Crimen de Rafael Nahuel: su prima y otro testigo clave contaron cómo le dispararon por la espalda
Testigxs directos del asesinato de Rafael Nahuel en 2017 -su prima Johana y otro joven mapuche, Lautaro- y su tía María, brindaron testimonios cruciales y desgarradores ante el Tribunal Oral de Fiske Menuco/General Roca. “El Estado lo mató por la espalda”.
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Testigues claves declararon en la audiencia número 13 del juicio por el asesinato de Rafael Nahuel. El joven mapuche tenía 22 años el 25 de noviembre de 2017, cuando fue baleado en territorio mapuche recuperado de Villa Mascardi, Bariloche. Dos de ellxs, a su vez, fueron víctimas de los disparos del grupo Albatros de la Prefectura.
Brindaron su testimonio María Nahuel, tía de la víctima, quien recordó ante los jueces del Tribunal Oral Federal de General Roca: “Ese día nos informaron que hubo un muerto. Llegué a la ruta 40 en la segunda ambulancia y mi sobrino ya estaba ahí sin vida en la bajada que nosotros usamos para acceder a la comunidad. Estaba muy nerviosa y no pude reconocerlo por la vestimenta, pero Fausto (Jones Huala) y Lautaro (González Curruhuinca) me dijeron que era mi sobrino. Me tuvieron detenida todo el día sin poderme arrimar. Fue muy doloroso”.
Luego testimonió su hija, Johana Colhuan, de la comunidad mapuche Lafken Winkul Mapu. Johana resistió a un intento de desalojo de las tierras en la que se habían establecido en la zona de Villa Mascardi. El 25 de noviembre de 2017 también recibió un disparo por la espalda que la hirió en el hombro. El siguiente testigo fue otro joven mapuche, Lautaro González Curruhuinca. También estuvo aquel día muy cerca de Rafael Nahuel. Ambxs aportaron datos importantes por tratarse de dos testigxs directos y las ultimas personas que vieron con vida a Rafita.
“No somos terroristas”
En la primera parte de la audiencia de hoy hubo un cruce con el abogado de la defensa de tres de los cinco prefectos imputados por el fusilamiento por la espalda del joven. Fue cuando el abogado pidió un traductor de mapuzundungun -lengua mapuche- porque la testigo comenzó su declaración saludando, como es habitual, pero no fue tenido en cuenta por el tribunal. La tía de Rafita siguió con el relato de lo que vivió hace seis años. “En ese momento pensé en su mamá. Era como mi hijo. Siento mucha tristeza hasta el día de hoy. Espiritualmente él no se fue, está presente, sólo su cuerpo no está”, dijo al responder las preguntas de los abogados de la querella de la APDH y de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.
“Todo el día me tuvieron parada, me tuvieron que sedar, se ensañaron los prefectos con mi sobrino. Iban y lo destapaban, lo arrastraban, él tenía una faja que se le iba corriendo, hasta que no lo vi más”, expresó María Nahuel, su tía.
En su descripción de los hechos comentó: “Bajaban las camionetas y las bolsas con armas desde el ex hotel Mascardi. El asesino de Parques Nacionales que hizo la denuncia dice que somos usurpadores, somos parte de un territorio, nos despojaron desde hace más de 100 años y volvemos porque no le tenemos que pedir permiso a nadie”.
Ante la mirada atenta de los presentes en la sala y quienes participaron de la audiencia vía Zoom, la testigo dijo que toda su familia “caminó por esas tierras. Es un derecho ancestral, mi apellido tiene un linaje de mis antepasados, antes que todos ustedes, discúlpeme señor juez, estábamos nosotros el Pueblo Nación Mapuche a ambos lados de la Cordillera. Siempre los muertos los llevamos nosotros; no somos terroristas, no tenemos armas, solo queremos que nos dejen vivir como mapuche”.
