Momentos icónicos de la visibilidad trans en la televisión argentina
Un recorrido histórico desde los primeros pasos de las travestis y mujeres trans en la televisión argentina. El camino de la deconstrucción de roles estigmatizados y criminalizantes hacia la consecución de una voz propia.
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Por Victoria Stéfano/Periódicas*/Ilustración Titi Nicola
«Hoy nos visita un personaje especial, Alejandra Beatriz Costa, trans-sexual». Así presentaba Mirtha Legrand en 1990 a la primera trans visible en un programa de la televisión argentina.
«¿Qué significa eso?» preguntaba la conductora. «Travesti operado», contestaba la entrevistada, dando lugar a lo que hoy nos parecería una entrevista como mínimo violenta.
Ese día Alejandra no se sentó en la mesa de Mirtha, la entrevista fue en un espacio aparte, improvisado para generar un espacio íntimo, aislado del resto.
Sí se sentaron ese día a almorzar con la señora «progre» del sigo XX, la militante lesbiana Ilse Fuscova y el entonces presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), Rafael Freda. Pasarían años hasta que nos llegara ese momento a nosotras.
Por fin empezábamos a existir por fuera de la crónica policial del travestido asesinado, mas no con nuestra identidad. Comenzaba a cocinarse la batalla por el derecho al reconocimiento registral.
Del bicho raro a la militante
Dos años más tarde, en 1992, esa existencia fue reafirmada en el programa de Mariano Grondona, donde aparecía Yanina Moreno exigiendo la posibilidad del «cambio de sexo en Argentina y el posterior reconocimiento legal». Yanina llevó la agenda de lucha de las travestis a la televisión. Echó luces sobre el exilio dado por la persecución durante la dictadura -y posteriormente- y la deuda integral del Estado y la sociedad argentina para con las travestis.
La mesa de Mirtha, el sofá de Susana, la siesta con Mauro Viale y la noche con Chiche Gelblung
Fue en 1993 cuando tomamos por asalto la mesa de la diva de los almuerzos. Un suceso que, leído en el tiempo, marcaría la historia de la comunicación en nuestro país. Hacían su aparición la Gran Madre Argentina Mariela Muñoz y la activista travesti Kenny de Michelis.
Mariela saltó a los titulares nacionales de mano de una historia que interpeló a todos los sectores. Entre movilizaciones multitudinarias que apoyaban su reclamo, exigía en televisión abierta que le devuelvan a sus hijes adoptives. A lo largo de su vida, Mariela adoptó y crió más de 17 hijes. Y en 1993 se desató una trama de vacíos legales que la convirtió en la noticia central del prime time argentino. La justicia le quitó a tres de les niñes que había criado y la encarceló. Las vecinas y vecinos de Mariela se agolpaban a las afueras de la comisaría donde estaba detenida para exigir su liberación. Largos minutos de aire estaban dedicados al llanto desgarrado de la madre que le pedía piedad a un Estado ciego e impotente.
El empujón mediático le permitió acceder al cambio de sus datos registrales, como nadie lo había logrado hasta ese momento. Mariela logró ser reconocida como mujer por la Justicia y también puso a la sociedad argentina, por primera vez, del lado de una mujer trans.
La lucha por la tenencia de les niñes mantuvo a Mariela Muñoz en los medios hasta bien entrados los 2000. De alguna manera una mujer trans se había alojado en el repertorio mental del arquetipo de la maternidad en la conciencia colectiva de les argentines.
Por su parte, «Kenny«, como se hizo conocida públicamente Victoria Alexis Mincilli, fue la portavoz mediática del creciente movimiento travesti-trans en nuestro país. Se sentó en la mesa de Mirtha Legrand, y en el sofá de Susana Giménez, llevando los reclamos de la comunidad y dando a conocer abiertamente las violencias que vivíamos en los 90′. Kenny era coordinadora de la Agrupación Travestis Unidas. Junto a Sandy Gonzalez y Gabriela Carrizo, se fumaron a una joven y extra incisiva Susana que indagaba repetitivamente sobre por qué no trabajábamos de otra cosa en vez de ser prostitutas.
