Laurel Hubbard: la primera pesista trans en los Juegos Olímpicos

Laurel Hubbard está cambiando una historia olímpica que tiene varios capítulos de LGBTfobia y muchos caminos por recorrer.

9 de julio de 2021
J. Emiliano Alvarez Alvarez
Milena Pafundi

La comunidad LGBTTTIQA+ ha sido históricamente invisibilizada y el sector deportivo no ha sido la excepción, a pesar de siempre haber estado presente, principalmente en el deporte olímpico. Pero esta narrativa está por cambiar, ya que el 21 de junio se dio a conocer por parte del comité olímpico neozelandés que la pesista Laurel Hubbard será parte de su delegación, siendo la primera persona abiertamente trans en las justas olímpicas.

La hija del exalcalde de Auckland nació en 1978, teniendo una infancia y juventud basada en el género asignado desde su llegada al mundo, pero con el cual no se identificaba. Compitió como parte del equipo nacional juvenil de levantamiento de pesas con grandes triunfos y récords en su palmarés, pero en 2012 la historia de Laurel cambió, su transición se llevó a cabo y dejó las competencias hasta tener los requisitos que las organizaciones mundiales le pedían para continuar en su carrera deportiva.

En 2017 tuvo la autorización por parte de la Federación Internacional de levantamiento de pesas y ahí es cuando esta historia continuó su camino, logrando una medalla de plata en los campeonatos mundiales de 2017, dos oros en los juegos de la mancomunidad (2017 y 2019), al igual que dos oros en los campeonatos continentales de Oceanía, en los mismos años.

Hoy se encuentra clasificada a los Juegos Olímpicos de Tokio, dándole vuelta a la página en una historia que tendrá muchas por venir y que se ha contado desde hace casi un siglo.

Las primeras páginas

En 1928 se llevaba a cabo en Ámsterdam la novena edición de los Juegos Olímpicos y el arte era parte del programa de competencia, la escultura se presentaba en el Museo Stedelijk de Ámsterdam y la alemana Reneé Sintenis presentaba su obra “El futbolista”, la cual le llevó a la gloria olímpica y que grabó su nombre en la historia, ya que era la primera medallista olímpica abiertamente homosexual.

Pero en el ámbito deportivo, los reflectores se los llevaba el plusmarquista alemán Otto Pletzer, al ser poseedor de los récords mundiales de las pruebas consideradas de semi fondo, lamentablemente no pudo lograr su cometido en esta edición y lo intentó cuatro años más tarde, consiguiendo la misma suerte, esta vez por los zapatos inadecuados. Pero todo explotó para él dos años después, cuando la SS lo detuvo por “homosexualidad” (en 1936, 1937 y finalmente en 1941), y a pesar de ser partidario del nazismo fue llevado a un campo de concentración austriaco, donde permaneció cuatro años hasta su liberación en 1945.

Por el estatus ilegal de la homosexualidad en su país, ya no pudo seguir su carrera en el atletismo.

¿Qué pasa actualmente?

El comité olímpico internacional, en 2019, mencionó que ser parte de la comunidad LGBTTTIQA+ en el deporte implica un alto riesgo a sufrir un abuso de cualquier tipo, por lo que desde años antes generó estrategias para apoyar a atletas de todos los niveles.

En el transcurso de Londres 2012 se creó una Casa del Orgullo, patrocinada por empresarios locales y que permitía un lugar seguro tanto a atletas, voluntarios, organizadores y asistentes, y aunque la decisión de los Juegos de Invierno en Sochi fue ampliamente criticada por la falta de seguridad para la comunidad, el comité internacional abrió un espacio en el cual visualizaban a sus atletas, principalmente por el hecho de que era la primera vez en que participaban hombres abiertamente homosexuales, como en el caso del patinador canadiense Eric Radford, primer campeón olímpico invernal abiertamente homosexual, estos pasos se siguieron por los patinadores estadounidense y francés, Addam Rippon y Giullaume Cizeron.

Para los juegos de Río, la perspectiva en los deportes de verano habían dado un giro de 180 grados de la mano de Tom Daley como la estrella en el foco, teniendo el evento con mayor número de participantes de la comunidad, donde más de 60 atletas se encontraban fuera del armario y que lograron más de 15 medallas, de manera individual o siendo parte de un equipo.

El camino hacia la transinclusión en el deporte

Actualmente, los distintos movimientos sociales han mostrado la importancia de la visibilización, con una bandera incluyente como el emblema del movimiento, es necesario mostrar a todos los grupos que conforman a la comunidad.

La transinclusión es parte fundamental en este camino, es necesario darle la oportunidad de sobresalir en sus deportes sin importar el género con el que se identifican. Por esta misma razón el COI generó junto con su equipo de investigadores una serie de reglamentaciones publicadas en 2003, con tres postulados principales. El primero es la gonadectomía (cambio de genitalia), el reconocimiento legal del cambio de género y los niveles hormonales, pero esto fue sumamente criticado, ya que en una amplia cantidad de países es imposible el reconocimiento legal del cambio de género, es ilegal la gonadectomía, e inclusive se consideró como algo que atentaba contra los derechos humanos al exigir una operación en un organismo sano y que cuya decisión se consideraría como una presión y no libre.

Por esto, en 2015 se realizó un nuevo análisis, eliminando los primeros dos criterios, pero manteniendo el tercero únicamente en las mujeres trans, donde se les piden niveles de testosterona de 10 nanomoles en un litro de sangre, esta condición no es necesaria para los hombres trans. Como último criterio solamente se les pidió una declaración de género escrita.

Hoy tenemos una mujer trans clasificada a Juegos Olímpicos, pero a nivel mundial hay grandes figuras a seguir, como al nadador estadounidense Schuyler Bailar, el primer hombre trans en competir en la primera división de la NCAA, la boxeadora mexicana Valentina Santiago y la futbolista argentina Mara Gómez, primera mujer trans en jugar a nivel profesional.

Y aunque esta historia es mucho más amplia, aún queda mucho por hacer, es necesario generar un espacio seguro, incluyente y accesible, porque la diferencia se hace desde los gimnasios, clubes, los centros de entrenamiento, las escuelas e inclusive desde casa.

Y recordando las palabras de la activista mexicana Kenya Cuevas: “Nuestra venganza será que seamos felices”.

Este artículo es una producción de Versus en alianza con Presentes.

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