Botiquín de herramientas frente a discursos transodiantes
Presentes convocó a personas defensoras de derechos humanos, y colectivas trans y feministas de México para armar un botiquín de herramientas digitales.
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Por Georgina González
En los años recientes hemos visto un aumento de discursos transodiantes en México. Sobre todo, en redes sociales, pero esta confrontación también salta a las calles cuando los grupos feministas trans excluyentes se oponen con pintas al reconocimiento de la identidad de género. Estos grupos cuestionan la existencia de las personas trans y afirman que su presencia pone en peligro los espacios y derechos conseguidos en lo que llaman “el borrado de las mujeres”. Además, recientemente la presión transfóbica logró que el medio Milenio censurara a su colaboradora Láurel Miranda.
Ante este panorama, Jessica Marjane, defensora de derechos humanos y coordinadora de la Red de Juventudes Trans, advierte que “muchos de los discursos que utilizan no son nuevos. Ellas (feministas trans excluyentes) solamente los están apropiando y volteando hacia una supuesta lucha legítima y si pensamos que combatir los discursos de odio es el único fin y que la lucha va ser para desmitificarlos, estamos cayendo en la trampa. Yo siento que esto es un llamado a un presente y futuro alentador, a la defensa del porvenir para que las personas trans nos fortalezcamos en herramientas emocionales; metodológicas; de defensa de derechos humanos; discursivas; afectivas; económicas, herramientas de vida”.
Presentes convocó a personas defensoras de derechos humanos, y colectivas trans y feministas de México para armar un botiquín de herramientas digitales, comunicativas y legales frente a los discursos transodiantes.
¿Cómo identificar un discurso transodiante?
Janet Castillo, coordinadora de la clínica jurídica en derechos sexuales y reproductivos de la organización LEDESER aclara en entrevista que “los discursos de odio no son ni pueden considerarse iguales a las difamaciones o calumnias, pues no solamente son acusaciones falsas que buscan hacer daño, sino que están relacionados con violencias estructurales y sistemáticas hacia grupos históricamente vulnerados que favorecen el estigma y los prejuicios en contra de éstos”.
Por su parte Sofia Jiménez Poiré, integrante de la Colectiva Dignas Hijas, propone matizar el concepto de “discursos de odio” por “discursos estigmatizantes o discursos anti derechos” porque “no aparentan ser de odio sino más bien son discursos en defensa de un grupo”.
Y agrega que, “una razón por la cual (esos discursos) son tan exitosos y que la gente se suscribe a ellos sin verse así mismas siendo cruel, malvada o injusta es porque se sustenta en tres pilares: la acepción de la verdad; el retrato del enemigo y el autorretrato favorecedor. Pilares que también se encuentran dentro del discurso TERF (feministas radicales trans excluyentes)”.
- La acepción de la verdad.
“Harán alusión a las ciencias, van a procurar sustentar lo que dicen con estudios e inclusive no necesariamente van a citar la fuente pero dirán: ‘la biología ha demostrado que…’, para generar confianza y credibilidad en la audiencia, avientan nombres de teóricas feministas y comienzan a tener dinámicas de poder para reiterar su idea de que son ellas las que tienen la verdad”.
Frente a esa retórica Sofía observa dos desventajas: “hay ignorancia respecto al funcionamiento de las ciencias y los procesos de producción de conocimientos científicos (…) los llamados discursos de odio se aprovechan de eso para hacer citas falsas y tramposas, y tienden una y otra vez a decir ‘no es transfóbico decir la verdad’”.
2- El retrato del enemigo
“Se va a identificar a una fuerza enemiga. Generalmente para evitar que sean llamades transfóbiques no se centran en la identidad sexual de las personas sino en sus comportamientos y estos perfiles estarán cargados de estigma”.
Sofía detecta que hay dos formas para retratar de maneras negativas a las personas trans, una es exponer casos individuales “para decir que hay mujeres trans peligrosas y por eso no dar un pase al resto de mujeres trans”. La segunda es la estigmatización general, en donde “se presenta a las mujeres trans como caricaturas: teniendo barba, las piernas peludas, una voz grave; no porque esas características sean malas, pero están presentadas de manera que el objetivo es generar una reacción de asco que sea repelente para las mujeres cis”
3. Autorretrato favorecedor
“Se hacen ver así mismas como salvadoras, defensoras y víctimas. Con el supuesto “borrado de las mujeres” retoman la idea de que las mujeres estamos bajo ataque, que necesitamos defendernos, que somos víctimas de censura y tener esa carta les ayuda a tener una visión favorable para generar cohesión interna y convicción profunda”.
