Ale Berón Díaz: “La poesía siempre es la materia prima”

Poeta, performer y dramaturgo, tras girar por Córdoba realizará una temporada en Casa Brandon durante diciembre.

26 de octubre de 2022
Verónica Stewart
Gentileza: Matías Leonardo Agüero
Edición: Maby Sosa

BUENOS AIRES, Argentina. Cualquier persona que haya tenido el privilegio de ver a Ale Berón Díaz en un escenario, escucha su nombre y probablemente piense en muchas cosas. En su voz tan potente que parece que contiene su propio eco, en su mirada intensa, en sus silencios sostenidos que mantienen a salas enteras en vilo.

Tal es el impacto de su presencia escénica que quizá piense en su performance primero y en su poesía después. Pero a la hora de escuchar o leer sus textos, una cosa queda clara: Ale Berón no escribe poesía; Ale juega a la poesía. Y es que lo que lo distingue de todos sus colegas es que allí donde la mente del que escucha completa un verso porque está seguro de lo que viene, la palabra que le sigue lo desconcierta totalmente.

Entonces “llamar” es reemplazado por “amar”, “llorar” hace las veces de “robar”, “pis” ahora es “pez”. “Hola / ¿con quién estoy amando? / ¿con quién tengo el gusto?”, se pregunta en su poema “Amé”, que le da título a su libro. “Amé porque quería hablar con vos / te amaba para saber / te amaba para contarte / te amaba / para hacerte una pregunta”. Y así, entre risas y recorridos lúdicos por el lenguaje, nos acerca imágenes nuevas, nos habla, siempre, para hacernos una pregunta.

– ¿Cómo empezaste a escribir poesía?

-Uno usa las palabras para todo; para ir al chino, para ir a comprar algo, y hay como cierta calidad de esas palabras. En algún momento me encontré con esa otra palabra, que es como algo más, como encontrar oro. Siendo chico me pasaba que tenía algo para decir, esto que me venía pasando en relación a las expresiones y sentimientos muy primarios de amor o de atracción. Estaba con un texto que no podía ser ni nombrado ni puesto en juego ni en palabras ni en acto. Cuando empecé a escribir era buscar cómo decir esto. Eran textos muy crípticos.

– ¿Tenías miedo a la reacción del entorno?

-Tenía terror a la reacción del entorno. Era más que miedo. Y así fue como empecé a escribir. Al mismo tiempo empecé a tener contacto con las artes escénicas. Más o menos a los 17 años una compañera de teatro me dijo, “vos tenés que conocer a Marga”. Me dio un papel que decía Margarita Roncarolo, Taller literario para adolescentes con un infierno en la cabeza. Me acuerdo de pensar “este es mi lugar, acá es donde hay que ir”. Así un día llegué a la casa de Marga y fue amor a primera vista. Hice un primer taller de dos sábados y a partir de ahí no nos separamos más. Cuando llegué a su taller tenía todos estos textos crípticos y ella me ayudó mucho a encontrar un decir, pensar hacia dónde va, qué sentido tiene.

Esto que empezó como algo críptico por una necesidad de decir algo sin poder decirlo del todo se volvió un recurso. En tus poemas, ahora jugás reemplazando las palabras obvias por otras que descolocan.

-Sí. Con Marga se fue habilitando cierta zona de poder liberar el sentido y que quede más revelado. Pero está bueno esto que traés de que sigue conteniendo el germen de algo que es medio como un conjuro.

En una entrevista contabas que cambiar las palabras tenía algo lúdico en la forma de explorar la poesía. ¿Por qué te sigue gustando jugar a eso?

-Pensaba en lo revelador que es un punto de vista. Cuando de golpe podés ver algo desde otra perspectiva y decís “ah nunca lo había visto así”. En relación a esto del juego de palabras pensaba en algo que podría decirle “puntos de escucha”. Así como hay puntos de vista y uno distinto te puede cambiar la vida, de pronto escuchar algo que puede sonar de una forma, pero puede llevarte a otro punto de escucha puede generar cierta fricción y contener. Ahora estamos contenidos en esta escucha, estamos escuchando esto de otra forma, capaz no lo escuchaste así nunca. El juego permite encontrar porque no estás pendiente de la búsqueda. Estás jugando y de golpe encontrás una combinación donde está pasando algo. Lo importante es poder reconocerlo, por qué esto sí y esto no. El juego siempre es muy gozoso, pero uno podría dispersarse y perderse en eso, y hacer el juego por el juego. En medio de esa vorágine hay que ver “acá pasó algo” y detenerse y llevarlo a otro lugar.