«Nosotras necesitamos que la sociedad entera entienda que somos gente que está predispuesta al peligro ya que el único medio de sobrevivir en este país para nosotras (para todas mis compañeras de la República Argentina estoy hablando), es la prostitución» le decía Victoria Mincilli a la platinada. «¿Pero por qué? Vos sabes, mucha gente se pregunta eso, ¿por qué?» insistía Susana.
-Es que es una realidad.
-¿No les dan trabajo en otro lado?
-Es que la gente ahora, a través de la connotación que se me ha dado, ha empezado a ver que no todas las travestis somos iguales. Yo por ejemplo en agosto empiezo los estudios en la facultad en Letras y Periodismo, porque en la Comunidad Homosexual sale una revista mensual en la que yo escribo. Mi don, descubrí que es eso. Pero aparte yo necesito integrarme a la sociedad. Yo te hablo en mi caso. Hay muchas compañeras que también me apoyan en lo mío. Todas somos forzadas a la prostitución.
Categóricamente Kenny anunciaba lo que por todas ya era sabido. Después sus compañeras le contaron a la conductora cómo era ser travesti y vivir la persecución diaria bajo los artículos 95 en la provincia de Buenos Aires y 2º F en la Capital Federal (“Exhibirse en la vía pública o lugares públicos vestidos o disfrazados con ropas del sexo contrario”). Las coimas, las detenciones arbitrarias, las palizas de la policía, la violación sistemática de los derechos humanos de toda nuestra población por fin se hacían públicos, y comenzaba la carrera hacia la derogación de ese articulado.
De mano de estas apariciones, Vanessa Show, Wendy Leguizamon, Klaudia con K, Gabriela Grey, entre otras, ocuparon espacios de interlocución con los medios, obsesionados con desanudar quiénes éramos y qué queríamos. Se inauguraba así la posibilidad de pasar de ser el objeto extraño y mascoteril a la agencia de la travesti activista. Las apariciones eran más regulares en programas como «Anochecer» de Mauro Viale y otros, donde se apreciaban las narrativas travas. En tono de enunciación algunas veces y de denuncia en otras.
Muñeca trava
Capítulo aparte fue Cris Miró, la Jennifer Aniston de las travestis en la televisión argentina. Una estrella fugaz que hizo todo lo que se podía hacer con lo que se le había dado. Cris era odontóloga, recibida en la UBA. Una intelectual y una artista. Hija de un militar retirado y una trabajadora de casas particulares. Como muchas travas del momento, sobrevivía a costas de esconder su identidad, siendo quien era sólo en contadas ocasiones. Así descubrieron su altura de 1.85 m, que la destacaba del resto de las mujeres, y la llevaron de un tirón al teatro de revista.
La belleza andrógina de Cris cautivaba a todos los públicos. Enseguida la querían en todos los programas diarios, siendo lo que era: la novia oculta a todas luces de la televisión argentina. Tuvieron el enorme placer de tenerla enfrente Tinelli, Nicolás Reppeto, José María Listorti, entre otros épicos idiotas de la televisión nacional.
En su apogeo llegó al Maipo, y se enfrentó a la cara más cruenta de una Mirtha Legrand a la que ya se le había olvidado la apertura mental que tenía a principio de la década:
-No sé mi amor cómo tratarte…
-¿Por qué?
-No sé, señorita… señor… no sé… ¿votaste, no?
-Por supuesto.
-Bueno, ¿y en qué mesa? Votaste en mesa de caballeros, ¿no?
-Sí, sí, por supuesto…
-Claro, claro… ¿Cuál es tu verdadero nombre? ¿Querés decirlo o no?
-Mirá, mi verdadero nombre es el que siento y es Cris Miró.
-¿Por la calle vas vestida así, tal cual?
-Sí, no vine en helicóptero.
-¿Quiénes te dicen piropos, los hombres o las mujeres?
