El pueblo U’wa de Colombia mantiene su lucha contra las petroleras
Las mujeres son los pilares de la histórica lucha que lleva el pueblo indígena en defensa de su territorio.
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Daris María Cristancho, indígena U’wa, de Boyacá, Colombia, ya era madre de cinco hijos a los 28 años y sobre ella pesaba la responsabilidad de coordinar en el año 2000 las movilizaciones de su pueblo en contra del Estado y de la Occidental Petroleum Corp (Oxy), ávida por extraer el petróleo de su territorio ancestral.
Es un recuerdo que tiene vivo. De la lucha y exigencia del bienestar de la tierra y del agua depende el porvenir de su descendencia y de toda la humanidad.
Ella y sus hermanos U’wa consideran que la práctica industrial de explotar el petróleo no tiene que ver con el desarrollo, “es una herida que enferma a la Pachamama”, dice Daris.
Desde muy joven comprendió el significado de la Madre Tierra, como U’wa ha tenido una relación estrecha con ella, la ha cultivado, se ha beneficiado de su fecundidad, la ha trasegado y ha visto también su transformación y deterioro.
El pueblo U’wa está distribuido en 17 comunidades o cabildos en los departamentos de Boyacá, Norte de Santander, Santander, Arauca y Casanare, de acuerdo con la información aportada por Daris María y contenida en la caracterización de los pueblos indígenas de Colombia hecha por el Ministerio de Cultura.
Según los datos de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), la extensión total de su territorio es de 352.422 hectáreas: 115.323 en Arauca, 220.275 en Boyacá y los santanderes, y 16.824 en Casanare.
Los descendientes de los U’wa se calculan en 10.649, de acuerdo con el Censo de Población del DANE, 2018. La Asociación de Autoridades Tradicionales y Cabildos U’wa (Asou’wa) estima que a marzo de 2022 sus integrantes son 12.560. En Boyacá están registrados 7.152, según el Plan de Salvaguarda, y el 55 por ciento son mujeres.
En esta misma región, los U’wa se han ubicado históricamente en la Sierra Nevada del Cocuy, su espacio espiritual, que junto con el lago conocido como Bekana, son considerados el centro del mundo, como lo destaca un documento de la dirección de poblaciones del Ministerio de Cultura de Colombia.
Allí se reseña además la distribución de varias lagunas consideradas de gran importancia para los U’wa pues en esos puntos están los orígenes de sus antepasados, “cuando las deidades dieron nacimiento de un hombre y una mujer de cada laguna”.
La gran lideresa
Daris María es lideresa y vocera de las comunidades de Bachira y Salina, localizadas en los municipios de Güicán (Boyacá) y La Salina (Casanare), respectivamente, y colabora como asesora de la parte cultural en la Asou’wa. Se graduó como docente de la Normal María Inmaculada de Arauca, estudió la licenciatura en Ciencias Sociales en la Universidad Libre y se especializó en Manejo y Conservación Ambiental en la Universidad Autónoma de Bucaramanga.
Actualmente se desempeña como docente del Colegio Pablo Sexto de Cubará, un municipio del extremo nororiental de Boyacá en límites con Arauca, Santander y Norte de Santander, y con el estado de Apure, en Venezuela.
Hoy, a sus 50 años, recuerda lo que significó su participación y la de otras mujeres en la lucha contra la multinacional petrolera y el gobierno. Evoca las acciones emprendidas desde 1995, “era el tiempo de la defensa de nuestro territorio y de los recursos naturales” y esa convicción llevó a los U’wa a levantar la voz exigiendo respeto por su territorio ancestral.
Su presencia en esta etapa de mayor exposición de las demandas de su comunidad fue motivada por Berito Kuwaru’wa, una de las autoridades más recordadas por la sencillez y contundencia de sus planteamientos. Berito fue quien llevó a emprender ese proceso de resistencia, “yo aprendí al pie de él, caminando con él”, dice Daris María.
