Killa, la modelo trans que desafía al mundo de la moda peruana

Después de lucharla en el mundo de la moda y crear su propia academia de modelaje y centro cultural, este año quedó finalista entre 300 chicas para la edición 2018 del Model of the Year Perú. El 11 de octubre desfiló junto a otras 19 modelos en el Jockey Plaza. Fue la única chica trans. 

Por Esteban Marchand, desde Lima (fotos y texto)

Tiene 19 años y andar felino. A pesar de su juventud, cuenta una historia llena de pliegues y batallas. Con solo verla, su nombre cobra sentido: Killasumaq significa en quechua “hermosa y bella como la luna”. Nacida en la selva peruana, migró a la ciudad de Chiclayo, donde empezaría la parte más importante de su vida. Después de lucharla en el mundo de la moda y crear su propia academia de modelaje y centro cultural, este año quedó finalista entre 300 chicas para la edición 2018 del Model of the Year Perú. El 11 de octubre desfiló junto a otras 19 modelos en el Jockey Plaza. Fue la única chica trans.

Del mercado a la pasarela

Cuando con 15 años se mudó con su familia a Chiclayo, su realidad cambió completamente. Vivían en una casa de adobe y al poco tiempo de establecerse su padre perdió el empleo y se quedaron sin sustento.

Tenían que salir a las calles y recorrer los alrededores del Mercado Mayorista Moshoqueque para encontrar chatarra para reciclar. Juntaban botellas, cartones y latas.

“Una vez estaba juntando desperdicios y me encontré unos tacos marroncitos. Fueron mis primeros tacos pero estaban medios flojos así que tuve que comprar un pegamento para arreglarlos. Lo mejor es que eran de mi talla”, cuenta a Presentes.

A partir de ese primer par de tacos, se dio cuenta que podía crear cosas con lo que otras personas consideraba basura. Fue recolectando pelucas, telas, metales y otros materiales con los que se hacía vestidos y atuendos.

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Pero solo con el reciclaje no podían subsistir. Con su madre se las ingeniaron para vender comidas: juanes y mazamorra. Ellas cenaban canchita y café.

Empoderada gracias a sus dos amigxs del secundario, quienes la acercaron al activismo LGBTIQ – ahí aprendió terminología, ahí leyó por primera vez sobre orientación sexual e identidad de género- a los 17 años decidió entrar a un instituto de diseño de modas.

“Cada palabra que estaba leyendo encajaba conmigo. ¿Qué soy? Yo siento que soy una mujer”. En su casa la empezaron a aceptar y fue con el respaldo de su familia que Killasumaq empezó a sentir que nadie le podía decir cómo tenía que vivir su vida.

Pero en la carrera de diseño volvió a vivir el bullying que le habían hecho en la escuela. Una profesora insistía en humillarla y llamarla por el nombre que figura en su documento de identidad. Decidió pasarse al modelaje.

“Tú que vas a ser modelo”

“Tú qué vas a ser modelo. Mírate”, eran algunas de las respuestas que recibió en mercados, tiendas de zapato y galerías.

“Ese desprecio que la gente me mostraba lo usé para demostrar todo lo contrario. Quería darle la contra a las personas, quería que supieran que estaban equivocadas”- cuenta ahora.

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“Cuando estaba por tomar la combi para regresar a mi casa, vi una galería enorme con un montón de vestidos de ensueño llenos de pedrería y lentejuelas. Entré y ahí me recibió la diseñadora Mirella Perez y me dijo que le deje mi número por si acaso y se lo dejé”. La llamó al día siguiente.

Su debut como modelo fue en televisión regional. “Todo el mundo me escribió y me preguntaban qué hacía allí, cómo si ese no fuera mi lugar”.

Con empeño y paso firme de taco aguja la vida de Killa fue mejorando. Empezó a hacer fotos con algunxs amigxs que tenía en Chiclayo y viajó a Lima para desfilar y este año quedó finalista del concurso Model of the Year Perú.

Allí no sintió discriminación y la organización la llamó por su nombre social.

“Muchas chicas se cohiben por ser trans, pero yo creo que no deben de dejar de luchar por lo que más anhelan. Hagan lo que sea para poder llegar a cumplir sus sueños. Quiero buscar más visibilidad, quiero que la gente no se sorprenda de ver una chica trans caminando por la calle. Así otra gente verá que somos normales y que también sufrimos”, dice Killasumaq.

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