Ser negrx y LGBT+ en Brasil es estar en peligro constante

La crisis humanitaria y económica provocada por la pandemia Covid-19 ha profundizado las desigualdades sociales en Brasil

Por Janaina Oliveira*

La crisis humanitaria y económica provocada por la pandemia Covid-19 ha profundizado las desigualdades sociales en Brasil y ha puesto de manifiesto cada vez más un modelo racista históricamente estructurado y con fobia a los homosexuales, lesbianas, bisexuales y las personas trans.

Las estructuras sociales establecen un sistema de opresión y discriminación que aplasta diariamente a la población negra. Ya sea mediante la explotación laboral o la marginación. Incluso las clases sociales en Brasil están fuertemente marcadas por el color de la piel, de modo que las elites están compuestas por gente blanca y las clases bajas están compuestas casi en su totalidad por negros y negras.

Aunque la pandemia llegó al Brasil por personas blancas que regresaron de viajar a los países afectados por el Covid-19, fue a través de la explotación del trabajo doméstico por estas personas en cuarentena que llevaron la pandemia a las afueras, apareciendo entre una de las primeras víctimas fatales, sin la atención médica adecuada, una ama de llaves negra que se vio obligada a cuidar de su jefe infectado con el coronavirus, y el jefe se recuperó y fue asistido por el plan de salud en buenos hospitales.

El propio sistema nacional de camas ha hecho posi-ble que la población blanca de clase alta se traslade a otros estados, pasando al frente de la cola de la población local pobre y negra. Este sistema ha sido muy criticado por los gobernantes y sin embargo, se ha defendido como parte de la necropolítica del Gobierno Federal.

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Según el Ministro de Salud, el SUS registra actualmente una muerte cada tres negros y personas negras hospitalizadas por el SRAS**, causada por el coronavirus, mientras que entre la población blanca hay una muerte cada 4,4 hospitalizaciones.

Desde el comienzo de la pandemia, la curva de infección y muerte ha cambiado, y la población blanca, que tiene más acceso a las pruebas y a la atención médica, tiene una reducción del número de muertes, mientras que la población negra tiene un número de muertes que crece rápidamente, y muchos siguen muriendo sin que se confirme el diagnóstico de la enfermedad, y, en casa o en la puerta de los hospitales, sin atención médica.

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Con el agravamiento de la crisis en los estados, el Consejo Nacional de Justicia (CNJ) del Ministerio de Salud emitió el 31 de marzo la ordenanza No 1/2020, que permite la cremación y la inhumación sin certificado de defunción, lo que significa formar una masa de desaparecidos de Covid-19, sin derecho a la memoria. Esta medida afecta principalmente a la población negra y LGBT+ que vive en soledad tras ser expulsada del núcleo familiar, de modo que si nadie de la familia reclama sus cuerpos estas personas ni siquiera serán estadísticas Covid-19.

Además de la enfermedad, la violencia estatal ha sido otro factor de exposición de la población, con el aislamiento social y el encierro decretado por los gobernadores, los trabajadores negros y LGBT se han visto obligados a convivir con las multitudes en el sistema de transporte público de camino al trabajo debido a la reducción de la flota y aún así han sido abordados violentamente por la policía en las calles para que no lleven máscaras, habiendo sido registrados por los medios de comunicación locales y las redes sociales detenciones arbitrarias en varias ciudades del país de negros y negros en ferias y/o en camino al trabajo por el motivo de que llevan una máscara para evitar el Covid-19.

Diabetes, tuberculosis y automedicación

Las condiciones de vida, la falta de atención médica adecuada, el racismo y la fobia institucionalizada a los LGBT+ siempre han sido razones que han alejado a la población negra y a los LGBT+ del SUS (Sistema Único de Salud), lo que impulsa la automedicación en esta población y compromete el sistema inmunológico.

De la población brasileña que depende del SUS, el 67% son negros y negros, y estos son también la mayoría de los pacientes con diabetes, tuberculosis, hipertensión y enfermedades renales crónicas, factores que aumentan el desarrollo de la forma grave de la enfermedad y su letalidad.

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También es importante destacar que la participa ción de las mujeres negras como profesionales en el área del cuidado las deja sobreexpuestas, princi- palmente debido a la falta de equipo de protección. Son trabajadores domésticos que cuidan de sus jefes y se exponen tanto en el camino como porque no tienen la formación o el equipo de protección adecuados, y a su vez exponen a su familia y a la comunidad a la enfermedad de sus jefes. También están expuestos a las niñeras y a los cuidadores de personas mayores.