En este punto Sofía comenta que estas dimensiones favorecedoras dificultan el momento de reconocer un discurso que estigmatiza y reproduce violencia. “Sucede sobre todo en feministas cisgénero, no estamos reconociendo el impacto, el potencial y la peligrosidad, no se confrontan y se mantiene en silencio y ese silencio termina siendo cómplice porque tenemos una visión muy en blanco y negro para reconocer fácilmente cuando se trata de un discurso de odio, porque justamente no son de odio y por eso abogo a expresiones alternativas porque pasan debajo de nuestro radar”, explica.
Para incentivar la no complicidad, en agosto la Colectiva Digas Hijas lanzó #NoEnNuestroNombre, un pronunciamiento en apoyo a las identidades trans y contra “los discursos transantagonistas que se dicen feministas”.
“Sí hay un borrado de mujeres pero no lo hacen las personas trans”
“La idea del borrado de mujeres se basa en una supuesta teoría de conspiración bajo la cual el activismo LGBTIQ, queer o trans conspira en contra de las mujeres para invisibilizarlas, quitarnos derechos y por lo tanto continuar con la violencia sistemática y estructural que hemos sufrido históricamente (…) Bajo este discurso cualquier persona trans será reconocida dentro de esta teoría como una amenaza para las mujeres”, explica Janet Castillo.
Y pasa sobre todo cuando se debate el uso de baños; los deportes; se discuten los derechos sexuales y (no) reproductivos, la menstruación o se acercan fechas como el 8M —día internacional de las mujeres—. Es entonces cuando voces desde un feminismo “blanco, hetero, cis” argumentan que las personas trans atentan contra sus espacios y derechos conquistados.
Para Jessica Marjane “sí hay un borrado de mujeres pero no lo hacen las personas trans”. Y explica que “el borrado lo hace el mundo patriarcal, sexista, racista; lo hacen las instituciones cuando los espacios están ocupados por hombres desde perspectivas machistas, androcéntricas; cuando las mujeres tienen menos oportunidades laborales, académicas, de salud para generar una integración entre su vida profesional, personal, comunitaria”.
Por su parte, Liz Misterio, cofundadora de la revista Hysteria! enfatiza que “aceptar nuestras diferencias no nos borra ni suprime la eficacia de nuestras luchas, sino que suma aristas para desmantelar el sistema patriarcal (…) cuando empecé a ir a marchas feministas hace unos 10 años éramos poquísimas personas, un par de cientos en la marcha por el aborto, el 8 de marzo, pero en todas ellas recuerdo haber marchado junto a mujeres, hombres trans y personas no binarias que entendían que el sistema patriarcal que nos omprime es el mismo. Me reconocí en las vivencias que podían no ser idénticas a las mías pero en cuyos orígenes y secuelas me podía ver reflejada”.
¿Cómo afectan estos discursos?
Ante el sentimiento de amenaza es común que las personas trans sean blanco de ciberacoso o difamaciones. Para Jessica Marjane esta situación está causando mucho silencio y aislamiento. “Ver tanta desinformación y ataques lo vuelve más cruel porque estas acciones se justifican a través de la libertad de expresión”, dice.
A raíz de la violencia digital y el “bombardeo de información errónea”, Marjane ha vivido episodios de ansiedad, pánico, miedo e incertidumbre en entornos digitales y la calle. “No solo me tengo que proteger de las personas que explícitamente manifiestan su transfobia sino también de aquellas que dicen que son respetuosas con la diversidad pero que realmente no lo son y ante las negligencias médicas que hay sobre nuestros cuerpos y mentes las personas trans tenemos que buscar espacios de escucha y sanación. Cuidarnos también es gritar, llorar, desgastar pero sin agenciarse. Somos más que esos discursos”, sostiene.
De 2019 al 1 de febrero de 2021 Visible, un observaorio de discriminación y violencias LGBT+ de México, registró 62 incidentes de violencia en redes sociales, 19 de los casos fueron contra personas trans, 11 de éstos contra mujeres trans. Además, durante los primeros meses del confinamiento la violencia digital se acrecentó.
Al igual que pasa con los transfemincidios, en México la violencia digital contra la diversidad sexual no es documentada por el Estado. El esfuerzo de Visible nos arroja apenas un panorama, sin embargo, es necesario que haya estadísticas de parte de instituciones para dimensionar adecuadamente esta problemática, generar estrategias para prevenir y brindar acompañamientos.
