Por Bruno Díaz *
El Mendigo Chupapijas, de Pablo Pérez
“Me arrojé a sus pies, le besé la cosa y la mojé con mis lágrimas”. (Lorenzo Verdasco)
Hijo de las ediciones sudaca queer de principio de los noventa, El Mendigo Chupapijas es uno de los frutos más maduros (aunque no por eso menos ácido) de belleza y felicidad. Se vendió primero como folletín (con un juguetito de regalo!) y luego se llevó a corto cinematográfico, Pablo Pérez, el autor, lleva los límites siempre un poco más allá. Reeditado por Mansalva en 2006, con una escritura volátil, cubierta por el manto de la sordidez y el humor que caracterizan al mundo que sobrevivió al VIH, ayuda a repensar el sentido del amor, y nos detiene (y emociona) a pensar en la voracidad de un mendigo, que, viviendo a través de la carestía, deglute todo lo que tiene delante.
Es placentero desde antes de comprarlo. Divierte la reacción de algunxs librerxs frente a lo abyecto del título, y el doble tabú de la pobreza y la homosexualidad en un mismo libro. Para no dejarlo pasar.
La intimidad – Roberto Videla
“Voy al cine empujado por mí mismo. Entro como siempre algo avergonzado. La mujer de la boletería me saluda con simpatía, claro: soy un cliente que deja plata seguido. (…) Me da un caramelo, que reserva para sus preferidos, supongo, lo que viene bien por el aliento, por si hay que besar.”
Un recorrido por el bajo mundo de los saunas, los cines porno y las zonas de cruising, relatado con la simplicidad de quien describe el Guernica sin que se le mueva un pelo. Gallardía de Roberto Videla (director de teatro, actor y escritor) de escribir en primera persona algo que es a todas luces autobiográfico. Se perfila la duplicidad del goce del autor en las experiencias que tiene y cuenta, o que inclusive tiene para contar. Leer La Intimidad (Editorial Mansalva) es como encontrarse (la redundancia vale) con un diario íntimo publicado en un matutino dominical en página impar, bien arriba y en bastardilla, donde queda claro en todos y cada uno de los relatos de que en el mundo queer tener intercambios no monetarios es tan fácil como entrar al baño de una estación de servicio a la hora indicada.
Muy disfrutable tanto el detalle pormenorizado de lo que parece una taxonomía corporal y de fluidos, como la liberación de los límites impuestos por el yo social, en un submundo donde no importa quién es uno ni quién ha sido. Una oda a la desvergüenza y al desprejuicio.
Plástico Cruel – José Sbarra
«Se ame o no, siempre es terrible” (Marguerite Yourcenar)
Plástico Cruel es la historia de un amor cruzado entre una travesti, Bombón (poeta y puta), Axel el Cerdo, un pibe de 17 años enamorado de una piba burguesa de la sociedad porteña (Linda Morris, la mujer plastificada) y la pija de Axel, que enamora a Linda y a Bombón en partes iguales. El relato se abre en diálogos, alucinaciones y señales de tránsito, a lo largo de un libro sumamente cinematográfico, que auguran llegará al teatro este año de la mano de Naty Menstrual (Batido de Trolo, Continuadísimo) en el personaje de Bombón.
Dijo su autor, José Sbarra, entrevistado por Enrique Symns: “Escribí Plástico cruel para demostrar que no existe el amor. Que el amor es cultural, que la vida es sexo, que en el sexo estaba todo claro y no lo conseguí” Su fracaso es el deleite del lector por la poesía de la obra, que no deja de ser desopilante.
De yapa, una decantación:
No te vayas.
–Esta historia terminó.
–¿Hay otro tipo?
–Hay miles de tipos.
–Todos de plástico.
–Serán más apropiados para mí, según vos.
–¿Por qué no les mentís a ellos en lugar de mentirme a mí? Deciles que los querés, pero engañalos conmigo. Quereme sólo a mí, acostate con todos, pero quereme a mí.