La tía de Rafael Nahuel recordó que cuando llegó el juez Gustavo Villanueva su hija Johana estaba herida. “Me dejó subir a la montaña, hablé con un parlante, eran cuatro. Luego bajé. Siempre con tristeza, los prefectos y la Federal iban y lo destapaban a mi sobrino. Y se reían. No sé si eso es parte de su trabajo”, dijo.
Antes del inicio de las preguntas de las partes, la mujer manifestó: “Tenemos dolor por el asesinato de Rafael Nahuel, el Estado siempre mata a nuestra gente, parte de ustedes. No sé si fue Pintos, ellos disparaban a matar, por eso mataron a mi sobrino, hirieron a mi hija y a mi lamien (hermanx). Nosotros peleamos a los gritos, con algún insulto, no somos una guerrilla, no creo en la justicia huinca (blanca) pero ojalá que haya justicia. El que tiene que ir preso por matar por la espalda a mi sobrino que vaya a la cárcel”.
“Fuimos golpeadas con nuestros niños”
María Nahuel dijo que van “seis años sin justicia. Y tanto acá como en Chile el pueblo mapuche arrastra a sus muertos, golpean a nuestros niños y mujeres, las desalojan. Somos un pueblo preexistente pero siempre atacado por el Estado. Estamos nosotros para hacer sentir la voz de mi sobrino. Era una buena persona de buen corazón, quería instalarse en el campo para criar ovejas, conejos y caballos”. Acto seguido pidió que “no mientan más. Dos días antes nos desalojaron, nosotras fuimos golpeadas con nuestros niños, no somos guerrilleros, queremos vivir libres como ustedes crían a su familia y tienen sus casas, Rafael Nahuel y Elías Garay no son los primeros, arrastramos muchos muertos”.
En ese momento, interrumpió el abogado Marcelo Rochetti, de la defensa de los Albatros, para decir que la testigo estaba “haciendo una proclama que no corresponde a los hechos”. El presidente del tribunal, Simón Bracco, le respondió que “la testigo declara como familiar de una víctima y tiene los derechos que le otorga la Ley de Protección a las Víctimas”.
A continuación, el abogado querellante Rubén Marigo siguió con su interrogatorio. “Cuando llegó el juez pidió que me soltaran, estuvimos conversando, y cuando le pedí subir al cerro me dijo ‘¿pero usted quiere que la maten?’. Le respondí que no porque no tenemos armas y la gente estaba ahí sufriendo, así que me dió una linterna y me dejó subir”, dijo María Nahuel. En ese mismo diálogo, el magistrado le expresó que “él no era culpable del desalojo, que la orden la había dado la fiscal (Sylvia Little)”, ni de la muerte de su sobrino.
“El Estado lo mató por la espalda”
Ante una pregunta del fiscal Rafael Vehils Ruiz sobre su detención, la testigo dijo que “estaba lleno de efectivos, me tenían agarrada, era Prefectura, no fue mi gente, se me hincharon las manos”. Luego retomó el abogado Rochetti con la intención de mostrarle dos fotos en la que supuestamente se veían mapuches con armas de fuego.
El abogado de la querella Sebastián Feudal intervino para recordar que esas imágenes ya habían sido descartadas por falta de nitidez. El defensor insistió, y Nahuel contestó: “No, no reconozco a nadie”.
Cuando le preguntaron qué pasó ese día, la mujer mapuche respondió: “El Estado lo mató por la espalda. Todos los casquillos que había en la montaña son del Estado, de la Prefectura”. Antes de retirarse cuestionó: “hoy no están presentes los que mataron a Rafael, salen por una pantalla. En cambio nosotros que somos pobres sí estamos, venimos en colectivo. El Estado debería obligarlos a estar acá y dar la cara. Me enseñaron eso a mí”.
“Me agarró la mano cuando le dispararon”
Cerca de las 11 se sentó a declarar como testiga una de las hijas de María y prima de Rafael Nahuel, Johana Micaela Colhuan. Llevaba una vestimenta similar a su madre, y un pañuelo de colores en la cabeza.
