Maby Ibañez, un faro en la diversidad calchaquí
Desde Cafayate, Salta, la mujer trans construye organización y comunidad entre las diversidades indígenas.
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“¡Es histórico!”. Esta frase suena como una muletilla en la boca de Maby Ibañez. Sus amigas y compañeras se ríen por la repetición de la sentencia, en una asamblea, en una entrevista o alrededor de un fuego. La dice fuerte, acentuando las vocales. Y convence. Tal vez sea por la conciencia de que en su andar la realidad no le pasa por al lado, sino que ella junto a sus hermanas de la comunidad están escribiendo una nueva historia.
Maby Ibañez tiene 37 años y es una feminidad travesti del pueblo diaguita de Cafayate, localidad salteña de los turísticos Valles Calchaquíes. Es referenta de Mujeres Trans Argentina (MTA), activista del Movimiento de Mujeres y Diversidades Indígenas por el Buen Vivir y hace más de diez años atiende su propia peluquería, a pocas cuadras del centro cafayateño. Junto a sus compañeras y otros grupos organizaron por primera vez la Marcha del Orgullo en esa ciudad y ya es reconocida a nivel regional y nacional como una referencia de las diversidades indígenas.
Una niña trans en el interior de Salta
“A nosotras se nos fue negada nuestra identidad como infancias travesti trans, y también nuestra identidad originaria, en la escuela y en otros espacios, y hoy tenemos que recuperarla”, dice Maby que, con la tenacidad de escorpio, nació un 24 de octubre de 1986, unos meses después que el seleccionado masculino de fútbol argentino se consagrara por segunda vez campeón mundial. Fue la primera de seis hijxs de un matrimonio de la clase media cafayateña.
El proceso de construcción de la identidad sexogenérica arranca desde que somos niñxs, por eso Maby ya era objeto de censura y represión desde pequeña. La maestra la retaba en el jardín por jugar con muñecas, lucir delicada con su melena de pelo lacio e insistir con el delantal rosa. Lo cuenta Maby, con su voz calma y serena. Reconoce que no lo tiene tan presente “porque la mente aprende a bloquear cosas que causan dolor”. Si bien siente que habrá sido complicado el proceso de aceptación para su familia, en su relato hay vastos reconocimientos al apoyo que le brindaron. Su transición se consolidó más fuertemente en “Bachi Corazón”, el nombre con el que se referían al secundario que hoy es la Agrotécnica de Cafayate – E.E.T. 3155.
“Ese proceso fue clave porque yo ahí ya decidí que no quería ser mariquita, quería ser una mujer y construir una imagen femenina. En la secundaria afianzamos ese proceso y pudimos llevarlo adelante en grupalidad y yo fui la primera trava en esa escuela. Fue un espacio que nos abrazó y nos dio fortaleza para lo que vendría.”
Las pibas y las maricas se empezaron a montar, se depilaban las cejas, uñas largas y maquillaje. Maby se ocupaba de los peinados de todas, su mamá había estudiado algo de peluquería y ella agarraba los libros y practicaba. Algo que había empezado casi como un juego se convertiría en su gran respaldo. Por esa época, un día una niña de dos años que estaba aprendiendo a hablar le dijo “Maby” y quedó ese nombre para siempre. Era Mika, la más chica de sus cinco hermanxs.
Peluquera de oficio
El tío de Maby era parte de una comparsa en Salta capital. Ahí solía vincularse con chicas trans y era un férreo defensor de sus derechos. Una tarde, llegó a Cafayate y le dijo a su hermano, Juan Carlos Ibañez: “Tenés dos opciones, ¿querés que tu hija estudie y se quede con ustedes o que se vaya lejos y ejerza la prostitución?” Al día siguiente su papá le preguntó qué quería estudiar. Para Maby su tío fue un apoyo importante para el proceso de identificación.
Maby viajó a estudiar en la escuela de peluquería Burgos en el centro salteño, se recibió en un año y se convirtió en la primera profesora trans de esa institución. Desde piba tenía el sueño de levantar su propia peluquería en su Cafayate natal. Cuando a Maby se le cruza algo por la cabeza no hay forma de detenerla. Empezó haciendo algo de lobby familiar: un salón de un negocio que había cerrado por acá, un préstamo de la abuela jubilada por allá, conseguir las herramientas de trabajo… Y así nació “Stylo Maby” a pocas cuadras de la plaza principal de su ciudad.