Para los hombres y mujeres que hacen parte de este pueblo y para quienes se sumaron de manera voluntaria al reto de enfrentar a la Oxy, incluidos ambientalistas de Estados Unidos y Europa, Berito es uno de los principales referentes de la disputa de los pueblos indígenas de América Latina en contra de los proyectos extractivos.
Dos luchadores para una gran causa
Berito, junto a Daris María y otros hombres y mujeres de los 17 cabildos que conforman Asou’wa, encabezó la delegación que viajó a Perú y Ecuador en el año 2000, a Estados Unidos y Europa entre el 2000 y el 2010, y a Canadá en 2006, con el propósito de pedir apoyo para hacerle frente al acoso de la multinacional y del gobierno colombiano en busca de los recursos del subsuelo.
La exposición de este conflicto en medios de cobertura mundial hizo que la opinión pública conociera el reclamo de un pueblo nativo andino que pedía respeto por la naturaleza, por su cultura, por su vocación y por la condición sagrada de las tierras heredadas de sus antepasados, sin embargo, no logró impedir que el gobierno le otorgara el 3 de febrero de 1995 a la Occidental Petroleum una licencia para realizar estudios sísmicos en el bloque Samoré, según lo documentó la ONG Earth Rights International (ERI).
La lucha de Berito Kuwaru’wa, de las mujeres U’wa y de todo su pueblo fue reconocida en 1998 con el Premio Goldman, una distinción que honra los logros y el liderazgo de activistas ambientales de base de todo el mundo.
Un año después, el 3 de marzo de 1999, tres ciudadanos norteamericanos que colaboraban con los U’wa en la creación de escuelas para proteger el idioma y la cultura local “fueron secuestrados y asesinados por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército Popular (Farc-EP)”, como lo registra la organización Earthrights International en un informe sobre las demandas de este grupo indígena.
Terry Freitas, de 24 años; Lahe’enae Gay, de 39; e Ingrid Washinawatok, de 41, habían acompañado a Berito en su viaje a Estados Unidos para exigirle a la Oxy que desistiera del interés de explotar en las tierras de su gente.
La persistencia de las autoridades tradicionales condujo a que el 6 de agosto de 1999 el gobierno colombiano constituyera en Boyacá el Resguardo Unido U’wa con una amplitud de 220.775 hectáreas*, sin embargo, en esta decisión se reservó un área contigua para facilitar la presencia de taladros, maquinaria y operarios.
El hito en la pelea contra las petroleras
En 2006 el Ministerio del Interior le dio vía libre a Ecopetrol para iniciar los trabajos de sísmica en los bloques Sirirí y Catleya y actualmente opera allí el gasoducto Gibraltar, situado en el sector de Cedeño, área limítrofe de los municipios de Toledo (Norte de Santander) y Cubará (Boyacá), contiguo a la línea que delimita el resguardo indígena.
En 2016 los U’wa se tomaron esta planta de gas para reclamar del gobierno el cumplimiento de los compromisos acordados en 2014, entre ellos el saneamiento total del resguardo. Luego de varias jornadas de diálogo intercultural, la guardia indígena aceptó retirarse pacíficamente a la espera de que sus peticiones fueran atendidas. Así está relatado en un documental realizado por el colectivo audiovisual Kinorama en 2017.
Daris María recordó también otro episodio ocurrido en las fincas Santa Rita y Bella Vista, en inmediaciones del pozo Gibraltar 1, durante el cual unidades militares respaldadas por helicópteros desalojaron a la fuerza a integrantes de la guardia. Ese día amarraron a varios de sus compañeros y luego los trasladaron a una base militar. Este episodio la hizo reafirmarse en su convicción de seguir luchando por su tierra, por sus hijos, por el agua y por la vida.
