#FOTOS «Dime con quién andas»: la intimidad como acto político

Con este imperdible ensayo fotográfico sobre la diversidad sexual, Paula Acunzo ganó el primer premio de Pequeño Formato de la Asociación de Reporteros Gráficos de Argentina (ARGRA).

Fotos: Paula Acunzo

Texto: María Eugenia Ludueña y Ana Fornaro (prólogo del libro Dime con quien andas)

Con este trabajo fotográfico sobre tres activistas de la diversidad sexual, Paula Acunzo ganó el primer premio de Pequeño Formato de la Asociación de Reporteros Gráficos de Argentina (ARGRA) 2017. El libro «Dime con quien andas» recoge imágenes de las vidas de Sol, Irvin y Marcos. Y nos recuerda que en algunos países ser una persona LGBTIQ significa, cuando no la muerte, tener que escapar y migrar para vivir la autonomía del propio cuerpo.

Desde el periodismo, podríamos agrupar los modos de contar las historias sobre las personas LGBTIQ+ (sigla que nombra a Lesbianas Gays Bisexuales Travestis Trans Intersex Queer y a todas aquellas identidades que no se perciben representadas por las anteriores) en dos grupos: aquellos relatos que exaltan la categoría del “fenómeno”, allí donde las identidades disidentes siguen siendo objeto de espectacularización (y de morbo siempre al acecho, en las buenas y malas noticias). Y aquellas que hacen foco en visibilizar tanto la violación a los derechos humanos de estas personas como las conquistas y avances logrados a fuerza de las luchas de los colectivos de la diversidad sexual.

Las fotos de  Paula Acunzo se deslizan por un tercer carril, el de la fotografía documental que nos propone observar a Sol, Marcos e Irvin, en la intimidad, allí donde lo personal se transforma en político.

Observarlos invita a participar del goce de la libertad de los cuerpos, del juego que propone seguir un deseo más allá de en quien se pose, construir un género que transgrede el binal. Pero también se percibe un rastro del dolor inscripto en esas luchas colectivas y latinoamericanas por la diversidad sexual. Porque aunque estas imágenes nos muestran el otro lado, ser una persona LGBTIQ en América Latina significa, entre tantas cosas, crecer con miedo.

A pesar de algunos avances y más allá de que en enero de 2018 la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) expresó -en una decisión histórica- que los derechos de las personas trans y de las parejas del mismo sexo están protegidos por la Convención de Derechos Humanos y ordenó a los Estados que la suscriben garanticen su pleno ejercicio, América Latina es un lugar peligroso para las personas LGBTQ.

Cada semana 9 personas son asesinadas por su identidad de género u orientación sexual en la región, según el Informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos publicado en 2015.

En algunos países ser una persona LGBTIQ significa, cuando no la muerte, ocultarse, o vivir de noche –como les ocurre a muchas personas travestis y trans-, tener que escapar a otra ciudad, a otro país, para vivir la autonomía del propio cuerpo.

En las fotos de Paula Acunzo conocemos a Sol, Marcos e Irvin a la luz del día. La cámara los captura dedicados a sus afectos, sus rutinas, sus entornos. No les importa el qué dirán. Han escapado, entre tantas cosas, de los prejuicios; son libres, lo saben y se nota. Han escapado del binarismo de género, de la heterosexualidad como norma, del patriarcado.

A Sol no la vemos montada como travesti ni en los lugares adonde la falta de políticas públicas confinan a las mujeres, disfrazados de destino. La vemos en el barrio o entre las cuatro paredes de su dormitorio, bajo la custodia de Evita, declaración de principios y derechos en uno de los pocos países que cuenta con una ley de identidad de género pionera en el mundo.

Y aún así, a pesar de las conquistas legislativas puntuales, la violencia y discriminación contra este colectivo no ha cesado. El cuarto, la casa, parecen lugares a salvo, territorios propios, aunque tampoco garantizan nada: para una mujer trans o travesti, el promedio de vida en Argentina es de 35 años.

A Irvin y Marcos no los vemos escapando de la guerrilla en Colombia ni de las políticas neoliberales en Chile. Los vemos en el reposo más íntimo, allí donde las violencias por prejuicios parecen una película de ciencia ficción.

A Sol, a Irvin, a Marcos los vemos transitar los pliegues de la vida cotidiana, ese intersticio donde los cuerpos descansan y se fortalecen para las próximas luchas. Los vemos y sabemos que la batalla que no está ganada, pero ya es un poco victoriosa y nos tiene como testigxs.

 

 

El libro Dime con quién andas, con las fotografías de Paula Acunzo (ARGRA, 2018), se puede comprar acá. 

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