“Tévez, nadie aprende a los cachetazos: te lo decimos una gran cantidad de maricas golpeadas”

La hora de gimnasia, la escuelita de fútbol, todos los “amiguitos” con sus botines de fútbol y yo, el único con zapatillas amarillas, rojas y verdes

Por Lucas Gutiérrez  A Carlos Tévez le preocupa que su único hijo varón, Lito, que todavía no cumplió 4 años, “doble la muñeca”. Lo dijo en una entrevista con el canal T&C Sports. Le preocupa porque el niño se crió, se está criando, entre mujeres. “La madre, las abuelas, el único varón, viste?, le dice el jugador de Boca al periodista. Y ahí larga: “Si no lo llevo al barrio a que le den un par de cachetazos, está ahí de doblar la muñeca». Gol de media cancha y anotale un tanto a la homofobia. “Doblar la muñeca” es el término con el que se nos señala desde hace tiempo indeterminado a las mariconas. Y el deporte parecía ser una de las maneras de devolvernos a esa masculinidad perdida. Somos varios los putitos de barrio que fuimos mandados por nuestros padres, para evitar que “doblemos la muñeca”, a que nos den “un par de cachetazos”.

Deporte y machos alfa

La hora de gimnasia, la escuelita de fútbol, todos los “amiguitos” con sus botines de fútbol y yo, el único con zapatillas amarillas, rojas y verdes. Porque se va creando ese sentido común follklórico: el de criar varoncitos futboleros con “fuerza y aguante”. Y es ahí en ese cimiento que nos pavimentan tantas sensaciones. El deporte se nos convierte en una instancia de pesadilla dónde cada vez que se evidencia que no somos los machos alfa que papá quería se nos castiga. Y a lo circo romano quedamos ahí boyando con las zapatillas más mariconas recibiendo los pelotazos de los otros gladiadores y el pulgar abajo que nos da ese patriarca que nos manda a los leones. Entonces, esta frase de Tévez, perpetúa un modelo heteronormado de pánico a la mariconada, respuesta violenta a un problema que no es del niñx sino de los adultos. Se puede ser homosexual (o puto o trolo o marica) y jugar cualquier tipo de deporte. Pero acá a nadie le importa el deporte, acá lo importante es que los nenes no sean putos.

Caricia vs cachetazo

Se condena a las partes de la familia que apañan, cuidan y “sobreprotegen” a les niñes (¿qué será “sobreproteger” a los ojos de un familiar que te manda a que te cacheteen?). Todo rasgo feminizante deberá ser combatido arrojando a las crías a la “realidad” (¿la de quién?). La caricia versus el cachetazo. Se invoca a la calle para que eduque, se condena al acompañamiento y se lo reemplaza por un “hacete hombre”. Cincelan su idea retrógrada de “masculinidad” sobre nuestros cuerpos a puro golpe y humillación. No Tévez, a los cachetazos nadie aprende nada. Te lo decimos una gran cantidad de maricas golpeadas, castigadas, humilladas, expulsadas y más, que hoy somos aún más mariconas y sobretodo, orgullosas de serlo. Y, caete de orto por la sorpresa, muchxs de nosotrxs somos deportistas. Porque a nosotrxs también nos quisieron “educar” así. Y las que hoy estamos orgullosas respondiendo, lo hacemos con muchas muertas en nuestra historia. Porque en esta forma de “educar” se justifica violencia, golpes, censurar formas de ser y tanta salvajada que venimos padeciendo hace muchos linajes. Hace rato que esto no debería seguir siendo así, por eso te lo decimos Tévez.

No justificar

Leyendo comentarios en las redes sociales me pregunto: ¿en serio vamos a justificar estos dichos invocando el origen popular y la poca formación formal de Tévez? Al colectivo LGBT+ lo golpean y asesinan personas de todo tipo de clase social y con todo tipo de educación. La homofobia es un mutante que se enrostra en todo tipo de clases. ¿Y si el día de mañana Lito dobla la muñeca? ¿Qué haría Tévez? Mirá Tevez, no nos “hacemos” con los pibes de alguna parte, ni con un deporte, ni con los cachetazos. Eso nos deshace. Nos hacemos con las charlas, con el compartir, con equivocarnos juntxs y con muchas (muchas) cosas más que nada tienen que ver con esto que decís.]]>

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