«El movimiento  lgttbq en la Argentina es uno de los más potentes y activos del continente», escribe Gabriela Borrelli Azara. ¿Por qué no hay más gays, lesbianas y trans en las listas de los principales partidos?, se pregunta. Y propone al arco político nacional «una ley de cupo trans, en lo laboral y en las cámaras para encarar una verdadera lucha contra los travesticidios y  crímenes contra lesbianas y gays». Por Gabriela Borrelli Azara* Es una imagen. Alejandro Modarelli (periodista, escritor, dramaturgo, activista LGTTB) en la WorldPride Madrid 2017, extendiendo con sus dos manos en alto la foto de Evita sonriente con la bandera lgttbq detrás. Una foto de nuestra Evita: la disidente, la de Paquito Jamandreu, la Evita que nos hicimos los putos, las tortas, lxs bi, lxs travas y lxs trans. Nuestra Evita. Porque siempre fue político ¿no? Entre los colores, entre las plumas, entre los lazos que establecemos con el continuum lésbico, con las minis y los tacos, montadxs, desmontadxs, deseantes, gordxs y peludxs, siempre políticxs. Por eso, Evita sonriente en esa fiesta política e internacional, por eso una estación con el nombre Jáuregui, por eso la fiesta y la alegría tortona cuando liberan a Higui. La fiesta de la política, de estar en las calles y en las camas con nuestras identidades disidentes. Pareciera innecesario aclararlo una y otra vez, pero hacemos política. Pensamos, debatimos, nos organizamos, nos peleamos y luchamos espacios de poder. ¿Por qué no habríamos de hacerlo?

Alejandro Modarelli y el activista y periodista chileno Víctor Hugo Robles en Madrid. 

El movimiento lgttbq en la Argentina es uno de los más potentes y activos del continente. Puso en discusión la Ley de Matrimonio Igualitario que cumple por estos días siete años de vigencia y activó a fuerza de política y militancia la Ley de Identidad de Género aprobada en 2012. ¿Tremendos cuadros no? En un país abiertamente conservador, dónde aún te miran raro si vas con tu chica de la mano, militamos esas dos leyes de avanzada en nuestro continente y en el mundo. Fueron nuestros cuadros políticos que lograron mejorar nuestras vidas. ¿Por qué no figuran esos cuadros entre los primeros lugares en el cierre de listas para las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias, más conocidas como PASO? ¿Por qué el más vivo de los movimientos políticos junto al feminismo ( porque se contienen mutuamente) no lleva más gays, lesbianas y trans a las listas de los principales partidos políticos? En la Word Pride Madrid, en esa misma donde Evita sonreía entre las masas, se encontraba el único legislador de la ciudad de Buenos Aires abiertamente homosexual, Maximiliano Ferraro de la Coalición Cívica: “No hay personas LGTBI visibles que sean cargos legislativos ni en el Congreso Nacional ni en el Senado de la Nación. Para ser más preciso, sí hay un par de diputados que son homosexuales pero que no visibilizan su orientación, en un total de 257 diputados y 72 senadores. Ninguna lesbiana y ninguna persona trans es diputada o senadora. En estos momentos sólo mi puesto como Legislador Porteño en la legislatura se podría entender como el de un homosexual visible en un cargo legislativo”.

En Sesión Interparlamentaria @Senadoesp propuse una gran coalición internacional por los derechos LGTBI y contra los crímenes de odio. pic.twitter.com/WPPjjnxN2v

— maximiliano ferraro (@Maxiferraro) 29 de junio de 2017

Maximiliano Ferraro en la sesión parlamentaria Global LGBTI en Madrid, España, con motivo del World Pride 2017. Y ni miremos las dos cámaras del Congreso Nacional. Los diputados y senadores salidos del closet con militancia lgttbq nos entran en los dedos de una mano.  

Ley de cupo trans en el trabajo y la política

Pensemos en la Ley de Cupo Femenino. El pasado domingo 9 de julio, La Nación se despachó con una de sus polémicas editoriales contra el cupo femenino. Ya habían instalado en medios de comunicación y lo repitieron muchos periodistas: la paridad en las listas se debía  a que las candidatas eran todas esposas de políticos conocidos. Y que los lugares se deberían conquistar con idoneidad y no con una ley. Tal vez no recuerde esa editorial que la Ley de Cupo se aprobó en 1991 y que recién ahora llegamos a una aceptable paridad en las listas. Con ley y todo, fuimos las mujeres las que tuvimos que poner el cuerpo una y otra vez para luchar un espacio en los ámbitos legislativos. ¿Saben cuál es el porcentaje de legisladoras después de 26 años de aprobada la ley 24.012? Sólo el 36 % en el Congreso Nacional. La ley establece el 30. Y es uno de los  porcentajes más altos gracias a esa ley aprobada, insisto, hace dos décadas. ¿Imaginan si no la tuviéramos? Por eso es necesario establecer también la ley de cupo trans, en lo laboral y en las cámaras. Es una de las primeras medidas concretas que debe tomar el arco político nacional para encarar una verdadera lucha contra los travesticidios y  crímenes contra lesbianas y gays. No todo el panorama es tan oscuro, aunque mucho nos falta para una verdadera paridad que exponga materialmente las disidencias sexuales presentes en las calles. Un ejemplo: Alma Fernández, tucumana,  de 30 años, referente y estudiante del Bachillerato popular trans “Mocha Celis” . Alma es la sexta candidata a Diputada Nacional Ciudad Autónoma de Buenos Aires por Ahora Buenos Aires en Unidad Porteña. Vamos por más almas. Por más política, por más nosotrxs presentes. *  

Gabriela Borrelli Azara es periodista y poeta. 

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