El museo apagado – Paul B. Preciado
“Es urgente e imprescindible en el siglo XXI una rebelión de cuerpos”
Alumno brillante de Derrida, enfant terrible, Paul B. Preciado denuncia la lógica mercantilista del museo, donde el rédito de las obras (la indicación de su precio más que de su valor) pasa por los números que muestran las taquillas de recaudación, con el pretexto (poco creíble) de superar la dependencia de la financiación del estado, en un museo cada vez más volcado hacia el turista.
Impecable sus reflexiones sobre el baño como lugar de verificación de la asignación del género, donde mear=parado y cagar=sentado, donde poco importa en un baño qué es lo que uno vaya a hacer, sino la coincidencia entre la apariencia de uno y el ícono de la puerta (mocasín-zapato taco alto, hombre-mujer, bigote-florecita), so pena de la condena social.
Paul Preciado dirige el proyecto de investigación y producción artística: Technologías del Género e impulsa las iniciativas teóricas y políticas drag king, pospornográfico y transgénero.
Lo echaron del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (en un episodio que recuerda las tristes acciones y censura posterior a León Ferrari en el Centro Cultural Recoleta) tras haber presentado la exposición «La Bèstia i el Sobirà» donde un pastor alemán montaba a la activista boliviana Domitila Barrios que se montaba al Rey Juan Carlos en cuatro. Una hermosa sorpresa que, denunciando el detrás de las bambalinas de la puesta cultural, haya sido editado por MALBA.
Gualicho – Gael Policano Rossi
“Toda la vida es una conquista, la victoria de la pasión humana sobre los mandamientos de la cobardía” James Joyce
La primera novela del poeta y dramaturgo Gael Policano Rossi tiene en la portada a un tipo en cuatro. Paradojalmente, la editorial (que llevan Mariano Blatt y Francisco Visconti) se llama De Parado y se describen a sí mismos como “la editorial gay de la que te advirtió tu mamá”. Venden en librerías del circuito off, pero también ofrecen el catálogo por redes sociales y por Grindr.
En Gualicho, como en La Comedia de las Equivocaciones, el protagonista recibe un paquete que no era para él, y que contiene una macumba que lo lleva a irremediablemente meterse cosas en el culo, en una trama no ya tan shakesperiana. La satisfacción del delirio anal se perfila como la única manera de calmar los estados febriles y delirantes que el gualicho le produce. La sucesión sórdida va in crescendo desde dedos tímidos en la ducha hasta teteras, sesiones de fisteo, gangbangs públicos y kilos de cocaína, en un libro que resulta más pornográfico que erótico.
El resultado es una opción súper valedera para todxs lxs que busquen calenturrearse más que ser interpeladxs intelectualmente.
Editada en diciembre de 2016, dice Blatt: “Para nosotros Gualicho tiene que ser una de las novelas del verano. Transcurre en una Buenos Aires transpirada, acalorada. Una historia caliente con una escritura fresca. Con calor se saca el calor”. Y no podría ser más certero.
La resolución del libro es moralmente problematizante. Una dosis de realidad, entre tanta paja, tanta pija, tanto conventillo y tanto berretín porteño.
Yo no tengo la culpa de haber nacido tan sexy – Eduardo Mendicutti
“En una noche oscura, con ansias, en amores inflamada, oh dichosa ventura! Salí sin ser notada, estando ya mi casa sosegada”
Juan de La Cruz
Rebecca de Windsor, una transexual que hace recordar muy de cerca a Amande Lepore, descubre mientras se saca el maquillaje que (aunque lejos aún de los primeros signos de cualquier tipo de decadencia) ninguna mujer, por hembra que haya nacido puede ser una femme fatale por el resto de los días. Acostumbrada a los excesos que caracterizan al mundo de las travestis, se plantea el humilde objetivo de dejar este mundo transformada en una santa. Seguramente la más taquillera y famosa.
Sumamente preocupada por encontrar el nombre adecuado (no hay lugares en el cielo para dos Santas Teresa), emprende un loquísimo viaje por siete monasterios españoles junto con Dani, un físicoculturista que hace las veces de Sancho, y que busca también en semejante peregrinaje expiar vaya a saber Dios qué pena.
