Vidas judías y LGBT comunitarias: “No se puede ser judío en soledad”
Relatos y experiencias sobre cómo se vive la diversidad sexual en la comunidad judía de Argentina.
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BUENOS AIRES, Argentina. Podría decirse que el pueblo judío es, por sobre todas las cosas, el pueblo de la Torá (el antiguo testamento de la Biblia). Cada rollo de este, el objeto más sagrado de la religión, debe ser escrito a mano cuidadosamente por un escriba (sofer). A la hora de rezar, la congregación debe ponerse de pie cuando la Torá se saca de su arca, y la halajá – la ley judía – está basada en sus palabras.
Es en la Torá, específicamente en Levítico 18:22, que encontramos lo que por milenios se ha interpretado como una prohibición explícita de la homosexualidad: “no te acostarás con varón como con mujer; es abominación”.
Sin embargo, a este verso le cabe otra interpretación posible. Por supuesto que “no te acostarás con varón como con mujer”; es simplemente imposible, ya que se trata de identidades diferentes. Pero, ¿por qué querría, en realidad, un varón homosexual acostarse “como con mujer”, si su atracción sexual no es hacia ellas?
Lecturas, interpretaciones, realidades
Otra lectura posible nos obliga a considerar el contexto histórico. ¿Se referiría acaso a las prácticas sexuales promiscuas como modo de culto pagano y politeísta que practicaban los antiguos griegos y egipcios, culturas de las que el judaísmo, como religión monoteísta, buscaba diferenciarse? Cabe destacar también, que la palabra “abominación” (toevah en hebreo) que suena tan áspera en nuestra lectura contemporánea, es utilizada a lo largo de la Torá para identificar a cosas tan variadas como la idolatría, el comer animales prohibidos y el ser deshonesto en los negocios.
Otra interpretación viene de la mano del rabino de la comunidad Or Israel Diego Vovchuk, que señaló para Presentes que el versículo se encuentra al final del listado de todas aquellas relaciones que se consideran incestuosas. “Una interpretación que a mí me gusta es que lo que en realidad está queriendo decir es que las mismas relaciones que están prohibidas entre un hombre cis y una mujer cis, también lo están para una pareja de hombres”.
La lista de posibles lecturas sigue. Y es que el pueblo judío es, por sobre todas las cosas el pueblo de la Torá, y como tal, tiene no solo el permiso sino la obligación de leerla y releerla, de discutir con el texto e incluso de pelearse con él. “La Torá debe ser resignificada permanentemente porque el paradigma así lo exige”, dijo Diego Vovchuk.
Por su parte, Gustavo Michanie, ex-presidente de JAG, señaló otra lectura de la Torá que acompaña la diversidad en el judaísmo. “Fuimos pioneros en algo: en la subrogación. Abraham no podía tener hijos con Sara, y ahí vino la primera”. Leandro Kaus de Hamakom LGBTIQ+ dijo que “si querés buscar y encontrar una historia con travestis, por ejemplo, la vas a encontrar: va a haber uno que se hizo pasar por mujer y era hombre”.
Esta apertura existe en las ramas más abiertas del judaísmo: las comunidades conservadoras y reformistas que, a diferencia de aquellas ortodoxas cuya lectura de los textos bíblicos es más rígida, presentan un sinfín de interpretaciones que permiten perfectamente la coexistencia de la vida comunitaria y religiosa con el ser parte de la comunidad LGBT.
Movimientos LGBT judíos
En 2004, un grupo de amigos judíos argentinos gays quisieron reflejar esta diversidad dentro de la comunidad judía de modo institucional. Así decidieron nombrar al primer organismo judío LGBT: JAG, que no solo significa Judíos Argentinos Gays, sino que también significa, en hebreo, fiesta. “La idea era tener un espacio recreativo” contó Gustavo Michanie, ex-presidente de JAG. “En ese momento, nunca se hablaba del tema y nadie se animaba a salir del closet”.
Así, JAG funcionaba no solo cómo un espacio al que ir a debatir sobre películas, escuchar charlas de rabinos, celebrar una cena de shabat o jugar al bingo. Se convirtió por, sobre todo, en un espacio de contención. “Una vez, en un festejo de Pesaj, se acercó un hombre de unos 50 años y se puso a llorar”, dijo Michanie a Presentes. “Me contó que cuando tenía 22 años lo habían echado de la casa porque contó que era gay y que nunca más había vuelto a compartir un seder en familia como el de ese día”.