-¿Sabés que…? Los hombres por supuesto y las mujeres también. Sorpresivamente me esperan a la salida del teatro las señoras con los maridos para conocerme…
-¿Sí?
-Para felicitarme.
-En este momento no hay una vedette más sexy, más mona y más sensual que Cris Miró ¿no?… ¿Ésta es tu voz natural?
-Sí…
-No sé si te molesta que te haga este tipo de preguntas…
-No, entiendo por qué las hacés…
-Claro… claro… es lógico que se hagan… ¿Pero te molesta que se sepa que sos un muchacho o no? ¿Y vos pensás que alguna vez en tu vida pueda revertirse la situación, es decir, bueno, “No quiero ser más mujer; asumo mi condición de hombre, de muchacho…eh… me caso, tengo hijos y bueno, cambia la cosa… ¿Vos creés que pueda suceder?
-Disfruto tanto de mi vida que no creo que vaya a suceder.
Cris falleció en 1999, fruto de un cáncer ligado al VIH con el que vivía. Su paso por la TV y el teatro argentino corrió una frontera para las travestis y las trans en los medios de comunicación. y abrió la puerta a otras como Flor de la V. Gracias a Cris Miró se comenzaba a construir otra posible existencia: las travestis artistas.
La Argentina travesti
«¿Qué les pasa a los hombres con vos Florencia?» le preguntaba a una joven Florencia Trinidad.
Aparentemente la gran incógnita de la Argentina, lejos del neoliberalismo menemista que destrozaba al país, era qué pasaba con los varones que elegían a mujeres trans y travestis para comprarse un rato o para concretar una pareja o una familia.
El informe del programa de Chiche quedaba en el acervo cultural colectivo de nuestro país. Desde un lugar insistentemente estigmatizante que reafirmaba el binomio indivisible de travesti y prostituta se reforzaba la criminalización de nuestras identidades. Con imágenes de las travas de la ciudad y del conurbano una voz en off pretendía un análisis objetivo sobre las realidades travestis y cómo se hilaban con el resto de los engranajes sociales.
Toda esta preocupación también se daba en el marco de otra discusión que tuvo un fuerte impacto en lo medios y que inauguró la conquista colectiva de derechos de nuestra población: el debate sobre el código de convivencia urbana de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Palizas en vivo
Diariamente travestis, mujeres trans y mujeres cis prostitutas era confrontadas con vecines de las zonas rojas, sacerdotes, psicólogues, sexólogues o la mismísima policía en televisión abierta. Los diarios, radios y revistas se sumaban porsupuesto a la carnicería.
La legislatura porteña discutía los códigos contravencionales que afectaban particularmente el ejercicio de la prostitución, y criminalizaban a las personas trans y travestis. El quid de la cuestión era establecer zonas aptas del ejercicio de la actividad prostituyente y la descriminalización del «travestismo», frente a la moralina exacerbada y sobreactuada de les habitantes de Palermo.
La Teoría Travesti Latinoamericana en vivo
Pasada la mitad de los 90, y en el marco de la discusión pública sobre los edictos policiales, también asomaban por la televisión, los diarios y las revistas Lohana Berkins, Marlene Wayar y Nadia Echazú. Las militantes históricas de la «población T» se hacían visibles y ponían nombre al discurso público de las travestis.
Lohana ya se animaba a caracterizar claramente a la prostitución como un régimen forzoso y diferente al concepto de trabajo. La cuestión de la persecución seguía siendo central, pero empezaba a hablarse de la identidad como derecho.
Una desafiante Marlene comenzaba a aparecer narrada en el diario Página 12 y la punta de lanza del movimiento travesti revolucionario se anunciaba públicamente desobediente. En el medio de la persecución que también era mediatizada, en 1999, las travas organizadas fueron a la embajada inglesa a pedirle al príncipe asilo en su país. El mensaje era contundente: las travas éramos víctimas de persecución política en Argentina; éramos las presas políticas de la democracia.
