Relatoría del taller ‘Contar la diversidad’: cómo cubrir noticias e historias LGBT’ en el Festival Gabo

El taller de tres sesiones se llevó a cabo de manera virtual del 23 al 25 de noviembre de 2020 y participaron periodistas de medios de varios rincones de América Latina.

Por: César López Linares para la Fundación Gabo

Cubrir noticias sobre temas LGBT+ sin conocer las características y problemáticas de estas poblaciones puede derivar en historias llenas de estereotipos, prejuicios e incluso discriminación. Para ayudar a los periodistas de América Latina a no caer en la desinformación y ampliar sus conocimientos sobre la diversidad sexual y de género y sobre los movimientos por los derechos LGBT+, la Fundación Gabo y la organización Dejusticia se unieron para impartir el taller ‘Contar la diversidad: cómo cubrir noticias e historias LGBT’, con el apoyo de las organizaciones Sentiido, Colombia Diversa y Agencia Presentes, en el marco del Festival Gabo 2020.

El taller de tres sesiones se llevó a cabo de manera virtual del 23 al 25 de noviembre de 2020 y en él participaron periodistas de diversas fuentes y de medios de varios rincones del continente. Fue impartido por María Eugenia Ludueña y Ana Fornaro, codirectoras de Agencia Presentes; Nina Chaparro, coordinadora de género de Dejusticia; María Mercedes Acosta, editora de Sentiido; y Marcela Sánchez, directora de Colombia Diversa, así como algunos invitados especiales.

A lo largo de las sesiones, las ponentes abordaron los principales conceptos sobre las poblaciones LGBT+, dieron recomendaciones para derribar prejuicios desde las redacciones, mostraron los errores más frecuentes a la hora de cubrir noticias sobre la diversidad y resaltaron la importancia de tener una perspectiva de género y de siempre tener en mente los derechos humanos al momento de las coberturas.

¿Qué significa tener enfoque de género?

Cuando se habla de tener un enfoque de género en los medios de comunicación, se tiende a pensar en secciones dedicadas a temas de mujeres. Sin embargo, hablar de perspectiva de género tiene más que ver con entender el género como una categoría que atraviesa todas las secciones y todo el ejercicio periodístico, indicó María Mercedes Acosta.

“El periodismo con enfoque de género equivale a ponerse una especie de gafas para garantizar que toda la información, todos los contenidos que produzcamos, no importa la sección, sean tratados con perspectiva de género”, dijo la también periodista.

Acosta resaltó que tener enfoque de género tiene que ver desde decidir qué temas cubrir hasta cómo presentarlos. Asimismo implica reconocer que no existe una sola forma de ser mujer o de ser hombre.

“No es suficiente mostrar mujeres para decir que hacemos un periodismo con enfoque de género, sino que es fundamental cómo se reconoce esa diversidad existente”, dijo.

¿Por qué es importante tener perspectiva de género? Porque las decisiones que toman los periodistas casi siempre están muy permeadas con prejuicios y estereotipos con los que han crecido e inconscientemente esto se ve reflejado en sus coberturas.

Un primer paso para darle la vuelta a esos prejuicios y estereotipos es preguntarse de qué forma están presentes hombres y mujeres en los contenidos de los medios. Es importante también estar consciente de las desigualdades que implican las diferencias de género, raza, etnicidad y clase social. Por ejemplo, ser consciente de las desventajas que representa ser mujer frente a ser hombre, ser gay o lesbiana frente a ser heterosexual, y ser persona trans frente a otros tipos de identidad de género.

Acosta mencionó tres pilares básicos para tener un enfoque de género:

  • Igualdad de derechos. El género no puede ser motivo de discriminación ni para asignar roles fijos o estereotipos.
  • Diversidad. Se debe reconocer que cada ser humano es único sin caer en generalizaciones (por ejemplo, que los hombres son más valientes que las mujeres, o que las mujeres son más sensibles que los hombres).
  • Diferencias físicas no deben traducirse en desigualdades.

El ABC de la diversidad sexual y de género

Para ser un periodista con enfoque de género, es importante conocer los conceptos que rodean a la diversidad sexual y de género. José Vargas, de la organización Colombia Diversa, detalló uno a uno cada concepto y explicó las diferencias entre ellos.

Es importante de inicio distinguir entre los conceptos orientación sexual, identidad de género y expresión de género.

