto: Ignacio Ponce

¿A qué lugares la han llevado la música? Luisa habla de “caminos mágicos”. Más allá de las colaboraciones, como haber participado del ensamble African Express en el festival Bahidorá, junto a Mare Advertencia, Damon Albarn, Nick Zinner, Bonobo, Fatoumata Diawara, y otres. De cantar con músicas que ahora también son sus amigas como Jessy Bulbo, la Bruja de Texcoco. Y de cómo la música le ha enseñado a estar más conectada con su intuición y a confiar. 

Confiar me cuesta pero la música me ha enseñado este año sobre eso. Que nunca te va a dejar en visto, nunca te va a lastimar. En la música sí se puede confiar. Y para que esa magia ocurra, una debe estar con ese canal abierto, comer bien, estar más o menos clara.

Este año Luisa aprendió qué significa estar al servicio de la música. “Estoy intuyendo lo que la rola (canción) necesita, y ella me lo va a decir de diferentes maneras. Y yo más bien debo estar atenta y presente para captar lo que necesito hacer, para que esa rola salga como tiene que salir. La música me ha ayudado a estar más en un rol casi espiritual, más en contacto conmigo misma. Me ha ayudado a confiar en la intuición. Y a no confundir mi intuición con mi necedad”. 

“Un equipo de puras morras hace la diferencia”

Foto¨Ignacio Ponce.

Luisa se ha presentado en muchos foros de la ciudad chilanga y otras del país en shows íntimos y otros a full band. El 8 de octubre estará en el Foro Indie Rocks, en la CDMX, con su banda completa, coristas y un saxofonista. La siente como la fecha más importante que ha tenido hasta ahora. 

La viene trabajando hace rato, con un equipo de mujeres. Al preguntarle cómo es trabajar de esta manera Luisa responde que ha sido lo mejor que le ha pasado en la vida. 

Tuve un manager, hombre heterocis, lo peor que me pudo haber pasado. Ahora caí en las manos maravillosas de un equipo de solo mujeres básicamente. Mis dos managers son dos mujeres lesbianas y eso ha hecho toda la diferencia. Hay más claridad, menos pendejadas, no hay egos, las cuentas van bien, el trabajo se hace. Tener un equipo de solo morras que saben lo que hacen ha influenciado también en mi sentido de confiar en otras personas, pero no en cualquier persona, en ellas. Me puedo permitir sentirme mal por mi perrito, sabiendo que el trabajo sigue avanzando. Soy una mega frita (desordenada, olvidadiza) y estoy agradecida. Tenerlas a ellas ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida”. 

Como dijo Frida: Viva la vida

—¿Dónde encuentras goce o esperanza ahora mismo?

En la música, en los perros, en una michelada con sal, limón y ajonjolí. En ver a la gente trans. Cuando veo jóvenes trans me muero de ternura, me conmueve mucho. En las plantas, los árboles, el cine, las flores que intento tener cada semana. Me gustan mucho las lilis, las astromelias y las bugambilias, verlas crecer y florecer. Cantar, cantar, cantar. Ver a los músicos que me gustan, ver a Julian, a los weyes que me acompañan. A mi equipo de mujeres chingonas. Las Perdidas, el humor trans, las amigas, cagarnos de risa, el humor negro. Sí hay muchas cosas por las que vale mucho la pena vivir. A pesar de todo sigo teniendo ese mantra de la Frida (Khalo) y la sandía que fue lo último que pintó donde decía ‘Viva la vida’. Creo que es por ahí a pesar de la pinche vida que se sufre también. 

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