Ola de violencia contra trans en Gran Asunción: cinco ataques en una noche

Mujeres trans de Asunción y de localidades de la periferia de la ciudad reportaron al menos cinco agresiones contra ellas en el transcurso de una noche, durante el fin de semana pasado. Mujeres trans de Asunción y de localidades de la periferia de la ciudad reportaron al menos cinco agresiones contra ellas en solo una noche. Denuncian una nueva ola de violencia contra ellas, y también de impunidad.

Por María Sanz, desde Asunción Foto: gentileza Yohana Kelyn Mujeres trans de Asunción y de localidades de la periferia de la ciudad reportaron al menos cinco agresiones contra ellas en el transcurso de una noche, durante el fin de semana pasado. Disparos con balines, lanzamiento de objetos, insultos, patadas y golpes fueron algunos de los ataques sufridos en la madrugada del viernes 9 al sábado 10 de febrero. Yohana Kelyn estaba sentada sola en su “parada”. Así llaman las trabajadoras sexuales a los lugares donde suelen esperar a los clientes. Eran casi las cuatro de la madrugada del viernes y en la zona de Mariscal López (Asunción) ya no quedaban otras compañeras, cuando de pronto apareció un camión y estacionó cerca de ella. Era un camión como los que se usan para el reparto de mercaderías, y de él bajó un hombre. Sin mediar palabra, fue derecho hacia Yohana y le dio una fuerte patada. Yohana cayó al suelo, su rostro se estrelló contra el asfalto y comenzó a sangrar. Más tarde le contaría a Presentes que sintió cómo uno de sus dientes delanteros se despegaba de sus encías. Ya en el suelo, otros cuatro hombres se acercaron y comenzaron a golpearla, tratando de arrebatarle su bolso. Yohana intentaba proteger su cara de los golpes. “Las consecuencias (de la agresión) han sido demasiadas. Tengo que colocarme una prótesis dental, y me quedó la cara toda raspada. Se llevaron mi plata. No puedo salir a trabajar. Me quedó como un trauma psicológico, tengo miedo de salir a la calle”, contó a este medio. También lamentó que el trabajo sexual sea su única alternativa laboral, como sucede con el 98% de las personas trans en Paraguay. “Qué más quisiera yo que trabajar en otra cosa que no sea arriesgando mi vida, pero no tenemos otra alternativa. Las trans en Paraguay no tenemos casa, y vivimos en alquileres que cuestan un ojo de la cara. Si tuviera una alternativa, yo la escogería”, expresó.

Estado, policía y medios cómplices

Yohana cree que fue agredida a causa de “la transfobia arraigada en este país, donde la gente sigue creyendo que (ser una persona trans) es algo malo”. Responsabilizó de estas agresiones a los medios de comunicación que a diario critican a las personas trans. “Empiezan a hablar mal de nosotras, a generar confusiones que llevan a algunos hombres a tomar represalias.  La gente dice que lo nuestro es pecado, que no es aceptado, que lo vamos a inculcar a sus hijos (…). La gente piensa que somos una escoria y comienzan a agredirnos, verbalmente o con golpes como en mi caso”, comentó. También opinó que el Estado es responsable de estas agresiones, al garantizar la impunidad, y mantener a agentes de policía “que son los principales discriminadores”. Recordó que, en Paraguay, ya son cerca de 60 las personas trans asesinadas desde el final de la dictadura en 1989, sin que ninguno de los responsables haya sido condenado. “No sé hasta cuándo más tienen que sucedernos estas cosas para que la gente empiece a darse cuenta de que somos seres humanos, de que existimos, y de que vivas nos queremos”, enfatizó.
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Varios ataques simultáneos en la misma noche  La de Yohana no fue la única agresión que se registró en la madrugada del viernes al sábado. En al menos otros cuatro puntos de la periferia de Asunción hubo ataques contra las trabajadoras sexuales trans. Siempre con el mismo modus operandi: un auto, por lo general sin matrícula, circula por la zona y, al situarse a la altura de las trans, enciende las luces altas y acelera, mientras sus ocupantes insultan a gritos y lanzan objetos o proyectiles contra ellas. En uno de los ataques registrados el viernes, en la localidad de San Lorenzo (Gran Asunción), los ocupantes del vehículo dispararon con balines y hondita (tirachinas) contra las mujeres trans que se encontraban en la calle. En otro punto, también en San Lorenzo, les arrojaron botellas cargadas de cerveza. E incluso varias trans reportaron que escucharon disparos al aire que salían del interior de un vehículo, aunque no pudieron determinar si se trataba de un arma de fuego o de aire comprimido, expresó a Presentes Yren Rotela, activista por los derechos humanos y referente de la organización Panambí, que representa a personas transgénero, transexuales y travestis en Paraguay.
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«No tenemos otro trabajo»

Rotela refirió que estos hechos se registraron casi a la vez en diferentes puntos de la ciudad: un área de la ciudad de San Lorenzo donde se encuentran varios moteles, otro punto de esta misma localidad, la zona cercana a la Terminal de Ómnibus de Asunción, y el área próxima al Mercado de Abasto de la ciudad. “Por el modo en que actuaron en todas las situaciones, sospechamos que es un grupo que está preparado para hacer estas cosas. Que actúan ya sabiendo lo que quieren: atemorizarnos, conseguir que no estemos trabajando en esa zona. Pero, aunque tengamos miedo, no tenemos otro trabajo”, afirmó Rotela.

En situación de alerta 

Rotela denunció que en los últimos meses, las personas trans viven en una situación de alerta, con periódicas oleadas de violencia contra ellas. “Todo se conecta. Esas olas de violencia no surgen porque alguien se levanta un día y decide atacarnos: tienen una preparación. Creemos que los discursos que dan los políticos, la gente supuestamente religiosa, personas de la farándula, de los medios de comunicación, van instalando una violencia hacia nosotras. Apuntan a que nosotras atentamos contra la familia y los niños, nos ven como una amenaza, y nos llaman degenerados y abusadores. Y eso genera más violencia contra nosotras”, opinó.
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Ante esta situación de alarma, muchas trabajadoras sexuales trans han puesto en marcha estrategias de seguridad para protegerse y proteger a sus compañeras. “Por las noches recorro las zonas de trabajo sexual, veo cuántas compañeras están, quiénes salieron a trabajar. Al día siguiente me comunico con ellas, averiguo si están bien, descarto que estén en una comisaría o en un hospital”, contó Rotela. “Tratamos de no estar solas nunca, para que siempre haya una compañera que anote el número de chapa de un vehículo si pasa algo, controle el horario de trabajo y si la compañera regresa”, reveló.

Las bases de la impunidad

Añadió que muchas trabajadoras sexuales trans no quieren denunciar los hechos violentos que sufren, porque temen que haya una mayor presencia policial en sus zonas de trabajo, y que eso ahuyente a los clientes. Además, muchas de ellas desconfían de la policía. Y no descartan que las personas que las violentan sean los propios agentes, cuando no se encuentran de servicio. La falta de denuncias y de investigaciones contribuye a que estas agresiones queden impunes. Según un informe de Panambí sobre la violencia contra las personas trans, presentado en 2017, los ataques no letales son el tipo de violencia más común contra personas trans en Paraguay. “Con mucha frecuencia las personas trans sufren ataques que van desde empujones hasta palizas, lanzamiento de agua, botellas, piedras, objetos contundentes, inclusive ácidos (…). Estos actos de violencia son tan comunes que no son registrados, pues se consideran parte de la vida cotidiana”, concluye el documento.  ]]>

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