De la V
Florencia de la Vega, como era conocida Flor de la V en los años 90, logró llegar a la tele y quedarse. Claro que su espacio estaba bien delimitado. Hipersexualizada, ridiculizada, objetivada. Pero para bien, o para mal, ahí estaba.
Comenzó reemplazando a Cris Miró en el teatro y desde el 95 había aparecido esporádicamente en tele. Pero rápidamente fue catapultada a apariciones semanales y hasta diarias en tiras unitarias y telenovelas. Hacia el 2000 era la piba trava en un programa con Georgina Barbarrosa, y después fue una de «las chicas de» la momia de Gerardo Sofovich. También apareció en la peluquería de los pajeros, o Mateos, algo así.
La crisis del 2001, y la inestabilidad política hasta el 2003 habían escondido a todo el resto en el closet. En hechos concretos, habíamos pasado desapercibidas en todo el clima de la crisis. Salvo cuando nos mataban y éramos «el travesti asesinado», siempre en un entramado de criminalización.
Las primeras noticias de travestis trabajando para la administración central nacional alcanzaban estado público de mano de la presidencia de Néstor Kirchner y comenzaba a habilitarse otra narrativa latente pero sumamente tardía: travestis trabajadoras del Estado.
En la tele igualmente la imagen pasaba por otro lugar. El éxito rotundo de los Roldán, y el personaje de Laisa, encarnado por Flor de V, habitaban un inconciente colectivo nacional: los señores casados morían por una revolcada con la trava del barrio, y ese recurso era explotado de continuo y hasta el cansancio.
Con una presencia increíble en la escena del teatro de revista que la mantuvo en la mira en todo momento, Florencia se animó a la producción. Se desligó de los dueños de su imagen y comenzó un camino propio. Conquistó al público de las grandes ciudades en los teatros más tradicionales y también comenzó una batalla legal para que el Estado reconozca su identidad autopercibida, lográndolo en 2010.
La carrera de Florencia era irrefrenable, tanto como el odio que le expresaron hasta el cansancio personajes nefastos de la comunicación en nuestro país como el patético de Walter Queijeiro y el impresentable de Jorge Lanata.
Florencia puede ser abiertamente una de las figuras emblemáticas de la televisión en nuestro país. No solamente por pegarla y quedarse. Sino por su supervivencia al escarnio de comunicadores envenenados de cisheterosexualidad.
La década del 10
En 2012 pasó lo inimaginable. En nuestro país se consolidó el derecho a la identidad de género autopercibida, y a solicitar, sin intervención legal, la modificación de los datos registrales de travestis y trans.
Finalmente ganamos, y logramos un poquito de libertad. Nos cagaban a palos igual cuando podían, pero empezábamos a discutir en términos de una habitabilidad del espacio público más o menos posible.
Tanto así habíamos empezado a habitarlo todo que en 2015, Florencia de la V, se convirtió en la primera conductora trans de tv en Argentina.
El programa familiar de comedia emitido diariamente al mediodía, La Pelu , cambió para siempre la historia del entretenimiento en nuestro país.
Las narcotravestis
A esta altura ya habíamos sido criminales, prostitutas, militantes, artistas y, de forma latente, nos convertíamos en las primeras trabajadoras trans y travestis en la historia.
Pero los medios de comunicación, en una reafirmación constante de las herramientas de criminalización que las fuerzas de seguridad reservan siempre para los mismos sectores sociales, nos crearon una categoría especial: las narcotravestis.
En una suerte de trinomio entre trava, prostituta y narca, comenzamos a ser las señoras de la droga. Claro que el cuento nunca es sobre las condiciones estructurales que nos empujan a la prostitución o al narcomenudeo. Mucho menos sobre las alianzas entre productores y distribuidores de estupefacientes y las fuerzas de seguridad que entregan barrios completos en manos de redes de criminales. El nivel de odio expuesto en esos contenidos se alimenta con un poco de xenofobia, como para que el cóctel clase y género no pierda ese sabor crocante al paladar facho que da un poquito de racismo. Narcotravestis peruanas, bolivianas, paraguayas. ¿Nadie se pregunta por qué siempre vendedoras y nunca jefas?
