Quiénes son las seis mujeres que siguen detenidas tras la represión en el Congreso

Camila Juárez, Sasha Lyardet, Ramona Tolaba, María de la Paz Cerutti, Daniela Calarco y Lucía Belén son las seis mujeres que aún se encuentran detenidas en el Penal de Ezeiza. Estas son sus historias.

18 de junio de 2024
Agustina RamosMaby Sosa
Edición: Ana Fornaro

BUENOS AIRES, Argentina. La feroz represión del miércoles 12 de junio en las inmediaciones del Congreso de la Nación terminó con 33 detenidxs. Diecisiete de ellxs fueron liberadxs el viernes sin un criterio conocido. De las 16 personas detenidas, diez hombres están en la cárcel de Marcos y las mujeres, seis, en Ezeiza. 

Organismos de Derechos Humanos y referentes del arco político denunciaron ante la ONU y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos la represión inusitada de las fuerzas de seguridad durante la movilización contra la Ley de Bases. Se trata de un atentado contra el derecho a la protesta.

El viernes pasado se formuló la demanda en una conferencia de prensa realizada en la sede del Servicio Paz y Justicia de Argentina (Serpaj). Allí, les oradores coincidieron en reclamar de forma urgente «la inmediata liberación» de les detenides y en que las acusaciones son «arbitrarias y sin pruebas». 

La jueza María Servini de Cubría liberó el viernes a 17 de les detenides y está evaluando la situación de les 16 que aún permanecen encarcelades. En tanto, el fiscal de la causa, Carlos Stornelli, apeló la liberación de 14 detenides. 

Sobre les manifestantes pesan acusaciones de delitos «contra los Poderes Públicos y el Orden Constitucional», «contra la seguridad pública», «instigación a cometer delitos» e «incitación a la violencia colectiva en contra de las instituciones», entre otros.

Las mujeres

Camila, Sasha, Ramona, María de la Paz, Daniela y Lucía Belén son las seis mujeres que aún se encuentran detenidas en el Penal de Ezeiza. El pedido por su liberación fue acompañado por la organización Ni Una Menos desde el momento de la detención. 

El fin de semana, la legisladora por la Ciudad de Buenos Aires de Unión por la Patria, Victoria Montenegro, visitó la cárcel de Ezeiza junto al Comité Nacional contra la Tortura. Actualmente, las seis mujeres se encuentran en un pabellón de pre ingreso. Sus familiares y organizaciones piden en principio su libertad y que permanezcan juntas frente a la “amenaza de ser separadas” por parte del Servicio Penitenciario.

Presentes conversó con personas allegadas a las seis mujeres para conocer sus historias.

Paz Cerutti 

María de la Paz Cerutti tiene 43 años. Fue detenida en Moreno e Irigoyen, a 13 cuadras del Congreso de la Nación. Es profesora contable y trabaja desde hace 15 años en el Ministerio de Economía. En los últimos meses había estado de licencia por salud mental y ese día se reincorporó.

Paz pasó por la manifestación contra la Ley Bases. Allí estaba un compañero de trabajo y quería avisarle que su licencia había terminado. “Venía de un trámite personal y pasó a manifestarse como todxs contra esta ley que vende la patria”, cuenta a Agencia Presentes Eva Rojas, una de las hermanas de María de la Paz. Lejos del Congreso y cuando la policía la vio cruzar la calle, le pidió que se identificara y ella gritó su nombre. Allí avanzaron contra ella y la detuvieron.

María de la Paz es nieta de Sara Derotier de Cobacho, referenta de Madres de Plaza de Mayo

“Para nosotros es un horror. Tenemos cinco detenidos desaparecidos durante la dictadura cívico militar, en lo particular yo fui secuestrada en marzo del 76. Nuestra vida está atravesada por la dictadura, por eso nos preocupa la salud mental de mi hermana”, dice Eva. “A mí me avisó un compañero de la Comisión de Prevención contra la Tortura que estaba hablando con mi hermana detenida. Al rato apareció este video y ahí nos dimos cuenta de que esto iba a ser una pesadilla”, agrega.

María de la Paz es nieta de Sara Derotier de Cobacho, referenta de Madres de Plaza de Mayo y exsecretaria de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires durante el mandato del actual mileísta, Daniel Scioli. No fue la única detenida en esa esquina. “Fueron detenciones al voleo agarraron a los más perejiles, uno vendía empanadas, una escondida, y mi hermana pasaba por ahí”, dice Eva que milita en el Corriente Peronista por los Derechos Humanos. “Yo estoy en una organización, pero María de la Paz no, ella no militaba”, aclara.

