Las luchas de Octorina Zamora, mujer wichí

Octorina Zamora se describía a sí misma como una “mujer wichí". Desde hace años era una referencia ineludible, y a veces controvertida, de los pueblos indígenas de Salta. Y de las luchas contra la violencia hacia las mujeres.

Octorina Zamora, mujer wichí, falleció esta mañana en la clínica donde estaba internada en Salta. “Octorina i leiyejh hohnat (Octorina partió de este mundo/dejó la tierra/falleció)”, informó su hija, la médica Tujuayliya Gea Zamora, que la acompañó en esos momentos.

“Yhil nech’efwalamhati k’ajyenteyha(Octorina) atsinha Wichí, il’eyhej honhat, yhiknatchoyhehen. Falleció está mañana k’ajyenteyha Octorina, mujer Wichí dejo la tierra, se nos fue”, anunció desde el norte salteño la comunicadora wichí Nancy López, una de las directoras de la radio La Voz Indígena, que emite desde Tartagal.

Mujer wichí

Octorina tenía 64 años y era oriunda de la localidad que hoy se llama Embarcación, a más de 260 kilómetros de la ciudad de Salta, donde fue niyat (autoridad) de la Comunidad Honhat Le Les. Pero hacía mucho que andaba recorriendo el territorio y el país, siempre poniendo en evidencia las vulneraciones de derechos de los pueblos indígenas. Aunque se describía a sí misma como una simple “mujer wichí”, desde hace años era una referencia ineludible, a veces controvertida, a la hora de hablar de la situación de los pueblos indígenas en Salta.

En 1992 la conocieron los medios de comunicación de la capital provincial, cuando se le plantó al gobernador Roberto Augusto Ulloa, el capitán de navío que cumplía su mandato constitucional luego de haber sido gobernador de facto en la última dictadura cívico militar en el país. Octorina y otras diez personas de la nación wichí exigían la entrega de los títulos del territorio de uso ancestral.

Octorina Zamora, en un reclamo por el centro nutricional de Tartagal, Salta.

Derecho a los territorios, a la salud y a la educación

En los años que siguieron Octorina estuvo en reclamos por el derecho a los territorios ancestrales; exigió que la salud pública fuera respetuosa de la cultura indígena; reclamó una educación que tuviera en cuenta su cosmovisión. Y denunció los abusos sexuales, tanto de criollos como de caciques y otros hombres indígenas.

En ese camino, en 2007 se ganó el enojo de algunos referentes wichí cuando denunció a la Corte de Justicia de Salta ante el Instituto Nacional contra la Discriminación y la Xenofobia (INADI) por anular el procesamiento de un hombre wichí que había sido acusado por violación de una niña bajo el argumento de que era “una costumbre de la comunidad”. Es “una aberración pensar que el pueblo wichí acepta el abuso sexual de las niñas como una costumbre ancestral”, dijo entonces Octorina.


En 2016 Octorina pidió a la Universidad Nacional de La Plata que restituyera los restos de tres hombres del Pueblo Wichí, restitución que fue aprobada en 2020. Octorina tenía previsto realizar una ceremonia para depositar estos restos en el territorio.

En 2020, en medio de una seguidilla de muertes de niños y niñas indígenas por desnutrición o causas vinculadas a ella, Octorina llevó adelante una serie de acciones para exigir que se devuelva el edificio original al Centro de Recuperación Nutricional del Hospital Juan Domingo Perón, de la ciudad de Tartagal. Esta ciudad concentra las derivaciones del sistema de salud salteño de los departamentos San Martín y Rivadavia, donde hay mayor cantidad de habitantes indígenas.

El año pasado, Octorina incursionó en política. Fue candidata a diputada nacional por Felicidad, un partido provincial comprendido en el movimiento peronista. “Creo que es momento de que nosotros seamos los protagonistas”, afirmó. “Cuando hablamos de desaparecidos, también nosotros queremos hablar de nuestros desaparecidos; hablamos de territorio, también queremos nosotros los que seamos las voces dentro del Congreso de la Nación, hablando de la recuperación de nuestros territorios y el ejercicio del derecho”. Y criticaba el racismo en la política pública argentina: “Hay más de 40 pueblos indígenas y no puede ser que no haya una voz directa de los pueblos en el Congreso de la Nación”.

Octorina en campaña, cuando fue candidata a diputada.

Contra la violencia sexual hacia niñas y mujeres indígenas


En 2021 Octorina denunció el abandono estatal de Juana, la niña wichí con retraso madurativo que fue violada por un grupo de criollos en 2015, cuando tenía 12 años, en Alto La Sierra, en el límite tripartito que comparten Argentina, Bolivia y Paraguay. Las violencias contra niñas y mujeres indígenas la preocupaban y ocupaban. Octorina viajaba todo el tiempo para visitar a hermanas o atender urgencias. A modo de ejemplo, solo teniendo en cuenta este año, los datos son abrumadores.

Octorina en una de las visitas a la familia de Juana en Alto la Sierra.

El 15 de enero se encontró el cuerpito de Pamela Julia Flores, de 12 años de edad, al costado de la ruta nacional 81, cerca de Pluma de Pato, en el Chaco salteño. El 5 de marzo fue asesinada Florencia Isabel Torrez, a los 14 años, en la comunidad ava guaraní Misión San Francisco, de Pichanal, también en el norte de Salta. El 20 de marzo, en El Sauzalito, en el Impenetrable chaqueño, fue encontrado el cuerpo de Jorgelina Reynoso, de 16 años, del Pueblo Wichí.
Estas muertes, y los muchos relatos que recibía casi a diario, sobre sucesivos abusos sexuales a niñas y mujeres por parte de hombres criollos, práctica que ella rehusaba llamar “chineo”, le provocaban gran indignación. Y la ponían en movimiento, otra vez al territorio, y a las ciudades, para confrontar con las autoridades, a las que reclamaba la falta de una visión respetuosa de la cosmovisión indígena.


En febrero de este año acompañó el reclamo de una treintena de mujeres del Pueblo Nación Wichí que exigió públicamente que “se repare el daño causado” por los abusos sexuales cometidos por hombres “criollos” en perjuicio de niñas y mujeres adultas indígenas.

En el afán de llamar la atención sobre la continuidad de graves violaciones de derechos, Octorina confrontó con funcionaries y autoridades estatales, como el delegado de Asuntos Indígenas de la provincia de Salta, Marcelo Córdova, al que criticó por su desconocimiento de la realidad de los pueblos indígenas. “Cree que somos una pelota. El viene de la Dirección de Deportes, no somos una pelota, los indígenas somos seres humanos y necesitamos respeto”, aseguró.

Octorina Zamora, en una visita a Pluma de Pato.


En los últimos meses decía que se sentía decepcionada con el ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación. Consideraba que no habían hecho nada para frenar la sucesión violencias contra niñas indígenas. Octorina reclamaba una y otra vez, entre otros casos, por una mujer que había sido violada de niña y seguía siendo acosada por su violador, pero decía que no obtenía ayuda.

El 29 de abril pidió que el presidente Alberto Fernández las recibiera, “por ser las mujeres indígenas las primeras víctimas de terrorismo de Estado”. Fue una de sus últimas declaraciones públicas. Casi una despedida. En otras comunicaciones, más íntimas, insistió en su preocupación por la situación de indefensión de las niñas indígenas, dijo que es necesario llegar más a las comunidades, informando sobre los derechos y sobre educación sexual, y deseó que los gobiernos y más personas hagan suya la lucha para terminar con las violencias hacia las niñas y mujeres indígenas.

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