5 preguntas a Los Pipis: «El teatro es un juego en el que no se pierde»

Desde 2017 esta dupla escribe, actúa y dirige desde universos cuirs y con la libertad creativa y la sorpresa como horizontes.

17 de marzo de 2023
Lucas Gutiérrez
Ananda Li Bredice
Edición: Ana Fornaro

El universo de Los Pipis Teatro tiene como eje gravitatorio a una pareja: Federico Lehman y Matías Milanese. Si lo cuir es fugar a las normas, a lo esperado, ellxs dos hicieron de su vínculo un amoroso conjunto creativo que expande, muta y forma tantísimas producciones. Lo de Los Pipis es un multiverso heróico en el que conviven varias obras en cartel al mismo tiempo y suma personas/personajes con cameos, interacciones, tejes y sobre todo mucha creación y arte que sangra ternura. Las propuestas suelen mezclar danza, objetos a los que dan vida como si de la mansión de La Bella y la Bestia se tratara, mucha música pop y manifiesto marica orgulloso.

La dupla creativa comienza como proyecto en el año 2017. Actualmente dirigen a una troupe de talentos en ‘Las jóvenes promesas’ en el Teatro San Martín mientras preparan la segunda temporada de ‘’El mecanismo de Alaska’ en Timbre 4. En esta por primera vez los dos comparten escenario y no es para menos, acá hacen un recorrido a través del ADN de su vínculo. La obra comienza con ellos bailando en escena y dan vuelta como esas hélices que cargan la infinita información de la historia que además de suya resume a tantas maricas y tantos amores.

En la recientemente reestrenada ‘Perritos de Porcelana’ el reloj de arena está lleno de glitter y a medida que cae la amenaza de un mundo hostil empeora. Un crimen de odio atraviesa a un grupo de amigues y lejos de narrarse con golpe bajo la coreografía de sentimientos es montaña rusa emocional. Los Pipis junto a Camila Marino Alfonsín, Lucía Deca y Fede Prezet convierten el teatro Espacio Callejón (CABA) en una ciudad por precipitar sobre sus inocencias. 

Federico y Matías siguen haciendo del teatro una trinchera amorosa y un manifiesto. Reúnen equipos, mutan sus roles y siguen creando.  

– ¿Qué les sucede con rótulos como el de “teatro LGBT+” o “teatro queer”?

  • – Desde que comenzamos a hacer teatro en Los Pipis y también antes (quizás mucho, mucho antes; cuando éramos niñes que jugaban a hacer teatro en sus habitaciones) todas las formas creadas respondían a una lógica marica, casi sin saberlo. Las ficciones estaban atravesadas por el sentirse diferente, la imposibilidad de encajar en ciertos roles sociales, el género como un lugar a descubrir, etc. Incluso en aspectos más formales, como la confección artesanal del vestuario, la constitución de la identidad en escena, el formato de las historias, los colores y más; ya encerraban algo de lo prometedor y extraño y goloso y misterioso y de lo cuir. Quiero decir, desde antes de asumir una identidad de género o que un compañerite te rechazara o la conciencia sobre la militancia por la visibilidad, esas inquietudes buscaban manifestarse de una manera muy genuina e inocente. Sin embargo, pensando en la cocina de las obras y el trabajo de la compañía en los ensayos, los procesos de escritura, puesta, etc. Limitarse a pensar el trabajo bajo el sello del rótulo no es algo que nos incentive. justamente conservar esa cierta libertad primaria para hacer, atendiendo a las contradicciones, lo incorrecto y sobre todo el cuerpo y sus necesidades del instante. Si a alguien le sirve definir la obra como algo está perfecto, pero quizás siempre será otra cosa.  


¿Cómo se evita el cliché a la hora de abordar temas como el amor, la pareja, ser gays, etc?

-¿Te acordás de ese juego de mesa que consistía en una palmera atravesada por palitos, monos de plástico colgando y el objetivo de sostener los monitos en el aire? Tomo el proceso de creación de nuestra última obra ‘El mecanismo de Alaska’ y este juego para contestar: el cliché siempre está presente porque es la primera imagen que nos asalta cuando se decide abordar un tema. 

En este caso el cliché es el mono suspendido y las varillas todos los artificios y ópticas que lo atraviesan. Nos gusta posicionarnos en el lugar de jugadores, siempre, a la hora de crear. Tomar un objeto de estudio, poner a flotar e ir alternando todos los puntos que los sostienen, para que de vuelta, caiga y develar que es lo que lo sostiene. Acá con la ventaja de que el teatro es un juego en el que no se pierde.


– Parte de su producción radica en escribir y dirigir a otras personas, ¿qué es lo más importante a la hora de que brille el otro?

Creemos que la clave es, mediante el proceso de ensayos y todo el trabajo previo a presentar la obra, descubrir qué es lo que más ganas tiene de hacer cada intérprete o trabajadxr en la obra. 

La sensación es como la de ver a un deportista desempeñarse en su juego, cuando se lo ve con su cuerpo, su conciencia y su deseo atravesando la escena con una destreza que te deja de cara. Esto lejos de referirse al talento o al virtuosismo de actuar, bailar o lo que fuere, sinó al estado de presencia y disfrute en hacerlo.


-¿Cómo se puede hacer activismo desde el arte?

– Perritos de Porcelana es una obra que habla sobre duelar a un amigo que mataron en un crimen de odio, pero llevado a escena desde la perspectiva de orgullo y fiesta con la que el colectivo LGBTIQ+ hizo propia durante años para celebrar y darle valor a su existencia. Creemos que todavía es necesario que estos temas se pongan en escena y aparecen desde las ópticas variadas que puede ofrecerle el teatro, teniendo en cuenta que existen muchas maneras de abordar una escena y manifestarse desde este arte.

Creemos que todavía es necesario que este tipo de historias y formas de expresarse aparezcan en los campos que a simple vista no son los propios de la militancia, en un tiempo en el que los derechos conquistados parecieran estar en peligro por la prepotencia con la que muchos sectores de ultra derecha se manifiestan. 


¿Qué desean que se lleve la gente luego de ver una obra de Los Pipis?

– Rescatar la sorpresa, la posibilidad de ver cómo la magia sigue sucediendo a pesar de estar hecha con dos mangos (unas sogas, un poco de glitter y el ingenio puesto a favor de los recursos). La certeza de que las cosas pueden modificarse en tiempo real, frente a sus ojos y sin grandes dispositivos, para ser otras un poco más agradables. Dar ganas de crear. Salir de una obra con ganas de hacer y ofrecer trabajo para que todo lo anterior suceda.

Obras en cartel:


Perritos de Porcelana – Miércoles 21hs, Espacio Callejón (Humahuaca 3759 – CABA)
Las jóvenes promesas – Sábados y Domingos 16.30hs, C.C. Gral. San Martín (Sarmiento 1551 – CABA)

El mecanismo de Alaska – A partir de abril, los jueves en Timbre 4 (Boedo 640 – CABA)

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