Un sacerdote lavó los pies de una persona trans: de la inclusión a la polémica
En una ceremonia de Semana Santa, un sacerdote de Trelew lavó los pies de doce personas, entre ellos de una mujer trans. Brenda Manchot vive en esa ciudad, es una mujer trans y en esta nota de opinión cuestiona el acto realizado en nombre de la inclusión.
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En una ceremonia de Semana Santa, un sacerdote de Trelew lavó los pies de doce personas, entre ellas los de una persona trans. Brenda Manchot vive en esa ciudad, es activista trans y en esta nota de opinión cuestiona el acto realizado en nombre de la inclusión. «Tiene la intención de sanear públicamente las humillaciones y el desamparo al que algunas instituciones sometieron y someten a minorías como a la que pertenezco». Por Brenda Manchot* Ilustración: Florencia Capella Esta semana supe a través de los medios de comunicación que en la ciudad donde vivo, Trelew (Chubut) un sacerdote de la Iglesia María Auxiliadora, lavaría los pies de un grupo de personas. La ceremonia sería parte de la misa de Jueves Santo, en un gesto inspirado en el acto de Jesús de lavar los pies de sus discípulos en la Última cena. En Italia, el Papa Francisco lavó los pies de doce personas privadas de su libertad. En la iglesia de Trelew, el sacerdote de María Auxiliadora lavó los pies a doce personas. Entre ellas había un maestro, una enfermera, un bombero, una jueza, un policía, una persona privada de su libertad, y también una persona trans. “El mensaje es que debemos ser inclusivos», dijo unos días antes el párraco a cargo de la ceremonia, Fabián García, a los medios locales. Como integrante de la comunidad trans, más que como un acto de inclusión, lo percibo como un gesto de hipocresía social. No sólo porque ese gesto viene de una institución que a lo largo de la historia ha considerado a quienes integramos este colectivo poco menos que adefesios. Históricamente la Iglesia Católica nos ha colocado en un lugar marginal, sin darnos espacio ni considerarnos como personas capaces de desarrollarnos como parte de la sociedad. El lavado de pies en la Iglesia de Trelew -la más importante de la ciudad- fue un acto público y muy bien promocionado. Es por lo menos curioso que la mujer trans a la que el cura le lavó los pies fue, por su parte, hace años un sacerdote, pero no pudo ejercer más el sacerdocio por razones ligadas con su identidad de género. Ella aún – y en este punto y desde lo personal comienzo a diferir con mi congénere, porque contradice el género- se refiere a sí misma como «sacerdote».
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