Las luchas de hoy
El agua es precisamente uno de los más fuertes argumentos para persistir en su empeño. Su más reciente reclamo tiene que ver con la protección de Zizuma, el nombre en lengua U’wa Tunebo con el cual denominan al pico más alto del nevado de El Cocuy, en Boyacá, y en general a la alta montaña que domina su territorio ancestral. De allí desciende el agua de la cual subsisten ellos y otros miles de habitantes de regiones como Santander, Norte de Santander, Casanare y Arauca.
Por décadas han pedido que el nevado haga parte del resguardo, han criticado las prácticas depredadoras del turismo y la falta de control de las entidades encargadas, especialmente del Ministerio de Ambiente responsable de administrar el Parque Nacional Natural El Cocuy.
En una reunión celebrada con el gobierno el 27 de julio de 2016 para discutir sobre el estado de los acuerdos, Berito, en un tono apacible, pronunció una frase que aún recuerdan sus hermanos. “Estamos jugando con la naturaleza y sus creadores. Para los hermanos menores (no indígenas) nacionales e internacionales parece que todo lo que miremos en este planeta es negocio, pero qué cuidaremos mañana cuando la madre tierra esté enferma”. Así se le escuchó en un video publicado en febrero de 2017. (Minuto 12:54)
Las autoridades tradicionales siguen reclamando que se cumplan sus solicitudes y mantienen una demanda presentada desde 1997 ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), de la Organización de Estados Americanos (OEA), para denunciar al Estado de Colombia por no realizar de manera adecuada las consultas previas en el marco del proyecto petrolero.
En un informe de fondo de la Comisión, fechado el 28 de septiembre de 2019**, esta determinó que el Estado “violó sus derechos a la propiedad colectiva, a la consulta y el consentimiento libre, previo e informado (incluidas las violaciones del derecho al acceso a la información y los derechos políticos), los derechos culturales de la nación U’wa y su derecho a la protección judicial y las garantías judiciales”.
En el informe se presentaron los descargos de los delegados estatales. Aseguraron haber implementado todas las medidas a su alcance, “contando con la articulación de las entidades implicadas y la constante participación de las más altas autoridades nacionales e internacionales, con la finalidad de proteger los derechos de la comunidad U’wa, atender sus demandas y garantizar espacios de diálogo intercultural que permitan la solución pacífica de los conflictos que se presentan”.
En relación con el uso y goce de la propiedad colectiva, el Estado adujo, como se plantea en el informe de fondo de la CIDH, “que no es un derecho absoluto y puede ser limitado, en tanto el Estado sigue siendo propietario legítimo de los recursos del subsuelo”.
Frente a los reclamos de los U’wa por las presuntas fallas en la etapa de la consulta previa, “el Estado sostuvo que se encuentra reconocido en el ordenamiento jurídico colombiano y que no conlleva el derecho de pueblos indígenas y tribales a vetar las medidas legislativas y administrativas que los afecten, sino que es una oportunidad para que los Estados consideren y valoren sus posiciones sobre los proyectos, por lo que las autoridades siempre preservan la competencia para adoptar una decisión final sobre la realización del proyecto”.
Daris María reiteró que tales exigencias están vigentes, que muy poco de lo acordado, especialmente en cuanto a la titulación completa del resguardo, se ha cumplido, “apenas un 30 o un 40 por ciento”. Desde su casa en Cubará describió lo que llamó engaños del gobierno y se refirió a la palabra empeñada por Juan Mayr, ministro de Ambiente entre 1998 y 2002, durante la administración del expresidente Andrés Pastrana Arango.
Mayr les aseguró que su resguardo sería respetado, sin embargo, según su queja, la delimitación del mismo dejó por fuera una importante porción de tierra en donde posteriormente fue autorizada la extracción de crudo.
Por esto siguen en alerta y se preparan para cuando llegue el momento de ir a declarar ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
La demanda U’wa
Laura Posada Correa, abogada de la ONG Earth Rights International (ERI), organización que acompaña el proceso contra el Estado colombiano ante la CIDH, citó el informe de la Comisión Interamericana en 2019 en el cual acogió las peticiones del pueblo U’wa respecto de la violación de sus derechos, en particular los relacionados con la transgresión a su integridad cultural, social y de respeto a su autonomía, la imposición de proyectos extractivos y el no reconocimiento de su presencia ancestral y su dominio territorial en el área donde se localiza la Sierra Nevada de El Cocuy.
