Frenó lesboOdio en el quirófano: quiere armar red contra violencia de género
Samantha Malaherre es instrumentadora. Los médicos que trabajaban con ella la hostigaban por ser lesbiana. Los denunció y la Justicia les ordenó hacer un curso de género. Ahora quiere armar una red para contener a personas violentadas en el sistema de salud.
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Por Cecilia González
Bastó que la instrumentadora quirúrgica Samanta Malaherre denunciara públicamente la discriminación y violencia que había padecido en un quirófano por ser lesbiana, para que otras trabajadoras de hospitales públicos la buscaran y le contaran sus propias historias de maltratos por parte de cirujanos o de cualquier superior, asegura Malaherre a Presentes.
Gracias a la denuncia de la instrumentadora, los dos cirujanos del Hospital Udaondo que la hostigaron por ser lesbiana fueron obligados a realizar un curso de 32 horas sobre género que la Subsecretaría de Derechos Humanos imparte en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA).
Después de que la sanción fuera contada por la periodista Adriana Carrasco en el suplemento Soy, Malaherre comenzó a recibir muestras de solidaridad y, para su sorpresa, llamadas de trabajadoras de otros hospitales.
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“Me cuentan sobre todo episodios de violencia de género. Son mujeres que me dicen que nunca se animaron a quejarse formalmente por los maltratos que recibían pero ahora quieren asesorarse, contactar abogadas. Estoy contenta con la visibilización de este caso, con la sanción a los cirujanos, porque una vez que una se anima a contar y ven que pasa algo, que no queda impune, otras se suman y así nos vamos fortaleciendo. Es un aporte”, dice.
Falta de cuidado a personas trans en el sistema de salud
Por otra parte, la instrumentadora advierte sobre la falta de cuidados y respeto a las personas trans en los quirófanos, ya que “es común escuchar expresiones transfóbicas, eso demuestra la falta de conocimiento de la Ley de Identidad de Género”.
También considera que no es casual que la discriminación y la violencia de género se replique más en los hospitales públicos que en los privados, ya que ello evidencia la necesidad de capacitación en todos los niveles.
Trabajar bajo hostigamiento
El caso de Malaherre comenzó en 2017, cuando dos cirujanos, en plena operación, comenzaron a charlar y a minimizar las denuncias de violación contra las mujeres porque, según ellos, buscan que todas se hagan lesbianas. Ella les pidió que cambiaran la conversación porque afectaba el clima de trabajo, pero le respondieron que no era de su incumbencia.
La instrumentadora presentó una nota oficial para quejarse ante las autoridades del hospital y la respuesta de los cirujanos fue un hostigamiento permanente. Le impidieron el ingreso a los quirófanos, la llamaron “torta” o “lesbiana” si se la encontraban en los pasillos y presentaron sumarios administrativos en su contra. “Los maltratos eran verbales, agredían con palabras ofensivas, descalificaban mi trabajo, todo ese menosprecio genera un impacto sicológico”, explica la instrumentadora.
En medio de ese clima hostil, Malaherre buscó el apoyo de la Red de Abogadas Feministas, con las que inició un proceso que pasó de la denuncia en Agencias Territoriales de Acceso a la Justicia (ATAJO, dependiente del Ministerio de Justicia) a la Fiscalía del Fuero Penal, Contravencional y Faltas ubicada en Paseo Colón, que convocó a una audiencia de conciliación.
“Fue muy difícil, parecía una cargada porque nos citaron para el 7 de marzo, Día de la Visibilidad Lésbica. Yo pedí que no juntaran a las partes, que no estuviéramos en el mismo recinto sino con diferencia horaria. Costó un montón que se dictaminara que ellos tenían que hacer el curso de género, no querían, decían que les perjudicaba en su vida personal y laboral”, cuenta Malaherre.
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María Florencia Zerda, integrante de la Red de Abogadas Feministas que representó a Malaherre, recuerda que, cuando se involucró en el caso, le pareció “monstruoso” que hubieran caratulado la causa por “discriminación por orientación sexual” y no tomaran en cuenta la violencia de género ejercida contra la instrumentadora.
“En la mediación nos explicaron que era mejor la propuesta del curso de género que llevar el expediente hasta el final, ya que corría el riesgo de prescribir porque este tipo de denuncias prescriben en año y medio y con la de Samanta eso iba a ocurrir en mayo o junio, teníamos poco tiempo. El fiscal tomó unas declaraciones de testigos y enseguida convocó a la mediación. En realidad trabajan expeditivamente para no ir a sentencia, para no saturarse de casos”, señala.
Primer caso de discriminación por orientación sexual en un hospital público
La abogada precisó que esta es la primera vez que atiende un caso por discriminación por orientación sexual en un hospital público, aunque en la Red son cada vez más frecuentes las denuncias de mujeres que son maltratadas en sus lugares de trabajo por ser lesbianas, militar en el movimiento de mujeres o hablar lenguaje inclusivo.
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