ESI con identidad mapuche: entre el placer y el territorio

“Katan kawin kuyentun pekuyen. El ciclo vital de las mujeres mapuche” es un trabajo colectivo sobre sexualidad y prácticas ancestrales que hoy están siendo rescatadas.

5 de septiembre de 2024
Luciana Mignoli
Gentileza Noelia Carrazana
Edición: Ana Fornaro

La primera menstruación, el placer en las relaciones sexuales, la decisión de gestar o no, la menopausia. Distintos momentos del ciclo vital que se ocultan, se disimulan, se cuentan en susurros, con vergüenza, con elipsis. “Me manché”, “me vino”, “tengo calores”. Mientras en muchas culturas hay temas que parecieran ser exclusivos de la esfera íntima y privada, la cosmovisión mapuche sostiene que lo que nos pasa en el cuerpo también sucede en el territorio. Entonces, lo individual se asume comunitariamente como un hecho público y colectivo.

Todas estas reflexiones y debates se dieron en la “Primera Jornada de Educación Sexual Integral con Identidad Mapuche” que organizó la Comunidad Mapuche Epu Lafken de Los Toldos, al noroeste de la provincia de Buenos Aires, en el marco del Día Internacional de la Mujer Indígena.

Estudiantes de diversas escuelas secundarias y de la carrera de Enfermería fueron en una gran bicicleteada hasta Casa Azul, la sede rural de la Comunidad. Allí se presentó la cartilla Katan kawin kuyentun pekuyen. El ciclo vital de las mujeres mapuche”. Es un trabajo colectivo redactado por la politóloga mapuche Verónica Azpiroz Cleñan con el asesoramiento de la pillan kushe (guía espiritual) María Elena Tripailaf del volcán Lanín, Neuquén.


Ni virginidad ni monogamia


El material recupera saberes ancestrales, desarma tabúes y cuestiona imposiciones de las creencias cristianas que asociaron al cuerpo de la mujer como pecado. Se analiza el espanto y/o fascinación con el que diversos autores españoles documentaron durante la época de la colonia la libertad sexual de las mujeres mapuche. 


Por ejemplo, en el cuadernillo se subraya que la virginidad no tenía ningún peso al formar una pareja. Incluso -narran- un embarazo previo a la formación de la pareja no era motivo de conflicto alguno. Si “la recién casada ya está encinta, embarazada por otro hombre, entonces el marido casi siempre se decide a adoptar al hijo por nacer”, decían.

Asimismo, indagaron la producción teórica de diversas lamngen (hermanas) mapuche que investigaron sobre la sexualidad y placer y detectaron lo que hoy podría definirse como un juguete sexual propio de la cultura mapuche. El weskel era una especie de tela confeccionada con crin de caballo que se ataba al pene para estimular el clítoris y provocar orgasmos. “Quiere decir que el placer sexual no era escondido u ocultado, sino que, además, había instrumentos para potenciar el disfrute” de las mujeres. 


Se puede observar que las consecuencias del genocidio no escapan a la sexualidad y a los vínculos: las construcciones afectivas poligámicas fueron abruptamente transformadas con la conquista. El cuadernillo recupera que tanto longkos (autoridades políticas comunitarias) como weychafe (guerrero) tenían prácticas poligámicas que fueron narradas por historiadores de la época. Y si bien mencionan la poliandría, estado de una mujer en vínculo afectivo simultáneo con dos o más personas, reconocen que es la práctica menos registrada históricamente. “La poligamia o la poliandria se fue extinguiendo u ocultando por el prejuicio moralista católico que sobrevalora la monogamia”, sostienen.

Sin territorio, el disfrute pasa a un plano lejano

¿Qué pasa hoy en relación a esa libertad sexual de las mujeres mapuche? “La sexualidad y el placer mapuche no es un tema que se esté hablando públicamente en los espacios comunitarios -responde Verónica Azpiroz Cleñán y agrega-: las disputas por el territorio, los desalojos violentos y la criminalización de las identidades indígenas hacen que el disfrute pase a un plano muy lejano”. 

Para la politóloga mapuche y doctoranda en salud colectiva, hoy “lo prioritario es sobrevivir. Sobrevivir si no tenés agua, sobrevivir si llegó la nevada, sobrevivir si te vienen a fumigar, sobrevivir si te quieren desalojar, sobrevivir si te hacen una causa penal. Hay una fragilidad del Estado de Derecho en Argentina que hace que los temas estrictamente de salud sexual y de placer, y la forma en que se concibe el cuerpo, sean temas relegados. A pesar de que las mujeres, sobre todo las mujeres, vamos instalando estos temas”.

Katan kawin kuyentun pekuyen. El ciclo vital de las mujeres mapuche” es justamente una de las formas de incidencia, un material realizado colectivamente con el empuje de mujeres mapuche de la provincia de Buenos Aires, que se logró imprimir de manera autogestiva y ya está circulando en escuelas de Los Toldos. Además, se puede acceder libremente a una serie de cinco videos en los que mujeres mapuche de distintos territorios narran experiencias en primera persona, materiales realizados con el apoyo del Fondo de Mujeres del Sur (FMS) y del Tejido de Profesionales Indígenas.