Con una psicóloga a su lado, Johana declaró que aquel 23 se habían juntado porque había habido un desalojo. “Tomamos la decisión de ir a llevar comida y ropa a los lamien que estaban en el cerro. Decidimos acompañarlos con Fausto. Esa noche fuimos a la (comunidad mapuche) Winkul, caminamos, tratamos de dormir. Al día siguiente seguimos, pasado el mediodía encontramos a los lamien”, dijo. El 24, pasado el mediodía, comieron y les pasaron abrigo a sus compañeros. El 25, al no escuchar ruidos, pensaron que las fuerzas de seguridad se habían ido y decidieron bajar.
“Hicimos 150 metros, yo iba a atrás última, es un camino chiquito, un sendero lleno de vegetación. Empiezo a escuchar disparos, ellos empezaron a correr, si nos agarraban nos iban a matar a todos, les dije que se fueran. Rafa me decía que corra, le dije que él se salve, que siga corriendo. No me quiso dejar sola. Llegamos a un plano con Fausto y Lautaro. Fausto tiraba algunas piedras, en ese momento le disparan a mi primo, cae al piso, me disparan a mí en el brazo”, manifestó la testigo, y rompió en llanto.
Colhuan describió la escena posterior al disparo mortal contra Nahuel. “Mi primo se cae. Vimos que le entró (una bala) por uno de los glúteos, le levantamos la remera y al costado de la costilla estaba la bala, tenía hinchado. Decía que no podía ver, que le costaba respirar, que tenía sed. Le dije, ‘quedate tranquilo’. Alguien hizo una camilla con maderas pero él se quería quedar ahí, se bajó dos o tres veces. No quería que lo bajáramos del cerro. Le tomé la mano para que se tranquilizara, le dije que ya iba a llegar la ayuda con algún médico”.
Rafael Nahuel no llegó con vida a la ruta 40. Falleció mientras lo bajaban. El mapuche Gonzalo Coña también fue herido, estaba junto con el grupo de nueve personas. “Todo sucedió en pocos minutos”, precisó Johana.
Ante las preguntas de la fiscalía y las defensas, Colhuan explicó que “para no estar tan visibles subimos a un sector con más árboles porque cuando estábamos bajando a Rafa vimos a todas las fuerzas especiales, por si disparaban de nuevo”. También contó que una lamien le dio plantas antisépticas para que no se infectara su herida. “Todavía tengo la cicatriz”, dijo, y se tocó el hombro izquierdo.
A pesar de la oposición de la defensa, Colhuan contó cómo era Rafa: “Vivía en su casita de madera, hacía talleres pero es difícil conseguir trabajo, hacía herrería. Era mi primo, lo visitaba, charlábamos, escuchábamos música. En el invierno con la nieve a veces no tenía leña, compartíamos mate”.
La testiga agregó que su primo “tuvo una vida difícil y quería salir adelante, vivir mejor en el campo en forma más sana”. Entre sollozos, Colhuan siguió: “Teníamos casi la misma edad, sabía que éramos mapuche, nos gustaba participar de las ceremonias, se sentía bien así. Él quería estar tranquilo, criar animales y salir del sufrimiento de las ciudades, donde es difícil sobrevivir. Todos lo querían, siempre fue una excelente persona. Estuvimos juntos hasta el día que lo mataron. Hacía chistes, me hacía reír y sentir bien. Me agarró la mano cuando le pegaron el tiro, lo quería mucho, lo extraño”.
El abogado Rochetti quiso saber si Colhuan había pertenecido a una fuerza de seguridad o armada. “Trabajé en el Ejército, hice dos meses de instrucción y luego como mucama limpiaba las cabañas en el cuartel”, respondió.
“No quería caer detenido pero no podía caminar”
Tras un cuarto intermedio, Lautaro González Curruhuinca dijo: “Vengo para que los padres puedan saber cómo murió Rafita”. El joven indicó que había llegado a la comunidad el 22 de noviembre a ver a la machi (mujer medicina mapuche) por un problema renal.