Juliana Bravo Valencia, directora del programa de la Amazonía de ERI, agregó que, ante la evidencia de los incumplimientos por parte del Estado colombiano, el caso fue remitido a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, entidad competente para emitir o no un fallo judicial de responsabilidad internacional a partir del análisis de las pruebas aportadas.
Ella confía en una citación pronta de la Corte para que los U’wa, la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo (CAJAR) y Earth Rights International, expongan los argumentos de su reclamo y las evidencias correspondientes.
Alertas de seguridad
A este panorama se suman situaciones de orden público asociadas al conflicto armado interno que vive Colombia.
Entre 2018 y 2019 la Defensoría del Pueblo emitió tres alertas tempranas en las que advierte sobre el riesgo al que están expuestas varias comunidades indígenas, entre ellas los U’wa, ante el accionar de grupos armados ilegales como el Ejército de Liberación Nacional (Eln) y las disidencias de la antigua guerrilla de las Farc.
De manera específica la Alerta Temprana No. 075 de 2018 documenta la existencia de un “riesgo inminente al que están expuestas las comunidades del pueblo U´wa que habitan el resguardo Chaparral Barronegro, localizado en jurisdicción de los municipios de Sácama, Hato Corozal y Támara, en el departamento de Casanare”.
La reseña hecha por la Defensoría detalla que el patrullaje constante del Eln viola el derecho a la integridad territorial del pueblo U’wa, e impacta el ejercicio de su jurisdicción y gobierno propio.
“Este territorio resulta estratégico para los propósitos del grupo armado al facilitar el tránsito y la movilidad de combatientes, armas, insumos, abastecimiento, el contrabando de ganado y gasolina a través de corredores que conectan el piedemonte y la sabana… y para evadir la acción de la fuerza pública”, indica la Alerta. A esta amenaza se suma el reclutamiento forzado al que están expuestos niños, niñas y adolescentes.
Sobre la presencia de las disidencias de las Farc, concentradas en el frente 28, la Defensoría estima un peligro adicional ante su pretensión de ejercer control territorial y recuperar zonas de antigua injerencia de las cuales obtienen recursos para su financiación.
La Defensoría le pidió al Ministerio del Interior y a la fuerza pública medidas urgentes de prevención y protección de esta población, a esta cartera y a la Unidad Nacional de Protección las conminó a estructurar de manera concertada medidas de seguridad individuales y colectivas a partir del fortalecimiento, capacitación y dotación de la Guardia Indígena del resguardo Chaparral-Barronegro.
En su más reciente informe de seguimiento sobre la Alerta Temprana 075 de 2018, la Defensoría considera que el riesgo continúa, e insiste en la premura para proteger a la población civil y a los líderes indígenas objeto de amenazas por parte del Eln y las disidencias de las Farc.
Mujer U’wa, defensora de la vida
Desde la década de los 90 las hijas de Sira, la deidad suprema de los U’wa, han desempeñado papeles relevantes en la gestión y coordinación comunitaria. Daris fue una de quienes desde muy joven se vinculó a las dinámicas sociales y educativas dirigidas a fortalecer la esencia de este pueblo, a enseñarles a las nuevas generaciones la lengua y las tradiciones que lo caracterizan.
Con su dedicación y entusiasmo han integrado el cabildo mayor que reúne a las autoridades indígenas locales en Asou’wa y las han representado ante las entidades del gobierno nacional, han asumido su vocería y se han formado académicamente para hablar por sus hermanos indígenas. De esta forma han superado su propia timidez y ese tufillo machista evidente aún en los entornos indígenas.
