Muchas maneras de decir amigue

Sobre amistad y personas LGBT, familias elegidas y manadas con las que activamos, conversamos con Violeta Alegre, Bruno Silva y Alejandra Devenuta.

20 de julio de 2021
Agustina Ramos
Agencia PresentesAriel Gutraich
Edición: María Eugenia Ludueña

¿Por qué celebrar la amistad, vínculo que muchas veces es más importante que el familiar y actúa de soporte en múltiples situaciones, sólo una vez al año? Además, ¿por qué algunas personas tienden a considerarlo un vínculo secundario con respecto a los lazos sanguíneos o de pareja/s? ¿Qué lugar les damos en nuestras vidas a las amistades? ¿Es un espacio donde también existen violencias?

Sobre amistades y personas LGBTIQ+ conversamos con la docente y activista travesti, Violeta Ríos Alegre; el investigador y psicólogo, Bruno Gabriel Silva D’Angiola; y le activista sexual, genérica, afectiva y psicólogue, Alejandra Devenuta.

Si bien cada persona vive sus relaciones de modo diferente, existen ciertos puntos de encuentro en las vivencias de la población LGBT+. Muchas identidades de la comunidad son expulsadas de sus familias, de las instituciones del Estado y/o sufren violencias de distinto tipo. “Para muchas personas del colectivo LGBT+ los grupos de amistad son las primeras personas que les reconocen en su identidad y en su existencia. Encontrarme con una persona que me mira de igual a igual y me reconoce, le da muchísimo valor a ese vínculo. Es un un espacio donde se puede ser y ser reconocide”, explica Silva D’Angiola, especializado en géneros, diversidades y territorios. 

Alejandra Devenuta agrega que “frente a las violencias, las expulsiones que a veces recibimos desde pequeñes de la familia, de la pareja, muchas veces las amistades son esas redes afectivas que responden más a una elección. La pareja por ahí también la elegimos, pero hay un mandato, como un proyecto al cual tenemos que aspirar, sobre todo quienes hemos sido socializades como mujeres”.

Redes de amistad y cuidado

A veces las experiencias vividas de violencias también generan sentimientos de empatía entre las personas de la comunidad y potencian la creación de una red de cuidados. “Yo lo veo en las chicas que están ejerciendo el trabajo sexual. Por ejemplo: el cuidado que tienen en la calle, cómo se cuidan entre ellas, cómo se generan esos cuidados específicos con los clientes, los códigos, una lengua común que no la entienden otras personas. Es una cosmovisión totalmente diferente al mundo cishetero. Con un humor específico también, que muchas veces es ácido, algo fuerte para otras personas, pero que también nos salva”, observa Violeta Ríos Alegre.

A las personas que han tenido entornos hostiles y dificultades para aceptarse o para ser reconocidas y valoradas por sus familias, puede que les cueste más confiar en otras. “En muchos casos, algunas de las secuelas pueden ser dificultades para entablar relaciones sociales. Gran inhibición, timidez, o incluso temor o rechazo por los entornos sociales. Cualquiera sea la razón por la que surja, hay personas que llegan a su vida adolescente o adulta sin tener muchas amistades, sin demasiadas ganas de socializar o con dificultades para hacerlo. Se idealiza mucho el concepto de tener demasiades amigues. Pero también me parece importante la posibilidad de tener aunque sea una persona con la que sientan que pueden hablar, generar confianza o sentirse escuchades”, dice Silva D’Angiola.

Como todo vínculo, la amistad también está atravesada por el contexto en el que se desarrolla. “A veces creemos que ciertas identidades o ciertas personas con identidades u orientaciones no hegemónicas están por fuera de lógicas que en realidad nos atraviesan a todes: el patriarcado, el amor romántico, el capitalismo afectivo y en otros sentidos también”, dice Bruno. En este sentido, muchas veces se dan celos entre amigues, posesividad, mecanismos de juzgamiento, de intromisión e incluso relaciones desiguales de poder. Para Violeta Alegre se trata de una “pedagogía que nos atraviesa a todes”.

«Venimos de un despojo de afecto»

Además, puntualmente sobre cómo interpela al colectivo LGBT, explica: “Venimos de un despojo absoluto de afecto, con un mundo que prácticamente te deja por fuera de una agenda afectiva. A veces se da que encontrás a alguien con quien podés vivir experiencias amorosas -con lo difícil que es para nosotras- y capaz que te recontra obsesionás o lo vivís de un modo muchísimo más intenso. Querés que sea tuyo, tuya, tuye. Se juega el no querer perder eso que te hace bien. Una cuestión de estar necesitando ese afecto y es lógico que se necesite; quién no lo necesita. Muchas veces no tenés la elaboración propia, el autoestima o la inteligencia emocional para sobrellevarlo de otra manera”.

También en las amistades, sobre todo en los grupos muy endogámicos, se soportan violencias por miedo a perder ese espacio. “Todes tenemos amigues con quienes hemos experimentado violencias. Y aún así sostenemos la amistad por el miedo a qué va a pasar si dejo de ser su amigue, porque me da lástima que hace tantos años que somos amigues, porque por ahí trato de justificarle”, dice Bruno.

Sin embargo, las amistades también son espacios donde los mandatos de posesión y jerarquización no son tan fuertes como en otros vínculos. Violeta recuerda que “no se conocen crímenes de odio entre amigues”. En esta línea, Ale Devenuta piensa la potencia de las amistades “en poder construir relaciones que activamente intenten fugarse de los contratos de exclusividad, de posesión, sabiendo incluso que vamos a estar atravesades por eso, que no podemos borrar un contexto histórico, una crianza. Por eso pienso en las amistades como lugares de fuga y de construcción más horizontal”.

¿Qué lugar les damos a las amistades?

¿Qué lugar les damos a las amistades? “Lo interesante es cuestionarnos activamente en nuestros actos concretos cotidianos, qué tanto espacio ocupan en nuestras vidas nuestros amigues. Con quiénes gestionamos o con quiénes pensamos en gestionar una convivencia, en compartir nuestra economía, en compartir nuestros cuidados. En ese sentido es muy claro a nivel social y estructural cómo muchas veces terminamos jerarquizando a la familia, a la pareja. Me parece que está bueno reivindicar las amistades con el objetivo no sé si de destruir las jerarquías, sino quizás lo estratégico es rejerarquizar”, reflexiona Devenuta

Y agrega: “En este sentido (no todes y no siempre) pero hay algo de las comunidades queer que históricamente hemos cuestionado este lugar de las amistades, en qué lugares quedan. Y no sólo de nuestres amigues sino también aquelles compañeres de activismo, por ejemplo”. Para Violeta tratar estos temas se vuelve crucial en estos momentos: “Tenemos que construir otro tipo de formas de relacionarnos de modo urgente”.

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