Identidades Aymaras y Quechuas en el mes del Orgullo LGBTI+
En momentos que requieren respuestas decoloniales frente a una historia patriarcal negacionista, hermanes de Bolivia nos cuentan sobre sus identidades.
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El mes Internacional del orgullo LGBTIQ+ conmemora la revuelta liderada por nuestras hermanas afro trans y latinas Marshall Johnson y Sylvia Rivera en Nueva York. Casi medio siglo después de este acontecimiento, nos preguntamos: ¿desde qué tiempo/espacio relatamos el inicio de la historia de la diversidad sexual? En momentos que requieren respuestas decoloniales frente a una historia patriarcal negacionista, hermanes de Bolivia nos cuentan sobre sus identidades y experiencias indígenas de la diversidad sexual.
Ullupaku
Laura Libertad Álvarez es una mujer trans de 52 años, referenta de la organización trans Otraf y servidora pública de la Defensoria del Pueblo de la Ciudad de El Alto, donde viven mayoritariamente personas provenientes de la Nación Aymara. En el mes de la diversidad, ella se cuestiona ¿Dónde está la sexualidad indígena? ¿Existe una erótica india? “Claro que sí, sin embargo se la oculta, hay desconocimiento. Las personas parte de la disidencia sexo-genérica nos visibilizamos a través del cuerpo. Al nombrarnos como mujeres trans lo hacemos desde la diferencia. Pero, si al hacerlo me enuncio como mujer con pene, ullupaku en Quechua, estoy cuestionando también el sentido binario, donde a la genitalidad mujer-vulva y varón-pene, se le asignan roles y jerarquías de poder. Sin embargo, nacemos mujeres con pene, hombres con vulva, intersexuales, travestis no binarias etc. Ya al enunciarnos, estamos generando conocimiento por fuera del binarismo colonial”.
Maricas Bolivia
Con una trayectoria de más de 10 años, Roberto Condori y Edgar Solís son las maricas responsables detrás del canal de YouTube del Movimiento Maricas Bolivia, un medio comunitario referencia de la diversidad. Roberto cuenta que para uno de sus proyectos comenzaron a reflexionar en torno a ser Aymaras o Quechuas. “Es una identidad que nos atraviesa y donde tuvimos que vivenciar un proceso personal primeramente de auto afirmación indígena. Esto devino en un proceso colectivo para identificar el racismo que siempre estuvo y que teníamos que ver”. Desde ese reconocimiento comenzaron a conectar con otrxs indígenas lesbianas, maricas y trans, cada una con sus particularidades. Así es cómo surge Jiwasa/nosotras en lengua Aymara. Un libro de relatos con voces de personas originarias tanto del Altiplano como de la Selva amazónica, en donde van contando el camino que recorrieron para ser diversidades sexuales.
Edgar, por su parte, señala “como Maricas Bolivia vemos una concepción neo colonial de lo LGBT, porque es una cultura urbana con una agenda de derechos especifica que son necesarias, por supuesto, pero que reproduce lógicas del norte global; el capitalismo rosa, la supremacía gay por encima de otras identidades, prácticas raciales etc. Ahí no están las sujetas marronas mayoritariamente activando esos espacios”
Para ellas un momento refundacional del movimiento fue reconocerse indias frente al espejo con el perfil y el color marrón como dice Adriana Guzmán, feminista comunitaria de Bolivia. Hoy se encuentran realizando una nueva propuesta, esta vez audiovisual, llamada “Nación Marica Callejera”. Es aquí donde disputan el espacio público como acto político de resignificación, entrevistando en cada capítulo, a personas disidentes sexuales en diferentes ámbitos. Edgar señala, “buscamos paisajes simbólicos urbanos o periféricos de la ciudad para que el territorio también hable y tenga sentido”.
Lesbiana y Quechua desde El Alto
Romina Apaza, de 33 años, es presidenta del Colectivo TLGB de El Alto. En su rol de docente lesbiana y Quechua en territorio Aymara, Romina aborda el fortalecimiento de la identidad desde el ámbito educativo. Cuenta que su trayectoria inicia desde su vida en la ruralidad. “Acercarse a las familias y crear aliados dentro de las comunidades son estrategias para derribar el desconocimiento frente a las diversidades sexuales. Como docentes somos referencias para una generación que debe despojarse del miedo que nos enseñaron”.
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