María de la Paz estuvo, junto a otras mujeres, más de 20 horas esposada y tirada en un pasillo. Cuenta Eva que el comisario les decía que estaban de picnic. “No sabemos en qué condiciones están. Las están amenazando, es muy grave”.

Su hermana, describe a María de la Paz como una persona muy inteligente, sensible y muy religiosa. La mujer es la menor de cuatro hermanos, tres mujeres y un varón. La preocupación de ellos es la salud mental y física de Paz. “No somos una familia a la que no nos haya pasado nada. Venimos flojitos emocionalmente, yo creo que esto le va a hacer muy mal a ella”, dice Eva. Paz no estuvo entre las personas liberadas el viernes. La acusan de haber pateado a un efectivo de la policía.

Ramona Tolaba

Como en cada convocatoria, Ramona Tolaba de 54 años, trabajadora de casas particulares, se acercó a la manifestación para sumarse a los reclamos contra la Ley Bases.

Cuenta Paola Costas, una de sus hijas, que la mujer suele ir sola a las marchas y que no pertenece a ninguna organización ni partido político. Llegó a la zona un poco más de las 14, y mientras caminaba, comía una porción de pizza y le iba relatando a su hija cómo estaban las cosas en la calle. “Cada una hora te voy a escribir, te aviso cómo y dónde estoy”, le dijo a su hija. En un momento, dejó de comunicarse y Paola esperó hasta las 19.30 y empezó a llamarla, preocupada. Luego se enteró que su mamá había sido detenida a las 18.20 en Avenida de Mayo y Santiago del Estero.

“Ella nunca se acercaba a los lugares donde estaba complicado. Me contó después que vio que estaban desconcentrando y se detuvo a hablar con un jubilado. En eso aparecieron motos y tiraron balas de goma. Ella corrió por Santiago Del Estero. Allí se protegió de las balas detrás de un auto y ahí fue cuando la detuvieron. También estaba Lucía Belén, en ese momento no se conocían”, cuenta Paola.

A Ramona Tolaba la acusan de sedición, de resistirse y de tirar proyectiles. “Ella sería incapaz. Estaba ahí defendiendo que no se privaticen las empresas, no le gustaba la Ley Bases, pero no es violenta”, dice Paola, quien define a su mamá como hiperactiva e independiente.

Recién a las 22 del miércoles Paola tuvo noticias de su mamá. La llamó a esa hora y le dijo que estaban en la comisaría 4 de Parque Patricios. Paola fue hasta allí, desde 3 de Febrero, dónde vive, pero ya la habían llevado a la comisaría 15 de Chacarita. Después se enteró que recién al otro día bajaron a las detenidas de la camioneta de la policía.

Recién el domingo pudo verla y hablar con ella, quien ahora está detenida en Ezeiza. No les permitieron acercar los lentes y a Paola le preocupa que intenten hacerla firmar papeles que Ramona no logra leer por las letras chiquitas.

“Sus jefes la aman”, dice Paola de su mamá. “Ella es amorosa, es respetuosa, es muy hiperactiva, independiente, amante de la naturaleza, de los animales. Le encanta viajar, su sueño era vivir en Ushuaia, ahora tengo miedo que no pueda cumplirlo”, dice emocionada. Y agrega. “Son presas políticas, este gobierno quiere asustar a la gente para que salga a las marchas a defender sus derechos, es un escarmiento”.

La familia de Ramona pide que si alguien tiene algún registro fotográfico o audiovisual los envíe al mail: libertadporramona@hotmail.com

Lucía Belén

Lucía Belén no soportaba ver las imágenes de la policía golpeando a los jubiladxs que el miércoles 12 de junio se estaban manifestando en los alrededores del Congreso de la Nación. Decidió ir hasta el lugar sola y llegó alrededor de las 17. Para sentirse más segura, le compartió la ubicación a su mejor amiga, Aylén. También le enviaba videos mostrándole cómo estaba la situación. Alrededor de las 18.30 logró avisarle que la acababan de detener.

Al igual que Ramona Tolaba, Lucía Belén ante las balas de goma y los gases, corrió por Santiago Del Estero para protegerse. Allí se escondió detrás de un auto, también estaba Ramona. A ambas las detuvieron ilegítimamente.