Y a pesar de que la oleada de primeras docentes, licenciadas, abogadas, psicólogas y hasta policías trans logró ser título de muchos medios nacionales, en la actualidad la narcotravesti continúa en el imaginario colectivo sobre nuestra población.
Lizy
Lizy Tagliani, peluquera del espectáculo, se fue colando en Bailando por un Sueño de manera incipiente, hasta consolidarse como una figura cómica.
Por su trayectoria participando de distintos programas y formatos siempre desde el humor, ganó un premio Martín Fierro en 2019 a la mejor labor humorística, por su participación en el programa Cortá por Lozano. En el mismo canal que lo hizo Florencia de la V, Lizy se convirtió en la segunda conductora trans de un programa familiar en la historia de la televisión nacional.
Con voz propia
El uso de la propia voz en los medios es algo que sistemática y categóricamente se nos ha negado. En el 93′, en el sofá de la Giménez, Kenny contaba que ella escribía en la revista de la CHA, y que quería estudiar comunicación en la UBA por eso. Y ese sueño tardó en llegar a concretarse, pero empezamos a escribir.
Desde el nuevo milenio producimos profusamente literatura, aunque no hayamos empezado a escribir ahí. Lohana escribió y editó libros. La Wayar fundó el primer periódico travesti en Latinoamérica, y tuvo y tiene columnas esporádicas en Página 12, donde también escribió la Berkins.
Las poetisas Susy Shock y Naty Menstrual son las primeras con prosa propia publicada. Alma Fernández revuelve la pedagogía escribiendo sobre el primer bachillerato trava del mundo, La Mocha. Y Pendeja, de Caro Unrein se convierte en la crónica transadolescente argentina. Y queda mucho por leer del fenómeno mundial que es Camila Sosa Villada, abriendo la travestidad desde una prosa geopolítica maravillosa, y por momentos arrasadora. Quien, además de escribir maravillosamente, caracterizó a «La Viuda de Rafael», en una miniserie sobre la realidad trans en pleno 2012 para la televisión publica.
Entre pitos y flautas también aparecimos en un sinfín de documentales, que por fin nos dejaban hablar a nosotras, desde nosotras. Llegamos al cine, a la radio… Y por primera vez nos vimos así: como comunicadoras.
El año pasado la escena mundial se sacudió por la noticia de la primera conductora trans en un noticiero en el canal público. La locutora nacional Diana Zurco, tranformó para siempre la Televisión Pública, donde se la puede ver diariamente contando la realidad argentina.
Pero no es la única. Alejandra Malem también es comunicadora, periodista y co-condutora en C5N. Es la cara co-estelar de todas las tardes en la señal de noticias.
En Santa Fe
Aquí realmente no son muchas las mujeres trans y travestis que han logrado instalarse en la agenda mediática y cultural local. Por mucho Querelle Delage es la insignia santafesina. Entre otros ámbitos que conquistó están la Radio Nacional Santa Fe, la miniserie Historia de un Clan, y un lugar ya consolidado en el cine nacional. También Shendell Spingola y Fernanda Galván tuvieron un espacio en sendos programas de radio santafesinos.
Por otra parte quien les escribe, desde esta trinchera que es Periódicas, donde recientemente cumplí mi primer año en calidad de comunicadora.
En el horizonte está, claramente, la discusión pendiente sobre cómo establecer garantías de una representación justa y cupo trans en los medios provinciales y nacionales. En esa construcción se deposita también el reconocimiento del trabajo diario que hacemos comunicadoras y militantes trans por crear un imaginario diferente, y no estigmatizante, sobre nosotras, nuestra población y nuestras demandas.
Desde la mesa de Mirtha, a conducir un noticiero, o escribir en este medio, sobrevivimos a un mundo que empezamos, muy de a poquito, a conquistar.
*Este artículo se publicó originalmente en Periódicas y se republica en el marco de una alianza informativa entre Periódicas, Comunicación Feminista desde el litoral, y Agencia Presentes.
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