Rosana Paulino: Las mujeres negras en el centro del arte para suturar los traumas de Brasil
La artista afrobrasilera expone en el Malba una muestra antológica: la más importante fuera de Brasil, donde explora el trauma colectivo de la esclavitud.
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Cuando la artista y profesora brasilera Rosana Paulino (Sao Paulo, 1967) era una niña, no pudo jugar con muñecas negras – no había- ni mirar películas con protagonistas negras que no fueran sirvientas. En Brasil, uno de los últimos países en abolir la esclavitud en 1888, el pasado colonial y lo que hizo con la cultura negra sigue siendo un gran punto de interrogación y de silenciamiento. Con el fin del comercio de esclavos se destruyeron los archivos oficiales que daban cuenta de estas políticas. Entre estos registros estaban los daguerrotipos de Auguste Stahl, fotógrafo imperial que trabajó para el científico suizo Louis Agassiz. Agassiz decía que había razas superiores y otras inferiores, lo que dio un marco teórico perfecto para la explotación de ciertos humanos.
No todo se perdió: después de investigar y recorrer distintos archivos, Paulino recuperó varias de estas fotos. Hizo gigantografías de los cuerpos desnudos de mujeres, las cortó en pedazos, las cosió (suturó) y les dibujó algunos órganos: a veces el corazón, a veces el útero. Estas fotos forman parte de “Amefricana”, una muestra antológica potentísima que reúne 80 obras de la artista brasilera en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba). Es la primera vez que una artista negra tiene exhibición retrospectiva en el Malba y la muestra más importante de la artista fuera de su país.
Dividida en dos salas, el recorrido de la muestra no es cronológico sino temático: “Suturas”; “Asentamiento”, “Archivos” y “Geometría a la brasileña” son algunas de las secciones. Allí no sólo se despliega la variedad de técnicas de la artista – grabados, fotografías, cerámicas, dibujos, videos y pinturas- sino también los recorridos de sus investigaciones y pensamiento. Paulino profundiza en los cruces del racismo, género, ciencia y memoria. “Soy artista visual. Eso quiere decir que cada cosa que pienso o siento luego tengo que ver cómo transformarlo en una imagen”, dijo en una entrevista pública junto a los curadores de la muestra Andrea Gentili e Igor Simões.
Primeras suturas
Cuando ella se iniciaba en el arte, su hermana trabajaba con mujeres víctimas de violencia de género. Los relatos de su hermana calaron hondo y Paulino pensó que tenía que volcar esas historias de dolor en imágenes. Así surgió “Suturas”. “Las costuras que yo prefiero llamar suturas en algunas piezas, traen la problemática de que el Brasil es un país que nunca se preocupó por las compensaciones a las comunidades que fueron marginalizadas, expropiadas. Es un país que quiere ‘unir’ a la fuerza las diferentes poblaciones que están aquí y para eso se ha recurrido a la violencia sistemática de Estado. Yo digo siempre que Brasil es muchas veces como un Frankenstein, en el que partes dispares, que no se unen, son cosidas a la fuerza para intentar hacer un cuerpo común. Obviamente eso no va a funcionar”, dice Paulino en el texto curatorial.
Las primeras fotos que intervino en un bastidor fueron las de su familia – todavía no había hallado otras- y a partir de ahí el proyecto fue creciendo de lo personal a lo nacional, un mismo gesto político.
“Cuando se piensa en bordado se piensa en una mujer blanca sentada tranquila, pero yo estaba discutiendo la violencia y entonces yo suturo. Suturo los ojos, porque los ojos de esas mujeres muchas veces no pueden ver, suturo su boca, porque ellas no puede hablar. Partí de mi familia pero me di cuenta que podía hablar de cómo el país mira a las mujeres negras. Necesitaba entender quién soy y cuál es mi cultura. Necesitaba ser artista para poder hablar de cosas que no se podían hablar”, dice.
Historias naturales, historias oficiales
Antes de ser artista, Paulino quiso ser científica a partir de una enorme curiosidad por la biología y el mundo de los insectos, intereses que nunca perdió y que integra a sus exploraciones. Hoy la naturaleza está en el centro de su arte primero como deconstrucción de esos relatos pretendidamente científicos para justificar los horrores (de eso trata su libro “¿Historia natural?”) y también como posibilidad de transformación, como lo muestran sus dibujos de mujeres-manglares y las decenas de piezas de cerámica de torsos desnudos de mujeres que salen de capullos.
“Cuando yo era chica, mi mamá bordaba y cosía para pagar los estudios nuestros. Bordaba por la noche. Para mí era como ver una enorme araña que tiraba desde adentro los hilos. Era lo que le permitía pagar los estudios de las hijas. Era la protección de la familia. Yo me preguntaba cómo transformar eso en imágenes”, contó Paulino. “La vida es cambio todo el tiempo”, agregó.
Otro relato que Paulino discute en su obra es arte brasilero como el de las geometrías. La artista le contesta al campo cultural y artístico que en su momento pregonó a Brasil como un país moderno, insertado en el mundo a través de su pintura y escultura abstracta. “Mientras un grupo de artistas blancos en Rio y Sao Paulo se creían modernos porque tenían geometrías, muchas partes de Brasil eran feudales. Brasil siempre tuvo la vocación de copiar las ideas afuera. Teníamos también las geometrías de los pueblos negros, de los pueblos indígenas, pero eso se silenció. Entonces esta obra es la crítica a un país que no se ve”, dice la artista.
Memoria para vivir ahora
Paulino ha sido pionera en su país en poner en el centro de la discusión artística a la cultura negra y convertirlo en un ejercicio de memoria. Ella habla de la esclavitud como un trauma colectivo que afecta no sólo a la población negra sino a todos quienes viven y han vivido en Brasil.
“Es imposible pensar en el presente o futuro si no se piensa en el pasado. Los datos actuales que tenemos en Brasil son aterradores, la violencia policial hacia negros es cosa de todos los días. Y hasta hace dos generaciones en mi familia no se hablaba portugués. Mi bisabuela hablaba las lenguas de África. Tenemos que tener educación, políticas públicas, y tiempo. Porque la sociedad brasilera mantiene la idea de esclavitud hasta hoy”.
Amefricana puede visitarse en el Malba hasta el 10 de junio.
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