1. Orientación sexual

  • Se define como la capacidad de cada persona de sentir una profunda atracción emocional, afectiva y sexual por personas de un género diferente al suyo, o de su mismo género, o de más de un género, así como a la capacidad de mantener relaciones íntimas y sexuales con estas personas.
  • La orientación sexual se refiere a la atracción física, romántica o emocional de una persona por otras personas. Todo el mundo tiene una orientación sexual, que es integral a la identidad de la persona.
  • Los hombres gay y las mujeres lesbianas se sienten atraídos hacia personas de su mismo sexo. Las personas heterosexuales se sienten atraídas hacia personas de un sexo distinto del suyo. Las personas bisexuales se sienten atraídas hacia personas del mismo sexo o de un sexo distinto.
  • La orientación sexual no guarda relación con la identidad de género o las características sexuales.
  • La orientación sexual tiene una dimensión externa: indica la inclinación sexual de una persona y los sentimientos hacia los demás.

2. Identidad de género

  • Es la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente, la cual podría corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo.
  • Tiene una dimensión interna: el término se refiere a la forma en que una persona se identifica en relación con su género.
  • Se dice que las personas trans tienen una identidad de género diferente del sexo que se les asignó al nacer.
  • Una persona transgénero o trans puede identificarse con los conceptos de hombre, mujer, hombre trans, mujer trans o persona no binaria.
  • Existen también otros términos que usan las personas trans para identificarse, según diferentes culturas, como hijra, tercer género, biespiritual, travesti, fa’afafine, queer, transpinoy, muxé, waria y meti, por mencionar algunos.

3. Expresión de género

  • Se refiere a la manifestación externa del género de una persona. Las posturas, la forma de vestir, los gestos, las pautas de lenguaje, el comportamiento y las interacciones sociales.
  • Es la forma en que una persona manifiesta su género mediante su comportamiento y su apariencia. La expresión de género puede ser masculina, femenina, andrógina o cualquier combinación de las tres.

Existe una especial confusión con los conceptos referentes a las personas trans. La palabra “trans” engloba a las identidades de género transexual y transgénero. Violeta Alegre, activista travesti de Argentina, quien colabora con Agencia Presentes, aclaró en el taller la diferencia entre dichos términos.

Transexual se refiere a las personas que intervienen su cuerpo quirúrgicamente (vaginoplastia o faloplastia) para que su anatomía corresponda con su identidad de género. Mientras que transgénero se refiere a las personas que transitan de un género a otro sin ser intervenidos quirúrgicamente.

Alegre dijo que es recomendable usar la abreviación “trans” porque lo que es relevante es la vivencia del género y no las características anatómicas de cada cuerpo.

Vargas detalló más conceptos alrededor de las personas trans.

  • Personas trans es el término paraguas utilizado para describir las variantes de identidad de género (transexuales, travestis, transformistas, entre otros). Su denominador común es que el sexo asignado al nacer no concuerda con la identidad de género de la persona.
  • Transgénero (comúnmente abreviado como “trans”) es un término comodín que se utiliza para describir a una amplia gama de identidades, incluidas las personas transexuales, las personas que se visten con ropa de otro sexo (a veces denominadas “travestis”), las personas que se identifican como pertenecientes al tercer género y otras cuya apariencia y características se perciben como de género atípico y que no se sienten identificados con el sexo que se les asignó al nacer.
  • Las mujeres trans se identifican como mujeres pese a haber sido clasificadas como varones al nacer por sus características físicas.
  • Los hombres trans se identifican como hombres pese a haber sido clasificados como mujeres al nacer por sus características físicas.

En resumen, una persona es trans cuando su identidad de género no corresponde con el sexo asignado al nacer. Las personas trans construyen su identidad independientemente de cualquier tratamiento médico o intervenciones quirúrgicas.

Para Vargas y el equipo de Colombia Diversa, es importante que los periodistas que cubren historias sobre personas LGBT+ conozcan estos conceptos y respeten la identidad de género de cada individuo. De no hacerlo se puede incurrir involuntariamente en discriminación o actos violentos.

Travestis e intersexuales

Estos dos términos también son asociados a la diversidad LGBT+, pero su uso y significado es diferente dependiendo de cada país o región.

El término travesti viene de “travestido”, es decir, personas que se visten con ropa del género contrario al propio. En la mayoría de los países en América Latina tiene un sentido peyorativo. Sin embargo, en Argentina denota un movimiento paralelo de lucha por derechos fundamentales y en contra de la violencia institucional, según lo explicó María Eugenia Ludueña.

Las personas travestis no se vivencian como hombres ni mujeres, aunque sí como feminidades, por tanto se debe referir a ellas en femenino (“las travestis” y no “los travestis”).