Aura Tegría Cristancho hace parte de esta nueva generación. Es licenciada en derecho y desde 2020 ejerce como alcaldesa de Cubará. Daris María, su mamá, ha sido ejemplo de liderazgo y de perseverancia. Ella le enseñó a exigir sus derechos, a procurarse espacios de participación y a tomar decisiones conscientes en su condición de mujer U’wa.
Son muchos los desafíos que enfrentan estas lideresas indígenas. Daris evoca los viajes al exterior y lo que significaba hablar en público ante auditorios repletos o ante los micrófonos y las cámaras de la televisión internacional. “El temor no era hacerlo, lo que preocupaba era el riesgo de regresar al país luego de denunciar los atropellos, sabemos que en Colombia a quien habla lo callan”.
A pesar del peligro, la mujer U’wa confía en Sira, “él siempre va a estar con nosotros para defender nuestro posicionamiento y para ayudar a que sabiamente podamos resolver y ganar el proceso de lucha y resistencia y de defensa de la Madre Tierra”.
Claudia Cobaría Bócota también integra ese grupo de vocería que ha emergido en los años recientes, su nombre indígena es ‘Abacha’, que significa ‘Rocío de la Mañana’. Fue hasta hace pocos meses secretaria de la Asociación de Autoridades Tradicionales y Cabildos U’wa (Asou’wa) y su progreso dentro de la organización es un reconocimiento del pueblo y de sus autoridades al protagonismo femenino en las dinámicas del hogar, en los cultivos, en la crianza de los hijos y en la defensa del territorio.
‘Abacha’ recuerda que su vocación de liderazgo surgió cuando apenas era una niña al ver a Daris María y a sus compañeras en el periplo nacional e internacional para contarle al mundo la situación de su pueblo.
Junto a otras mujeres y hombres U’was han sido testigos del tire y afloje con el gobierno nacional, de los pronunciamientos a favor y en contra emitidos por los tribunales, de los permisos otorgados por el Ministerio de Ambiente para la exploración y explotación de hidrocarburos en sus territorios ancestrales, de las alteraciones ambientales por la perforación del suelo y la quema de gas, y de las decisiones judiciales que ordenaron al Estado colombiano la titulación del resguardo unido.
En su experiencia como integrante de los cuadros directivos de la comunidad, Claudia se refiere a la participación de la mujer en los procesos de educación de las nuevas generaciones.
Los U’wa, a partir de su conocimiento ancestral, educan a sus niños y jóvenes para darle un uso adecuado a la tierra, para tratarla de manera equilibrada, sin dañarla ni agotarla de acuerdo con las leyes de su cosmovisión, y en esa tarea las mujeres desempeñan un papel fundamental.
‘Abacha’ define como primordial su misión, la de su madre, la de sus abuelas, la de todas las mujeres de este colectivo indígena, “la mujer es madre y es la esencia de la enseñanza”, asegura, en referencia directa a las vivencias cotidianas en el hogar y a la instrucción impartida a diario a quienes les siguen los pasos en la defensa del territorio.
Principios de vida
Sira, el dios creador, el ser supremo, el guía espiritual del pueblo U’wa, dejó un legado para su comunidad, una serie de principios que rigen su relación con la vida, el agua, el suelo y las montañas; un conjunto de leyes para vivir en armonía con la naturaleza y los animales con los cuales hombres y mujeres comparten el territorio que les fue heredado, las tierras de sus ancestros, las que cultivan, las que caminan, las que guardan sus restos cuando es el tiempo de volver a la esencia, así está consignado en el Plan de Vida de la comunidad y en diversos documentos académicos.
Sira es una referencia permanente entre quienes con orgullo se autorreconocen como U’was, esa “gente inteligente que sabe hablar”, y no es por presumir, esa es la traducción castellana del nombre que identifica a esta comunidad milenaria perteneciente a la familia lingüística Chibcha, y que según su propia descripción “era una de las más grandes en la zona andina de Colombia al momento de la conquista”, como se describe en el Plan de Salvaguarda Pueblo U´wa Casanare.