Además, según el boletín epidemiológico del Ministerio de Salud, los jóvenes negros homosexuales representan alrededor del 60% de las muertes por la epidemia de VIH/SIDA, pero las recomendaciones a esta población llegaron tarde y consistieron en liberar mayores cantidades de medicamentos y reducir el número de consultas a los pacientes se- ropositivos. Sin embargo, la elevada tasa de morbilidad es ya un reflejo de las dificultades de acceso al sistema de salud de esta población, y sin pensar en las condiciones actuales de esta población, el ministerio ha limitado aún más este acceso.

Informalidad y desempleo

Después de las reformas que se centraron en los derechos laborales en Brasil (Subcontratación – Ley No 13.429/2017, y Reforma Laboral – Ley No 13.467/2017) se ha producido un aumento récord de la precariedad de los puestos de trabajo y de la informalidad, que alcanzó más del 41% en 2019, por lo que el crecimiento de la informalidad ha es- tado camuflando los datos sobre el desempleo, que parece disminuir, pero en realidad la gente está de- jando de buscar trabajo formal, y en 20 estados la informalidad alcanza el 50% o más.

Sumando este escenario a los procesos discriminatorios, la actual condición de exclusión familiar y social de la población de mujeres, negros y LGBT+ hace cada vez más evidente la necesidad de actuar para generar empleo e ingresos para esta población, ya que la discriminación dificulta tanto la en- trada como la permanencia en el mercado laboral.

Entre la población LGBT predomina la pobreza, debido al abandono familiar que pone a los jóvenes LGBT en la calle, sin perspectivas de vivienda y de continuar sus estudios, lo que dificulta e incluso elimina la posibilidad de entrar en el mercado laboral formal y de superar la pobreza. Así, entre la población LGBT predomina el subempleo, la prostitución o la experiencia de diversas interrupciones en el mercado laboral formal, debido a su orientación sexual o identidad de género.

Además, con el aumento del desempleo la población LGBT es una de las más vulnerables, intersectando las cuestiones de género y raza/color, inte- grándose masivamente en la informalidad, lo que la aleja aún más de la posibilidad de jubilarse.

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Estas condiciones de trabajo también tienen un impacto directo en la esperanza de vida de esta población, especialmente si consideramos la población de travestis y transexuales que tienen una esperanza de vida de 35 años, poco más de la mitad de la edad mínima de jubilación aprobada por la reforma de la asistencia social.

La emancipación financiera puede proporcionar autonomía como uno de los primeros pasos para garantizar el ejercicio de la ciudadanía plena, los derechos sexuales y reproductivos y una vida digna y segura.

Sin embargo, con el aislamiento social las condiciones para permanecer en el mercado laboral generan nuevos problemas para la población LGBT. Al analizar la población LGBT seropositiva, se observa una amplificación de los prejuicios, razón por la cual muchas personas no declaran su serología por miedo o incluso por experiencias previas de despido después de que sus empleadores hayan descubierto su serología. Esta situación impone una difícil decisión entre el riesgo de la vida de Covid-19 y el riesgo de estar desempleado en medio de la pandemia.

Cabe señalar que la población LGBT está empleada masivamente en los servicios de Call Center, entretenimiento, estética y prostitución, y cada una de estas ramas se ha comportado de manera diferente, desde ajustarse a la crisis hasta paralizar el sector.

En cuanto a la adaptación, la población LGBT, debido a su desamparo, tiene un ingreso menor y una mayor dificultad económica para obtener trabajo en el Ministerio del Interior.

Todavía somos invisibles en los datos producidos por el Gobierno Federal y no sabemos cuántos de los 12,9 millones de desempleados son LGBT, pero considerando las redes de apoyo, solidaridad y lo que se ve en las calles, podemos decir que la precariedad de la vida de estas personas se ha acelerado enormemente por la pandemia.

Incluso con la aprobación en el Congreso de la propuesta de la oposición de pagar el ingreso básico de emergencia durante el período de la pandemia, el gobierno federal ha estado retrasando el pago e imponiendo una burocracia que ha dejado a 17 millones de personas sin recibir nada hasta ahora. Además, millones de LGBT, principalmente travestis y transexuales, no tienen documentación para acceder a la prestación. Así como alrededor del 40% de la población negra y pobre no tiene conexión a Internet, lo que hace imposible el registro virtual y estas situaciones han provocado aglomeraciones de estas personas en busca de una solución con los organismos gubernamentales.

*Este artículo forma parte de la compilación de ILGALAC «Coronapapers«

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