Las personas travestis y trans son menos visibles que los gays, las lesbianas y los bisexuales. Tienen un promedio de vida de 35 años en la región debido a las violencias estructurales que sufren, indicó Ludueña.

El término intersex o intersexual, por otro lado, se refiere a las personas que nacen con caracteres sexuales (genitales, gónadas y patrones cromosómicos) que no se corresponden con las típicas nociones binarias de cuerpos masculinos o femeninos. En algunos casos estas variaciones son visibles al nacer, pero en otros casos se manifiestan hasta la pubertad.

Ana Fornaro, codirectora de Agencia Presentes, aclaró que ser intersex no es una orientación sexual y tampoco es una identidad de género. Sin embargo, frecuentemente se incluye a las personas intersex dentro del universo LGBT+ porque la lucha política de esta población se ha entrelazado con los movimientos LGBT+.

Fornaro también dejó claro que ser intersex no significa no tener identidad de género, ni tener un tercer género, ni ser una persona no binaria. Significa haber nacido con un cuerpo que varía respecto de lo femnino y lo masculino.

En la antigüedad se les conocía como “hermafroditas”, en alusión al mito del ser que nacía con los dos sexos o con genitalidad doble. Sin embargo, en la realidad tal cosa no existe. Es posible que hormonalmente la persona intersex tenga caracteristicas del sexo masculino y del femenino, pero de cualquier forma no debe usarse el término “hermafrodita” porque es un término que patologiza a esta población, dijo Fornaro.

Hasta años recientes, la medicina consideraba que tenía que asignarle un sexo anatómico a los bebés que nacían con características intersex y optaba por practicarles cirugías para construir los genitales de uno u otro sexo. Actualmente esas prácticas médicas son consdieradas tortura por organismos como la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos y por la Organización de las Naciones Unidas, porque se considera que dejan secuelas físicas y emocionales permanentes.

Cuando la vivencia interna del género no corresponde con la genitalidad que se les asignó quirúrgicamente, las personas intersex pueden transitar al otro género y entonces convertirse además en personas trans.

¿Cuál es la forma correcta de usar las siglas LGBT?

El uso de las siglas LGBT y sus distintas variantes dependen del contexto en el que se utilicen. En general, estas siglas identifican un movimiento político de personas que han luchado históricamente por ganar derechos y ser considerados ciudadanos de primera categoría en la sociedad, explicó Nina Chaparro, coordinadora de género de Dejusticia.

Las variantes incluyen LGBT, LGTB, LGBT+, LGBTI, LGBTTTI, LGBTTTIQ, entre otras. Cada letra identifica una forma de orientación sexual, identidad de género o expresión de género:

  • L = lesbianas
  • G = gays
  • B = bisexuales
  • T = trans (en algunos casos incluye a personas transgénero, transexuales y travestis)
  • I = intersexuales
  • Q = queer

Chaparro ejemplificó que en Colombia se usan más las siglas como LGBT porque el movimiento político ha sido liderado principalmente por personas lesbianas, gays y trans. En Argentina usan LGBTI porque las personas intersexuales ya forman parte del movimiento político. En Estados Unidos es común que se use LGBTIQ porque ya hay un movimiento de personas queer o no binarias que se sumaron a la lucha.

María Eugenia Ludueña agregó posteriormente que para fines periodísticos en general, se puede usar el formato LGBT+, donde “+” engloba al resto de las identidades.

El orden de las letras tiene que ver con dividir las orientaciones sexuales de las identidades de género. LGB (lesbianas, gay y bisexuales) se refieren a los tres tipos de orientaciones sexuales (a qué género se siente uno atraído), por lo que deberían ir juntas en las siglas.

Las T hacen referencia a la identidad de género (la vivencia interna del género, que corresponde o no al género asignado al nacer).

El conjunto de estos términos y definiciones puede resultar confuso, principalmente en sociedades en las que la diversidad sexual es todavía un tema tabú. Por ello, los ponentes recomendaron a los periodistas acercarse a las organizaciones LGBT+ de sus países para saber el uso correcto de los términos de acuerdo con el contexto local.

Ante las dudas, también sugirieron preguntar directamente a las personas cómo les gusta ser identificadas.

¿Cómo cuentan los medios las noticias LGBT+?

Cada vez es más común que los medios de comunicación en América Latina cubran historias sobre las conquistas y los avances en materia de derechos humanos de las personas LGBT+, a diferencia de apenas hace una década.