El trabajo de JAG también se vio atravesado por el activismo. En 2010, trabajaron con otras instituciones LGBT nacionales para que se aprobara la Ley de Matrimonio Igualitario. Durante ese período, tuvieron charlas con senadores y también con rabinos de movimientos ortodoxos. “Siempre fuimos con el diálogo”, destacó Michanie. “Si los ortodoxos me dicen que no a algo, me siento a dialogar. Hoy tengo buena relación que rabinos ortodoxos, que me invitan a sus congregaciones y me convocan”.
Hace años que JAG no está activo, pero fue su trabajo el que allanó el camino para el desarrollo de actividades en otros espacios institucionales similares. Hoy, existen varias organizaciones que o tienen un foco de género y diversidad, como Judies Transfeministas, o llevan a cabo algunas actividades con esa perspectiva, como Fundación Hillel.
Uno de estos programas, Hamakom LGBTQI+, surgió en noviembre 2021 con la intención de darle un marco a jóvenes judíos LGBTIQ+. Hoy, el proyecto está a cargo de Leandro Kaus, Abigail Lichtenstein y Constanza Ros.
“Nos encontramos con mucha gente que estaba cerca de la comunidad como con gente que no tenía la menor idea y se acercó porque conoció que había un proyecto de esta índole”, contó Kaus a Presentes. “Hay gente de todo tipo; gente fuera del closet y gente que no puede salir porque viene de comunidades muy religiosas. La idea es ir acompañándolos y también proponer eventos para el resto de la organización de Hamakom con la idea de educar en la diversidad”. El objetivo de estos espacios es, también, que puedan recibir preguntas no sólo de jóvenes LGBT, sino de sus padres y sus familias. “Les mostramos que hay una comunidad y una contención, que tu hijo no está planteando una vida en soledad”, agregó Kaus.
Hace poco, Hamakom LGBTIQ+ ingresó al World Jewish Congress LBGT, como lo había hecho JAG. Allí, aprenden sobre los modos de distintas comunidades en todo el mundo. La sociedad mexicana, por ejemplo, es mucho más conservadora, mientras que en Brasil reescribieron las brajot (bendiciones) en lenguaje inclusivo. Existen movimientos judíos LGBT en todo el mundo, desde Israel y Estados Unidos hasta distintos países de América Latina y Europa. La primera jupá igualitaria de la región fue, sin embargo, en la Argentina.
Primera jupá igualitaria
Romina Charur decidió acercarse a JAG cuando quiso casarse con Victoria Escobar por jupá (es decir, bajo la tradición judía). Para ello, se acercó primero a la comunidad NCI Emanuel, donde la rabina Karina Finkelstein era la rabina en ese momento. “En ese momento, ni se hablaba de eso”, explicó la rabina a Presentes. “No podía ser decisión mía porque iba a cambiar la historia de la congregación; tenía que ser decisión de la comunidad”. Finkelstein, entonces, comenzó por donde siempre empieza cuando una pareja le comunica su decisión de casarse: las instó a Romina y a Victoria a incorporarse a la vida comunitaria. Empezaron a ir a los servicios de shabat y a las actividades sociales del templo. Así, cuando finalmente se casaron, “no era la familia rara de la comunidad, eran una familia comunitaria”, explicó Finkelstein.
Previo a casarse, Romina pasó a ser parte de la Comunidad Directiva de NCI. Fue desde allí que comenzó a trabajar en la responsa de la Asamblea Rabínica del Movimiento Conservador Mundial, que permitía a personas del mismo sexo contraer matrimonio dentro del judaísmo siempre y cuando esa comunidad se adhiriera a esa responsa. El 21 de marzo de 2016, NCI fue la primera en hacerlo en América Latina, y por unanimidad. “Realmente fue un avance muy importante dentro de la comunidad en general porque abrió puertas a un montón de comunidades a adherirse”, contó Romina. “A las dos semanas se casó Diego Vovchuk, y luego siguieron un montón de otras familias”. Desde 2018, Romina es presidenta de JAG.
“Lo más importante de este proceso fue la educación comunitaria, tanto para ellas como para el resto de la comunidad”, señaló Finkelstein. “No se puede ser judío en soledad: hay que hacer comunidad. Al final, el sitio físico de la comunidad no le habla a la gente, lo que le habla es la idea que tenés. El lugar es una mesa en cualquier lugar del mundo donde se hable de Torá. Eso es lo más creativo del mundo judío”.
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