Lucía Belén tiene 26 años, es bibliotecaria y estudia Letras en la Universidad Nacional de Hurlingham. Apenas supo de su detención, Aylén salió a buscarla. Logró verla varias horas después en Chacarita. “Me contó que estaba caminando por Avenida de Mayo y que la policía motorizada empezó a disparar balas de goma al aire. Ella empieza a correr y ella se esconde detrás de un auto junto con Ramona. Ahí le detienen la policía de la Ciudad. Me contó que le pegaron una trompada en la cara, la tiraron al suelo y le pusieron 7 precintos. En ningún momento le dijeron por qué le estaban haciendo eso. Estuvieron dos horas en el piso junto a otras cuatro personas”.

Aylén llegó inmediatamente e intentó hablar con la policía, pero los efectivos comenzaron a empujarla a ella y a su novio. El teléfono de Lucía Belén compartió durante 12 horas su ubicación por lo que su amiga pudo ver el recorrido que hizo la policía con lxs detenidxs. Luego de esos traslados recién pudo ver a su amiga en Chacarita. “Me contó Lu que las quisieron obligar a firmar un papel que decía que ellas habían prendido fuego. Ellas se negaron a firmar porque no habían hecho nada de esas cosas. Los policías les decían que seguían demoradas porque no querían firmar ese papel”.

A Lucía también la acusan de patear a un policía. No hay videos ni prueba alguna que pudiera dar cuenta de eso. Su amiga afirma. “En varios medios se ve el momento en que la detienen, la tienen en el piso entre tres policías. Lucía es de contextura física pequeña, es imposible que haya golpeado ella a los policías”, agrega Aylen. Ella junto al padre de Lucía son quienes están acompañando los pedidos por su liberación.

Cuando habla de Lucía, la describe como una persona solidaria y multifacética. “Estudiaba Letras, pero estudió bibliotecología, astrología, y quería inscribirse para estudiar Antropología en la UBA. Siempre quiere aprender cosas nuevas. Es muy curiosa y ama los animales. Sé que debe estar extrañando un montón a sus mascotas. Es una persona que defiende los derechos de todo el mundo, no sólo los de ella”, cuenta.  

Patricia Daniela Calarco Arredondo

El miércoles pasado, Patricia Daniela Calarco Arredondo se encontraba junto a su pareja y compañeres de militancia en la columna del Movimiento Teresa Rodríguez (MTR) Votamos Luchar por el Cambio Social, cuando las fuerzas de seguridad comenzaron a reprimir. Luego de atravesar un embudo en la Avenida de Mayo logró doblar en 9 de julio, mientras a sus costados personal policial avanzaba en motos disparando balas de goma y gas pimienta.

«Nos atropellábamos entre nosotros porque no podíamos ver», contó a Presentes María Emilia «Coca» Manazza, pareja de Daniela. «Estábamos a unas 13 cuadras ya del Congreso cuando la agarró de atrás un policía de civil, con toda la brutalidad e impunidad que tienen. Traté de forcejear para sacarla, pero no se podía».

Daniela tiene 39 años, es del barrio Hipódromo de Mar del Plata y desde el 2021 vive junto a Emilia en Lomas de Zamora. Es una defensora de la lucha ambiental, militancia que forjó en su ciudad natal contra las fumigaciones. Quiso estudiar Psicología, pero la necesidad de dedicar mucho tiempo al trabajo no le permitió finalizar la carrera. Tuvo varios empleos a la vez en el rubro de la gastronomía hasta que comenzó a trabajar en el 2019 en el ex Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. En marzo de este año, tanto ella como otres trabajadores de esa cartera fueron despedides.

El miércoles estuvo entre les 22 detenides de la Policía de la Ciudad que pasaron por la alcaidía de Parque Patricios y a la medianoche del miércoles fue trasladada a la comisaría de Chacarita. El sábado a la madrugada la llevaron a la cárcel de Ezeiza.

Emilia, su compañera de vida, aún no pudo entrar a visitarla. Sin embargo pudo hablar con ella: «Está teniendo una gran entereza en la cárcel. Como parte de la formación y conciencia que tiene la lucha, sabía que estas son las consecuencias a las que nos enfrentamos, más con gobiernos que tienen la represión tan librada a hacer lo que quieren».