Sin embargo, incluso en los países donde se ha avanzado más en cuanto a legislación, todavía es común ver noticias en las que se criminaliza o estereotipa a las personas LGBT+, sobre todo a los individuos trans, o se les relaciona con hechos morbosos.

“Hay una estigmatización que se establece casi de manera directa en estos titulares que no tienen fronteras y que en las vidas de las personas trans es donde más se nota, y donde es más notoria la discriminación como operación mediática”, dijo Ludueña.

En opinión de Violeta Alegre, este tipo de noticias desacreditan toda lucha por los derechos particularmente de las personas travestis o trans, porque de alguna forma los medios justifican la violencia contra estas poblaciones al relacionarlas -voluntaria o involuntariamente- con la prostitución o la delincuencia en las secciones de nota roja.

“Este tipo de noticias habilitan a las sociedades a un montón de violencias y discriminación, justificando que no podamos acceder a derechos humanos”, dijo la activista. “Solamente entramos en un espectro que es el prostitutivo, el delictivo, y eso habilita a toda una sociedad a que puedan hacer lo que quieran con nosotras”.

Incluso los asesinatos de personas trans y travestis no tienen la repercusión ni el efecto emocional que activa a la sociedad a salir a las calles a pedir justicia, como sucede con los asesinatos de mujeres.

Entre los principales errores en los que incurren los medios al momento de hacer notas sobre temas LGBT+:

  • Exotizar las identidades travestis y trans con el fin de generar morbo.
  • Invisibilizar las violencias contra personas LGBT+.
  • Usar un enfoque estigmatizante de las noticias.
  • No usar la terminología adecuada.
  • No incluir suficiente contexto en las historias.
  • Hablar del pasado de una persona trans (incluido su nombre anterior) innecesariamente.
  • Equiparar una orientación sexual o una identidad de género con un estilo de vida.
  • Asociar el VIH o el sida con personas LGBT+.

Las ponentes compartieron algunos consejos para que los periodistas eviten caer en estos errores al momento de cubrir historias sobre temas LGBT+:

  • Respetar el nombre y la identidad de género de las personas trans, aunque legalmente su identidad siga siendo la asignada al nacer.
  • Preguntar directamente a las personas cómo quieren ser identificadas.
  • En caso de asesinatos o cuando no se tenga acceso a la persona trans, no siempre es buena idea preguntar a la familia sobre la identidad de la persona, ya que es posible que las familias no estén de acuerdo con el tránsito de un género a otro de estos individuos.
  • En países y regiones donde la palabra “travesti” tiene una connotación peyorativa, evitar usarla. En su lugar, se puede usar “trans”, que es el término sombrilla para transexual, transgénero y travesti.
  • Preguntarse para cada noticia si es necesario mencionar la orientación sexual (LGB) o la identidad de género (T) de la persona (¿qué utilidad tiene?) o si, al contrario, esa mención se prestaría a reproducir estereotipos.
  • Informarse y capacitarse con organizaciones LGBT+ sobre los asuntos que conciernen a estas poblaciones en cada país.
  • Tratar de incorporar las voces de los individuos LGBT en la medida de lo posible en las coberturas y ofrecer una mirada más colectiva.

¿Existe una comunidad LGBT+?

El uso del término “comunidad” para englobar a las distintas poblaciones que integran la diversidad sexual es incorrecto, coincidieron las ponentes del taller, dado que las siglas LGBT representan a varias identidades de género y orientaciones sexuales que no tienen las mismas características ni problemáticas.

“Imagínense que uno para hablar de mujeres dijera ‘la comunidad de mujeres’, como si todas compartieran exactamente las mismas características y las ubicáramos en un mismo lugar, siendo que hay mujeres negras, indígenas, mestizas, blancas, de centro, de izquierda, de derecha… Las mujeres son seres humanos super diversos y es imposible agruparlos en una comunidad. Lo mismo pasa en lo LGBT”, explicó Nina Chaparro.

Es más correcto usar la palabra “población” o “poblaciones”, porque denota mayor amplitud, agregó.

No obstante, dijo Ana Fornaro, es importante tener en mente que algunos colectivos LGBT+ se consideran parte de una comunidad, ante el desamparo y la violencia estructural e institucional que ha prevalecido históricamente entre todas esas poblaciones.

Errores comunes en el uso de fuentes periodísticas

En los medios de comunicación, hay cierta tendencia a usar el mismo tipo de fuentes para todo lo que tenga que ver con temas LGBT+. Pero es importante que los periodistas sepan identificar de qué se trata cada tema para saber qué fuentes elegir, porque a quienes se elige como fuentes va a definir el enfoque y la balanza de la historia.