Además, en el contexto de América Latina donde la esperanza de vida de las mujeres trans es de 35 años, la CIDH propone que frente a los discursos de odio los Estados “deben impulsar mecanismos preventivos y educativos y promover debates amplios y profundos, como una medida para exponer y combatir los estereotipos negativos”.
¿Se pueden denunciar?
La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) afirma que el discurso de odio es contrario a los valores en que se asientan los derechos humanos y la democracia, como lo son la igualdad, la dignidad e incluso la libertad de expresión ya que promueve la discriminación y violencia.
Pese a esta aclaración, en México no existe un camino jurídico específico para protegerse contra los discursos de odio pues “si bien la Constitución establece que el derecho a la libertad de expresión no es un derecho absoluto y tiene límite cuando afecta los derechos de otres, no existe regulación expresa respecto a este tipo de discursos”, aclara Janet Castillo de LEDESER.
DOS ALTERNATIVAS
- Presentar una queja por discriminación o por violación de cualquier derecho humano ante COPRED, CONAPRED o las Comisiones de derechos humanos estatales o la nacional. Esta ruta resulta ser “accesible y sensible pues son procesos gratuitos y generalmente atendidos por personas capacitadas y sensibilizadas en materia de derechos humanos, sin embargo, presenta limitaciones sobre todo en el alcance y efectividad que tienen estos organismos como solo atender quejas contra servidores públicos”.
- Iniciar juicio en materia civil reclamando daños y perjuicios o daño moral que pudieran provocar dichos discursos. Las limitaciones de esta opción es su costo elevado en dinero y tiempo y exponerse a revictimización por parte de los jueces, además “es complicado acreditar los daños causados pues estos no siempre se traducen en daños materiales que puedan ‘probarse’ mediante peritajes tradicionales que existen en el derecho”.
¿Cómo cuidarnos en entornos digitales?
Para conocer medidas básicas de cuidados en entornos digitales consultamos a la equipa de Luchadoras, y a Andras Yareth de Resistencia No Binarix, quienes junto al Rancho Electrónico coordinan talleres e información sobre autodefensa digital para personas no binarias.
- Revisar las herramientas que ofrece cualquier red social para denunciar situaciones que pongan en riesgo nuestra información e integridad.
- Tener claridad de qué información compartimos en redes.
- Utilizar contraseñas seguras en correos electrónicos, redes sociales, aplicaciones de bancos, etc.
¿En caso de estar bajo ataque?
- No responder también es una estrategia. “El odio virtual es abrumador, tomar un respiro es válido”.
- Ignorar al troll: bloquear y silenciar es una barrera de protección. “No quieres invitar a tu casa a gente nefasta”.
- Documentar el ataque nos permite saber si en los mensajes de odio estamos recibiendo amenazas con potencial de trascender lo virtual. “Documentar una misma es muy pesado, pide ayuda de una amiga”.
- Algunas plataformas tienen herramientas de bloqueo de palabras. “Las puedes agregar a palabras prohibidas y evitar que aparezcan en tu timeline o en comentarios durante transmisiones en vivo”.
- Cuéntale a alguien. “Los espacios de escucha y contención virtuales y presenciales son otra forma de tejer afectos y sostenernos ante la violencia”.
¿Qué hacer desde la comunicación?
Ante el avance de los discursos transodiantes la revista Hysteria! ha dedicado dos números temáticos a discutir la lucha transfeminista, y desde su fundación ha dado espacio a artistas y “pensadorxs” trans.
“Reconocemos que la potencia de sus acciones y su pensamiento es vital para pensar el feminismo interseccional y que las alianzas públicas y afectivas nutren nuestros movimientos de disidencia ante el sistema patriarcal. Si queremos ver caer este sistema es de vital importancia sumar voces a la lucha y no dejar a nadie atrás”, señala Liz Misterio.
Y es que históricamente en México los medios de comunicación han colocado la trayectoria de vida —y muerte— de las personas trans desde narrativas que perpetúan el estigma, la patologización y la criminalización.
Para romper con esa cadena de violencia simbólica desde los espacios de comunicación, Luchadoras propone la siguiente estrategia.
- Crear contranarrativas co-creadas con personas trans.
- Unir plataformas para hacer contrapeso.
- Abrir espacios de expresión, hacer frente a la censura.
- Usar un lenguaje que rompa los binarismos.
- Hackear las narrativas mediáticas victimistas.
- Reconocer a las personas trans en toda su creatividad, trayectoria y aportes.
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