Sasha Lyardet

Sasha Lyardet es estudiante de la licenciatura en Estudios de la Comunicación en la UNSAM y este miércoles cumplirá sus 25 años detenida en el Penal de Ezeiza. «Queremos que pueda celebrarlo en libertad», expresó su pareja, Nahuel Schiavoni, a Presentes.

Cuando Nahuel pudo hablar con Sasha, la joven le pidió que no le lleve libros, sino los apuntes de su carrera para seguir estudiando. «Le apasiona mucho», comentó Schiavoni. Ambos se conocieron en el 2018 militando juntes en el partido Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) y desde hace unos años son pareja. El día en que recibió la noticia de la detención estaba trabajando de guardia en una farmacia. «Entré en shock por un segundo y me tuve que poner a mover rápido, no me pude dar el lujo de estar en shock», recordó.

Sasha estaba en la columna de la Asamblea de San Martín cerca de la intersección de las calles México y Lima, cuando motos de la Policía de la Ciudad aparecieron «a toda velocidad» y subieron a la vereda. En las corridas, su amiga, Camila Oliva, tropezó y se detuvo a asistirla. «Tirate al piso, si corrés te disparo y te arrastro de los pelos», le dijeron los agentes policiales a Sasha, según compartió su hermana Grisel en redes sociales y también compañeros que vieron el momento de la detención. 

La joven, fanática de Babasónicos y El Kuelgue, trabaja como asesora legislativa en el Consejo Deliberante de José C. Paz. Es oriunda de la localidad bonaerense de Pilar y actualmente vive en San Martín. «Tiene un laburo territorial muy grande. Organiza en el centro de estudiantes de la UNSAM y la Asamblea de San Martín ollas populares, va a alfabetizar, trabaja con barrios populares», compartió Nahuel. 

«Está bien, está fuerte. Intenta transmitir fuerza al resto de las detenidas. Yo que la conozco veo que tampoco está super bien, está presa… Pero intenta mantenerse fuerte», dijo su pareja, luego de haberla visitado. 

Camila Belén Juárez Oliva

Camila Belén Juárez Oliva es la amiga de Sasha que en las corridas del miércoles pasado tropezó con un cantero en la vereda. Tiene 33 años y es madre de dos niños de 8 y 11 años. Estudia Sociología en la UNSAM y lleva adelante un emprendimiento gastronómico junto a su pareja, Nestor. 

El domingo pasado, su madre Silvia Oliva pudo visitarla junto al hermano de Camila y su pareja. Estuvo desde las nueve de la mañana hasta las once de la noche en la puerta del penal, mientras personas autoconvocadas se acercaban a traerle una gaseosa o un chocolate para «endulzarme el alma», dice ella. También había decenas de amigas de Camila.

«No sabían que tenía tanta gente que me quería, ¿no?», dijo Camila a sus familiares cuando le contaron quiénes se habían acercado a acompañar. 

Al igual que los otros dos compañeros con los que fue detenida (Sasha y Nicolás), Camila organiza ollas comunitarias para el barrio. Le encanta el rock nacional, especialmente Charly García, La Renga y Los Piojos, banda a la cual le seguía muy de cerca los pasos para ver si se volvían a reunir. Es fanática del club Chacarita, el mismo del que era su padre, quien falleció durante la pandemia: un gesto para sentirlo más cerca.

Ante el discurso que promueve la idea de que les detenides formaban parte de una organización terrorista, su madre, Silvia, comentó, en diálogo con Presentes: «Camila es la terrorista que arma ollas populares para llegar con un plato de comida a aquellos que no tienen de comer. La terrorista por la que su grupo scout de la adolescencia acaba de sacar un comunicado de apoyo incondicional. Camila es mamá, una persona obsesionada con tener su carrera de Sociología y poner su título a disposición para ayudar a quienes lo necesitan».

Hace unos días, su compañero de vida, Nestor, le escribió una carta que se volvió viral. «Me gustaría llevarte a vos y a los otros y otras que están con vos, el remedio que encontré acá afuera contra ese odio que nos quieren inocular y contra el virus de la desesperanza, que son las voces… de los demás. Voces solidarias que desde un primer momento estuvieron reclamando en la calle, difundiendo la locura, protegiendo la vida humana y ¡la democracia!, abrazándonos sin conocernos, mirándonos a los ojos con compasión, regalándonos su apoyo y su fuerza».

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