Daniela Franco, directora de Comunicaciones de Colombia Diversa, compartió algunos criterios que los periodistas pueden tomar en cuenta al momento de elegir fuentes para cubrir temas LGBT+:

  • ¿Las fuentes hablan “el mismo idioma”? Por ejemplo, si se trata de un tema legal, ¿las fuentes elegidas tienen igual dominio de los asuntos legales?
  • ¿Las fuentes tienen un profundo conocimiento del tema en cuestión? Por ejemplo, no cualquier abogado es experto en temas LGBT+. No todos los activistas de derechos humanos son expertos en derechos LGBT+.
  • ¿Las fuentes elegidas le aportan un nuevo nivel a la discusión o se quedan en el lugar común de “LGBT+ vs religión”?
  • ¿Qué fuentes estamos olvidando? ¿Podemos escalar el nivel de conversación agregando otro tipo de fuentes?

En general, las organizaciones LGBT+ son un buen recurso para encontrar las fuentes correctas, por lo que los periodistas deberían acercarse a estas organizaciones en sus países. Sin embargo, se debe tener en cuenta que no todas las organizaciones cubren todos los temas de la diversidad sexual.

Otro punto importante a considerar es que algunas fuentes -incluso las de organismos o grupos activistas- pudieran tener agendas políticas detrás. Estas agendas escondidas pudieran dañar la nota o inclinar la balanza de la cobertura hacia un extremo no deseado.

Entre los expertos médicos y legales también pudieran existir visiones discriminatorias y machistas. Por ello, Fornaro aconsejó a los periodistas asegurarse que las fuentes y especialistas que consultan tengan una perspectiva de género.

“Así nos aseguramos de que la persona va a ver la noticia en su integralidad y no va a dar una visión sesgada”, dijo.

Al momento de elegir fuentes es importante saber cuándo es prudente preguntar la opinión o postura de alguien respecto a una cuestión LGBT+, ya que no todos los temas están sujetos a opiniones.

Por ejemplo, en países donde derechos como el matrimonio igualitario y la adopción homoparental son ya una realidad, no hay cabida a cuestionar al público o a los políticos sobre sus opiniones respecto a estos derechos.

Por ello, en las coberturas sobre temas LGBT+ se debe cuidar el no poner en tela de juicio derechos que ya son una realidad, recomendaron las ponentes.

Activismo, objetividad y polarización en la cobertura de temas LGBT+

Cuando un periodista cubre un tema LGBT+ con enfoque en derechos y dando voz a la lucha de algún movimiento, se suele confundir su papel con el de los activistas y luchadores sociales.

Si bien el periodismo tiene funciones muy apartadas del activismo, ambas actividades comparten algunos objetivos, como denunciar la corrupción, aportar información veraz, fungir como un contrapeso al poder y evidenciar las injusticias, explicó María Mercedes Acosta, editora de Sentiido.

Mientras que el periodismo se alimenta frecuentemente de informes e investigaciones producidas por movimientos activistas, el activismo se apoya en el periodismo para hacer más visibles sus causas.

En palabras del Premio Pulitzer 2014 Glenn Greenwald, todo periodista debería ser activista, en el sentido de exigir transparencia y responsabilidad al poder y defender los derechos y principios básicos de la democracia.

También se exige a los periodistas ser objetivos al momento de ejercer su profesión. Sin embargo, de acuerdo con Acosta, es discutible si el periodismo alguna vez ha sido objetivo, ya que cada periodista es un ser humano con una forma específica de ver el mundo, con un contexto. Esos factores, sin duda intervienen al momento de escribir cada historia.

Más que de objetividad, al momento de cubrir temas LGBT+, los periodistas deben asegurarse de mostrar transparencia para construir confianza con las audiencias.

“Transparencia en el periodismo significa reconocer los errores, evidenciar las emociones, avisar cuando se hace una corrección, responder las dudas, que la gente sepa cómo se financia el medio, rectificar cuando sea necesario, informar si el medio tiene algún interés político, económico o personal”, indicó Acosta.

También es común que temas que se refieren a la diversidad sexual y la lucha de derechos se aborden en los medios desde la polarización. Es decir, mostrar una postura y enfrentarla con la postura contraria. Al respecto, Acosta aconsejó evitar estas dicotomías que podrían derivar en simplificar o banalizar las problemáticas.

“A muchos medios solo les interesan los temas LGBT+ cuando generan enfrentamiento, cuando saben que pueden generar polémica”, dijo. “Se cree que las historias son mejores cuando hay un bueno y un malo y esto deriva en simplificar temas que son más complejos”.