Feminismo blanco y una interseccionalidad sólo discursiva

Desde hace muchos años, los feminismos y movimientos antipatriarcales indígenas, afros, populares, marrones, migrantes; vienen haciendo una crítica al “feminismo blanco” o hegemónico a quien acusan de perpetuar una lógica racista, eurocéntrica y clasista. En la discusión, se pone en primer plano la idea de interseccionalidad: las opresiones de género no se dan por separado de las de clase y etnia.

Sin embargo, para la autora del material “la interseccionalidad es un concepto que se maneja dentro del ámbito académico, pero que después no tiene una bajada concreta en las políticas públicas”. En ese sentido, Azpiroz Cleñan propone un ejercicio: “si vos mirás los equipos de trabajo de las organizaciones feministas, en el staff principal no hay una afro ni una indígena. Entonces hay una discursividad pero no hay una materialidad real de esa intersección”.

El cuadernillo valora la Ley de Educación Sexual Integral 26.150 pero señala que “no hay materiales producidos por el aparato estatal desde nuestra cosmovisión mapuche sobre sexualidades. Mucho discurso de interseccionalidad y poco de concreto”.

La politóloga mapuche asegura que “en ningún momento el feminismo plantea los derechos lingüísticos en su práctica cotidiana y mucho menos se hace desde el Estado haciendo efectivos esos derechos en el acceso a la salud. Nadie se pregunta, por ejemplo, cómo equiparar la desigualdad en el acceso a servicios de salud pública cuando una mujer es monolingüe wichí, qom o pilagá”.


El material argumenta que la imposición del cristianismo obligó a esconder la menstruación, el deseo, el goce y el disfrute de la corporalidad. “Por eso mismo, estamos empeñadas en revertir la colonialidad (aún dentro del feminismo blanco) y traer a luz nuestras formas culturales de vivenciar los cuerpos, la palabra, el consejo, la vestimenta, la alegría y compartirlas para que se multipliquen los procesos de remapuchización”, dicen.

La festividad de la menarca

La Comunidad Mapuche Epu Lafken se propuso recuperar diversas prácticas indígenas que fueron avasalladas por el genocidio sobre el cual se construyó este país. Las ceremonias son clave porque allí las mujeres que han podido mantener la lengua encuentran un espacio común para que aflore el mapuche kimün: conocimiento mapuche que condensa la lengua y sus memorias. Uno de los ritos que se habían perdido y hoy está en proceso de recuperación es el Katan Kawin, la fiesta de la fertilidad de las mujeres. 

En el material, se explica que “el festejo de la menarca (primera menstruación) se vive comunitariamente porque lo que se celebra, al mismo tiempo, es la fertilidad de la tierra, la posibilidad de fecundar semillas nuevas, de generar alimentos, de alimentar otras vidas. La vida humana se asocia a la vida del territorio, por lo cual la fiesta de la fertilidad es de la tierra toda”.

María Elena Tripailaf, autoridad tradicional mapuche, detalla que en el Katan Kawin “se prepara a la adolescente para la vida. Le decimos doncella. Se colocan los chaway (aros de plata), se entrega ngülam (consejos) para que en su camino tenga claridad, sepa los valores que tiene como mujer mapuche”.

Es una fiesta llena de alegría. Las mujeres adultas acompañan con flores, regalos, platería. Y comparten recomendaciones de todo tipo, entre ellas, para el buen vivir de la sexualidad. “Las mujeres tienen la tarea de poder preparar a esa joven y entregar consejos y regalos que pueda utilizar como protección para su vida”, dice la pillan kushe (guía espiritual) del pueblo mapuche.

¿Y qué pasa entre los wentru (varones) de la Comunidad Epu Lafken con la recuperación de este rito ceremonial? “Están felices -cuenta Azpiroz Cleñan- porque son los padres de las niñas que han tenido su menarca. Hace dos años estamos acompañando ese proceso, tratando no solamente de recuperar la ceremonia del Katan Kawin, sino también de acompañar a las amigas de las hijas, para dar otras herramientas que las sostengan y que las fortalezcan”.

Plenopausia y liderazgo político

Para hablar de la menopausia, la Comunidad Epu Lafken se suma a diversos espacios feministas que renombran el fin del período de la menstruación como plenopausia: una perspectiva que anima a pensar ese ciclo vital como un momento de plenitud. 

“En esta fase tenemos más tiempo para las actividades comunitarias o colectivas, para transmitir conocimientos, experiencias y vivir la sexualidad haciendo foco en el placer, en relajar los cuidados de la salud sexual no reproductiva. Muchas de nosotras tenemos más tiempo para liderar procesos políticos”, aseguran.

Y además, advierten que es un momento de la vida donde el sistema médico hegemónico propone una medicalización con suplementos hormonales con prescripciones que consideran que “no son universales ni han surgido de necesidades específicas de las mujeres mapuche o indígenas en este continente”. 

El cuadernillo enumera algunos cuidados que deben tenerse en cuenta “cuando viene la luna” (menstruación) y repasa el uso de diversas plantas para acompasar dolores, cambios de humor o aumentar el deseo sexual durante el peküyen (menopausia/plenopausia). Consejos, vivencias y reflexiones que se silenciaron durante años pero permanecieron en las memorias colectivas y hoy, gracias al trabajo de muchas mujeres mapuche, resurgen en sus territorios.

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