De la palabra al cuerpo

Foto: Matías Leonardo Agüero

– ¿Cómo se te ocurrió llevar lo teatral a tu producción poética?

-Desde el primer año del taller con Marga queríamos poner en juego a la palabra y ponerla en escena en día de la muestra. Después hice la carrera de dramaturgia y en una escena típica en general hay un conflicto que es lo que hace avanzar y pone la acción; si pasa algo es en torno al poder que tiene ese conflicto. En poesía, ¿dónde está el conflicto? Muchas veces es la ausencia o está mucho más velado. Después empezamos a ponerle el cuerpo y daba la ilusión de que avanzaba sin que el texto contuviera un conflicto explícito. Nos empezamos a encontrar con otras personas que estaban en lo mismo. En un momento era muy novedoso. Si hay algo que me gusta mucho en este momento es que en principios del 2000 si alguien hacía un festival siempre se planteaba programar bandas, teatro, pero poesía no se pensaba, o letras. Hoy no es raro ir a un evento de poesía en sí mismo o que un poeta pueda telonear una banda o que haya una lectura y la banda cierre. Toda esa eclosión está buenísima.

– ¿Cómo surgió “El mundo podría acordarse”, el unipersonal que tenés ahora?

-Cuando salió Amé, mi primer libro”, vino la presentación que tuvo todo un recorrido escénico, con música y esa primera vez también estuvo Patricio Ruiz haciendo drag. Fue una presentación de un libro que también contuvo mucho más. Después de la presentación vinieron las presentaciones, y así se fue conformando la obra “Amé”. Empezamos a viajar y empezaron a surgir diferentes espacios. Lo hicimos en el FIBA también y estuvo re bueno porque es una obra donde, estructuralmente, toda la dramaturgia son poemas. Después vino la pandemia, lo cual canceló un poco todo, pero se abrió una posibilidad inesperada de pensar qué pasaba si aislábamos todo el contenido sonoro de la obra. Así salió el disco de “Amé” con Potable Records. La poesía siempre es la materia prima. Muchas veces me gusta pensar en la idea de holograma; está el poema, vos apoyás el poema acá y le pegas un holograma y salen todas esas dimensiones. Para este segundo disco, que son cuatro temas, el último es “El mundo podría acordarse”. Esta vez el gesto fue “que sea una obra de poesía” y lanzarse a esa aventura que es encontrarse con un cuerpo que está en un espacio y que va a desplegar durante una hora y media contenido poético. Después apareció Casita Brandon con quien tengo un lazo de amor desde hace mucho tiempo y Casita bien propuso hace todo un año de funciones así que ahí estamos haciendo temporada.

– ¿Cuánto de tu obra o de tu forma de hacer performance sentís que está atravesado por ser parte de la comunidad LGBT?

-Te podría decir que toda. Atrás de todos esos poemas está ese nene que estaba descubriendo sus emociones y que tiene mucho miedo de decir. Recuerdo mucho cuando escribí mi primer poema en el que puse explícitamente la palabra “hombre” y me acuerdo de haber sentido ansiedad, palpitaciones solo de escribirlo a los 17 años más o menos. Me acuerdo que ese poema tenía de título el nombre de una fragancia de un desodorante de Axe porque el chico que me gustaba usaba ese desodorante. Afecta un montón mi obra, y la sigue afectando. Todo el tiempo estamos rodeados de situaciones que vivieron personas de la comunidad demasiado violentas o vulnerables. En la lectura de poesía pasa que salís del closet cada vez que lo leés. En este momento estoy haciendo una perfo que lo primero que digo es “me estoy muriendo de hombre” y a partir de ese primer verso hay un poco de consternación, lo veo en la cara de la gente que se pregunta qué va a pasar.

-Ser abiertamente LGBT y hacer arte, ¿es una forma de activismo en sí mismo?

-Sí. Volviendo a ese chico que escribió ese primer poema, yo cuando escribí ese poema no tenía nada alrededor en lo que podía apoyarme. Ahora eso cambió, pero también hay una ilusión en eso; cada pequeño gesto puede dar una mano a esxs chicxs que están en esa.

El unipersonal de Ale Berón se presenta el domingo 13 y domingo 20 de noviembre en Alta Gracia, Córdoba y el domingo 11 de diciembre, en Casa Brandon, Caba. Para contactarte con el poeta, podés hacerlo a través de su Instagram: @aleberonn

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