¿Qué historias contar?

Para el periodismo es muy importante tener en cuenta que a través de la comunicación se puede combatir los distintos tipos de violencia que sufren las poblaciones LGBT+. Sobre todo, las violencias por prejuicios o por falta de información.

Este tipo de violencias tienen como característica que se producen bajo cierta complicidad de la sociedad. Por esto, es importante darles visibilidad a través del periodismo con las historias correctas, dijo Ludueña.

“Lo que tenemos que desarticular a través de la comunicación es cómo hacemos para que estas historias impacten y entendamos que el problema es grave y que también tiene una fuerte complicidad social que hace que haya un transfeminicidio o un travesticidio y que esto ni siquiera se  vea reflejado en las agendas de los medios”, dijo.

Ludueña y Fornaro compartieron algunas ideas a considerar a la hora de contar historias LGBT+ desde el periodismo:

  • Poner el eje en las historias. Contar vidas para contar tramas sociales, culturales y políticas. No retratar a los individuos solo como víctimas o como héroes o heroínas, sino contar las historias en su múltiple dimensión.
  • Las noticias de cultura, espectáculo y deportes son una buena entrada para hablar de derechos y desigualdad sin caer en los estereotipos. No siempre es necesario hacer crónica social para contar correctamente estos temas.
  • Convocar a personas LGBT+ para que cuenten sus vivencias.
  • En el caso de personas trans, es importante mencionar en las historias sus logros respetando su identidad de género.

Las ponentes también compartieron algunas buenas prácticas para tomar en cuenta:

  • Buscar transversalizar la agenda noticiosa. Por ejemplo incluir fuentes académicas y activistas feministas y lesbianas en la sección política.
  • Producir contenido que ayude a derribar mitos y prejuicios.
  • Buscar enfoques interseccionales. Buscar historias de individuos de la diversidad que además tengan otras características. Por ejemplo, LGBT+Afro o LGBT+Indígena.
  • Explorar nuevas narrativas y formatos para temas difíciles y complejos. Por ejemplo, videos, infografías, cómics, ilustración, pódcast, etcétera.

“Contar la violencia estructural que sufren las personas travestis y trans es algo muy complejo de hacer. Quizá una historia positiva o que tenga connotaciones acerca de logros de esas personas nos puede servir para ilustrar el contexto en el que se desarrollan estas vidas”, dijo Ludueña.

El derecho como fuente noticiosa

Existen varias formas en las que las decisiones judiciales pueden ser usadas como fuente para las noticias. Sin embargo, no siempre los periodistas se sienten con la capacidad de interpretar sentencias y otros documentos legales.

En el caso de temas legales que tienen que ver con derechos de la población LGBT+ (como el matrimonio igualitario, la adopción de parejas homosexuales, etcétera), el desmitificar las decisiones judiciales puede ser de gran ayuda para que los lectores entiendan la historia más allá de términos legales técnicos, según explicó Nina Chaparro,

La abogada y coordinadora de género de la organización Dejusticia dijo que para el filósofo Ronald Dworkin, el derecho es como la literatura y existe un proceso argumentativo e interpretativo que va más allá de la descripción de leyes. Hay toda una historia, con interpretaciones y argumentos.

“Es importante que el periodismo vaya directamente a la sentencia, a la decisión del juez para poder extraer esos argumentos que podrían convencer a toda la ciudadanía de forma más lógica”, dijo Chaparro. “Los argumentos son la riqueza de las decisiones judiciales, y son las que generalmente no se usan”.

Aunque el derecho tiene un lenguaje distinto al periodístico e incluye términos técnicos abstractos que generalmente son de difícil comprensión, también hay una falsa idea de que el derecho es algo inalcanzable al que solo pueden acceder los abogados. Sin embargo, un periodista puede perfectamente recurrir a las sentencias y usarlas como fuentes para sus historias. La clave está en encontrar los argumentos de los jueces en esas sentencias.

Chaparro argumentó que el papel de los medios también puede ser pedagógico, de forma que los periodistas puedan desmenuzar y explicar en palabras sencillas el porqué de un juez para decidir una sentencia judicial.

Por ejemplo, en una nota sobre la aprobación de algún derecho de la población LGBT+, un periodista podría consultar los argumentos del juez y explicar la razón por la que ese derecho fue aprobado, y de esa forma convencer a la ciudadanía. Cuando la ciudadanía tiene la información completa es cuando se puede llegar a derribar prejuicios.