En el Plan de Salvaguarda se hace un sentido reconocimiento al territorio como un ser vivo con espíritu propio que tiene una función de armonía y equilibrio, un ser que, sin embargo, es visto por el pensamiento occidental como fuente de riquezas y recursos.
En esta declaración sus sabedores lamentan que el riowa, el hombre blanco, el no indígena, representado por el Estado y las multinacionales, vean sus heredades ancestrales habitadas por miles de años como tierras baldías e improductivas con el fin de intervenirlas según su lógica extractiva. “El accionar del riowa sobre la tierra lleva a un desequilibrio de la vida espiritual del U’wa y por ende a su desaparición de la tierra”. Así aparece descrito en el document U’was: visión y testamento, publicado en Polis, revista latinoamericana de Open Edition Journals.
Es un clamor colectivo por la sanación del planeta hoy golpeado por los efectos del cambio climático, la baja productividad del suelo y las enfermedades que alteran la integridad de hombres, montañas, ríos, plantas y animales.
La sabiduría legada por sus mayores y transmitida de generación en generación les ha permitido tener “un ordenamiento propio de su territorio según su ley de origen, sus espacios sagrados y su forma de interacción con el ambiente para su diario vivir”, según el Plan de Vida U’wa.
Los impactos son evidentes
Claudia Cobaría habla con orgullo del liderazgo de su comunidad por defender el legado de Sira, se lamenta por la persistencia estatal para extraer “la sangre de la tierra” y a renglón seguido expresa su preocupación por los evidentes daños al territorio, el deterioro del suelo, la contaminación y la disminución de las fuentes de agua, la inestabilidad de la tierra y los deslizamientos.
En el inventario de afectaciones, los U’wa mencionan el impacto de las teas -dispositivos para la combustión de gases en una instalación petrolera- para la quema de gas. Sus werhjayas, ancianos sabedores o médicos tradicionales, se refieren a esa práctica industrial como la quema del espíritu de la tierra y el consecuente desequilibrio del aire responsable de enfermedades respiratorias y cutáneas inexistentes antes de la llegada del petróleo, y de la presencia de colonos ávidos por aprovechar los beneficios de la naturaleza.
Unturo Tegría, expresidente de Asou’wa, reafirma este problema. Es enfático en señalar que el petróleo es la sangre de la Madre Tierra, que su extracción causa desarmonía y desequilibrio y que pone en peligro la supervivencia de su cultura, de su pueblo y de otros muchos seres vivos.
Unturo describe además la alteración que ha tenido el régimen de lluvias. Le inquieta la incertidumbre frente a los tiempos de invierno y verano y lo que ello entraña para la seguridad alimentaria.
“Cuando es tiempo de sequía está lloviendo y cuando es tiempo de invierno hay sequías, ya casi no se dan las cosechas, las plantas que dan alimentos no duran. Antes uno sembraba una matica y no había necesidad de volverla a sembrar y ahí tenía uno comida para siempre. Con eso sobrevivía la familia, ahora toca ir rozando y sembrando. Eso es consecuencia del mal manejo de la tierra”.
Estas alteraciones en las dinámicas de la siembra, de la cosecha, del tiempo del agua, de los días secos son expresión del desequilibrio advertido desde hace varias décadas por Berito, por los mayores, por las autoridades tradicionales. Es lo que los científicos han llamado cambio climático.
Una posición oficial
La Gobernación de Boyacá explicó su punto de vista sobre las luchas del pueblo U’wa. En su representación se pronunció Sara Vega, jefe de gabinete. La funcionaria sostuvo que desde 2017 vienen participando en la Mesa de Diálogo Intercultural instalada para discutir las diferencias de criterio entre los indígenas y el gobierno nacional en temas como el saneamiento de su resguardo, la presencia de instalaciones petroleras cerca del mismo y la protección de la Sierra Nevada de El Cocuy o Zizuma.