“En la madrugada del 23 hubo un desalojo, no pudimos hacer nada porque eran muchos los efectivos y estaba muy oscuro. Tuvimos que correr hacia la montaña, eran unos pocos peñi (amigos). Había más mujeres y niños que masculinos. Estuvimos en el bosque. Al otro día, el 24, encontramos al resto de los peñi que habían venido a traernos comida”, relató. Tal como había expresado Colhuan, el 25 pasado el mediodía decidieron bajar para ver qué estaba pasando abajo. “Escuchamos disparos, empezamos a correr cuesta arriba, en ese momento todo el tiempo se escuchaban disparos. Llegamos con Fausto a una planicie, nos empezamos a defender con piedras, eran muchos disparos y venían subiendo”.
Curruhuinca vio que hirieron a su hermana y a Coña, y al instante cayó Rafael Nahuel. “Gritamos que había alguien caído y los efectivos se retiraron. Miramos al peñi que no podía hablar, se revolcaba de dolor, vimos la sangre y debajo de la remera tenía una pelota bajo de la axila. Improvisamos una camilla con unos tablones, el peñi Rafael se caía. No controlaba sus movimientos y dijo que lo dejáramos ahí. No quería caer detenido, pero no podía caminar. Cuando le tomé la mano estaba frío. Lo até a la camilla con una faja”.
Junto con Fausto Jones Huala, cuyo testimonio se escuchará en la próxima audiencia, empezaron a bajar la camilla. “Abajo en la ruta ya estaba fallecido. Nos rodearon los efectivos de Prefectura, que eran muchos. Le dijimos que traíamos a Rafita fallecido, que no disparen”. Apenas dejaron el cuerpo sobre la ruta, fueron precintados y llevados frente al ex hotel (Mascardi).
“Estuvimos una hora hasta que llegó el secretario del juez, los precintos me estaban cortando las manos y pedí que me lo sacaran. Nos pusieron esposas. Boca abajo nos tiraron entre los pastos hasta que nos sentaron en una Traffic frente al lago, con Rafita al lado nuestro, tapado con un chaleco. Venían, le miraban la cara y lo dejaban tapado, varias veces hicieron eso. Después nos llevaron a una camioneta de la PSA. Nos sacaron muestras la policía de Río Negro, y nos llevaron al Aeropuerto”. Todo esto duró unas cinco horas, estimó.
“Cuando estuvimos en la camioneta de la PSA nos sacaron muestras de las manos, pasaron hisopos y nos dijeron que era para obtener rastros de pólvora. No tuve contacto con ningún arma de fuego, en ningún momento”, dijo el testigo. González Curruhuinca agregó que un par de miembros de la Prefectura discutieron entre ellos y al momento de su detención lo zamarrearon.
Justicia por Rafael Nahuel
En el juicio que comenzó hace un mes en el Tribunal Oral Federal (TOF) de General Roca están siendo juzgados cinco integrantes del grupo de élite Albatros de la Prefectura Naval Argentina: Sergio Guillermo Cavia, Juan Obregón, Sergio García, Carlos Sosa y Francisco Javier Pintos. Esta semana declararán como testigos los dos jóvenes mapuche que bajaron el cuerpo de Nahuel desde la montaña hasta la ruta 40 en busca de ayuda médica, Fausto Jones Huala y Lautaro González Curruhuinca. Ambos estaban junto a la víctima en el momento en que recibió el disparo. El juicio que se desarrolla en la ciudad rionegrina de General Roca (Fiske Menuco, según la denominación mapuche) se estructura en dos audiencias semanales, los días martes y miércoles, y recién va por la mitad.
En las afueras del Tribunal de Fiske Menuco (General Roca), desde temprano habían llegado organizaciones solidarias con las comunidades aborígenes para realizar una concentración. Hubo una olla popular para acompañar las declaraciones de estxs testigxs cruciales del pueblo mapuche.
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