“Cuando una noticia queda así, relatando la noticia a secas, se gana una batalla jurídica, pero no la cultural, que es la más importante”, dijo Chaparro. “La noticia puede que no esté mal, pero no cumple con su función de hacerle entender a la audiencia las razones de los jueces. Solo los argumentos pueden tumbar prejuicios”.

Chaparro explicó que detrás de una sentencia no solo está el criterio de los jueces y magistrados. Para escribir una decisión judicial, los jueces consultan a expertos de distintas áreas como la sociología, la medicina, la psicología, la economía, entre otros.

Aunque el lenguaje jurídico es técnico y especializado, las sentencias sobre derechos fundamentales por lo general están escritas con lenguaje más universal. Estas decisiones judiciales son actividades interpretativas que reúnen conocimientos que van más allá de la norma, y por ello pueden ser una fuente rica de razones, argumentos e inspiración.

En resumen, comunicar de forma sencilla los argumentos de los jueces contribuye a que la gente comprenda por qué existen determinados derechos.

La ‘ideología de género’ y otros mitos que buscan desprestigiar el movimiento LGBTI+

Uno de los riesgos que enfrentan los periodistas a la hora de cubrir historias LGBT+ son los movimientos y personas que pretenden usar a los medios de comunicación para deslegitimar los movimientos por los derechos de estas poblaciones y diseminar información falsa o dudosa para confundir a la audiencia.

Uno de estos grupos es el conformado por personas religiosas fundamentalistas con intereses electorales que usan el término “ideología de género” para desinformar. Este tipo de grupos tienen varias estrategias para llevar a cabo sus objetivos:

  • Difundir verdades a medias. Dan argumentos ciertos combinados con mentiras, lo que resulta en confusión. Por ejemplo, argumentan que la educación sexual que se les imparte a los niños en las escuelas busca “homosexualizarlos” o darles ideas sobre “volverse trans”.
  • Manipulación de datos o estadísticas. Citan estudios descontextualizados y falacias de generalizaciones. Por ejemplo, mencionan estudios que sí existen pero le atribuyen información que no contiene.
  • Distribución de fake news. En los casos más extremos, estos movimientos diseminan información completamente falsa.

Pero ¿qué es la ideología de género? Marcela Sánchez, directora de Colombia Diversa, dijo que nadie a ciencia cierta ha explicado el significado de ese concepto. Sin embargo, estos grupos fundamentalistas buscan que la palabra “género” sea identificada con una supuesta agenda del movimiento LGBT+ para “homosexualizar niños”.

Los grupos religiosos fundamentalistas usan canales de distribución que les han resultado sumamente efectivos, como sermones y prédicas, las contiendas electorales, las redes sociales y plataformas como WhatsApp, especialmente a través de mensajes de audios.

Las mismas estrategias, argumentos y modus operandi suelen repetirse en los distintos países donde estos grupos operan. Entre otras características que definen a estos grupos, Sánchez mencionó:

  • Son oportunistas. Usan elecciones o discusiones internacionales relevantes para llevar sus mensajes.
  • Utilizan la falsa idea de que, a diferencia de los grupos LGBT+ que buscan derechos para sí mismos, ellos hablan por los derechos de todas las personas, con lo que buscan dar una falsa pretensión de generalidad.
  • No actúan solos. Frecuentemente se alían con partidos políticos de derecha.
  • Usan las mismas estrategias en los movimientos relativos al aborto, la adopción homoparental y el cambio climático.
  • Su mayor bandera es la defensa de los derechos de los niños.

Otro grupo que representa un desafío para los periodistas es el supuesto movimiento que busca legalizar la pedofilia en el mundo: el MAP —Movimiento Activista Pedófilo o Minor-Attracted Person (persona atraída a los menores)—. Dicho movimiento no existe, pero se habla de él con el fin de relacionarlo con los movimientos de personas LGBT+ y desprestigiarlos.

Al igual que los grupos fundamentalistas religiosos, el supuesto MAP utiliza verdades a medias. Basan su existencia en un movimiento pedófilo que realmente existió en Holanda, pero que se extinguió.

El supuesto MAP aparece identificado con una bandera parecida a la bandera del movimiento trans para generar confusión y dar a entender que pretenden pertenecer a la lucha LGBT+.

Otro de sus supuestos argumentos es que buscan que la pedofilia deje de ser considerada una enfermedad, como sucedió con la homosexualidad. Asimismo, reciclan mensajes utilizados por movimientos en pro de derechos humanos y usan discursos de exclusión y discriminación, similares a los usados por los movimientos LGBT+. Por ejemplo “Amor es amor”.