Su asistencia a este escenario de diálogo se activó a raíz de la decisión de la Asociación de Autoridades Tradicionales y Cabildos U’wa (Asou’wa) de impedir el acceso de operadores turísticos y visitantes al Parque Nacional Natural El Cocuy. Los indígenas responsabilizaron al turismo por el deterioro de esa área protegida, esencial para el equilibrio ambiental del territorio y la subsistencia de sus propias comunidades y de otras localizadas en esta zona de la cordillera oriental.
Sara Vega detalló que uno de los compromisos de la Gobernación, junto a Parques Nacionales Naturales, fue la contratación de un estudio sobre los impactos socio – ambientales en el páramo El Cocuy. Este fue realizado por la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC) entre los años 2018 y 2019 y los recorridos estuvieron acompañados por delegados de Asouwa.
“También hemos sido garantes y facilitadores en la petición de los U’wa al Ministerio del Interior en torno a la restitución y legalización de las tierras de su resguardo, y en temas viales como la terminación de las obras de la vía de la Soberanía, en el trayecto La Lejía – Saravena, en la cual la Gobernación contribuyó como cofinanciadora”, indicó Sara Vega.
Este carreteable permite la comunicación entre los departamentos de Norte de Santander, Boyacá y Arauca, especialmente, ruta transitada por los nativos para viajar desde y hacia el centro del país.
Frente a la discusión por la presencia de instalaciones para la extracción de petróleo y gas cerca del límite de sus tierras, Sara dijo que el gobierno de Boyacá tiene una posición neutral al respecto. Aseguró que le han hecho saber a las partes en conflicto sobre su disposición para ser garante de las conversaciones en esta materia.
Con relación a la denuncia de los U’wa contra el Estado colombiano en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), manifestó que a la fecha no ha habido un requerimiento oficial a la Gobernación de parte de ese tribunal internacional.
El daño a la tierra y la pandemia
Los U’wa aseguran que la llegada de la pandemia por Covid – 19 no fue algo nuevo, los mayores lo habían advertido hacía varios años, “cuatro con exactitud”, recuerda Claudia Cobaría.
Ellos habían advertido que los hombres blancos o los riowa estaban desafiando a la Madre Tierra con su interés por explotar los recursos naturales, lo que traería efectos graves para sus comunidades y que se registraría un castigo global.
Los líderes espirituales indígenas instruyeron a su pueblo para no esconderse ante el desafío de la naturaleza, para aceptarlo con valentía y respeto, y le dieron la orden de dedicarse al cultivo de alimentos para mantener las reservas y tener una mente positiva.
Claudia explica sobre la instrucción de esta manera: “Si ustedes obraron bien no tienen de qué preocuparse. Esa enfermedad no va a atacar al pueblo Uwa porque hemos hecho lo correcto. Llegará la enfermedad, pero acá tenemos el aire, los vientos y la naturaleza que nos protegen. Dedíquense a hacer sus actos culturales y si les llega la enfermedad estén tranquilos, si ustedes le tienen miedo, la enfermedad los golpeará, si se alimentan bien y empiezan a respetar las leyes de Dios y de la naturaleza todo va a estar bien”.
El mensaje sirvió de inspiración a los hijos de Sira que durante la pandemia renovaron su respeto por la ley de origen y por los principios del equilibrio, la paz y la armonía en su territorio, aun a pesar del acoso extractivista.
*Documento: Nuevos Caminos para la Resolución de Conflictos. Experiencias Latinoamericanas. Caso pueblo Uw’a. Página 97.
**Documento: Informe de Fondo Pueblo Indígena U’wa y sus miembros. Páginas 29 y 30.
Nota. Esta historia hace parte de la serie periodística Caminos por la Pachamama ¡Comunidades andinas en reexistencia!, y se produjo en un ejercicio de cocreación con periodistas y comunicadores indígenas y no indígenas de la Red Tejiendo Historias (Rede Tecendo Histórias), bajo la coordinación editorial del medio independiente Agenda Propia.
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