Guardianas de las semillas de Paraguay resisten al cambio climático
Mujeres campesinas de Paraguay cuentan se reunieron en la 13ava Feria Heñói para intercambiar semillas y tejer redes.
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ASUNCIÓN, Paraguay. Una mañana con un sol brillante y luego de varias semanas de frío polar en el país, se dieron las condiciones para vivir una verdadera fiesta de las semillas en décima tercera edición de la Feria Heñóien Asunción.
Una vez al año agricultoras y agricultores llegan a la capital con sus semillas y su producción para exhibirlas con orgullo y a su vez intercambiarlas con otras que tal vez no tengan en su territorio debido a las pérdidas climáticas.
Desde muy temprano se montaron los stands de forma colaborativa en la Plaza Italia. Se prepararon diversas variedades de semillas de maíz, maní, poroto, mandioca. También alimentos como queso, harina maíz, almidón, plantas medicinales y la yerba mate. Los efectos del cambio climático impactan en las producciones pero las campesinas y campesinos no se rinden. Siguen buscando formas para lograr alimentos sanos para autoconsumo y para la renta, alimentando al campo y la ciudad.
Resistiendo al cambio climático
Si bien en los últimos años no han sido fáciles a causa de la sequía, las pocas lluvias pero intensas, las heladas y granizadas no han favorecido a la agricultura campesina. La adaptación y la lucha diaria por producir alimentos ha sido una constante.
Seferina Insfran de Toledo, es mujer campesina de 57 años, madre de 11 hijos y forma parte de la Conamuri. Vive en el departamento de San Pedro a unos 200 km de Asunción. Norma Bogado, también mujer campesina y madre, forma parte de la organización Cultiva y es oriunda del departamento de Paraguarí.
Ambas organizaciones son integrantes de la Coordinadora Latinoamericana del Campo (CLOC) – La Vía Campesina.
Ellas han dedicado su vida no sólo a la producción de alimentos, sino también a ser guardianas de las semillas nativas y criollas.
Norma cuenta que el año pasado no salió nada del maíz y maní que sembraron en Paraguarí. “Increíblemente de cuatro parcelas de maní salió apenas una bolsa que son semillas para sembrar. Si esas semillas este año no salen nuevamente ya está en riesgo. Estamos ante el peligro de perder nuestras semillas. Frente a eso los grandes empresarios aprovechan para meter sus semillas que tienen químico, que tiene un precio inalcanzable. Ante eso la respuesta es la resistencia en el campo. Sabemos que los alimentos que producimos es en defensa de nuestras vidas”.
La falta de políticas públicas es otra realidad a la que se enfrentan las comunidades y familias campesinas. Debe buscar por sí mismos los recursos para la producción.
Ña Sefe es de esas mujeres que tiene la experiencia del arandu ka´aty, el saber popular y lo expresa en sus palabras. Durante la feria Heñói Jey conversó sobre su trabajo como campesina a todas las personas que se acercaban. Con una sonrisa de orgullo, muestra la variedad de semillas que trajo para el intercambio y que es fruto de su trabajo.
Sefe contó a Presentes sobre la situación que atraviesan las familias campesinas en su departamento. “Productos de la chacra: maní, maíz, poroto no salen a causa de la sequía. Ahora por ejemplo sembramos en total casi dos hectáreas de maíz y salieron arrugados. Cuando están por florecer las plantas viene la sequía y lo destruye todo”.
Este año en Liberación han sembrado tres veces maíz y en la tres veces no han logrado una cosecha. Lo que con preocupación señaló Ña Sefe lleva a muchas familias a desistir. “Las personas jóvenes dicen que es trabajar en vano y por eso ya no quieren trabajar en la chacra. Buscan trabajo fuera del campo. El cambio climático no nos ayuda. Las personas adultas seguimos trabajando e intentando incansablemente hasta que salga la producción. Hoy en día cosechamos menos, pero la ventaja de esforzarse para producir alimentos en el campo es que no vamos a tener hambre”, dice.
Garantizar el alimento
“A nuestro alrededor ya se echaron todos los árboles nativos y se siembra eucalipto, entonces ahora cuando llega la sequía o llueve mucho nos afecta demasiado en el campo”, dice Norma.
Norma cuenta que se dedican también a sembrar plantas nativas y recomiendan a sus vecinos sembrar en sus campos. Las consecuencias de la falta de bosques a causa de la deforestación es que muchas personas abandonan su tierra porque no no logran cosechar alimentos. Las deudas traen el hambre y el hambre la migración a las ciudades. Allí en entornos urbanos la pobreza toma otra densidad, si encuentran trabajos no tienen que ver con la agricultura.
“Por eso promovemos la agricultura y que se tenga al menos una huerta para sobrevivir”, agrega Norma.
La falta de políticas públicas es otra realidad a la que se enfrentan las comunidades y familias campesinas, quienes deben buscar de forma individual o tal vez organizada como conseguir recursos para lo que implica producir alimentos.
Resguardar la vida
Las mujeres campesinas han rescatado y recuperado las semillas nativas y criollas de generación en generación. Sos sus guardianas. Ellas saben que para garantizar una vida sana es necesario producir alimentos sanos. La CLOC – La Vía Campesina lleva una campaña con la consigna: “Semillas Patrimonio de la Humanidad al servicio de los Pueblos”. De esta forma promueve la Soberanía Alimentaria, la Agroecología como modo de vida y modo de producción y es lo que replican sus organizaciones miembros como Conamuri y Cultiva en Paraguay.
“Hace dos años que es más difícil producir, este año desde San Juan intentamos sembrar -junio- pero no salía nada. Este año decidimos sembrar más tarde pero sólo salieron las semillas sembradas temprano. La chacra es una lotería y debemos tener paciencia. Mientras estamos con salud, luchamos por producir en la huerta y en la chacra porque eso nos da de comer. No nos podemos quejar porque no nos falta el pan de cada día en el campo, si sembramos sale algo siempre”, indica Ña Sefe
“Para las mujeres rescatar y guardar semillas es la vida, porque las verdaderas cuidadoras de las semillas nativas y criollas somos las mujeres. Es la mujer la que cuida y siembra, la que vende la producción, la que hace la comida en el campo”, dice Norma.
Mientras, Ña Sefe hace una última reflexión: “Vemos que ahora en el campo hace unos 40 años hay muchas más enfermedades. Pensamos que es por falta de alimentación. No nos alimentamos bien. Ya no se produce y vamos al supermercado. Se come más pollo y la carne que se consume no es natural muchas veces. Si nosotras y nosotros no preparamos los alimentos cómo vamos a estar sanos y fuertes. Actualmente se prefiere comer arroz o fideos y ya no se quiere comer el locro o el vori y eso es lo que debemos comer. Antes se vivía hasta 100 o 105 años, ahora quién va a alcanzar esa edad”.
Además de un espacio de intercambio y reflexión, la Feria Heñoi Jey es una cita anual para organizarse colectivamente frente a las consecuencias del cambio climático y el avance de plantaciones de soja transgénica. Además se tejen redes solidarias
La Feria Heñoi Jey es un espacio anual en donde las organizaciones del campo reflexionan colectivamente sobre la situación ante las consecuencias del cambio climático y el contínuo avance de las plantaciones de soja transgénica, principalmente. Además se tejen redes de solidaridad y compromiso con los saberes ancestrales.
“La feria para nosotras es vida, nos da vida y nos da tranquilidad. Nos motiva al ver que no estamos solas, que hay muchas personas en el campo resistiendo y eso me alegra para seguir”, concluye Norma.
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