Sánchez explicó que este tipo de movimientos tienen como consecuencia que deslegitiman la existencia de las personas LGBT+, las patologizan, las satanizan y desvirtúan el trabajo de los defensores y activistas de sus derechos e incluso ponen en peligro su vida. Asimismo,  refuerzan prejuicios y dudas alrededor de estas poblaciones.

Los periodistas deben estar conscientes de que el éxito de estos movimientos dependerá de la amplificación que los medios hagan de sus mentiras o verdades a medias.

Para concluir su ponencia y cerrar con el taller, Sánchez dejó una lista de preguntas para la reflexión de los periodistas:

  • ¿Usamos fuentes idóneas sobre el tema: expertas, con estudios, probadas?
  • ¿Cómo contrastar fuentes sin caer en la discriminación?
  • ¿Cómo desarrollar habilidades para descubrir todas estas estrategias y no contribuir a desinformar y/o discriminar y hacer propaganda?
  • ¿Existiría alguna relación entre estos discursos y el aumento de denuncias de discriminación, hechos de violencia y casos de homicidios?

Sobre las ponentes

María Eugenia Ludueña

Cofundadora y codirectora de Agencia Presentes, un medio regional digital especializado en géneros, diversidad y derechos humanos. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires, y profesora de la Maestría de Comunicación y Derechos Humanos en la Universidad Nacional de La Plata y de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET).

Ha trabajado como periodista para diferentes medios y formatos: Gatopardo, Página/12 (Las Doce), La Nación, Anfibia, The History Channel Latin America, editoriales Perfil y Atlántida, revistas Nueva y Rumbos, entre otros.

Autora de Laura, vida y militancia de Laura Carlotto (2013, Planeta) y del libro de cuentos El mundo no necesita más canciones (2017, La Parte Maldita).

Colabora con el equipo de WikiDerechosHumanos, iniciativa que impulsó junto a Wikimedia Argentina para la edición de contenidos de ddhh en Wikipedia en español.

Ana Fornaro

Periodista uruguaya radicada en Buenos Aires. Es cofundadora y codirectora de Agencia Presentes, un medio regional digital especializado en géneros, diversidad y derechos humanos. Fue editora en Agencia France Presse (AFP) y productora para CNN en Español. Escribe regularmente para el suplemento de cultura de Página/12 y revista Lento. Ha publicado en Courrier International (Francia), Brecha (Uruguay) y Revista Anfibia (Argentina). Es licenciada en Letras y máster en literatura comparada por la Universidad Lille3 Charles de Gaulle (Francia).

Nina Chaparro

Es abogada especialista en derecho constitucional de la Universidad del Rosario. Tiene una maestría en Políticas Públicas de la Universidad de Bristol (Inglaterra).Su trabajo se concentra en áreas afines a las políticas públicas y los derechos humanos, con énfasis en justicia transicional, género y educación para la paz. Es coordinadora del área de género de Dejusticia y ha sido profesora de la Universidad del Rosario.

María Mercedes Acosta

Comunicadora social y periodista, magíster en Periodismo Digital. Ha trabajado, entre otros medios, en Revista Diners, Editorial Televisa Colombia y Revista Semana. Es cofundadora y editora general en Sentiido, organización enfocada en aportar conocimiento e información sobre género, diversidad sexual y cambio social.

Marcela Sánchez

Es Trabajadora Social de la Universidad Nacional de Colombia con Maestría en Construcción de Paz de la Universidad de los Andes. Activista feminista por los derechos humanos de gays, lesbianas, bisexuales y personas trans. Es directora de Colombia Diversa, una de las organizaciones más representativas de la lucha por la igualdad y la diversidad en Colombia.

Sobre el taller ‘Contar la diversidad: cómo cubrir noticias e historias LGBT’

Esta actividad se realizó en el marco del Festival Gabo 2020, el cual es posible gracias a la alianza de la Fundación Gabo con los grupos SURA y Bancolombia, con sus filiales en América Latina, y a la alianza de la Fundación Gabo con la Alcaldía de Medellín.

Se realizó de manera virtual el lunes 23, martes 24 y miércoles de noviembre de 2020, con la participación de 20 periodistas de 11 países de Iberoamérica.

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Apostamos a un periodismo capaz de adentrarse en los territorios y la investigación exhaustiva, aliado a nuevas tecnologías y formatos narrativos. Queremos que lxs protagonistas, sus historias y sus luchas, estén presentes.

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Esta y otras historias no suelen estar en la agenda mediática. Entre todes podemos hacerlas presentes.

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