Mendicutti es corrosivo, es hilarante. Nadie como él retrata la tensión que existen entre lo universal del fenómeno travesti y lo local de una loca en un país en el que hay más catedrales que saunas gay. Un peso pesado para sumarle a la balanza que denunciaba el crítico australiano Dennis Altman, donde la homosexualidad está, inclusive en nuestros días, más norteamericanizada que nunca.
La guerra de as mariconas – Copi
“Si Dios está con nosotros… ¿Quién está con ellos?”
Copi fue un maravilloso historietista, dramaturgo, y autor de novelas. La guerra de las mariconas es una obra maestra, pero eso no es decir mucho: Copi sólo ha escrito obras maestras.
La traducción del original (La guerre des pédés, algo así como la guerra de los putos o la guerra de los trolos) elegida por El Cuenco del Plata le da hasta un tono amistoso a un libro que (aunque desopilante) no deja de relatar una guerra. Que las partes belicosas sean hermafroditas caníbales que habitan en la luna, que combatan contra travestis sadomasoquistas por la conquista de París, que se proponga el Muro de los Lamentos como una tetera gigante para hacerse chupar la pija por palestinos, son todas generaciones y degeneraciones que sólo un genio como Copito (el sobrenombre que la abuela le pone a Raúl Damonte Botana) pareció ser capaz de concebir.
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Divierte la misión (¿un augurio?) de la ‘Interspatiale Homosexuelle’, organización destinada a proteger a los homosexuales de todo el mundo en un momento histórico donde lo ansiado no era más que el acceso cívico a la militancia, un poco de humor y la transgresión a todo lo que se pudo. Emociona, finalmente, que la cuestión de fondo sea, como siempre, la resolución del amor en un universo ochentoso que estaría cerca de sucumbir en sus cimientos ante la devastación que iría a provocar el VIH.
Háblame de Amores – Pedro Lemebel
“Lo que duele no es ser homosexual, sino que te lo echen en cara como si fuera una peste”
Chavela Vargas
Háblame de Amores es prácticamente la última obra que se publica de Pedro Lemebel. Y si alguna vez morigeró su estilo contracanónico, ya no cabe esperar eso de un Lemebel consagrado, multi-traducido, archipremiado, vieja y empezando a lidiar con el diagnóstico de un tumor cerebral.
Es divertido imaginarlo a Pedro escribiendo Háblame de Amores, maquillado y de tacones. Nunca se vio tanta irreverencia desde que fundara Las Yeguas del Apocalipsis,nunca fue tan barroco, tan crítico y voluptoso a la hora de darle sin descanso a la bendita máquina de escribir.
Si la mitad pudiente de Chile se encontraba reflexionando sobre el milagro económico chileno en los círculos burgueses de Santiago, la otra mitad que hace carne Lemebel, nos cuenta en este libro sobre el Santiago pobre, marginal, travesti y maricón que -como siempre-, lucha por no quedar en lo inenarrado, en relatos que son para emocionarse, para estremecerse, para reírse y para llorar, y que destilan resentimiento y bronca en cada una de las letras que tipea.
Un cuento híper recomendado de su noventoso Loco Afán: Crónicas de Sidario. No dejen de leer Los mil nombres de María Camaléon.
Cuenta su familia, después de su muerte: “Pedro estuvo aquejado largo tiempo por un cáncer a la laringe y dio una gran lucha contra esta terrible enfermedad, que pretendió dejarlo sin voz, pero ¿quién podría dejar sin voz a Lemebel? Su voz existe y persiste”.
Y es que, sin Lemebel, no hubiera habido Perlongher, el Aira que conocemos no hubiera sido el mismo, y Copi no se hubiera reído tanto. Gracias por tanto querido Pedro!
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(*) Es politólogo de profesión, pero se define como un lector voraz de literatura queer, sacador de fotos, metiche y voyeur. Lo fuimos a buscar para que nos recomiende qué leer este verano, aunque él cree que cualquier momento del año es bueno para zambullirse en la lectura.