Qué nos pasa a lesbianas y bi en los consultorios ginecológicos
Venía escuchando desde hace más de 10 años anécdotas sobre desconocimientos, prejuicios y hasta alguna historia de terror con les ginecólogues. No fui la única. La mitad de las encuestadas reportó que ya había escuchado alguna experiencia del colectivo y, en su mayoría, quienes respondieron esto eran lesbianas.
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Foto: Ariel Gutraich
Recorro la cartilla casi una hora. Salteo los nombres de varones y trato de ubicar las ginecólogas que me quedan cerca de casa. No conozco todas las calles de Almagro y no hay división por barrios, así que la tarea requiere que busque muchas de las direcciones en el mapa online. Me termino anotando dos o tres que están cerca. La primera tiene turno para dentro de más de un mes. La otra para un par de semanas, me quedo con esa.
Tengo 29 años en ese momento y nunca fui a la ginecóloga por los chequeos de rutina, pero estaba saliendo con alguien que no se cuidaba conmigo y, estimaba, tampoco lo hacía con las otras mujeres con las que se acostaba. La vez que le dije, medio-en-joda-medio-en-serio, que quería guantes de látex para tener relaciones más seguras, me dijo, medio-en-joda-medio-en-serio, que con los guantes no la tocaba. Pero ella se hacía los chequeos regularmente. Preferí empezar por ahí.
¿Qué nos pasa a las lesbianas y bisexuales con y en los consultorios ginecológicos? ¿Qué nos pasa con nuestra salud sexual? Aproveché una materia de la facultad y encaré un pequeño trabajo de investigación al respecto. La encuesta la hice en un formulario web, que distribuí a ex-compas de militancia y en mis redes sociales, de CABA y GBA. Respondieron 27 personas, 14 se identificaron como lesbianas y 13 como bisexuales. Estaban también las opciones de “trans” y “no-binario”, pero no respondió nadie identificándose con esos términos.
La previa
Venía escuchando desde hace más de 10 años anécdotas sobre desconocimientos, prejuicios y hasta alguna historia de terror con les ginecólogues. No fui la única. La mitad de las encuestadas reportó que ya había escuchado alguna experiencia del colectivo y, en su mayoría, quienes respondieron esto eran lesbianas. De todos modos deciden ir, pero preocupadas o temiendo discriminación. Algunas buscan ginecólogues recomendades.
¿Vamos regularmente? Sólo la mitad va por los chequeos de rutina. El resto fue algunas pocas veces, o cuando tuvo algún síntoma o dudas. Un 11% indicó que iba regularmente y dejó de ir.
Entonces, una buena parte de nosotras, vamos con miedo.
En el consultorio
Llego con la doctora. Me entero en la sala de espera, por los cuadros y afiches, que también es obstetra. Nada sobre cuidados, mucho sobre maternidad. Paso al consultorio y la dejo hacerme las preguntas de rutina.
-¿Cómo te cuidas?
-No me cuido.
Dejo que se forme un pequeño silencio. Levanta los ojos de la ficha. Le aclaro:
-Sólo tengo relaciones con mujeres.
Silencio otra vez. Espero a ver si me dice algún comentario. Anota en el margen. ¿No debería decirme algo sobre los cuidados? Ser lesbiana no debería exceptuarme de cuidarme, aunque lo haga. Parece ser que, aunque no los use, yo sé más de profilaxis que ella. Al menos no me discrimina ni me dice nada al respecto.
En la encuesta, la mitad reveló que directamente evita esta situación: No le dicen a le ginecólogue sobre su identidad sexual. También muchas dicen que le profesional directamente “asume” que son heterosexuales, sin preguntarles.
Quizás hacen bien en esconderlo. Más de la mitad de las lesbianas (y sólo 2 bi) revelaron que le profesional tuvo algún tipo de prejuicio al respecto de sus prácticas sexuales. También descartó chequeos de rutina y la posibilidad de maternidad. Ni hablar de que las asesore sobre métodos de profilaxis.
Mi ginecóloga no habla mucho. Me dice que me va a mandar unos estudios y que cuando vuelva con ellos, me hace el PAP. Pienso, “bueno, al menos no me lo negó como a otras lesbianas”, pero me pregunto por qué no me lo hace ese mismo día. Igual no sé si es una práctica común. Lo que me extraña es lo que me dice a continuación, y es que también me pide que compre en una farmacia un “espéculo chico”. Que ella tiene medianos y grandes. Me lo anota en un post-it, en lugar del recetario que usó para anotar los estudios previos. Reacciono, momentos después, que asumió que tengo sexo sin penetración por ser lesbiana. Ni siquiera me miró la vagina.
Violencia
Más de la mitad de las lesbianas informó algún tipo de violencia. Mayormente verbales, en forma de “comentarios inadecuados”, pero también discriminación verbal explícita. Algunas más dijeron que le profesional actuó de alguna forma violenta, o que solicitó exámenes excesivos en base a su identidad, o que se negó a seguir la consulta o revisarla.
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