“Ya llevo trece años en esto. Reivindico ser peluquera de oficio, inventiva, resolviendo todo yo sola”, dice Maby. Reconoce que su profesión fue un gran respaldo para desarrollar su identidad de género en esa comunidad.
Lo que nos mueve
“Poder estar en Cafayate, cambiar las realidades de mis hermanas trans travestis y transformar vidas es lo que me mueve. Siento que caminar hacia un buen vivir es posible porque ya lo hemos habitado. Y eso es lo que me moviliza hoy con mucha fuerza”, sostiene Maby. Explica que, en la pandemia, justo cuando el mundo se detuvo, ellas se movieron para organizarse, y lo marca como su punto de partida personal en la lucha y la militancia. La crisis económica y la suspensión de trabajos que trajo aparejada la cuarentena en 2020 pegó fuerte en la comunidad diversa que se empezó a organizar por primera vez en Cafayate ante la necesidad básica de garantizar el alimento. Más en los lugares que viven del turismo como es esta ciudad.
Ella tampoco tenía clientes en la peluquería. Así que papel y lápiz, listado, agenda de contactos y a golpear puertas. Esa lista expresaba la necesidad alimentaria de más de treinta personas de la comunidad. Pero era mucho más que eso, de alguna forma era la visibilización como colectivo organizado. Es así como, además de lograr los módulos de mercadería para que las compañeras pasaran esos meses difíciles, decidieron conformar la sede local del Movimiento de Mujeres Travesti Trans de Argentina (MTA), con el apoyo de Luz Bejarano desde el MTA Salta. “La dificultad principal que encontramos era cómo íbamos a visibilizar a la comunidad LGBT en Cafayate y cómo íbamos a generar una aceptación sin confrontación ni choques. Y la estrategia, que después entendimos que era estrategia porque primero era el recurso a mano, fue lo artístico y lo cultural.”
Además de peluquera, Maby ya era una agitadora cultural en la región. Junto a copleras, artistas, dibujantes, empezaron a llenar las calles y la agenda cultural cafayateña de intervenciones, murales, cantos y peñas. En 2021 pusieron en cartel “Orgulloses, una varieté diferente”, un espectáculo íntegramente realizado por diversidades locales. Y además de generarse una fuente de trabajo, expresaban desde nuevos lenguajes a un colectivo históricamente negado.
Con la necesidad de afianzar una agenda de la comunidad diversa del Valle Calchaquí, comenzaron a celebrar las efemérides LGBT. Maby se encendió nuevamente porque siempre soñó con poder hacer la famosa Marcha del Orgullo en su ciudad natal y con rituales indígenas. Conformaron la comisión organizadora, reunieron y convocaron. “La primera sensación fue miedo, no sabíamos qué podía pasar. Articulamos con todas las instituciones y pensamos una marcha larga que atravesara toda la ciudad. Eso también habla de que somos un movimiento que atraviesa todos los espacios, debe ser transversal. La segunda en 2022 ya decidimos nombrarla PLURINACIONAL haciendo hincapié en la lucha por el territorio y por nuestros recursos naturales, entendiendo que nuestra lucha es reconociendo a los pueblos originarios y recuperando esa identidad indígena.”
Es noviembre de 2023, Maby es anfitriona en un hostel que alojó a las distintas comitivas del NOA para participar de la tercera Marcha Plurinacional del Orgullo de los Valles Calchaquíes. No se le escapa nada, está en todos los detalles, se toma el rato para recibir y hablar con cada unx, es cálida y pragmática a la vez. Se puede ver cómo todxs la respetan y la quieren.
El día previo a la marcha, alrededor de un fogón en una ronda de intercambio, Quillay Méndez, amiga y compañera jujeña expuso ideas contundentes. Y como en un discurso coral, que no importa en boca de quién esté, Maby la parafrasea y agrega: “Como dice la Quillay, nuestro orgullo es existir y resistir en nuestros propios territorios. Yo no me veo lejos de Cafayate, mi lucha y resistencia están acá, es el lugar que amo y defiendo, es un orgullo y una alegría estar y habitar este suelo, esa fuerza que necesito me la dan las montañas, el monte, el campo, los árboles.”
Este artículo fue publicado en el medio aliado La Nota de Tucumán
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